América Latina – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Thu, 06 Jun 2024 00:02:33 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png América Latina – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. Antipopulismos en América Latina desde una perspectiva histórica https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-antipopulismos-en-america-latina-desde-una-perspectiva-historica/ Wed, 05 Jun 2024 15:03:33 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4678 ISSN sección Dossier 2618-415x

Soledad Stoessel (UNLP-CONICET-Universidad Central del Ecuador) y Olga Bracco (UNLP/ FLACSO-Ecuador)

Ríos de tinta han corrido para dar cuenta de uno de los fenómenos políticos, sociales y culturales más gravitantes en América Latina denominado populismo: cualquiera sea el significado que se le atribuya, aparece como un referente ineludible para personas curiosas y estudiosas de la política latinoamericana. Repelido tanto por las distintas vertientes de la izquierda, como por las derechas oligárquicas, la historia latinoamericana nos muestra que el populismo y lo nacional-popular ha sido un fenómeno clave en la configuración del campo político, las identidades socio-políticas e incluso la matriz estatal de buena parte de las naciones de la región. Si nos detenemos en las distintas tradiciones de pensamiento, desde el liberalismo se lo ha entendido como una deformación y desviación de la democracia, mientras que desde el marxismo se lo ha leído como un muro de contención a la lucha de clases que reposiciona el principio de dominación en el Estado. En cambio, desde la tradición republicana se lo entiende como un proceso político que constituye la comunidad política en una clave incluyente y emancipadora. 

De cualquier forma, el populismo gravita en el centro del debate académico, histórico y político en América Latina desde al menos seis décadas, con idas y venidas. Como categoría histórica, se lo entiende como un proceso que ha fluctuado a lo largo del siglo XX y XXI entre distintas olas. Así, habría populismos clásicos, de la primera ola (como el peronismo, varguismo, cardenismo y velasquismo), de una segunda ola ya ubicado en la historia reciente de la década del noventa del siglo pasado y una tercera ola, actual, de principios de siglo XXI que tendría varias reminiscencias en los populismos clásicos. Ahora bien, como categoría analítica ha sido empleado para dar cuenta de distintas dimensiones del orden social. 

Sin ánimos de simplificar, dos aspectos aparecen claves en su abordaje: 1) el populismo como lógica de política, (una forma) de instituir el orden social, los sujetos y las identidades; y 2) el populismo como proceso histórico-político. Como lógica, el populismo vendría a ser la racionalidad que se activa en tiempos de un orden social en crisis (crisis de representación política, acumulación de conflictos y demandas insatisfechas por el sistema, déficit de legitimidad de las elites y oligarquías, crisis de legitimidad y social que produce cambios en la estructura de clases, etc.). Esta racionalidad se encarna en un discurso polarizador que confronta al pueblo con las oligarquías, a “los de abajo” con “los de arriba”. Este discurso, a su vez, se aboca a reconfigurar las identidades sociales a partir de la tensión entre inclusión y exclusión como modo de reparación del daño social del pueblo. El segundo aspecto comprende al populismo como un proceso político que no solo configura el orden social, sino que lo gestiona (el populismo traducido política e institucionalmente). Esta dimensión necesariamente implica la construcción y gestión estatal: se ha hablado de gobiernos o regímenes “nacional-populares”, donde el Estado opera como superficie de inscripción y tramitación de las demandas sociales, incluso aquellas que no provienen del campo popular. Por lo general, respecto a los populismos real e históricamente existentes, no se puede prescindir de un liderazgo que sea capaz de hacer converger, representar y dar sentido a las demandas populares, así como tramitarlas en una clave colectiva. El líder incluso puede ser el nombre, el significante dice Laclau, que describe y denota un proyecto político (peronismo, chavismo, correísmo) y la investidura afectiva de éste en relación al pueblo. 

Ahora bien, el presente dossier no trata sobre el populismo, sino sobre el antipopulismo. Así como la historia latinoamericana no se la puede comprender sin los populismos y la apelación a lo “nacional-popular”, tampoco se la podría y debería entender sin los antipopulismos y la promesa histórica de las oligarquías latinoamericanas de refundar las naciones de espalda al pueblo entendido como plebe. Desde el momento en que nació el populismo como fenómeno, también lo hizo el antipopulismo. 

Así, también podemos considerar al antipopulismo como una lógica política (una forma de instituir el orden social y las identidades sociales) y un proceso histórico-político que se configuran en contraposición, por la negativa, al populismo. Esto es, se instituyen sobre la base de la descalificación, rechazo y repulsión extrema de elementos propios de los populismos (liderazgos, matriz estatal, inclusión e incorporación social, identidades políticas plebeyas, sujetos populares). El prefijo anti no denota “contra”. En el antipopulismo no encontramos el intento de superar la negatividad. Es pura reactividad. Tal como lo propone Ernesto Semán, el rechazo se coloca como el artefacto fundante y que le da fuelle a los procesos que pretenden colocarse en las antípodas del populismo. Asimismo, el antipopulismo no solo es presente -proceso e identidad reactiva- sino que es futuro en tanto considera al populismo el obstáculo, el legado, la instancia a superar para llevar adelante un proyecto refundacional desde arriba, alejado de la plebe.  

Este dossier incorpora un conjunto de textos que fueron seleccionados porque directa o indirectamente abordan el antipopulismo, ya sea como proceso, como identidad o como proyecto político a lo largo de la historia latinoamericana. La escasez de trabajos desde la lectura del antipopulismo advierte sobre la necesidad de profundizar en la investigación de este fenómeno que hoy en día, en la segunda década del siglo XXI, reaparece con más fuerza, como proceso “realmente existente” y que es la forma que ha asumido la derecha radical y extrema en nuestros países. No se comprenden las victorias electorales de Macri y Milei en Argentina, ni el bolsonarismo en Brasil, ni el giro conservador que perpetró el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, ni la radicalización de una derecha pinochetista en Chile, y mucho menos el bloqueo constante a la posibilidad de un gobierno nacional-popular en México, sin la alusión al antipopulismo. Las derechas oligárquicas asumieron uno de los polos de diversas dicotomías que estructuraron los debates políticos en la configuración de las sociedades latinoamericanas: pueblo vs elites; autoritarismo vs. democracia, anarquía vs. institucionalidad, barbarie vs. civilización. El antipopulismo siempre se presentó como la cara redentora de la democracia liberal frente al avance de la “bestia populista” en América Latina. 

Los primeros dos textos del dossier proponen un debate teórico en torno al populismo y antipopulismo apoyándose en una perspectiva histórica. El texto de César Morales Oyarvide (2023) problematiza la relación entre el fenómeno político del anti-populismo y la democracia a través de un análisis crítico de los principales elementos que comparten los discursos anti-populistas contemporáneos, los cuales comparten una visión liberal. Define el anti-populismo como un estilo de construcción política que se opone radicalmente al populismo, encuadrándolo en términos peyorativos como una amenaza a la democracia y buscando desacreditar como autoritarios o irresponsables tanto a los líderes populistas como a sus seguidores. Esto lo hace desde una perspectiva histórica con énfasis en el caso de México. Así, la reacción del antipopulismo sería planteada como una solución a los problemas generados por el populismo.Por su parte, el texto de Eduardo Enríquez Arévalo enfatiza en el campo antipopulista como uno heterogéneo, capaz de incluir a sectores de derecha, liberales y de izquierda, aunque allí los sectores de derecha y liberales tendrán un predominio sobre los de izquierda. En América Latina el antipopulismo, pese a que tiende a presentarse como defensa de la democracia liberal, ha apoyado o allanado el camino a golpes de Estado contra gobiernos percibidos como “populistas” en base a discursos económicos clasistas, racistas y neoliberales que han sido históricamente prominentes. 

Los cinco textos que siguen abordan desde una perspectiva histórica los casos de Argentina, Brasil y México para dar cuenta de la conformación del antipopulismo. En el caso de los dos países conosureños, el antipopulismo desde los años cuarenta del siglo XX fue el antiperonismo y el antivarguismo. Luego, en el siglo XXI asumirán una identidad anti-kirchnerista (por reacción a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández) y anti-petista (por reacción al Partido de los Trabajadores, PT).  

El texto de Ernesto Bohoslavsky analiza desde una perspectiva no esencialista, las similitudes y diferencias de algunas experiencias e ideas políticas del campo opositor a Juan Domingo Perón (entre 1943 y 1955) y a Getúlio Vargas (en la salida del Estado Novo, entre 1943 y 1945, y cuando fue presidente, entre 1951 y 1954), al tiempo que identifica conexiones entre los actores opositores en relación a la formación de redes, intercambios e inspiraciones en el plano transnacional. El autor complementa el enfoque de la historia comparada con el de la historia conectada, dando cuenta de cómo lo transnacional cumple un papel fundamental para echar luz sobre los fenómenos políticos locales. Boholasvky sostiene que la potencia de la agenda política y económica populista ha marginado historiográficamente a las ideas y las prácticas políticas de los grupos opositores, vistas principalmente como meras reacciones frente al único motor histórico relevante. El autor indaga en estos grupos, como la efímera Unión Democrática (UD) en Argentina y a la poderosa União Democrática Nacional de Brasil (UDN) entre los actores partidarios. Pero, asimismo, implica reconocerles protagonismo político a otros actores no partidarios, como las cámaras empresariales, periódicos y grupos empresariales periodísticos. El campo opositor al varguismo y al peronismo estaban poblados por múltiples actores, con diversas prácticas, estrategias e identificaciones, lo cual estuvo sometido a un proceso de permanente transformación en el que intervinieron varios factores, entre los cuales no puede dejarse de mencionar la fuerza de la propia identidad populista, su estilo de movilización política y su retórica, pero también los rasgos de aquellos otros partidos y grupos opositores con los que competían. Por su parte, el capítulo que seleccionamos del libro de Ernesto Semán “Breve historia del antipopulismo en Argentina”, aborda una etapa en la historia argentina caracterizada por el surgimiento de una serie de antipopulismos irreconciables entre sí, pero que se apoyaban todos en una reacción y rechazo visceral al peronismo entendido como un problema nacional. El antipopulismo en la Argentina entre 1950 y 1980 cobra la forma de la des-peronización del país: erradicar al peronismo como movimiento político, borrar su memoria histórica, deshacer su legado para, recién ahí, reorganizar al país sobre nuevas bases. El capítulo aborda la etapa abierta desde el golpe de Estado a Perón en 1955 con la llamada Revolución Libertadora la cual, vía proscripción de Perón y del peronismo y otras formas de violencia, se propuso la tarea refundacional de encauzar a las masas del desvío de una forma “engañosa y defectuosa” de incorporación de las masas trabajadoras a la vida política. A partir del hecho peronista y sus legados surgen diversas variantes del antipopulismo de izquierda y de derecha. A su vez, más claramente después de 1976 con la dictadura militar, comenzó la construcción del individuo neoliberal, individualista y descolectivizado, como el ideal de ciudadanía y de una nueva subjetividad. El texto de Julio Aibar, sin la necesidad de nombrar al antipopulismo, realiza una reconstrucción histórica de la configuración neoliberal en México desde los años ochenta y su aplastante eficacia al volver imposible la promesa de una comunidad política incluyente. Para el autor, el neoliberalismo en tanto narrativa y experiencia tiene una expresión económica, política y cultural, que califica negativamente de “populista” a cualquier concepción integral de la sociedad. Este discurso de las élites hace sentido con extrema facilidad porque hay en México narrativas arraigadas que lo hacen verosímil. Coloca a su oponente en un marco autoritario que en nombre de la colectividad y lo nacional, negaría al individuo, al ciudadano y a las libertades individuales. Por su parte, el Estado es caracterizado como un actor paternalista que neutraliza la potencia de los actores económicos Toda esa cadena de valoraciones negativas se van a condensar en la palabra “populismo”. Partidariamente, esto se ha traducido en México desde sectores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como detractores de izquierda, en sentidos que construyen una sinonimia entre nacionalismo, Estado, autoritarismo y corporativismo.

