Independencia – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Wed, 17 Apr 2024 20:20:25 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png Independencia – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. La Independencia de México: problemas históricos y perspectivas de estudio https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-la-independencia-de-mexico-problemas-historicos-y-perspectivas-de-estudio/ Mon, 15 Apr 2024 21:20:03 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4666 ISSN sección Dossier 2618-415x

Rodrigo Moreno Gutiérrez (Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM)

Uno de los motores de la producción de conocimiento histórico es el calendario cívico de las conmemoraciones. En el mundo hispanoamericano estamos terminando un larguísimo ciclo de conmemoraciones bicentenarias relacionadas con las revoluciones de independencia. En los pasados 15 años vio la luz una ingente cantidad de publicaciones sobre las independencias que estuvieron directa o indirectamente vinculadas al ritmo de las sucesivas coyunturas bicentenarias. Ese alud impreso y electrónico revitalizó las visiones y los debates con que entendemos la disolución de los imperios ibéricos en América y la lenta construcción de los estados nacionales en donde antes hubo dominios coloniales. El caso mexicano formó parte de esa renovación. Este dossier ofrece una reducidísima pero altamente significativa muestra de la historiografía cocinada al calor de los hornos bicentenarios.

En estas líneas no trataré de ofrecer un balance historiográfico[1] propiamente dicho sino de animar la lectura de los textos seleccionados a partir de la muy apretada presentación de sus propuestas. Quien se asome a estas aportaciones podrá percatarse de la diversidad temática que, no obstante, comparte un suelo común de concepciones sobre el proceso independentista que buscan restituir la complejidad histórica y, al mismo tiempo, desprenderse de la fatalidad o la teleología nacionalista. Por aquí hay historia política pero también historia social, historia económica y fiscal, historia de la salud, historia de las prácticas religiosas e historia de la guerra, porque diversa es la realidad histórica y así mismo tienen que ser las perspectivas desde donde se le mira.

El género, la representación política, la violencia, la legitimidad o la nación son problemas históricos visibles a cada paso del proceso independentista y analizados de manera actualizada y sugerente en los textos que aquí se incluyen y que reflejan el tipo de preocupaciones historiográficas que engloba eso que muy genéricamente llamamos “Independencia”. Ese rico horizonte temático también historia las experiencias electorales con que se renovó o creó una cultura política, al igual que los impactos políticos, económicos, fiscales, sociales y culturales de la guerra y todo su despliegue de violencia, enfermedad y muerte.

La selección también pretende mostrar que el estudio y la comprensión del proceso independentista (el mexicano en este caso, pero cualquiera) no se puede constreñir a una o unas fechas precisas ni a un ámbito particular. Si bien aquí hay artículos que ahondan en momentos que han sido señalados como alfa y omega de la crisis y la revolución (1808 y 1821), queda bien expresado que para entender el calado de las transformaciones es necesario retroceder al siglo XVIII y navegar mucho más adelante en el XIX.

De esta manera el dossier incluye el texto de Virginia Guedea dado que se le puede ubicar en la corriente inaugural de la revisión del convulso verano de 1808 en la ciudad de México. Había sido una de sus primeras estudiosas y con este capítulo recuperó la experiencia mexicana del juntismo abortado o fallido. Con un relato claro y mesurado, Guedea explica el debate que tradujo en términos novohispanos la crisis política de la monarquía. Al ritmo del arribo de noticias y enviados, los argumentos se fueron radicalizando y dejaron ver la distancia entre las distintas visiones de la crisis y del papel de América y de los súbditos americanos en ella. El abrupto degüello de la alternativa juntista mediante un golpe de estado que abrió la puerta a la violencia política, envió a la clandestinidad la discusión de las alternativas y aumentó presión a la olla que explotó en 1810 con una inédita rebelión masiva y popular.  

