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Dossier: Las derivas de las izquierdas en los años ochenta: prácticas políticas, sociales y culturales durante la transición democrática argentina

ISSN sección Dossier 2618-415x

Mariela Stavale (IdIHCS / UNLP- CONICET) y Florencia Osuna (IdIHCS / UNLP- CONICET)

El presente dossier tiene por objetivo construir un mapa de las izquierdas argentinas en los años ochenta. Los artículos éditos que aquí se reúnen constituyen un aporte para la comprensión de sus prácticas organizativas y militantes, los idearios, la trayectoria de los/as principales dirigentes de la nueva izquierda, el derrotero de la izquierda tradicional y los vínculos entre sus organizaciones políticas y los nuevos movimientos sociales durante estos años, así como sus rupturas y continuidades respecto de los años sesenta y setenta. 

La inquietud que nos motivó a propiciar este debate emerge de algunas percepciones en torno a tendencias que han dominado el campo de estudios del pasado reciente en Argentina. En primer lugar, la revisión ha tendido a concentrarse en las décadas del sesenta y el setenta que, por su densidad histórica, por los debates en torno a la violencia política y  por el grado de injerencia de los actores de la nueva izquierda durante esos años, cobraron especial protagonismo. En la contraparte, “los ochenta” constituyen un período menos explorado y la bibliografía disponible se ha concentrado en problematizar la transición democrática, la recomposición de los grandes partidos políticos y los incipientes procesos de memoria que comenzaron a emerger en torno al pasado inmediato. Son minoritarias las investigaciones que se han preguntado por las derivas de los actores que otrora fueron protagonistas. Entonces, una motivación gira en torno a la necesidad de construir algunos ejes analíticos que contribuyan a la creación de una agenda de investigación sobre el tema.

En general, el abordaje de la izquierda en los años ochenta tendió a focalizarse en el análisis de proyectos político-editoriales que emergieron durante el exilio de la militancia revolucionaria, impulsando el debate en torno a temáticas espinosas como la lucha armada, el rol de la guerrilla o “la derrota”. Sin embargo, a pesar de que estos estudios son imprescindibles para comprender el debate que construyó la cultura política de “la transición”, son insuficientes para entender acabadamente el universo más amplio de prácticas y discursos de la izquierda de la década, que fue más heterogéneo en sus posicionamientos y formas organizativas. En relación con esto, una mirada más abarcativa, supone incorporar a la reflexión los derroteros de otros actores, como los partidos políticos de la izquierda trotskista, maoísta y comunista -el Movimiento al Socialismo (MAS), el Partido Obrero (PO), el Partido Comunista (PC), el Partido Comunista Revolucionario (PCR)-, los itinerarios políticos y sindicales de los militantes-sobrevivientes de las guerrillas setentistas -por ejemplo, en Intransigencia y Movilización o el Movimiento Todos por la Patria (MTP)- y los modos de intervención en y del movimiento social, sobre todo de mujeres y de derechos humanos, en este nuevo escenario político.

El diálogo que buscamos entablar, se encuentra guiado por una serie de inquietudes que podríamos resumir en la intención de problematizar la idea re-fundacional que presenta a esta década como un nuevo tiempo histórico que emergió a partir de una ruptura total respecto del pasado inmediato. Sin desconocer que “la transición” produjo transformaciones organizativas y programáticas claves, los trabajos reunidos ponen de relieve, también, continuidades importantes. En efecto, muchos de los activistas de las izquierdas sostuvieron el ideario revolucionario que pervivió como leit motiv de sus prácticas políticas.  Entonces, atender a esta compleja zona de reconfiguraciones recuperando las continuidades con la praxis política previa nos permite repensar (y tensionar) las temporalidades a partir de las cuales se ha tendido a reflexionar sobre las izquierdas durante la transición.

Con estas lentes, algunos nudos conceptuales resultan claves: las formas que asumen los partidos políticos de izquierda, el rol del (los) movimiento(s)social(es) o las apuestas frentistas atraviesan la forma de pensar la política y canalizar la organización de la acción social de los activistas en ambos tiempos históricos surcados por la dictadura. Sin embargo, sus sentidos se encontraron sujetos a racionalidades políticas específicas en cada época; es decir, un conjunto de representaciones que gobernaron los modos en que, en cada período, los grupos sociales condujeron sus acciones e imaginaron su porvenir. En este sentido, es interesante marcar un contrapunto entre ambas formas de pensar la política y sus vínculos con la democracia.

Para los protagonistas de los años setenta, esa racionalidad giró en torno a la tríada peronismo-socialismo-revolución y las formas que asumió el triángulo, según el peso de sus lados. Resulta inviable comprender sus repertorios de acción política y las apuestas que construyeron deslindadas del proceso político que, abierto tras la caída del peronismo, fue deslegitimando el rol del Estado y sus instituciones liberal-democráticas. En esta coyuntura, la idea de la revolución (que además, atravesaba al mundo) se transformó en un horizonte de expectativas que signó la manera de hacer política de amplios sectores sociales.