Para terminar, los últimos dos textos abordan a los antipopulismos contemporáneos en Brasil y Argentina. El artículo de Dolores Rocca Rivarola se centra en el ascenso electoral de Jair Bolsonaro en Brasil en 2019, pero para reflexionar sobre las mutaciones del antipetismo, es decir, la identidad y proyecto que se instala contra el Partido de los Trabajadores en Brasil desde los años ochenta, uno de cuyos líderes ha sido LuizInácio Lula da Silva. La autora distingue tres momentos: A partir de 1989, el antipetismo se caracterizaba por el anticomunismo y el temor a la izquierda; en el segundo momento, que comienza con el triunfo de Lula en 2002, esos elementos se diluyen y lo que articula el antipetismo es la crítica a la corrupción estatal; más tarde, en 2018, con la campaña de Jair Bolsonaro, el antipetismo se recrudece y radicaliza aquellas características de los momentos anteriores. El texto de Paula Biglieri y Gloria Perelló, pese a que no parte de una perspectiva histórica, analiza cómo el odio constituye la base de los antipopulismos, en particular para el antikirchnerismo en la Argentina del siglo XXI. Si en los años cincuenta el odio se coloca como el motor de la inauguración de una etapa violenta y antidemocrática, en el siglo XXI es la raíz del ecosistema antipopulista, tanto por derecha como por izquierda. El texto enfatiza en la Alianza Cambiemos liderada por Macri que gana las elecciones en 2015, llevando hasta las últimas consecuencias la conocida “grieta” (polarización entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo). El texto problematiza al antipopulismo como aquella reproducción subjetiva del “odio al pueblo”, en el que la derecha se convierte en el principal promotor, a través de la difusión discursiva y de la radicalización de sus prácticas políticas (rechazo, discriminación, exclusión de las clases populares).

Creemos que los trabajos reunidos en este dossier permiten pensar los procesos actuales de las sociedades latinoamericanas a partir de la complejidad histórica y confiamos en que, de su lectura y discusión, emergerán nuevos interrogantes y reflexiones.

Textos seleccionados para el Dossier:

Aibar, Julio (2012). Exclusión y Violencia disolvente en México. La reconstrucción populista de la Nación.  Utopía y Praxis Latinoamericana, 17 (58), pp. 53-64. 

Biglieri, Paula y Perelló, Gloria (2020). El anti-populismo en la Argentina del siglo XXI o cuando el odio se vuelve un factor político estructurante. REVCOM. Revista científica de la red de carreras de Comunicación Social, 10, s/p. 

Bohoslavsky, Ernesto (2009). “Antivarguismo y Antiperonismo (1943-1955): similitudes, diferencias y vínculos”. Anuario De La Escuela De Historia, (24), pp. 73–97.

Enríquez Arévalo, Eduardo (2021). “UnderstandingLatin American anti-populism”. Workshop ‘Populism: New perspectives’, 5th PopulismSpecialistGroup (PoliticalScienceAssociation), Virtua. 9, 10 y 11 junio. 

Morales Oyarvide, César (2023). “El lado malo de los chicos buenos.  Notas críticas sobre anti-populismo y democracia”. Korpus, 21 (3), pp. 387-404. 

Rocca Rivarola, Dolores (2020). “Las mutaciones históricas del antipetismo y el fenómeno bolsonaro”, Persen, 19 (14), pp. 245-283

Semán, Ernesto (2021). “Los rostros del antipopulismo: de la Libertadora a 1976”. En Semán, Ernesto. Breve historia del antipopulismo. Los intentos por domesticar a la Argentina plebeya, de 1810 a Macri. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. 

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Dossier. Corrupción, escándalos y denuncias. América Latina y España. Siglos XIX y XX https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-corrupcion-escandalos-y-denuncias-america-latina-y-espana-siglos-xix-y-xx/ Tue, 18 Jul 2023 14:06:15 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4574 ISSN sección Dossier 2618-415x

Romina Garcilazo (Universidad Nacional de Rosario/Universidad Autónoma de Entre Ríos-CONICET)

Introducción

En las últimas décadas la historia de la corrupción se ha erigido como un nuevo campo de conocimiento que ha abordado el tópico no de manera aislada, sino como un fenómeno histórico en su variante conceptual y teórica.[1] La llamada nueva historia de la corrupción se ha centrado no solo en estudiar las prácticas, sino también en los discursos y los usos políticos de las acusaciones.[2] Según lo ha afirmado Jens. I. Engels, uno de los principales referentes de esta vertiente, la temática de la corrupción se ha desarrollado en al menos dos ámbitos: en el de los debates y escándalos y en el de las acciones de ella derivadas como el clientelismo, soborno, favoritismo, entre otras.[3]

El presente dossier tiene por objeto acercarse a la problemática de la corrupción desde la producción historiográfica reciente, tanto en España como en América Latina, para brindarle al lector un conjunto amplio de reflexiones e interrogantes que le permitan interiorizarse en un tema que ha transcendido épocas históricas y barreras geográficas.             

La sección se inicia con el artículo “La corrupción política a debate. Una mirada hacia Europa y América Latina” de María Antonia Peña Guerrero y Marta Bonaudo. En él las autoras colocan el foco en los estudios recientes que han analizado a la corrupción en el escenario europeo y latinoamericano para brindarnos una imagen de conjunto respecto a los rasgos comunes que el fenómeno ha presentado en el mundo occidental. Si bien, las historiadoras no tienen la intención de abarcar la totalidad de la producción existente, nos brindan un panorama extenso respecto a una serie de investigaciones significativas que refieren, entre otros temas, a la corrupción electoral, el complejo vínculo entre caciquismo y clientelismo, la problemática de los escándalos y el uso político de las denuncias. Asimismo, otro de los aportes del trabajo es presentar, a modo de cierre, un esbozo de un cúmulo de desafíos futuros de este campo de investigación que, sin duda, interpela de manera directa a los/as estudiosos/as e interesados/as en la temática.

Si el capítulo de Peña Guerrero y Bonaudo nos introduce en los principales debates historiográficos recientes respecto a la nueva historia de la corrupción, los dos textos siguientes pueden ser leídos en consonancia con los planteos de las autoras, al centrarse en otra arista del problema: los desafíos metodológicos que implica trabajar con un conjunto de fuentes diversas para el abordaje del fenómeno. En este sentido, el artículo de mi autoría se titula “Las fuentes de la corrupción. Reflexiones, propuestas e interrogantes. Una mirada desde el espacio santafesino” y se interroga por las fuentes históricas utilizadas al calor de la renovación historiográfica, explorando la documentación y los archivos disponibles para abordar los escándalos de corrupción en torno al Banco Provincial de Santa Fe durante los últimos años del siglo XIX.

Por otra parte, desde el escenario español, el trabajo de Francisco Contreras Pérez y María Asunción Díaz Zamorano titulado “La representación de la corrupción en el cine español de los años 40” examina las potencialidades del uso de las fuentes visuales para ahondar en los discursos, los conceptos en torno a la corrupción, el tipo de prácticas retratadas y los escenarios sociales en el cine español durante la dictadura franquista, período medular de la historia de ese país, donde la corrupción política estuvo fuertemente institucionalizada.

El otro eje del dossier que se presenta a continuación, reúne una serie de artículos escritos por distintos/as historiadores/as centrados/as en estudios de caso en los países de Chile, Perú, Uruguay y Argentina.

En primer lugar, Nicolás Girón nos acerca a la problemática de la corrupción desde un espacio bien interesante como el chileno que, durante largo tiempo, ha sido percibido tanto por la historiografía, como por la ciudadanía y la opinión pública como no corrupto. En su trabajo “Corrupción y escándalo: una aproximación a las prácticas cotidianas de funcionarios y hombres públicos del Chile de la primera mitad del siglo XIX.”, el autor se enmarca en aquellos debates, evidenciando que la corrupción se presentó como un fenómeno complejo y de múltiples caras en el proceso de construcción estatal durante la primera mitad del siglo XIX.

Luego, en el artículo denominado “Guerra a los abogados. La defensa libre y los debates sobre el monopolio de los abogados y la corrupción de la justicia peruana, 1841-1862”, Pablo Whipple estudia la reforma de la administración de la justicia de 1855 llevada a cabo por el gobierno del Perú, liderado por Ramón Castilla (1855-1862). Entre otros puntos, la reforma planteaba la libre defensa de la población ante los tribunales, sin la necesidad de contar con la firma de abogados. La investigación pone sobre el tapete que tanto los sectores que acordaron con esta medida como sus detractares coincidían en catalogar al sistema judicial como corrupto, aunque entre ellos existieron profundas diferencias sobre las verdaderas fuentes de las prácticas ilegítimas.

Acercándonos a la complejidad que caracterizó a los Estados latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XIX el sugerente artículo de Stephan Ruderer, “Corrupción electoral o corrupción administrativa. Argentina y Uruguay en la segunda mitad del siglo XIX” asume una perspectiva comparada y ahonda en los debates sobre la corrupción en Argentina y Uruguay, suscitados en torno a una serie de levantamientos armados en el período referido. Observa que, aún cuando en ambos casos se denunció la corrupción administrativa y electoral, el peso de las argumentaciones en Argentina parecen haber estado orientadas hacia el componente electoral, mientras que en Uruguay predominaron las acusaciones de corrupción administrativa.

