Dossier. Latinoamérica y sus clases medias. Nuevas perspectivas
ISSN sección Dossier 2618-415x
Dossier. Latinoamérica y sus clases medias. Nuevas perspectivas
Santiago García Martín (CISH-IdIHCS/UNLP), Enrique Garguin (CISH-IdIHCS/UNLP), Sergio Visacovsky (CIS-CONICET/IDES)
La idea de clase media recorre el mundo desde hace al menos dos siglos y distintas regiones de América Latina no han sido inmunes a su influjo en diversos momentos de su historia. Resulta indispensable atender a la diversidad de momentos, ya que mientras en Argentina, por ejemplo, una identidad clara de clase media no logró articularse sino hasta mediados del siglo XX, los empleados de Lima, Perú, se identificaron con ella desde la segunda década del siglo XX y en México la noción de clase media circulaba con fruición desde el último tercio del siglo XIX (ver Garguin 2007 y Adamovsky 2009 para Argentina y Parker y Porter, en este dossier, para Perú y México). El estudio de este fenómeno por parte de las ciencias sociales presenta asimismo disparidades nacionales, aunque podemos notar dos momentos particularmente significativos para la región en su conjunto. El primero, hacia mediados del siglo XX, tuvo como propósito encontrar clases medias que pudieran servir de fundamento social a los anhelados procesos de desarrollo, modernización y democratización. En un contexto fuertemente marcado por la guerra fría y los proyectos desarrollistas, halló fundamentos teóricos en las teorías del desarrollo y la modernización y tuvo en el investigador ítalo-argentino Gino Germani a su principal exponente. Las fuertes críticas que ese modelo interpretativo encontró en la década de 1960, tanto desde la teoría de la dependencia como desde lecturas marxistas, pueden considerarse parte de este primer momento de análisis de las clases medias latinoamericanas.
El segundo momento, que es el que nos interesa destacar aquí, encuentra sus primeros pasos en la década de 1990, para cobrar un impulso formidable durante la primera década del siglo XXI, al calor de lo que en muchos casos comenzó a calificarse como surgimiento y consolidación de “nuevas” clases medias (ver al respecto, los artículos de Kopper y Villanueva Rance en este dossier). Pero en estos años no solo se revitalizaron las investigaciones empíricas, sino que las mismas fueron acompañadas de una profunda renovación de las perspectivas de análisis y conllevaron la puesta en duda de viejos presupuestos que se tenían por ciertos. Nuevas preguntas problematizaron, incluso, la propia categoría de clase media, revelando su carácter histórico y contextual, sus condiciones de producción, circulación y uso, su variabilidad. De manera creciente se hizo patente que aún quedaba mucho por estudiar sobre la naturaleza práctica de la categoría de clase media, los sentidos que los actores ponían en juego con su uso y el abordaje de cuestiones que hoy parecen claves, pero que antaño eran pasadas por alto o se daban por sentadas, como los gustos, preferencias o juicios morales. Bajo diferentes influjos, que incluyeron los estudios culturales, la crítica posestructuralista, el giro lingüístico y las críticas poscolonial y feminista, las nuevas perspectivas enfatizaron el carácter relacional, situado e históricamente construido de las clases, poniendo el foco en las prácticas y discursos de los sujetos, en los procesos de clasificación y autoadscripción, en prácticas y dispositivos de diferenciación, identificación y distinción, en la circulación transnacional de personas, objetos, ideas, moralidades y modelos; en la articulación de procesos clasistas con el género y la sexualidad, la etnicidad y la racialización. Los textos que aquí reunimos ofrecen un panorama escueto pero abarcativo de distintas aristas características de esta renovación.
Abrimos el dossier con un texto de David S. Parker, quién posiblemente diera el puntapié inicial de esta renovación con su tesis doctoral pronto publicada en inglés (Parker 1998). “Movilización de clase media y el lenguaje de estamentos…”, nos sumerge en el discurso de los empleados de Lima –primeros en proclamar una identidad de clase media en Perú–, para cuestionar visiones clásicas acerca de la incompatibilidad entre concepciones estamentales y la moderna política clasista. Detrás de un lenguaje clasista y combativo, los empleados de Lima perseguían no solo defenderse de las amenazas del capital, sino también preservar ciertas prerrogativas adquiridas en tiempos de la sociedad de castas, y que presuponían una distinción entre el trabajo manual y el no manual de carácter esencialista y racializado. La persistencia de figuras retóricas y jerarquías propias de una sociedad estamental no es vista por Parker como mero vestigio sino como parte integral de la constitución de una identidad de clase media en la Lima de la década de 1920. Pone asimismo en primer plano otro actor que suele cumplir un papel central en los procesos de categorización e identificación social: el Estado, que por medio de numerosas leyes (particularmente la Ley del Empleado de 1924) ayudó a cristalizar la distinción entre obreros y empleados como sujetos con necesidades y derechos diferentes.