Una parte sustancial de la renovación historiográfica de las independencias tuvo que ver, desde la década de los 1990, con el estudio de la representación política. De esta forma quedó claro que uno de los pilares de la revolución fue la experimentación de muy diversos proyectos y diseños de sistemas representativos dentro de los cuales latía la figura del ciudadano. Producto de un proyecto colectivo especialmente fructífero que muestra dicha renovación y que ha arrojado valiosa luz sobre las prácticas electorales del siglo XIX mexicano, este capítulo de Matilde Souto tiene la virtud de explicar con paciencia didáctica la cultura política en la que se erigió la representación moderna. Así queda claro que las prácticas del liberalismo desatadas en el contexto del proceso independentista solo pueden ser entendidas a cabalidad si se considera el mundo corporativo, jerárquico y privilegiado de la monarquía española que las engendró. La organización del voto, las concepciones del universo electoral (con sus muy dicientes exclusiones y requisitos) y las movilizaciones políticas y mecanismos que rodearon el ejercicio electoral muestran la distancia entre un régimen y otro pero también la forma en que el antiguo orden de cosas condicionó las innovaciones del naciente constitucionalismo.

Por su parte, Michael T. Ducey ofrece una cara complementaria de la transformación de la representación política de aquellos años: la de los pueblos insurgentes. Vista desde las capas medias y bajas de la rebelión, Ducey nos obliga a recordar que el hispanoamericano de principios del XIX era un mundo abrumadoramente rural. Las elecciones pueblerinas en plena guerra es una vía fascinante y expresiva para entender no solo las bases de la rebelión sino más aún las condiciones en que se cimentó del Estado moderno. Aquí aparecen, entre otros problemas, el surgimiento de liderazgos locales (muchos a través de las armas); la importancia de los curas en la vida de las comunidades; el peso del voto corporativo (ahí también) y la ritualidad de las experiencias electorales.

Erika Pani disecciona las ambigüedades del liberalismo, de la ciudadanía, de la igualdad y del estado moderno con relación a las mujeres y su lugar en la vida política. En su artículo, Pani revela a través de la necesaria perspectiva de género las implicaciones de las identidades políticas y las anomalías y exclusiones de la supuesta universalidad del discurso liberal. De esta manera, la autora supera la historiografía anecdótica empeñada en encontrar heroínas al servicio de la patria para, en cambio, cuestionar –a partir del caso mexicano– las desigualdades de los supuestos básicos con que se proyectó el poder, el espacio público y el cuerpo político del tiempo de las independencias. Género, clase y raza modelaron el imaginario político del estado nacional decimonónico. A través de actitudes de mujeres concretas y actos de represión o prácticas políticas o religiosas, Pani explica percepciones, expectativas y valores alrededor de la figura de la mujer en el contexto de la guerra civil y las primeras décadas independientes.

Juan Ortiz es uno de los especialistas que más ha enfatizado la importancia de considerar la faceta bélica del proceso independentista. La independencia fue, entre otras muchas cosas, en Nueva España como en buena parte de Hispanoamérica, una guerra o distintos tipos de guerras. En este trabajo Ortiz propone entender el conflicto novohispano a través del tamiz de la guerra civil. En esta sustanciosa síntesis Ortiz muestra las contradicciones y profundas divisiones políticas y sociales con que se desarrolló el conflicto y algunas de sus muchas particularidades regionales.

El artículo de Marco Landavazo escudriña las prácticas y lenguajes de la violencia insurgente. El odio al gachupín aparece aquí como uno de los rasgos más característicos y estremecedores de la rebelión, pero también sirve al autor para mostrar las posibilidades de una historia sociocultural de la guerra. Discursos vengativos y condenatorios y prácticas justicieras y sanguinarias de ese peculiar terror novohispano permiten asomarse a un plano repulsivo pero central de la guerra. De este modo, Landavazo ayuda a comprender fenómenos como la construcción del enemigo, la conformación de la identidad combativa, el uso del miedo y el papel que tuvo en todo ello el rumor.

Y de la violencia a la enfermedad que, como se sabe, mató más gente que las armas en aquellos años. El capítulo de María del Carmen Sánchez Uriarte coloca en el punto de mira la doble hélice formada por la guerra y la enfermedad. El texto se vale de la gravísima epidemia que asoló las regiones centrales de la Nueva España en 1813 para estudiar sus hondos impactos demográficos, sociales, económicos, políticos y fiscales. Desatada en un episodio militar (el sitio de Cuautla de 1812), la epidemia de tifo –o las “fiebres misteriosas” como se les conoció entonces– incidió en todos los frentes: en la insurgencia, en la contrainsurgencia y en la dificultosa observancia del frágil régimen constitucional gaditano que se encontraba vigente. De esta manera, Sánchez Uriarte recupera la historiografía de la salud para evaluar, a través de sus reacciones ante la enfermedad y la devastación, el tipo de Estado, de sociedad y de movilización de recursos con que se encararon estos problemas.