Finalmente, como tercer y último eje de este dossier, los siguientes tres trabajos introducen las discusiones y abordajes respecto de los escándalos y las denuncias de corrupción que se instalaron en distintos momentos de la historia argentina, durante los siglos XIX y XX. El primero de ellos se titula “El triunfo moral del pueblo”. Denuncias de corrupción y movilización política en Buenos Aires, a fines del siglo XIX”. Su autora, Inés Rojkind, asume una perspectiva novedosa, y revisita el final del gobierno Miguel Juárez Celman (1886-1890) a partir del discurso de la corrupción. La historiadora sostiene que este fue el eje central de las acusaciones contra el mandatario, que motorizó el movimiento opositor que derivó en su renuncia y, más tarde, se erigió como la base sobre la cual se fue constituyendo la idea de un triunfo moral del pueblo de la ciudad de Buenos Aires.

Por su parte, en el trabajo “El “escándalo Magnasco”. Denuncia pública y controversia sobre el papel del Congreso en la Argentina del 1900”, Ana Leonor Romero también se circunscribe al período del orden conservador, deteniéndose en los años de la segunda presidencia de Julio A. Roca (1898-1904). La autora analiza la denuncia de corrupción que recayó sobre el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Osvaldo Magnasco, en 1901. A partir del caso, reflexiona sobre el potencial de los escándalos como mecanismos de crítica, modos de visibilización del debate público en torno al buen funcionamiento de la política y espacios de indagación de la compleja relación entre el poder ejecutivo y legislativo nacional.

Por último, el artículo de Silvana Ferreyra se titula “Peronistas denunciados y acusadores: usos de la acusación de corrupción en el negociado de los folletos” y se aproxima a la problemática de la corrupción en la Argentina del siglo XX, a partir de un escándalo que involucró a funcionarios del peronismo durante la gestión de Domingo Mercante en la provincia de Buenos Aires (1946-1952).  El trabajo gira en torno al caso conocido como “el negociado de los folletos” -de alta repercusión pública en 1952 y a posteriori, tras el golpe de Estado de 1955- y reconstruye las acusaciones de funcionarios y empresarios periodísticos sobre manejos irregulares en las partidas de publicidad. A lo largo del estudio y en un lapso corto de tiempo, Ferreyra explora las distintas variaciones atribuidas a la corrupción por las fracciones políticas en pugna.

A modo de cierre, aunque esta propuesta resulte incompleta por los escenarios, períodos temporales y tópicos abordados, creemos que puede ser igualmente atrayente en tanto que nos permite ahondar en: las discusiones historiográficas recientes, los desafíos metodológicos, las múltiples acepciones del concepto de corrupción en distintos espacios y momentos históricos, la caracterización de los escándalos y el contenido y las derivas de las denuncias. En definitiva, los trabajos aquí reunidos, posibilitan pensar desde la complejidad histórica, un fenómeno claramente vigente en los debates públicos de gran parte de las sociedades actuales.        

Textos seleccionados para el Dossier:

Peña Guerrero María Antonia y Bonaudo, Marta (2019). La corrupción política a debate. Una mirada hacia Europa y América Latina.  En María Antonia Peña Guerrero y Marta Bonaudo (Dirs.), Historia Cultural de la Corrupción Política. Prácticas, escenarios y representaciones contemporáneas. Rosario: Prohistoria, pp. 35-51.

Garcilazo, Romina (2022). Las fuentes de la corrupción. Reflexiones, propuestas e interrogantes. Una mirada desde el espacio santafesino. Revista Electrónica de Fuentes y Archivos, 13 (1), pp. 111-132. Recuperado de https://revistas.unc.edu.ar/index.php/refa/article/view/37559

Contreras Pérez, Francisco y Díaz Zamorano, María Asunción (2020). La representación de la corrupción en el cine español de los años 40. Vol. I.  En Magí Crusells, Beatriz de las Heras y Antonio Pantoja (eds.), Historia y Cine. El Primer Franquismo (1939-1945). Barcelona: Centre d’Investigacions Film- Història. Universitat de Barcelona, pp. 11-31.  

Girón, Nicolás (2018). Corrupción y escándalo: una aproximación a las prácticas cotidianas de funcionarios y hombres públicos del Chile de la primera mitad del siglo XIX. Nuevo Mundo Mundos Nuevos. Recuperado de https://journals.openedition.org/nuevomundo/72235

Whipple, Pablo (2016). Guerra a los abogados. La defensa libre y los debates sobre el monopolio de los abogados y la corrupción de la justicia peruana, 1841-1862. En Christoph Rosenmüller y Stephan Ruderer (eds.), “Dádivas, dones y dineros”. Aportes a una historia de la corrupción en América Latina desde el imperio español hasta la modernidad. Madrid: Iberoamericana Vervuert, pp. 127-146.

Ruderer, Stephan (2020). “Corrupción electoral” o “corrupción administrativa”. Argentina y Uruguay en la segunda mitad del siglo XIX. En Peña María Antonia y Diego José Feria (eds), Corrupción, política y liberalismo en el largo siglo XIX.  Granada: Comares, pp. 85-99.

Rojkind, Inés (2016). “El triunfo moral del pueblo”. Denuncias de corrupción y movilización política en Buenos Aires, a fines del siglo XIX”. En Christoph Rosenmüller y Stephan Ruderer (Eds.), “Dádivas, dones y dineros”. Aportes a una historia de la corrupción en América Latina desde el imperio español hasta la modernidad. Madrid: Iberoamericana Vervuert, pp. 169- 188.

Romero, Ana Leonor (2019). El “escándalo Magnasco”. Denuncia pública y controversia sobre el papel del Congreso en la Argentina del 1900. El Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas / Anuario de Historia de América Latina 56, pp. 232-254.  Recuperado de https://journals.sub.uni-hamburg.de/hup1/jbla/article/view/147

Ferreyra, Silvana (2022). Peronistas denunciados y acusadores: usos de la acusación de corrupción en el “negociado de los folletos”. En Nicolás Quiroga y Joaquín Rodríguez Cardeu (comps.), Política, peronismo y juegos de escala 1943-1957. Buenos Aires: TeseoPress, pp. 211-234.


[1] Engels, Jens (2018). “De lo antiguo a lo nuevo. La historia de la corrupción política en Europa. Estado de la cuestión y debates actuales de investigación”. En: Borja de Riquer, Joan Lluís Pérez Francesch, Gemma Rubí, Lluís Ferrán Toledano y Oriol Luján (dirs.), La corrupción política en la España contemporánea. Un enfoque interdisciplinar. Madrid: Marcial Pons, pp. 25-46.

[2] Ruderer Stephan y Rosenmüller Christoph (2016). “Introducción. La nueva historia de la corrupción en América Latina”. En Christoph Rosenmüller y Stephan Ruderer (Eds.), “Dádivas, dones y dineros”. Aportes a una historia de la corrupción en América Latina desde el imperio español hasta la modernidad. Madrid: Iberoamericana Vervuert, pp. 7-25.

[3] Engels, Jens, op. cit., p. 33.

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Dossier. Latinoamérica y sus clases medias. Nuevas perspectivas https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-latinoamerica-y-sus-clases-medias-nuevas-perspectivas/ Sat, 04 Sep 2021 00:04:40 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4243 ISSN sección Dossier 2618-415x

Dossier. Latinoamérica y sus clases medias. Nuevas perspectivas


                                                   Santiago García Martín (CISH-IdIHCS/UNLP), Enrique Garguin (CISH-IdIHCS/UNLP), Sergio Visacovsky (CIS-CONICET/IDES)

 

 

La idea de clase media recorre el mundo desde hace al menos dos siglos y distintas regiones de América Latina no han sido inmunes a su influjo en diversos momentos de su historia. Resulta indispensable atender a la diversidad de momentos, ya que mientras en Argentina, por ejemplo, una identidad clara de clase media no logró articularse sino hasta mediados del siglo XX, los empleados de Lima, Perú, se identificaron con ella desde la segunda década del siglo XX y en México la noción de clase media circulaba con fruición desde el último tercio del siglo XIX (ver Garguin 2007 y Adamovsky 2009 para Argentina y Parker y Porter, en este dossier, para Perú y México). El estudio de este fenómeno por parte de las ciencias sociales presenta asimismo disparidades nacionales, aunque podemos notar dos momentos particularmente significativos para la región en su conjunto. El primero, hacia mediados del siglo XX, tuvo como propósito encontrar clases medias que pudieran servir de fundamento social a los anhelados procesos de desarrollo, modernización y democratización. En un contexto fuertemente marcado por la guerra fría y los proyectos desarrollistas, halló fundamentos teóricos en las teorías del desarrollo y la modernización y tuvo en el investigador ítalo-argentino Gino Germani a su principal exponente. Las fuertes críticas que ese modelo interpretativo encontró en la década de 1960, tanto desde la teoría de la dependencia como desde lecturas marxistas, pueden considerarse parte de este primer momento de análisis de las clases medias latinoamericanas.

El segundo momento, que es el que nos interesa destacar aquí, encuentra sus primeros pasos en la década de 1990, para cobrar un impulso formidable durante la primera década del siglo XXI, al calor de lo que en muchos casos comenzó a calificarse como surgimiento y consolidación de “nuevas” clases medias (ver al respecto, los artículos de Kopper y Villanueva Rance en este dossier). Pero en estos años no solo se revitalizaron las investigaciones empíricas, sino que las mismas fueron acompañadas de una profunda renovación de las perspectivas de análisis y conllevaron la puesta en duda de viejos presupuestos que se tenían por ciertos. Nuevas preguntas problematizaron, incluso, la propia categoría de clase media, revelando su carácter histórico y contextual, sus condiciones de producción, circulación y uso, su variabilidad. De manera creciente se hizo patente que aún quedaba mucho por estudiar sobre la naturaleza práctica de la categoría de clase media, los sentidos que los actores ponían en juego con su uso y el abordaje de cuestiones que hoy parecen claves, pero que antaño eran pasadas por alto o se daban por sentadas, como los gustos, preferencias o juicios morales. Bajo diferentes influjos, que incluyeron los estudios culturales, la crítica posestructuralista, el giro lingüístico y las críticas poscolonial y feminista, las nuevas perspectivas enfatizaron el carácter relacional, situado e históricamente construido de las clases, poniendo el foco en las prácticas y discursos de los sujetos, en los procesos de clasificación y autoadscripción, en prácticas y dispositivos de diferenciación, identificación y distinción, en la circulación transnacional de personas, objetos, ideas, moralidades y modelos; en la articulación de procesos clasistas con el género y la sexualidad, la etnicidad y la racialización. Los textos que aquí reunimos ofrecen un panorama escueto pero abarcativo de distintas aristas características de esta renovación.