En la contracara, durante los años ochenta, emergió una racionalidad vinculada a la revalorización de la democracia y a un proceso de descentralización de la política que tuvo consecuencias concretas para los actores de las izquierdas. A modo de ejemplo, en esta nueva geografía, la idea de movimiento social adquirió una significación diferente, protagónica y novedosa. Primero, porque emergió como una manera de responder al debilitamiento de las formas tradicionales de la protesta (fundamentalmente de las organizaciones sindicales). Pero, a la vez, porque tras la desarticulación de las “vanguardias revolucionarias” que antes habían protagonizado la escena pública, facilitaron el retorno al mundo de lo popular. En efecto, esta preponderancia se expresó en los cambios discursivos y organizativos de las izquierdas y en la gravitación de las estructuras movimientistas, como la forma organizativa más eficaz para la racionalidad pluralista de los años ochenta. A modo de ejemplo, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) pasó a llamarse MAS, un sector del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) impulsó el MTP y el Partido Auténtico de Montoneros se autodenominó Movimiento Peronista Montonero (MPM).

Entonces, a la hora de construir esta cartografía de las izquierdas, es posible suponer, tal como sugiere Roberto Pittaluga[1], la existencia de dos tramas diferentes, muchas veces convergentes, otras antagónicas, que permiten pensarlas en un continuum histórico. La primera de ellas, tiene que ver con sus posiciones identitarias, la pertenencia partidaria y sus transformaciones y prácticas normalizadas; la segunda, en cambio, supone posiciones difusas, dispersas, ocultas o latentes y las memorias de las acciones emancipatorias del pasado que, aún con sus olvidos, no dejaron de interpelar a los actores de la izquierda.   

En su artículo “La izquierda argentina, entre la dictadura y la transición democrática: notas para su estudio”, Águila construye un exhaustivo estado de la cuestión que recupera los principales trabajos sobre la izquierda político partidaria en la historia reciente y evidencia la escasez de indagaciones sobre los años ochenta. Apunta que estudiar este conjunto más vasto, permitiría problematizar “ciertas imágenes cristalizadas que separan tajantemente dictadura de democracia” y que se instalaron a causa de considerar a las izquierdas “como un todo homogéneo”. Como agenda a futuro, delinea algunas temáticas que son ineludibles, como el proceso de reconfiguración de la actividad política, las perspectivas de la revolución o la importancia metodológica de considerar las escalas de análisis.

Recuperando estas metas, el diálogo establecido por los trabajos de Ronald y Sapp, por un lado, y Carnovale, por el otro, resulta potente. Les autores reconstruyen los itinerarios de dos de las organizaciones revolucionarias más importantes de la nueva izquierda: Montoneros y ERP, permitiendo rastrear y problematizar las continuidades de la militancia revolucionaria que sobrevivió a la dictadura militar y siguió pensando (y haciendo) política.  Así, en el artículo titulado “Intersecciones entre el peronismo de extracción montonera y el movimiento  sindical de Córdoba (1982-1987)”, Ronald y Sapp reconstruyen estas trayectorias y, aunque centran la mirada en Córdoba, consideran elementos de una escala más amplia como los vínculos entre el movimiento sindical y la política partidaria al interior del peronismo. Como muestran les autores, el Movimiento Peronista Montonero (MPM) desplegó múltiples estrategias que, alejadas de la lucha armada, tuvieron por principal objetivo, reintegrarse al peronismo y a la política del escenario post Malvinas. Sin embargo, a pesar de la opción por nuevas formas organizativas, más afines con la etapa que se abría, sostuvieron la “identidad peronista montonera” que siguió atravesando sus objetivos y proyecciones políticas.  

Por su parte, los itinerarios de la militancia vinculada al PRT-ERP  encarnan rasgos comunes. En el trabajo “De Entre todos a La Tablada. Redefiniciones y permanencias del ideario setentista”, Carnovale reconstruye la re-configuración de la militancia perretista durante la transición y se concentra en el grupo que, liderado por Gorriarán Merlo, impulsa su reinserción en Argentina a partir de la revista Entre Todos y del MTP. Aunque la estructura movimientista, la revalorización de la democracia y la ligazón transversal con el activismo social son diferencias respecto del pasado, la autora identifica una “temporalidad de larga duración” que, a pesar de la dictadura, siguió permeando la constitución identitaria del grupo y que contribuye a comprender la decisión de llevar adelante un operativo como La Tablada.