En efecto, la guerra es movilización de recursos. El capítulo de Ernest Sánchez Santiró ofrece una utilísima recuperación crítica de historiografías tan necesarias como aparentemente áridas, como lo son las de la historia económica y fiscal. Sólidamente fundamentado, el texto matiza, discute, señala vacíos y estimula preguntas en un horizonte temático notablemente fértil que va del impacto demográfico de la guerra a las migraciones interiores; del contrabando a la apertura de nuevos circuitos comerciales; de la importancia de la pérdida de control de los caminos al florecimiento de regiones y puertos que, por derivación, resultaron beneficiados. En última instancia el texto presenta un recorrido didáctico por la política fiscal que buscó hacer frente a la guerra, explicando la diversidad de impuestos de que se echó mano y la creatividad institucional a que dieron lugar.

El texto de William B. Taylor toca uno de los aspectos más llamativos del proceso independentista mexicano: el peso de la religión y en particular el del culto guadalupano. Emblema de la rebelión y luego parte constitutiva de la identidad nacional, la Virgen de Guadalupe ha quedado asociada en la tradición nacionalista a la insurgencia y a su principal dirigente, el cura Miguel Hidalgo. Ricamente documentado, el texto de Taylor explica el contexto y el origen de esas expresiones ciertamente religiosas pero sobre todo políticas que aparecieron durante el conflicto. Para ello, el capítulo se remonta a la promoción eclesiástica del culto guadalupano que ocasionó su disparado crecimiento en el siglo XVIII. Taylor propone que el guadalupanismo de aquellos años ni fue un fenómeno de peregrinaje ni fue un monopolio insurgente. Las eruditas consideraciones sobre la Guadalupana se realzan y enriquecen en el texto de Taylor mediante el contraste con el culto a la Virgen de los Remedios. Tradicionalmente asociada a la fidelidad realista española, aquí queda mejor explicado el lugar de dicha devoción en el imaginario novohispano y particularmente en el entorno de la ciudad de México. De este modo, a través de dos significativos cultos marianos, el capítulo ofrece una colorida perspectiva de las implicaciones de la religión en la cultura política con que se transitó del orden colonial al nacional.

Finalmente, el texto de mi autoría que me atrevo a incluir en este dossier pretendió sintetizar una interpretación sobre la coyuntura final del conflicto que supuso la ruptura independentista en 1821 y el consecuente establecimiento del Imperio Mexicano. Se trata de una de las etapas más estigmatizadas y peor comprendidas que, debido a su peculiar y reciente bicentenario, ha cobrado en estos últimos años nuevo protagonismo historiográfico. Sin mayores pretensiones innovadoras o concluyentes, el capítulo acaso lo que busca es problematizar el contexto y los elementos con que una independencia como la de 1821 pudo ocurrir. Con ese propósito destaco el mundo euro-atlántico de las restauraciones postnapoleónicas; la cultura constitucional que se fue moldeando con base en multitud de experiencias necesariamente imperfectas y asombrosamente semejantes; la cultura de guerra que creó, conflagración mediante, un repertorio de acciones colectivas y una manera de relacionarse con el poder que se vino a inscribir en la médula de toda Hispanoamérica por décadas; y las particularidades que explican el movimiento armado independentista que puso punto final a la existencia de la Nueva España.

Como puede verse, las temáticas de esta selección son diversísimas y heterogéneas. Constituyen apenas una muestra mínima del tipo de abordajes que en este siglo XXI se han estado produciendo en una vigorosa historiografía que ha abandonado los anacrónicos límites nacionales y se encuentra en plena sintonía –y con frecuencia en diálogo explícito y con espíritu comparativo–  en toda Latinoamérica. Confío en que con esta introducción y sobre todo con la nueva puesta en circulación de estos textos se potencien dichos diálogos y se conozcan y discutan estos temas.