Abrimos el dossier con un texto de David S. Parker, quién posiblemente diera el puntapié inicial de esta renovación con su tesis doctoral pronto publicada en inglés (Parker 1998). “Movilización de clase media y el lenguaje de estamentos…”, nos sumerge en el discurso de los empleados de Lima –primeros en proclamar una identidad de clase media en Perú–, para cuestionar visiones clásicas acerca de la incompatibilidad entre concepciones estamentales y la moderna política clasista. Detrás de un lenguaje clasista y combativo, los empleados de Lima perseguían no solo defenderse de las amenazas del capital, sino también preservar ciertas prerrogativas adquiridas en tiempos de la sociedad de castas, y que presuponían una distinción entre el trabajo manual y el no manual de carácter esencialista y racializado. La persistencia de figuras retóricas y jerarquías propias de una sociedad estamental no es vista por Parker como mero vestigio sino como parte integral de la constitución de una identidad de clase media en la Lima de la década de 1920. Pone asimismo en primer plano otro actor que suele cumplir un papel central en los procesos de categorización e identificación social: el Estado, que por medio de numerosas leyes (particularmente la Ley del Empleado de 1924) ayudó a cristalizar la distinción entre obreros y empleados como sujetos con necesidades y derechos diferentes.

El artículo de Susie Porter realiza un fructífero cruce entre los estudios del mundo del trabajo y la historia de las mujeres con perspectiva de género. El foco es puesto en el mundo de las empleadas públicas mexicanas, los desafíos enfrentados y sus luchas en un contexto de crisis económica y modernización estatal que puso en jaque su creciente participación laboral en la administración pública. En tales condiciones, los varones que reclamaban para sí el monopolio de esos puestos de trabajo relativamente apetecibles, argumentaron contra el derecho al trabajo de las mujeres sobre la base de tres temas centrales: la necesidad económica, la moralidad sexual y los hábitos de consumo. Las feministas y otras activistas retrucaron sobre esos mismos ejes y en el debate emergieron un conjunto de tensiones reveladoras de las paradojas de género y clase que marcaron la experiencia de aquellas empleadas. Y si desde fines del siglo XIX la participación femenina en el empleo público había favorecido su asociación con la clase media, en los años 30 las ansiedades e inseguridades de algunos hombres buscaron no solo expulsarlas de ese mercado de trabajo atractivo sino también de la clase media, alegando que sus consumos frívolos y su independencia las alejaban del ideal doméstico y mostraban su fracasado intento de imitación de una clase media a la que aspiraban ascender. Muestra asimismo las luchas de esas mujeres por obtener/defender su lugar en el mundo del trabajo y en las jerarquías de clase en tanto que mujeres. La categoría y la identidad de clase media fueron así movilizadas estratégicamente por defensoras y detractores de la participación femenina en las oficinas públicas, configurando distintos sentidos de lo que podía significar ser mujer trabajadora y ser de clase media en la ciudad de México durante aquellos convulsionados años. De este modo, género y clase se articulan de manera inextricable para (re)definir tanto las feminidades legítimas como la pertenencia a la clase media.

También Abel Ricardo López se detiene en el análisis de las disonancias de clase y de género, revelando tanto la dimensión de género de la clase media como la dimensión de clase de las construcciones de género. “«Ser clase media no es algo que pasa de la noche a la mañana»…”, apunta a reconstruir la formación histórica de las subjetividades de clase y género entre los empleados y empleadas de Bogotá, Colombia, durante las décadas de 1930, 1940 y 1950. Plantea primero que el discurso de la modernidad configuró la diferenciación entre un sector de servicios y otro industrial a partir de distinciones no solo técnico-económicas, sino también de clase y género. El sector de servicios fue, así, construido como un espacio generizado y de clase en el cual nació históricamente una idea de clase media. Analiza primero los discursos de los empleadores y el Estado, y su creación de dos figuras arquetípicas: el empleado y el ángel de oficina. A renglón seguido, observa cómo empleados y empleadas de oficinas tomaron y resignificaron esas mismas imágenes para definirse como hombres y mujeres de clase media, distinguiéndose de lo que reiteradamente caracterizaron como “obreros”, por un lado, y “ricachones”, por el otro. Pero no solo ponen en juego distinciones de clase sino también entre distintas masculinidades y feminidades: en un complejo entramado de género y clase, los obreros industriales son imaginados como vagos y poco hombres y las obreras como malas madres y esposas y poco femeninas. En contraste, el hombre de clase media representaba la verdadera hombría, consistente en cuidar y proveer al bienestar de su familia por medio de un trabajo honrado y respetable; mientras que el “ángel de oficina” constituía una elegante y respetable ama de casa, madre y secretaria. El artículo despliega, en conjunto, los distintos modos en que empleados y empleadas tramitaron las tensiones de clase y género de su peculiar inserción laboral en un mundo cambiante.

Louise Walker, por su parte, se detiene en el estudio de los jóvenes “radicales clasemedieros” que a fines de los años 60 y comienzos de los 70 intentaron redefinir las estructuras de inequidad y autoritarismo en México, para lo cual debieron reconciliar, de diversos modos, su privilegiada condición de clase con su ideología radicalizada. La culpa, junto con diversas tensiones, emerge de su estudio como una importante dimensión para explicar las esperanzas y decisiones de aquellos jóvenes de clase media que se radicalizaron por esos años. Lo que resalta desde este punto común es una significativa diversidad de opciones políticas y vitales que van desde la defensa lisa y llana de los privilegios a la formación de guerrillas urbanas, pasando por la incorporación al PRI en busca de reformas moderadas o el trabajo junto a los pobres de la ciudad y las experiencias de proletarización. Y en todas estas experiencias Walker no se limita ni a señalar una unívoca determinación de clase media ni a exaltar su intento de ruptura con el status quo, sino que el foco es puesto en las permanentes y diversas tensiones que en cada caso derivaron de su posición de relativo privilegio. “La política de los privilegios de la clase media dio forma a los distintos caminos tomados por los estudiantes”, concluye la autora. Pero no se trata aquí, como antaño, de señalar que cierta política se explica por la posición de clase de los actores, sino de mostrar el modo específico en que la posición de clase marcó las distintas opciones políticas.

A continuación, el dossier presenta una serie de trabajos sociológicos y antropológicos que problematizan la formación discursiva de una “nueva clase media” emergente a la luz del crecimiento económico y los procesos de movilidad en las sociedades latinoamericanas desde principios del siglo XXI. Los trabajos de Kopper, Villanueva Rance y Hurtado Tarazona analizan para los casos de Brasil, Bolivia y Colombia, respectivamente, cómo la aparición de estratos con nuevas posibilidades de ingresos y consumo habilitó un debate público respecto a la definición de sus fronteras y atributos donde la categoría de clase media ocupa el centro de la escena. En primer lugar, estos artículos describen procesos locales en los cuales actores gubernamentales y agentes privados despliegan un conjunto de saberes técnicos, prácticas y discursos que prefiguran una narrativa sobre una “nueva clase media”, un estrato emergente que se convierte al mismo tiempo en objeto de investigación y en sujeto destinatario de políticas públicas y estrategias de mercado. En segundo lugar, estos trabajos coinciden en señalar la necesidad de estudiar paralelamente las perspectivas nativas de los sujetos reales que encarnan estas transformaciones sociales y económicas, los modos en que describen y retratan sus propios procesos de movilidad y las formas situadas y diarias en que esas personas construyen barreras simbólicas sobre las diferencias sociales.

En “La invención de la clase media brasileña…”, Moisés Kopper aborda los debates suscitados en torno a la movilidad social brasileña durante los períodos presidenciales de Luiz Inácio “Lula” da Silva y la constitución de un frente discursivo asociado a la “aparición” de una nueva clase media. Desde la propuesta de una antropologización del concepto de clase social, el autor describe la intervención de dos actores fundamentales en la construcción de un ideario asociado a un estrato aparentemente novedoso y con características peculiares. En primer lugar, recorre la consolidación de Data Popular, un instituto privado que por medio de publicistas, agentes de marketing y científicos sociales produjo “investigaciones científicas” sobre este nuevo segmento con discursos y argumentos que resultaron convincentes para agentes económicos y políticos de relevancia. En segundo lugar, destaca el papel de las agencias estatales que comenzaron a priorizar la creación de políticas públicas orientadas especialmente a garantizar la estabilidad de esta nueva clase media y a conservar su apoyo político.

Seguido, Amaru Villanueva Rance analiza la emergencia histórica relativamente reciente de la categoría de clase media en Bolivia, en particular como clasificación de las diferencias sociales en términos de ingresos. En sintonía con Kopper, el artículo examina las disputas que ha generado el uso del término entre políticos, funcionarios y analistas para referir a la expansión de los estratos intermedios en Bolivia durante las últimas décadas. En un comienzo, Villanueva revisa el debate económico en torno a las mediciones que se utilizan actualmente para referir a la estructura de clases y a la clase media específicamente. El artículo continúa con una descripción historiográfica, en diálogo con el primer conjunto de trabajos que componen este dossier, sobre la formación histórica de categorías de clasificación social en la vida política e institucional de Bolivia desde el período colonial hasta la actualidad. Allí confluyen elementos variados, desde clivajes étnicos y raciales, ocupacionales hasta las mediciones más recientes en términos de ingresos que se popularizaron a partir de la década de 1980. Finalmente, Villanueva propone revisar el correlato de estos discursos políticos e institucionales con las formas de autoadscripción cotidiana de las personas, más allá de las categorías de clasificación impuestas por las encuestas.

Finalizando este segundo conjunto de trabajos, Adriana Hurtado Tarazona propone una reflexión etnográfica sobre las formas de adscripción nativas de los residentes de Ciudad Verde, una ciudadela de cincuenta mil viviendas en el municipio de Soacha, hacia el sur de Bogotá, Colombia. Ciudad Verde forma parte de un conjunto mayor de megaproyectos de urbanizaciones cerradas orientadas a la compra de vivienda de estratos emergentes caracterizados usualmente como de clase media. Bajo la pregunta, “¿cómo se hace clase en Ciudad Verde?”, la autora repone las teorías nativas que los residentes movilizan para construir fronteras simbólicas sobre otros, estrechamente vinculadas a lo que los actores describen como un proceso de ascenso social asociado a la tenencia de una vivienda en propiedad horizontal. En lugar de invocar sus diferencias en términos de clase, la autora explica cómo estos residentes apelan a diferentes recursos simbólicos para dar forma a sus autoadscripciones: desde categorías estatales de segregación socio-espacial (los “estratos” y sus números), muy habituales en Bogotá, hasta dimensiones educativas, laborales, de comportamientos y hábitos “deseables”, entre otros, todos ellos ligados a lo que se espera de un propietario de Ciudad Verde como proyecto individual, pero también como aspiración colectiva compartida entre sus residentes.

 

Textos seleccionados para el dossier:

Parker, David S. (2009). Movilización de clase media y el lenguaje de estamentos: de “casta” a “categoría” en la Lima de principios del siglo XX. En Sergio Visacovsky y Enrique Garguin (comps.). Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos y etnográficos (pp. 195-216). Buenos Aires: Antropofagia.