Otra temática ineludible en este mapa de “las izquierdas” en los años ochenta fue el rol de los nuevos movimientos sociales. Un primer eje relevante gira en torno al movimiento juvenil, sus vínculos con la política y sus formas de inserción y politización en esta nueva coyuntura. Los artículos de Castro y Scocco se insertan en este clivaje y poseen, además, el valor de asumir una escala subnacional, reconstruyendo estas experiencias en dos ciudades relevantes: Mar del Plata y Rosario. En el primer caso, el artículo titulado “Juventud y política en la apertura democrática. Una mirada sobre el Movimiento de Juventudes Políticas marplatense (1983-1987)” estudia la experiencia del Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO) en la ciudad de Mar del Plata. Al respecto, una primera cuestión que nos gustaría señalar es que aquí el concepto de movimiento atraviesa el campo político partidario, nucleando transversalmente a los jóvenes de distintos partidos políticos. Aunque la autora muestra que la recuperación democrática no alteró la significación de “lo militante” (que siguió asociada a la izquierda revolucionaria y a una prédica antiimperialista) también da cuentas de nuevos usos y sentidos, influenciados por la temática de los derechos humanos y la revalorización democrática. Con una misma línea, en Rosario, Scocco reconstruye la incorporación de una nueva generación de militantes al Movimiento de Derechos Humanos (MDH) a partir de un doble mecanismo: la convocatoria abierta por el propio movimiento y el acercamiento espontáneo de sectores juveniles que se encontraban ligados directa o indirectamente con el activismo setentista. La autora advierte que esta incorporación aportó un mayor dinamismo y visibilidad a MDH que, no sin tensiones y algunas fracturas, creció cuantitativa y cualitativamente. 

Otra novedad fue el resurgimiento del movimiento de mujeres. Como muestra Trebisacce en su artículo “Memorias feministas en disputa y puentes rotos entre los años setenta y los años ochenta”, aquel se nutrió de militantes feministas de los tempranos años setenta, ex militantes de la nueva izquierda que llegaron del exilio y mujeres sin militancia previa. Esta transversalidad resulta clave para comprender su crecimiento sostenido: durante toda la década, emergieron diversas organizaciones, espacios de debate y publicaciones emblemáticas. Desde una mirada más específica, el artículo de Casola: “Las bolcheviques. Izquierda partidaria y movimiento de mujeres en la Argentina reciente” estudia la relación del PC, el PCR, el MAS y PO con el feminismo e identifica dos grandes discusiones: 1| la opresión de género y la demanda de una militancia específica 2| el lugar de los reclamos feministas en la agenda revolucionaria. A pesar de que consideraban que la opresión principal era la de clase, la autora sostiene que la izquierda reconoció al feminismo como un actor político con incidencia.  

Finalmente, el trabajo de Manduca aporta otra dimensión importante, al indagar sobre las expresiones artísticas y culturales de las izquierdas. En el artículo “Dos sentidos de la democracia en el movimiento Teatro Abierto. Las instituciones y las calles en la ?’?primavera democrática?’?”, analiza los vínculos entre el colectivo Teatro Abierto y la política, mostrando cómo se diversificaron las posturas de sus miembros en torno a los modos de entender el rol de los artistas e intelectuales en la nueva etapa democrática.  

Como  adelantamos al inicio, consideramos que estos trabajos constituyen puntos cardinales de un mapa en construcción: el de “las izquierdas” en los ochenta. Esperamos que el debate, invite a seguir delineando su geografía política.

Textos seleccionados para  el dossier

Águila, G. (2019). La izquierda argentina, entre la dictadura y la transición democrática: notas para su estudio. Revista Historia Social y de las Mentalidades, 23(2), 277-304. DOI: 10.35588/ rhsm.v23i2.4109. Disponible en: https://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/historiasocial/article/view/4109  

Carnovale, Vera (2014). De Entre Todos a La Tablada: Redefiniciones y permanencias del ideario setentista. PolHis, 12, pp. 244-264. Disponible en: http://historiapolitica.com/datos/boletin/Polhis12_CARNOVALE.pdf

Casola, Natalia (2021). Las bolcheviques. Izquierda partidaria y movimiento de mujeres en la Argentina reciente. Archivos De Historia Del Movimiento Obrero Y La Izquierda, 19, pp. 43-64.  Disponible en https://www.archivosrevista.com.ar/numeros/index.php/archivos/article/view/328

Castro, Constanza (2019).  Juventud y política en la apertura democrática. Una mirada sobre el Movimiento de Juventudes Políticas marplatense (1983-1987). Anuario del Instituto de Historia Argentina, 19 (2), e103.  Disponible en: https://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/article/view/AIHAe103/11779  

Manduca, Ramiro (2021). Dos sentidos de la democracia en el movimiento Teatro Abierto. Las instituciones y las calles en la “primavera democrática”. Sociohistórica, 48, e147.  Disponible en: https://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/article/view/she147/14385

Roland, Ernesto y Sapp, Camila (2020). Intersecciones entre el peronismo de extracción montonera y el movimiento sindical de Córdoba (1982-1987). Revista Izquierdas, 49, pp. 3908-3932. Disponible en http://www.izquierdas.cl/images/pdf/2020/n49/art185_3908_3932.pdf

Scocco, Marianela (2021). La juventud y el Movimiento de Derechos Humanos. Transformaciones y conflictos en la incorporación de una nueva generación militante pos MalvinasCuadernos de Historia, 28, pp. 229-249. Disponible en: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/cuadernosdehistoriaeys/article/view/36422 

Trebisacce, Catalina (2018). Memorias feministas en disputa y puentes rotos entre los años setenta y los años ochenta. Mora, 24, pp. 77-94. Disponible en: https://doi.org/10.34096/mora.n24.6304 

Bibliografía mencionada:

[1] Pittaluga, R. (2020). Notas para una historia de la izquierda. Prismas, 24(2), pp. 346-353.