El artículo de Susie Porter realiza un fructífero cruce entre los estudios del mundo del trabajo y la historia de las mujeres con perspectiva de género. El foco es puesto en el mundo de las empleadas públicas mexicanas, los desafíos enfrentados y sus luchas en un contexto de crisis económica y modernización estatal que puso en jaque su creciente participación laboral en la administración pública. En tales condiciones, los varones que reclamaban para sí el monopolio de esos puestos de trabajo relativamente apetecibles, argumentaron contra el derecho al trabajo de las mujeres sobre la base de tres temas centrales: la necesidad económica, la moralidad sexual y los hábitos de consumo. Las feministas y otras activistas retrucaron sobre esos mismos ejes y en el debate emergieron un conjunto de tensiones reveladoras de las paradojas de género y clase que marcaron la experiencia de aquellas empleadas. Y si desde fines del siglo XIX la participación femenina en el empleo público había favorecido su asociación con la clase media, en los años 30 las ansiedades e inseguridades de algunos hombres buscaron no solo expulsarlas de ese mercado de trabajo atractivo sino también de la clase media, alegando que sus consumos frívolos y su independencia las alejaban del ideal doméstico y mostraban su fracasado intento de imitación de una clase media a la que aspiraban ascender. Muestra asimismo las luchas de esas mujeres por obtener/defender su lugar en el mundo del trabajo y en las jerarquías de clase en tanto que mujeres. La categoría y la identidad de clase media fueron así movilizadas estratégicamente por defensoras y detractores de la participación femenina en las oficinas públicas, configurando distintos sentidos de lo que podía significar ser mujer trabajadora y ser de clase media en la ciudad de México durante aquellos convulsionados años. De este modo, género y clase se articulan de manera inextricable para (re)definir tanto las feminidades legítimas como la pertenencia a la clase media.
También Abel Ricardo López se detiene en el análisis de las disonancias de clase y de género, revelando tanto la dimensión de género de la clase media como la dimensión de clase de las construcciones de género. “«Ser clase media no es algo que pasa de la noche a la mañana»…”, apunta a reconstruir la formación histórica de las subjetividades de clase y género entre los empleados y empleadas de Bogotá, Colombia, durante las décadas de 1930, 1940 y 1950. Plantea primero que el discurso de la modernidad configuró la diferenciación entre un sector de servicios y otro industrial a partir de distinciones no solo técnico-económicas, sino también de clase y género. El sector de servicios fue, así, construido como un espacio generizado y de clase en el cual nació históricamente una idea de clase media. Analiza primero los discursos de los empleadores y el Estado, y su creación de dos figuras arquetípicas: el empleado y el ángel de oficina. A renglón seguido, observa cómo empleados y empleadas de oficinas tomaron y resignificaron esas mismas imágenes para definirse como hombres y mujeres de clase media, distinguiéndose de lo que reiteradamente caracterizaron como “obreros”, por un lado, y “ricachones”, por el otro. Pero no solo ponen en juego distinciones de clase sino también entre distintas masculinidades y feminidades: en un complejo entramado de género y clase, los obreros industriales son imaginados como vagos y poco hombres y las obreras como malas madres y esposas y poco femeninas. En contraste, el hombre de clase media representaba la verdadera hombría, consistente en cuidar y proveer al bienestar de su familia por medio de un trabajo honrado y respetable; mientras que el “ángel de oficina” constituía una elegante y respetable ama de casa, madre y secretaria. El artículo despliega, en conjunto, los distintos modos en que empleados y empleadas tramitaron las tensiones de clase y género de su peculiar inserción laboral en un mundo cambiante.
Louise Walker, por su parte, se detiene en el estudio de los jóvenes “radicales clasemedieros” que a fines de los años 60 y comienzos de los 70 intentaron redefinir las estructuras de inequidad y autoritarismo en México, para lo cual debieron reconciliar, de diversos modos, su privilegiada condición de clase con su ideología radicalizada. La culpa, junto con diversas tensiones, emerge de su estudio como una importante dimensión para explicar las esperanzas y decisiones de aquellos jóvenes de clase media que se radicalizaron por esos años. Lo que resalta desde este punto común es una significativa diversidad de opciones políticas y vitales que van desde la defensa lisa y llana de los privilegios a la formación de guerrillas urbanas, pasando por la incorporación al PRI en busca de reformas moderadas o el trabajo junto a los pobres de la ciudad y las experiencias de proletarización. Y en todas estas experiencias Walker no se limita ni a señalar una unívoca determinación de clase media ni a exaltar su intento de ruptura con el status quo, sino que el foco es puesto en las permanentes y diversas tensiones que en cada caso derivaron de su posición de relativo privilegio. “La política de los privilegios de la clase media dio forma a los distintos caminos tomados por los estudiantes”, concluye la autora. Pero no se trata aquí, como antaño, de señalar que cierta política se explica por la posición de clase de los actores, sino de mostrar el modo específico en que la posición de clase marcó las distintas opciones políticas.