Porter, Susie (2004). Empleadas públicas: normas de feminidad, espacios burocráticos e identidad de la clase media en México durante la década de 1930. Signos Históricos N° 11, pp. 41-63.

López, Ricardo (2009). “Ser clase media no es algo que pasa de la noche a la mañana”: empleados, mujeres de oficina y la construcción de las identidades de clase media en Bogotá, 1930-1950. En Sergio Visacovsky y Enrique Garguin (comps.). Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos y etnográficos (pp. 161-194). Buenos Aires: Antropofagia.

Walker, Louise (2014). Radicales clasemedieros: privilegios y vergüenzas de clase en el México pos 68. Contemporánea. Historia y problemas del siglo XX, Nº 5, pp. 65-83.

Kopper, Moisés (2014). La invención de la nueva clase media brasileña: de la antropología de los números a las políticas de movilidad social. En Ezequiel Adamovsky, Sergio Visacovsky y Patricia Vargas (comps.). Clases medias: Nuevos enfoques desde la sociología, la historia y la antropología (pp. 87-112). Buenos Aires: Ariel.

Villanueva Rance, Amaru (2020). Bolivia: la clase media imaginada. Nueva Sociedad, Nº 285, enero febrero, pp.122-138.

Hurtado Tarazona, Adriana (2017). Vivir en “Soachington”: aspiraciones y realidades de la formación de clases medias a través de la compra de vivienda en propiedad horizontal. V Seminario-Taller de Investigación sobre Clases Medias. Buenos Aires (IDES), 25 y 26 de abril.

 

Bibliografía citada

AA.VV (2020). Clases medias, más allá de los mitos, Dossier de Nueva Sociedad, Nº 285, enero febrero.

Adamovsky, Ezequiel (2009). Historia de la clase media argentina: Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Buenos Aires: Planeta.

Adamovsky, Ezequiel, Visacovsky, Sergio y Vargas, Patricia (comps.) (2014). Clases medias: Nuevos enfoques desde la sociología, la historia y la antropología. Buenos Aires: Ariel.

Cosse, Isabella (coord.) (2014). Dossier: Clases medias, sociedad y política en la América Latina contemporánea. Contemporánea 5 (5), pp. 13-166.

Franco, Rolando, Hopenhayn, Martín y León, Arturo (eds.) (2010). Las clases medias en América Latina: retrospectiva y nuevas tendencias. Buenos Aires: [Madrid]: CEPAL: Siglo Veintiuno Editores; Secretaría General Iberoamericana.

Garguin, Enrique (2007). El tardío descubrimiento de la clase media en Argentina. Nuevo Topo / revista de historia y pensamiento crítico, no. 4, septiembre/octubre, pp. 85-108.

Paramio, Ludolfo (ed.) (2012). Clases medias y procesos electorales en América Latina. Madrid: Catarata, 2012.

Parker, David S. (1998). The Idea of the Middle Class. White- Collar workers and the Peruvian society 1900- 1950. Pennsylvania: Pennsylvania University Press.

Parker, David S. y Walker, Louise E. (comps.) (2013). Latin America’s middle class. Unsettled debates and new histories. Maryland: Lexington Books.

Visacovsky, Sergio y Garguin, Enrique (comps.) (2009). Moralidades, economías e identidades de clase media. Estudios históricos y etnográficos. Buenos Aires: Antropofagia.

Visacovsky, Sergio y Garguin, Enrique (coords.) (2021). Argentina y sus clases medias. Panoramas de la investigación empírica en ciencias sociales. Buenos Aires: Biblos.

López, Ricardo y Weinstein, Barbara (eds.) (2012). The Making of the Middle Class: Toward a Transnational History. Durham and London: Duke University Press.

 

[1] Una muestra del crecimiento vertiginoso en los estudios sobre clases medias lo dan las diversas compilaciones publicadas en apenas un lustro: Visacovsky y Garguin (2009), Franco, Openhayn y Leon (2010); López y Weinstein (2012), Paramio (2012); Parker y Walker (2013); Cosse (2014); Adamovsky, Visacovsky y Vargas (2014). A los que podemos agregar el más reciente dossier de Nueva Sociedad (2020) y, para Argentina, Visacovsky y Garguin (2021).

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Dossier | Prácticas electorales en el siglo XIX latinoamericano. Miradas y diálogos historiográficos https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-practicas-electorales-en-el-siglo-xix-latinoamericano-miradas-y-dialogos-historiograficos/ Thu, 22 Apr 2021 14:16:55 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4192 ISSN sección Dossier 2618-415x

Dossier | Prácticas electorales en el siglo XIX latinoamericano. Miradas y diálogos historiográficos


Carlos Armando Preciado de Alba (Universidad de Guanajuato – México)


La disciplina histórica no debe ser presentista. No obstante, muchos de sus intereses de investigación tienen como referentes las circunstancias contemporáneas, momentos y espacios específicos; incluso coyunturales. Así, el abordaje histórico de la democracia, de la construcción de Estados nacionales, de las diversas dimensiones de la ciudadanía, de las culturas políticas y las diferentes maneras como se ha concebido en los últimos doscientos años a la representación política, son cuestiones que interesan en distintas geografías latinoamericanas.

Las elecciones han tenido, entre otras cosas, un importante papel en el campo de lo político, en la implementación de proyectos de gobiernos, en la elaboración de códigos fundamentales como las constituciones, en la participación política de los ciudadanos, en el sistema de partidos y en la construcción de la legitimidad. Las perspectivas que se han dado en los últimos años al análisis de las prácticas electorales han generado mayores explicaciones que trascienden aquellas que sólo ven fraude y manipulación. Se han propiciado también acercamientos más amplios al papel y significados de los comicios en la construcción de las instituciones políticas. En efecto, desde las primeras décadas del siglo XIX una creciente normatividad dio pie a distintos espacios de negociación y participación ciudadana en la organización política de las naciones.

Los estudios al respecto se han multiplicado a partir de la última década del siglo pasado, momento -por cierto- fundamental para nuestras democracias. Esto es, podemos advertir una cercana relación entre los sucesos de índole histórico y los intereses de investigación. Fue precisamente durante la década de 1990 que se publicaron los primeros esfuerzos por articular en clave latinoamericana el estudio de la representación política, la ciudadanía y las elecciones durante el siglo XIX. Éstos tuvieron como punto de partida la crítica historiográfica hacia las visiones anacrónicas y en las que prevalecía una idea simplista de los comicios como prácticas corruptas y absolutamente controladas. Referentes ineludibles son las obras coordinadas por Antonio Annino, Carlos Malamud, Eduardo Posada-Carbó e Hilda Sabato.1

Justamente producto de tales reflexiones y enmarcados en dicho horizonte intelectual, he incorporado los dos primeros textos de este dossier. Aun cuando tienen prácticamente un par de décadas de haberse publicado, estoy convencido de su vigencia. “Sobre la ciudadanía política en América Latina en el siglo XIX”, de Hilda Sabato, constituye una erudita y crítica síntesis historiográfica alrededor del complejo proceso de construcción de la ciudadanía en América Latina.2 En efecto, el papel central de la ciudadanía no únicamente se encuentra en la arena política, sino que para la autora es fundamental abordar cuestiones de una sociedad civil en pleno dinamismo. Sabato se propone identificar los principales problemas en la historia política latinoamericana del siglo XIX para, de este modo, mostrarnos comparaciones con otros espacios globales.

El texto de Marta Irurozqui, La ciudadanía en debate en América Latina. Discusiones historiográficas y una propuesta teórica sobre el valor público de la infracción electoral, nos presenta en un primer momento una amplia y documentada revisión historiográfica respecto a la variedad de estudios y perspectivas en torno a la ciudadanía durante el siglo XIX en nuestro subcontinente. Posteriormente, teniendo como principal punto de referencia su libro A bala, piedra y palo3 sobre el caso boliviano, la historiadora española plantea una sugerente propuesta conceptual sobre el proceso público y colectivo de conquista de la ciudadanía. Además de lo señalado líneas arriba, la decisión de incorporar el extenso texto de Irurozqui se justifica por la multiplicidad de referencias bibliográficas que ofrece, lo que sin duda aporta al lector sobre la agenda de este dossier.

En años recientes se han realizado esfuerzos colectivos que buscan retomar las líneas trazadas en la década de 1990 y mantener el foco en el espacio latinoamericano. Muestra de ello son al menos tres publicaciones. Si seguimos su orden de aparición, la primera se trata de la revista Journal of Iberian and Latin American Research, que dedicó un número temático llamado “La representación política en la formación del estado: los caminos iberoamericanos” (volumen 20, issue 1, 2014). Su eje toral se concentró en el análisis trasnacional y comparado de los procesos de construcción político-cultural de los conceptos de representación, así como en los sistemas electorales. La revista contiene estudios de distintos espacios geográficos, tales como Colombia, Centroamérica, México, Perú, Brasil, Argentina y Chile. Justamente el artículo “Elecciones y oficiales del ejército. Perú 1827-1896”, de Cristóbal Aljovín de Losada, se incluye en el presente dossier. El autor otorga un protagonismo poco abordado en otros estudios a los oficiales del Ejército; destaca su liderazgo militar, pero también el papel central alcanzado en las campañas electorales. Aljovín de Losada contextualiza a estos actores para explicar discursos, prácticas y cultura política en dos momentos claramente diferenciados del siglo XIX peruano: de 1827 a 1850, cuando no existían organizaciones políticas formales, tales como clubes o partidos políticos; y de 1850 a 1896, período en que éstos comenzaron a proliferar.

En 2016 se publicó el libro Contribución a un diálogo abierto. Cinco ensayos de historia electoral latinoamericana, coordinado por Fausta Gantús y Alicia Salmerón (México: Instituto Mora).4 De dicha obra -que también recoge contribuciones sobre Chile, Perú y México- se selecciona el capítulo “Articulación de leyes y prácticas electorales en Argentina, 1860-1872”, de María José Navajas. A partir de una cuestión central: ¿de qué manera es posible articular la dimensión normativa con las prácticas electorales?, la autora explora las lógicas y dinámicas de la calificación de las elecciones. La calificación incluía la revisión de las actas electorales, el cumplimiento de los mecanismos normativos, de los requisitos de ciudadanía, de vecindad o residencia, además de las denuncias por presuntas irregularidades; estas últimas vertidas tanto en la prensa como a través de las vías legales. Con estos derroteros se pretende, entre otras cosas, comprender de mejor manera no únicamente la legalidad, sino también la legitimidad de los comicios. En este recorrido Navajas aborda el campo político argentino centrando su mirada en contextos electorales provinciales; específicamente de Salta, Rosario, Catamarca y Jujuy.