Textos seleccionados para el Dossier:

Guedea, Virginia (2007). La Nueva España. En Manuel Chust (coord.), 1808. La eclosión juntera en el mundo hispánico, México, Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México, pp. 84-104.

Souto Mantecón, Matilde (2019).  ¿La inocente plebe seducida?: La organización y movilización del voto en el mundo corporativo novohispano. En Fausta Gantús y Alicia Salmerón (coords.), Campañas, agitación y clubes electorales. Organización y movilización del voto en el largo siglo XIX mexicano, México, INEHRM / Instituto Mora, pp. 31-84.

Ducey, Michael T. (2019). Gobierno, legitimidad y movilización: aspectos de la vida electoral en tiempos insurgentes. Historia Mexicana, v. 68, n. 4, pp. 1593-1638.

Pani, Erika (2006). “Ciudadana y muy ciudadana”? Women and the State in Independent Mexico, 1810-30. Gender & History, v. 18, n. 1, abril 2006, pp. 5-19.

Ortiz Escamilla, Juan (2014). La guerra civil de 1810 en México. En Pilar Gonzalbo Aizpuru y Andrés Lira González (coords.), México, 1808-1821. Las ideas y los hombres, México, El Colegio de México, pp. 393-422.

Landavazo, Marco Antonio (2009). Para una historia social de la violencia insurgente: el odio al gachupín”. Historia Mexicana, v. 59, n. 1, jul-sep., pp. 195-225.

Sánchez Uriarte, María del Carmen (2013). Entre la salud pública y la salvaguarda del reino. Las fiebres misteriosas de 1813 y la guerra de independencia en la Intendencia de México. En América Molina, Lourdes Márquez Morfín, Claudia Patricia Pardo Hernández (eds.), El miedo a morir. Epidemias, endemias y pandemias en México: análisis de larga duración, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Dr. José María Luis Mora, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2013, pp. 51-74.

Sánchez Santiró, Ernest (2014). Economía y fiscalidad en la guerra de Independencia. Nueva España (1810-1821). En Jorge Gelman, Enroque Llopis y Carlos Marichal (coords.), Iberoamérica y España antes de las independencias: 1700-1820: crecimiento, reformas y crisis, México, Instituto Mora / Conacyt / El Colegio de México, 2014, pp. 163-224.

Taylor, William B. (2007). La Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora de los Remedios y la cultura política del periodo de Independencia. En Alicia Mayer (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Retos y perspectivas, 2 v., México, UNAM, 2007, tomo II, pp. 213-238.

Moreno Gutiérrez, Rodrigo (202. Una interpretación de la independencia mexicana de 1821”. En Ana Carolina Ibarra, Juan Ortiz Escamilla y Alicia Tecuanhuey (coords.), La consumación de la independencia. Nuevas interpretaciones (homenaje a Carlos Herrejón), Xalapa, Universidad Veracruzana/IIH-UNAM/El Colegio de Michoacán, pp. 141-168.


[1] Ensayé un breve balance en “La historiografía del siglo XXI sobre la independencia de México”, dossier “Tendencias actuales de la historiografía”, HistoriAgenda, [Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM], n. 38, Cuarta Época, octubre 2018-marzo 2019, pp. 24-35. Disponible libremente en la dirección: https://revistas.unam.mx/index.php/historiagenda/article/download/69471/61292/204404,

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Dossier | Nuevos enfoques sobre la ocupación luso-brasileña en la Provincia Oriental (1817-1830) https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-nuevos-enfoques-sobre-la-ocupacion-luso-brasilena-en-la-provincia-oriental-1817-1830/ Tue, 22 Oct 2019 19:26:28 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3935 ISSN sección Dossier 2618-415x

 

Dossier | Nuevos enfoques sobre la ocupación luso-brasileña en la Provincia Oriental (1817-1830)


Nicolás Duffau (Instituto de Historia-FHCE/UdelaR) y Pablo Ferreira (Instituto de Historia-FHCE/UdelaR)

 

El Virreinato del Río de la Plata inició un paulatino proceso de desintegración a partir de la crisis imperial y el comienzo del período revolucionario en 1810. En ese marco, Montevideo se consolidó hasta 1814 como una de las principales ciudades que adhirió al Consejo de Regencia. A su vez, las fuerzas revolucionarias tuvieron dos componentes: por un lado, los ejércitos enviados por los gobiernos “insurgentes” formados en Buenos Aires, y por otro las fuerzas que se organizaron en la campaña oriental y que encontraron un referente en la figura de José Gervasio Artigas. La movilización que lideró el artiguismo canalizó variadas adhesiones, reclamos y aspiraciones, que involucraron a las elites urbanas y rurales, pero también a los sectores populares. La participación de estos últimos favoreció el estallido de conflictos vinculados a la apropiación de la tierra, los recursos naturales, las disputas jurisdiccionales y la discusión sobre la situación de esclavizados y amerindios.