A continuación, el dossier presenta una serie de trabajos sociológicos y antropológicos que problematizan la formación discursiva de una “nueva clase media” emergente a la luz del crecimiento económico y los procesos de movilidad en las sociedades latinoamericanas desde principios del siglo XXI. Los trabajos de Kopper, Villanueva Rance y Hurtado Tarazona analizan para los casos de Brasil, Bolivia y Colombia, respectivamente, cómo la aparición de estratos con nuevas posibilidades de ingresos y consumo habilitó un debate público respecto a la definición de sus fronteras y atributos donde la categoría de clase media ocupa el centro de la escena. En primer lugar, estos artículos describen procesos locales en los cuales actores gubernamentales y agentes privados despliegan un conjunto de saberes técnicos, prácticas y discursos que prefiguran una narrativa sobre una “nueva clase media”, un estrato emergente que se convierte al mismo tiempo en objeto de investigación y en sujeto destinatario de políticas públicas y estrategias de mercado. En segundo lugar, estos trabajos coinciden en señalar la necesidad de estudiar paralelamente las perspectivas nativas de los sujetos reales que encarnan estas transformaciones sociales y económicas, los modos en que describen y retratan sus propios procesos de movilidad y las formas situadas y diarias en que esas personas construyen barreras simbólicas sobre las diferencias sociales.
En “La invención de la clase media brasileña…”, Moisés Kopper aborda los debates suscitados en torno a la movilidad social brasileña durante los períodos presidenciales de Luiz Inácio “Lula” da Silva y la constitución de un frente discursivo asociado a la “aparición” de una nueva clase media. Desde la propuesta de una antropologización del concepto de clase social, el autor describe la intervención de dos actores fundamentales en la construcción de un ideario asociado a un estrato aparentemente novedoso y con características peculiares. En primer lugar, recorre la consolidación de Data Popular, un instituto privado que por medio de publicistas, agentes de marketing y científicos sociales produjo “investigaciones científicas” sobre este nuevo segmento con discursos y argumentos que resultaron convincentes para agentes económicos y políticos de relevancia. En segundo lugar, destaca el papel de las agencias estatales que comenzaron a priorizar la creación de políticas públicas orientadas especialmente a garantizar la estabilidad de esta nueva clase media y a conservar su apoyo político.
Seguido, Amaru Villanueva Rance analiza la emergencia histórica relativamente reciente de la categoría de clase media en Bolivia, en particular como clasificación de las diferencias sociales en términos de ingresos. En sintonía con Kopper, el artículo examina las disputas que ha generado el uso del término entre políticos, funcionarios y analistas para referir a la expansión de los estratos intermedios en Bolivia durante las últimas décadas. En un comienzo, Villanueva revisa el debate económico en torno a las mediciones que se utilizan actualmente para referir a la estructura de clases y a la clase media específicamente. El artículo continúa con una descripción historiográfica, en diálogo con el primer conjunto de trabajos que componen este dossier, sobre la formación histórica de categorías de clasificación social en la vida política e institucional de Bolivia desde el período colonial hasta la actualidad. Allí confluyen elementos variados, desde clivajes étnicos y raciales, ocupacionales hasta las mediciones más recientes en términos de ingresos que se popularizaron a partir de la década de 1980. Finalmente, Villanueva propone revisar el correlato de estos discursos políticos e institucionales con las formas de autoadscripción cotidiana de las personas, más allá de las categorías de clasificación impuestas por las encuestas.
Finalizando este segundo conjunto de trabajos, Adriana Hurtado Tarazona propone una reflexión etnográfica sobre las formas de adscripción nativas de los residentes de Ciudad Verde, una ciudadela de cincuenta mil viviendas en el municipio de Soacha, hacia el sur de Bogotá, Colombia. Ciudad Verde forma parte de un conjunto mayor de megaproyectos de urbanizaciones cerradas orientadas a la compra de vivienda de estratos emergentes caracterizados usualmente como de clase media. Bajo la pregunta, “¿cómo se hace clase en Ciudad Verde?”, la autora repone las teorías nativas que los residentes movilizan para construir fronteras simbólicas sobre otros, estrechamente vinculadas a lo que los actores describen como un proceso de ascenso social asociado a la tenencia de una vivienda en propiedad horizontal. En lugar de invocar sus diferencias en términos de clase, la autora explica cómo estos residentes apelan a diferentes recursos simbólicos para dar forma a sus autoadscripciones: desde categorías estatales de segregación socio-espacial (los “estratos” y sus números), muy habituales en Bogotá, hasta dimensiones educativas, laborales, de comportamientos y hábitos “deseables”, entre otros, todos ellos ligados a lo que se espera de un propietario de Ciudad Verde como proyecto individual, pero también como aspiración colectiva compartida entre sus residentes.