El tercer esfuerzo aludido que interesa destacar es la revista Historia y MEMORIA, cuya sección especial del número 14, de 2017, estuvo dedicada a “Elecciónes y cultura política en América”. Si bien ésta no se concibió exclusivamente para el siglo XIX, sí se parte de él y asume la impronta de los procesos de independencia de los países latinoamericanos para dotarlos de un papel crucial en devenir nacional. Se recupera aquí el artículo “Un acercamiento a las elecciones del México del siglo XIX”, de Fausta Gantús y Alicia Salmerón, quienes han encabezado en los últimos años un grupo de estudios que ha generado importantes aportes sobre las prácticas electorales decimonónicas. Las autoras, en efecto, reflexionan en su texto sobre la relevancia de las mismas y acerca de la construcción de la institución electoral y la conformación de una cultura política. Se destacan aspectos de la legitimidad inherente a la representación política mexicana, pero también se consideran dichas prácticas electorales como espacios de negociación para la construcción de gobernabilidad.

Por otra parte, en su artículo “Diretas ou indiretas? O debate sobre as eleições no Brasil (1821-1823)” Kátia Sausen da Motta nos propone un sugerente ejercicio heurístico desde el que analiza los primeros debates que tuvieron lugar en Brasil sobre la pertinencia de que las elecciones fuesen directas o indirectas. Estas discusiones generaron intensas movilizaciones no solamente en ámbitos propiamente institucionales, sino que además se propició la creación de espacios de participación política a través de distintas publicaciones. Además de su solidez analítica, la inclusión de este artículo obedece al hecho de que –salvo excepciones, entre las que se encuentran las obras ya mencionadas de Antonio Annino e Hilda Sabato- no es común encontrar en la historiografía hispanoparlante sobre prácticas electorales, referencias, diálogos y debates con el caso brasileño. No obstante, es necesario no perder de vista que tanto en el republicanismo hispanoamericano como en la monarquía constitucional de Brasil, la cuestión de la representación estuvo presente desde los primeros momentos.

El último texto del dossier “¡Deteneos! ¡fijad la atención! El rol de los cartelones en las elecciones para gobernador de Guanajuato en 1871”, escrito por este coordinador, aborda el campo de la movilización del voto y nuevas estrategias para la promoción de candidatos. En los referidos comicios se destaca la presencia de los cartelones, papeles impresos en gran formato concebidos para que sus textos llegaran a una población mucho más amplia que los periódicos. Colocados en distintos espacios públicos, su función ya no sólo fue para socializar convocatorias y anunciar los resultados de las votaciones; ahora postulaban candidatos, exaltaban sus virtudes, planteaban y forjaban ideas, destacaban símbolos, imágenes y referencias históricas y denostaban a los adversarios. El análisis tiene como uno de sus referentes la categoría “cultura electoral”, desarrollada por Frank O’Gorman5, en tanto postula una paulatina politización del ritual electoral y la visibilidad que se le dio a la organización y movilización del voto a través de la palabra impresa. De esta manera, se posibilitó a la población en general, con o sin derecho al voto, involucrarse en las dinámicas electorales. Así, los comicios se convirtieron en sucesos abiertos, en espectáculos públicos, incluyentes.

Los textos seleccionados son una pequeña muestra de una historiografía que busca renovarse permanentemente a partir del abordaje de diversos espacios geográficos, actores, problemas, preguntas y enfoques. Sin embargo, existe el riesgo de vernos limitados conceptual y metodológicamente si no nos acercamos a estudios sobre temáticas similares realizados en otras latitudes. Es por ello que quiero insistir en el conocimiento y la difusión de investigaciones generadas en distintos países que nos permita establecer diálogos en espacios más amplios. Las dinámicas de una historia comparada no sólo se concentran en encontrar puntos en común, sino que ayudan a identificar divergencias y vacíos para que, de este modo, puedan plantearse nuevas interrogantes que den rumbo a futuras agendas compartidas.


Textos seleccionados para el dossier:

Sabato, Hilda (2016). Sobre la ciudadanía política en América Latina en el siglo XIX. En Alicia Salmerón y Cecilia Noriega Elío (eds.), Pensar la modernidad política. Propuestas desde la nueva historia política. Antología (pp. 435-476). México: Instituto Mora.

Irurozqui, Marta (2004). La ciudadanía en debate en América Latina. Discusiones historiográficas y una propuesta teórica sobre el valor público de la infracción electoral. Lima: Documento de Trabajo del Instituto de Estudios Peruanos, 139. Serie Historia, 26.

Aljovín de Losada, Cristóbal (2014). Elecciones y oficiales del ejército. Perú 1827-1896. Journal of Iberian and Latin American Research, 20 (1), pp. 50-65.

Navajas, María José (2016). Articulación de leyes y prácticas electorales en Argentina, 1860-1872. En Fausta Gantús y Alicia Salmerón (coords.), Contribución a un diálogo abierto. Cinco ensayos de historia electoral latinoamericana (pp. 87-117). México: Instituto Mora.

Gantús, Fausta y Salmerón, Alicia (2017). Un acercamiento a las elecciones del México del siglo XIX. Historia y MEMORIA, 14, pp. 23-59.

Motta, Kátia Sausen da (2018). Diretas ou indiretas? O debate sobre as eleições no Brasil (1821-1823), Almanack, 19, pp. 278-320.

Preciado de Alba, Carlos Armando (2019). ¡Deteneos! ¡fijad la atención! El rol de los cartelones en las elecciones para gobernador de Guanajuato en 1871. En Fausta Gantús y Alicia Salmerón (coords.), Campañas, agitación y clubes electorales: organización y movilización del voto en el largo siglo XIX mexicano (pp. 325-365). México: INEHRM/Instituto Mora.


1 Annino, Antonio (coord.) (1995). Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX. Montevideo: FCE; Malamud, Carlos (comp.) (1995). Partidos Políticos y elecciones en América Latina y la Península ibérica, 1830-1930, 2 volúmenes. Madrid: Instituto Universitario Ortega y Gasset; Malamud, Carlos (coord.) (2000). Legitimidad, representación y alternancia en España y América Latina: las reformas electorales (1880-1930). México: COLME/FCE; Posada-Carbó, Eduardo (ed.) (1996). Elections before Democracy. The History Elections in Europe and America. Nueva York: St. Martin’s Press y Sabato, Hilda (coord.) (1999). Ciudadanía Política y formación de las naciones: Perspectivas históricas de América Latina. México: COLMEX/FCE.

2 Aparecido originalmente en inglés en 2001 –Sabato, Hilda (2001). On Political Citizenship in Nineteenth-Century Latin America. American Historical Review, 106, pp. 1290-1315-, la versión incluida en este dossier se trata de la primera traducción al español publicada en 2016.

3 Irurozqui, Marta (2000). A bala, piedra y palo. La construcción de la ciudadanía política en Bolivia, 1826-1952. Sevilla: Diputación de Sevilla.

4 El “Prólogo” y la “Introducción” se recomiendan al lector, ya que no solamente hacen las veces de presentación, sino que además contextualizan el espacio historiográfico latinoamericano y proponen una agenda de investigación para futuros estudios.

5 O’Gorman, Frank (2016). La cultura de las elecciones en Inglaterra: de la Revolución Gloriosa a la Ballot Act de 1872. En Alicia Salmerón y Cecilia Noriega (eds.), Pensar la modernidad política. Propuestas desde la nueva historia política. Antología (pp. 217-235), México: Instituto Mora.

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Dossier. Marxismos latinoamericanos (siglo XX) https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-marxismos-latinoamericanos-siglo-xx/ Fri, 13 Jul 2018 12:54:37 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3813 ISSN sección Dossier 2618-415x

Dossier. Marxismos latinoamericanos (siglo XX)

 

Marcelo Starcenbaum (IdIHCS-UNLP/CONICET)

 

Desde hace ya algunos años los marxismos latinoamericanos vienen ocupando un espacio cada vez más significativo dentro de los estudios de historia intelectual e historia de las izquierdas. Apuntalado fundamentalmente por trabajos desarrollados en universidades latinoamericanas, pero también por otros realizados en el marco de la academia estadounidense, este campo de estudios demuestra actualmente una vitalidad que se expresa en la multiplicación de libros y dossiers temáticos, en el desarrollo de proyectos de investigación individuales y colectivos, y en la realización de reuniones y coloquios internacionales.

Este renovado interés por la historia de los marxismos latinoamericanos se inscribe en una sucesión de momentos en los cuales dichas tradiciones se volvieron igualmente objeto de indagación. Como afirma Horacio Tarcus, esta nueva camada de investigaciones tiene como antecedentes los trabajos que en la década de 1970 repusieron las tradiciones del marxismo en su diversidad y los que en la década de 1980 se abocaron al estudio de la densidad teórica y política de los marxismos latinoamericanos.[1] Por un lado, estas nuevas investigaciones profundizan el proceso de distanciamiento del objeto, lo cual habilita una perspectiva de análisis crítica, pero no mediada por la ligazón entre la historia de los marxismos y las vicisitudes políticas de la izquierda contemporánea. Por el otro, presentan como novedad el descentramiento de los problemas y las figuras analizadas, lo que legitima el estudio de cualquier objeto que se cruce de un modo u otro con el corpus marxista, y el relativo abandono de una perspectiva continental, lo cual redunda en la multiplicación de miradas sobre las formaciones nacionales del marxismo.

Ahora bien, no puede dejar de señalarse que todo lo que estos estudios entrañan de novedoso también redunda en un conjunto de problemas de índole analítica. El descentramiento en cuanto a las figuras y la particularización en cuanto a lo regional se han realizado sobre un sustrato en el que aún opera la idea de un marxismo latinoamericano. En ese sentido, “marxismo latinoamericano” sigue constituyendo un esquema interpretativo tan abarcativo como problemático. Como han señalado Omar Acha y Debora D’Antonio, se trata de una noción que ha sido insuficientemente explorada en el campo de la historia intelectual y la historia de las izquierdas en América Latina.[2]

Al respecto, la mención en plural de los marxismos latinoamericanos parece indicar un camino por el que sortear al menos alguna de sus limitaciones. Junto a esta dimensional categorial, cabe señalar también la especificidad de los marxismos latinoamericanos como un objeto político e intelectual sometido a múltiples condicionamientos. El carácter transnacional del marxismo nos ha legado un objeto que se resiste a indagaciones simples y explicaciones unicausales. Como advierten Elvira Concheiro y Jaime Ortega Reyna, hacer la historia de los marxismos latinoamericanos implica la atención simultánea a fenómenos de carácter internacional, procesos de alcance continental y particularidades netamente regionales.[3]

Destaquemos por último que el estudio de los marxismos latinoamericanos se realiza en la actualidad a través de múltiples perspectivas de análisis. Una de las indagaciones que se ha relevado productiva es la de los estudios de recepción, los cuales buscan delimitar los procesos complejos a través de los cuales un espacio nacional recibió y resignificó la obra de un autor o una corriente marxista originada en un contexto distinto al de su recepción. Otra línea de trabajo es la investigación sobre las culturas políticas desplegadas a partir de las tradiciones marxistas, lo cual implica una mirada atenta a las obras y los autores, pero también a los espacios y las instituciones. Por otro lado, un conjunto cada vez más significativo de investigaciones están dando cuenta de la dimensión editorial del desarrollo del marxismo, lo que ha llevado a profundizar en los distintos procesos implicados en la creación y difusión de materiales impresos en el seno de las izquierdas. Finalmente, el espacio de las revistas a través de las cuales se desarrollaron las tradiciones marxistas en América Latina constituye otro objeto relevante, que ha iluminado fundamentalmente los agrupamientos intelectuales que generaron intervenciones específicas en el campo de las izquierdas.

En este sentido, resulta de gran dificultad la delimitación de un conjunto de trabajos que de cuenta de esta multiplicidad. Por ello, hemos optado por reproducir una serie de investigaciones que analizan los diversos marxismos latinoamericanos desde un ángulo que articula de manera productiva las variables analíticas de la historia intelectual y la historia de las izquierdas. Al poner el énfasis en la dimensión intelectual de la cultura de las izquierdas, queremos resaltar una franja de análisis que da cuenta de los factores políticos y culturales de las formaciones continentales del marxismo, pero que reserva un lugar privilegiado a los problemas de índole teórica. Si bien la presente selección no agota las múltiples iniciativas investigativas actuales, creemos que puede ser representativa de un modo particular de intervenir en el campo de estudios sobre los marxismos latinoamericanos.

En el texto que abre el dossier, Bruno Bosteels proporciona un suplemento a la indagación abierta por José Aricó alrededor de la relación entre Marx y América Latina. En la senda del marxista cordobés, y retomando las críticas realizadas a dicha interpretación por Álvaro García Linera, Bosteels pone en evidencia otra dimensión de la relación, la del desencuentro del pensamiento crítico latinoamericano con la obra del fundador del marxismo. Este ejercicio, que es realizado a través de la figura de José Martí, permite tanto una complejización de la relación entre teoría marxista y realidad latinoamericana como una apertura de dicho problema a la estructura del capitalismo en su fase global.

Por su parte, Martín Cortés lleva a cabo una evaluación en conjunto de la obra de Aricó a los fines de calibrar su especificidad en el marco del marxismo latinoamericano contemporáneo. Al respecto, Cortés caracteriza la intervención de Aricó como un pensamiento sobre la realidad latinoamericana que mantiene una perspectiva crítica sin renunciar a la especificidad de la región. El trabajo propone al problema de la traducción como un eje que permite dar cuenta de este esfuerzo por mantener unidas la problemática teórica marxista y la singularidad histórica y política de América Latina.

Por un camino similar al de Cortés se interna el análisis realizado por Guillermo Ricca. También centrado en la figura de Aricó, Ricca aborda los problemas de su obra desde una perspectiva amplia en la que se cruzan el eurocentrismo de Marx y la crisis del marxismo. De este modo, la intervención de Aricó es ubicada en el espacio de lecturas de Marx interesadas en dar cuenta de sus tensiones y silencios, sobre todo en las cuestiones relativas a la práctica política. En este mismo sentido, Ricca abre el campo de las recepciones posibles de Marx y pone a la obra de Aricó en diálogo con otras, como la del subalternismo indio, a los fines de constatar su potencialidad para un pensamiento sobre la historia política del sujeto subalterno.

El texto de Diego Giller constituye un acercamiento a la obra del marxista boliviano René Zavaleta Mercado realizado a propósito del aniversario de uno de sus trabajos más destacados, Lo nacional-popular en Bolivia. Dado el carácter póstumo e incompleto de este trabajo, Giller propone un conjunto de aproximaciones posibles, entre las que se destaca el rol de Zavaleta Mercado como historiador de lo político. Es decir, que en la obra del marxista boliviano estaría representada una de las formas más originales y potentes de dar cuenta de los procesos históricos de articulación entre el Estado y la sociedad civil. Puede decirse que subyace la idea de que, si bien realizada para el caso boliviano, esta indagación constituye un punto de partida insoslayable para una interpretación marxista de la historia latinoamericana.

La obra de Zavaleta Mercado también es abordada en el trabajo de Anne Freeland. En su caso, la indagación se dirige a las particularidades del giro gramsciano desarrollado por una porción significativa de los intelectuales marxistas latinoamericanos entre las décadas de 1970 y 1990. Propone entonces una reconstrucción de los ejercicios teóricos emprendidos por marxistas latinoamericanos en pos de articular el proyecto socialista con las estructuras institucionales del Estado liberal. Sobre un marco de lectura de Gramsci compartido por estos intelectuales, el trabajo de Freeland se detiene en las particularidades de la recepción en las obras del brasileño Carlos Nelson Coutinho, el boliviano René Zavaleta Mercado y los argentinos Juan Carlos Portantiero y José Aricó.

El texto de Jaime Ortega Reyna nos ubica en otras coordenadas regionales y teóricas. Consiste en un análisis del problema del valor de uso en la obra del marxista ecuatoriano Bolívar Echeverría. Para ello, la reconstrucción se realiza en dos planos, el del propio trabajo de Echeverría y del marxismo contemporáneo. De esta manera, la forma particular que adquiere el problema del valor de uso en la obra del ecuatoriano es enriquecida por una visión panorámica del tratamiento de dicha cuestión en el universo teórico del marxismo. A lo largo de su repaso, Ortega Reyna demuestra que la obra de Echeverría se orienta fundamentalmente al problema de la reproducción social-natural de la vida humana y que dicha perspectiva permite análisis productivos de cuestiones tales como el trabajo, la producción, la circulación y el consumo.

En una línea de investigación similar se ubica el trabajo de Víctor Hugo Pacheco Chávez. También sobre Echeverría, se orienta a delimitar las formas que adquiere en su obra una teoría crítica de la cultura. En este marco, la indagación se realiza principalmente sobre el tratamiento al que somete el marxista ecuatoriano la relación entre barroco y capitalismo. Al igual que Reyna, se remite a los lugares del valor de uso en el marxismo contemporáneo para comprender la especificidad de la obra de Echeverría, Pacheco Chávez se aproxima al tratamiento del barroco en el siglo XX a los fines de delimitar su singularidad en la producción de Echeverría sobre esta temática. De esta manera, gira alrededor de la hipótesis de que en Echeverría el barroco es abordado principalmente en términos de resistencia a la lógica de acumulación del capital.

Finalmente, el trabajo de Susana Draper nos permite conocer aspectos diferenciados de los artículos precedentes. Por un lado, porque trabaja sobre las obras de filósofas marxistas mujeres. Por el otro, porque elige una perspectiva que pone en diálogo producciones realizadas tanto en el norte como en el sur de América. Del cruce entre estas dos dimensiones se deriva un análisis de trabajos en los que se condensan imaginarios revolucionarios que desafían los esquemas políticos estado-céntricos y las tendencias economicistas y desarrollistas del marxismo heteropatriarcal. De este modo, Draper revisita un conjunto de obras de marxistas norteamericanas y latinoamericanas con el objetivo de delimitar un lenguaje político común que expresa en un sentido novedoso los impulsos de transformación social.

 

Textos seleccionados para el dossier

Bosteels, Bruno (2009). Marx y Martí: lógicas del desencuentro. Nómadas, 31, pp. 63-73.

Cortés, Martín (2010). La traducción como búsqueda de un marxismo latinoamericano: la trayectoria intelectual de José Aricó. A Contracorriente, 7 (3), pp. 145-157.

Ricca, Guillermo (2013). Marx después de Marx: eurocentrismo, crítica y política en José Aricó. Utopía y Praxis Latinoamericana, 61, pp. 71-87.

Giller, Diego (2017). René Zavaleta, historiador de lo político. Seis propuestas para leer Lo nacional-popular en Bolivia. Trabajos y Comunicaciones, 46, pp. 1-16.

Freeland, Anne (2014). The Gramscian Turn: Readings from Brazil, Argentina and Bolivia. A Contracorriente, 11 (2), pp. 278-301.

Ortega Reyna, Jaime (2012). El valor de uso en el marxismo de Bolívar Echeverría. En David  Gómez Arredondo y Jaime Ortega Reyna, Pensamiento filosófico nuestroamericano (pp. 17-40). México D.F.: UNAM.

Pacheco Chávez, Víctor Hugo (2014). Bolívar Echeverría, ethos barroco y destrucción de la riqueza. Youkali, 16, pp. 70-79.

Draper, Susana (2017). Para imaginar revoluciones del día después: mujeres marxistas y filosofías de la transformación. Escrituras Americanas, 2 (2), pp. 172-195.

 

[1] Tarcus, Horacio (2016). Para un programa de estudios sobre los marxismos latinoamericanos, Memoria, 257, pp. 62-73.

[2] Acha, Omar y D’Antonio, Debora (2010). Cartografía y perspectivas del “marxismo latinoamericano”. A Contracorriente, 7 (2), pp. 210-256.

[3] Concheiro, Elvira y Ortega Reyna (2017). Debatir los diversos marxismos latinoamericanos. Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, 49, pp. 1-3.

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Dossier. Argentina y América Latina en la historia política trasnacional https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-argentina-y-america-latina-en-la-historia-politica-trasnacional/ Thu, 25 Jan 2018 00:56:33 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3707 Dossier. Argentina y América Latina en la historia política trasnacional

 

José Antonio Sánchez Román (Universidad Complutense de Madrid, España)

 

Presentación

Aunque es difícil de precisar, desde la década de 1990 se expandieron los trabajos históricos que afirmaban ofrecer una mirada “global” o “transnacional”. Se ha querido ver en este giro global de la historiografía una correspondencia o un reflejo del comienzo de un período histórico denominado globalización. La nueva forma de historiografía incluso tendría un compromiso cívico implícito. Mientras que el surgimiento y consolidación de la historiografía como disciplina académica moderna se suele asociar a la construcción de los estados nacionales en el siglo XIX y por tanto como una enseñanza que contribuyó a formar ciudadanos, la nueva historiografía global o transnacional, o así lo entendían sus practicantes más optimistas, debiera contribuir a construir nuevos ciudadanos cosmopolitas, preparados para los desafíos de sociedades más multiculturales.

Sin embargo, a pesar de que la etiqueta global o transnacional ya lleva con nosotros más de dos décadas, sigue siendo difícil precisar qué es exactamente historia global o transnacional. En realidad, quizás más que de éstas, se podría hablar de un giro global en la historiografía (y si fuéramos más pesimistas de una moda o un lenguaje). La historia global nunca fue un proyecto coherente. Y era difícil que lo fuera. En primer lugar estuvo en discusión si la historia global era la historia de la globalización o si se podría aplicar la perspectiva global a periodos históricos previos a la globalización. En segundo lugar, ¿la historia global tenía que abarcar todo el planeta o era un tipo de mirada sobre una sección particular del mundo?[1] Dificultades similares surgían en el caso de la historia transnacional ¿era posible hablar de ésta para períodos históricos previos a la construcción de las naciones?