Textos seleccionados para el dossier:
Parker, David S. (2009). Movilización de clase media y el lenguaje de estamentos: de “casta” a “categoría” en la Lima de principios del siglo XX. En Sergio Visacovsky y Enrique Garguin (comps.). Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos y etnográficos (pp. 195-216). Buenos Aires: Antropofagia.
Porter, Susie (2004). Empleadas públicas: normas de feminidad, espacios burocráticos e identidad de la clase media en México durante la década de 1930. Signos Históricos N° 11, pp. 41-63.
López, Ricardo (2009). “Ser clase media no es algo que pasa de la noche a la mañana”: empleados, mujeres de oficina y la construcción de las identidades de clase media en Bogotá, 1930-1950. En Sergio Visacovsky y Enrique Garguin (comps.). Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos y etnográficos (pp. 161-194). Buenos Aires: Antropofagia.
Walker, Louise (2014). Radicales clasemedieros: privilegios y vergüenzas de clase en el México pos 68. Contemporánea. Historia y problemas del siglo XX, Nº 5, pp. 65-83.
Kopper, Moisés (2014). La invención de la nueva clase media brasileña: de la antropología de los números a las políticas de movilidad social. En Ezequiel Adamovsky, Sergio Visacovsky y Patricia Vargas (comps.). Clases medias: Nuevos enfoques desde la sociología, la historia y la antropología (pp. 87-112). Buenos Aires: Ariel.
Villanueva Rance, Amaru (2020). Bolivia: la clase media imaginada. Nueva Sociedad, Nº 285, enero febrero, pp.122-138.
Hurtado Tarazona, Adriana (2017). Vivir en “Soachington”: aspiraciones y realidades de la formación de clases medias a través de la compra de vivienda en propiedad horizontal. V Seminario-Taller de Investigación sobre Clases Medias. Buenos Aires (IDES), 25 y 26 de abril.
Bibliografía citada
AA.VV (2020). Clases medias, más allá de los mitos, Dossier de Nueva Sociedad, Nº 285, enero febrero.
Adamovsky, Ezequiel (2009). Historia de la clase media argentina: Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Buenos Aires: Planeta.
Adamovsky, Ezequiel, Visacovsky, Sergio y Vargas, Patricia (comps.) (2014). Clases medias: Nuevos enfoques desde la sociología, la historia y la antropología. Buenos Aires: Ariel.
Cosse, Isabella (coord.) (2014). Dossier: Clases medias, sociedad y política en la América Latina contemporánea. Contemporánea 5 (5), pp. 13-166.
Franco, Rolando, Hopenhayn, Martín y León, Arturo (eds.) (2010). Las clases medias en América Latina: retrospectiva y nuevas tendencias. Buenos Aires: [Madrid]: CEPAL: Siglo Veintiuno Editores; Secretaría General Iberoamericana.
Garguin, Enrique (2007). El tardío descubrimiento de la clase media en Argentina. Nuevo Topo / revista de historia y pensamiento crítico, no. 4, septiembre/octubre, pp. 85-108.
Paramio, Ludolfo (ed.) (2012). Clases medias y procesos electorales en América Latina. Madrid: Catarata, 2012.
Parker, David S. (1998). The Idea of the Middle Class. White- Collar workers and the Peruvian society 1900- 1950. Pennsylvania: Pennsylvania University Press.
Parker, David S. y Walker, Louise E. (comps.) (2013). Latin America’s middle class. Unsettled debates and new histories. Maryland: Lexington Books.
Visacovsky, Sergio y Garguin, Enrique (comps.) (2009). Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos y etnográficos. Buenos Aires: Antropofagia.
Visacovsky, Sergio y Garguin, Enrique (coords.) (2021). Argentina y sus clases medias. Panoramas de la investigación empírica en ciencias sociales. Buenos Aires: Biblos.
López, Ricardo y Weinstein, Barbara (eds.) (2012). The Making of the Middle Class: Toward a Transnational History. Durham and London: Duke University Press.
[1] Una muestra del crecimiento vertiginoso en los estudios sobre clases medias lo dan las diversas compilaciones publicadas en apenas un lustro: Visacovsky y Garguin (2009), Franco, Openhayn y Leon (2010); López y Weinstein (2012), Paramio (2012); Parker y Walker (2013); Cosse (2014); Adamovsky, Visacovsky y Vargas (2014). A los que podemos agregar el más reciente dossier de Nueva Sociedad (2020) y, para Argentina, Visacovsky y Garguin (2021).