Algunos autores han acusado a las nuevas formas de hacer historia de cierta teleología, de asumir el proceso globalizador como irreversible. El problema quizás es el propio concepto de globalización, que en principio se entendió como un proceso de convergencia e integración económica, pero que se ha extendido a otros campos desde la política a lo cultural. Sin embargo, la palabra globalización, sobre todo en sus acepciones más amplias, resulta demasiado vaga y se ha abusado notablemente de ella. A cada proceso de convergencia e integración en los tiempos recientes es posible oponer otros procesos de desintegración y divergencia. Si la globalización significa la erosión de las fronteras y la pérdida de fuerza de la territorialidad, no es difícil encontrar ejemplos en los años recientes de multiplicación de fronteras y reforzamiento del poder territorial.

A pesar de estas dificultades, los historiadores que abordan sus estudios desde las perspectivas transnacional o global insisten razonablemente en que muchos problemas que resultan centrales en nuestro trabajo no pueden ser abordados tomando como marco de estudio el de los estados nacionales. Ejemplos evidentes son los casos de la historia de las migraciones o de los problemas medioambientales, terrenos en los que obviamente ya se practicaban las técnicas de la historia transnacional antes que esa etiqueta ganara difusión. Pero igualmente, las representaciones culturales, las formas de organización política o los propios movimientos sociales no se comprenden de manera completa si nos limitamos estrictamente al marco nacional. Y no se trata sólo de estudiar los procesos de difusión o influencia de las ideas o de la intervención exterior de una potencia en los asuntos internos de un país. La perspectiva transnacional o global pretende superar esta dimensión que enfatiza la idea de un centro y una periferia, casi esencializándolos, y subraya los procesos de interacción y cruzamientos múltiples, y el rechazo a la idea de bloques compartimentados homogéneos. Como ha enfatizado el sanscritólogo Sheldon Pollock, la cultura no es local ni global, toda cultura es translocal.[2] No obstante, la idea de los cruzamientos y las interacciones deja abierto el problema de las asimetrías de poder y las desigualdades espaciales, que en algunos trabajos de historia transnacional parecen desvanecerse bajo la fascinación por un mundo de conexiones y redes.

En América Latina el vocabulario de las perspectivas trasnacional y global tardó en arraigar. En otro lugar he señalado algunas posibles razones para la relativa falta de interés por parte de los historiadores latinoamericanos por las nuevas perspectivas historiográficas.[3] En primer lugar, parte de la nueva historia global se centró en cuestiones como las de la gran divergencia, las razones para el “éxito” económico europeo y el incremento de las desigualdades espaciales a escala planetaria. En cierta medida era regresar el tema ya tratado por los teóricos de la dependencia, una especie de déjà vu para los latinoamericanos. En segundo lugar, las perspectivas transnacionales que insistían en los movimientos y conexiones a través de las fronteras se encontraban en América Latina con fronteras y estados estables y sólidas tradiciones historiográficas nacionales. En tercer lugar, y quizás lo más importante, la historiografía global y transnacional en muchas ocasiones ha reemplazado las viejas perspectivas eurocéntricas con perspectivas euroasiáticas. Muchos trabajos han realizado lo que puede denominarse una extensión de la historia imperial en un intento de comprender cómo se formó el mundo moderno. No es de extrañar que los latinoamericanos se sintieran marginados y poco atraídos por esa perspectiva.

A pesar de todo, las formas de la historia transnacional y global también han llegado a América Latina y han impactado en muchos trabajos recientes. En este dossier se ofrece una pequeña muestra de las contribuciones de la historiografía latinoamericana en el campo de la historia política que utilizan una perspectiva transnacional o global. Hay que indicar que, como era de preverse, los trabajos que aquí se reproducen no ofrecen un todo homogéneo. Cuatro de los artículos de este dossier no entran en el debate teórico-metodológico sobre qué es la historia global o transnacional, ni tampoco se adscriben explícitamente a una u otra determinada corriente. Pero todos ellos abordan sus problemas de estudio con una mirada atenta a dimensiones que atraviesan las fronteras nacionales.

Una excepción a esta línea es el artículo que presenta nuestro dossier, el importante trabajo que Jeremy Adelman publicó en 2004 en Hispanic American Historical Review. En este caso no se trata de un trabajo empírico, sino de una reflexión sobre el lugar que ocupa la enseñanza de la historia de América Latina en un momento de ascenso de los cursos de historia mundial en Estados Unidos. Introducir este artículo en un dossier como éste nos parecía importante porque plantea algunos de los problemas clave que se han mencionado en las líneas anteriores. En primer lugar, arroja dudas sobre una historia de convergencias irreversibles. En segundo lugar, subraya cómo los historiadores latinoamericanistas habían discutido el engarce de la historia de la región con marcos más amplios, como la historia mundial, casi desde los orígenes de la construcción nacional. Fuera cual fuera la perspectiva, los latinoamericanos se veían obligados a mirar su pasado con un ojo en el mundo al mismo tiempo. Pero además, mi impresión es que el artículo de Adelman de manera implícita, al afirmar que era necesario atender a las formas heterogéneas en que América Latina se ha incorporado a los sistemas mundiales y al subrayar la importancia de la experiencia colonial latinoamericana para la construcción de la modernidad, estaba ya alertando sobre los peligros de una historia global que sustituyera una narrativa del ascenso de Occidente por otra centrada en Eurasia.

El resto de trabajos de este dossier, como se ha mencionado, son estudios de caso, referidos a la historia política del siglo XX latinoamericano. Tres de los cinco trabajos, los de Bergel, Scarfi y Sánchez Román, ofrecen una mirada que puede definirse como de historia global (o transnacional) intelectual, atendiendo a cómo se fueron formando ideas en escenarios transnacionales. El trabajo de Juan Pablo Scarfi aparentemente se sale de nuestro marco espacial al abordar la personalidad del teórico estadounidense del derecho internacional, James Brown Scott. Sin embargo, el estudio de Scarfi muestra cómo los desarrollos intelectuales de Scott sobre la figura del padre Vitoria fueron posibles gracias a una importante red transnacional. Y a su vez la obra de Scott pretendía contribuir a dar forma al imperio informal estadounidense sobre América Latina. Estos tres trabajos buscan ir más allá de un trazado simple de líneas de influencia entre un centro y una periferia. En ellos se ve cómo las ideas se construían en la interacción y cómo ideas que asumimos producidas en los centros (imperiales) han sido elaboradas de manera original en las periferias. Incluso en el trabajo de Bergel se contempla un interesante caso de conexiones entre dos regiones habitualmente consideradas periféricas, la India y Argentina.

El trabajo de Vanni Pettinà y hasta cierto punto el de Sánchez Román, forman parte de unas nuevas aproximaciones a la Guerra Fría que intentan ir más allá de la dinámica bipolar para ofrecer otras conexiones y para subrayar la agencia de los actores del sur global, en este caso los latinoamericanos. Pettinà muestra cómo los mexicanos navegaron con habilidad las turbulentas aguas de la Guerra Fría, buscando una política autónoma. Sánchez Román subraya cómo el discurso sobre el totalitarismo en Argentina surgió de manera autónoma en un contexto particular (local) en el que la Guerra Fría internacional pero también las viejas conexiones con el imperio británico desempeñaron papeles significativos.

El trabajo de Ernesto Bohoslavsky se aparta un tanto de resto ya que, aunque también aborda un estudio de caso, explora de manera explícita el valor metodológico de comparaciones y conexiones, dos de las herramientas habituales de la historia global. El trabajo de Bohoslavsky contribuye tanto a una historia intelectual global, en este caso el de la construcción de la ideología de derechas en el cono sur de América Latina, como a una historia política transnacional, al observar cómo las conexiones más allá de las fronteras fueron significativas para la elaboración de las agendas y las estrategias políticas nacionales.

Recientemente, Jeremy Adelman ha subrayado los límites de la historia global y los problemas para el futuro en un contexto de reacción antiglobalizadora.[4] No está claro si las corrientes trasnacionales y globales, nunca dominantes en la historiografía latinoamericana, seguirán en ascenso en los próximos años. En todo caso, los trabajos aquí presentados intentan dar una muestra de lo que estas perspectivas pueden aportar en nuestro conocimiento del pasado reciente latinoamericano.

 

Textos seleccionados para el dossier

Adelman, Jeremy (2004), “Latin American and World Histories: Old and New Approaches to the Pluribus and the Unum”, Hispanic American Historical Review, 84:3 (Agosto), pp. 399-409.

Bergel, Martín (2014), “Rabindranath Tagore: avatares de un cosmopolita periférico en el Río de la Plata”. En Bruno, Paula (coord.), Visitas Culturales en la Argentina, 1898-1936, Buenos Aires, Biblos, pp. 143-165.

Scarfi, Juan Pablo (2007), “Reconfiguraciones del saber jurídico. James Brown Scott reflota la obra de Vitoria desde Estados Unidos en años de entreguerra”. En Salvatore, Ricardo D. (comp.), Los lugares del saber. Contextos locales y redes transnacionales en la formación del conocimiento moderno, Buenos Aires, Beatriz Viterbo Editora, pp. 269-293.

Sánchez Román, José Antonio (2014), “La Nación, Peronism, and the Origins of the Cold War in Argentina”, Culture & History Digital Journal, vol. 4, n. 1. Recuperado de http://cultureandhistory.revistas.csic.es/index.php/cultureandhistory/article/view/68/250

Bohoslavsky, Ernesto (2011), “Historias conectadas y comparadas del antipopulismo de derecha en Argentina, Brasil y Chile a mediados del siglo XX”, Anuario IEHS, Nº 26, pp. 239-250.

Pettinà, Vanni (2016), “¡Bienvenido Mr. Mikoyan!: Tacos y tractores a la sombra del acercamiento soviético-mexicano, 1958-1964”, Historia Mexicana, LXVI:2, pp. 793-852.

[1] El intento más logrado de definir una agenda y una metodología para la historia global es el de Sebastian Conrad (2016), What is Global History, Princeton, Princeton University Press.

[2] Sheldon Pollock (2006), The Language of God in the Land of Men: Sanskrit, Power and Culture in Premodern India, Berkeley, University of California Press.

[3] José Antonio Sánchez Román (2017), “Doing Global History: Reflections, Doubts and Commitments”, Revista de Estudos Brasileiros, pp. 246-247.

[4] Jeremy Adelman, “What is global history now?”, Aeon, publicado on line, el 2 de marzo de 2017. Recuperado de https://aeon.co/essays/is-global-history-still-possible-or-has-it-had-its-moment, el 14 de septiembre de 2017.

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