Entre 1815 e inicios de 1817 los orientales controlaron el conjunto de la Provincia y alcanzaron a extender su propuesta federal a diversas provincias de la región litoral de los ríos Uruguay y Paraná conformando lo que se denominó como el Sistema de los Pueblos Libres, una alianza ofensiva defensiva que enfrentó las propuestas centralistas de Buenos Aires y que reivindicó la soberanía particular de los pueblos. La defensa de estos principios, sumada al igualitarismo y a la política agraria artiguista generó alarma y preocupación en las elites rioplatenses, en parte de los habitantes de Montevideo, en la facción centralista y unitaria de las Provincias Unidas y en las autoridades luso-brasileñas. Estas últimas temían la extensión del clima revolucionario en una zona fronteriza e invadieron el territorio oriental en 1816. La guerra en la Provincia finalizó en 1820, tras la derrota del artiguismo y el control luso del conjunto del territorio.

Un Congreso General Extraordinario, que se reunió entre julio y agosto de 1821 en Montevideo, definió la incorporación del territorio oriental al Reino de Portugal, Brasil y Algarve y, al mismo tiempo, mantuvo a Carlos Federico Lecor, jefe del Ejército Pacificador, como Capitán General del espacio que pasó a denominarse Provincia Cisplatina. Las resoluciones del Congreso encontraron oposición entre algunos grupos locales, a lo que se agregó la politización creciente dentro del ejército de ocupación. Asimismo, la revolución liberal de Oporto (24 de agosto de 1820) reclamó la convocatoria a las Cortes y solicitó el regreso inmediato de Juan VI, quien se encontraba en Brasil desde 1808, a donde había llegado tras escapar de la invasión napoleónica. En marzo de 1821 Juan VI nombró a su hijo Pedro como príncipe regente de Brasil y al mes siguiente partió de regreso a Lisboa. El 30 de setiembre del mismo año las Cortes aprobaron un decreto que subordinaba a Pedro a la metrópoli, decisión que provocó rechazos en territorio brasileño.

Finalmente, el príncipe decidió permanecer en Brasil, iniciando el proceso de ruptura definitiva con la corona portuguesa, que lo llevó a ser proclamado emperador el 12 de octubre de 1822. Lecor juró fidelidad al nuevo monarca y de esta forma la Provincia Cisplatina pasó a ser parte del Imperio del Brasil, provocando una división en las fuerzas de ocupación que, en forma mayoritaria, reclamaron regresar a Portugal (situación que se produjo recién en 1824, con el retiro de las tropas partidarias de las Cortes y de Juan VI). El nuevo escenario reconfiguró la posición de las elites locales; una parte respaldó la unión con Brasil, mientras que otro sector se mostró partidario de alcanzar una alianza con las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El desembarco en abril de 1825 de un grupo de jefes militares orientales provenientes mayoritariamente de Buenos Aires, inició un movimiento revolucionario que instaló un Gobierno Provisorio y decretó la independencia del rey de Portugal, del emperador del Brasil y en simultáneo la unión de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas. El reconocimiento de esta decisión por parte de Buenos Aires desató un nuevo conflicto bélico con el Brasil. La mediación británica y las negociaciones entre enviados bonaerenses y brasileños finalizaron con la decisión de crear en territorio oriental un Estado independiente. Entre agosto y octubre de 1828 se alcanzó un acuerdo de paz sobre la base de la independencia, la libre navegación del Río de la Plata y de los afluentes por barcos de las Provincias Unidas y del Imperio del Brasil y el retiro de las tropas imperiales que se concretó definitivamente en enero de 1829.

Pese a este contexto convulso, por momentos confuso, el período luso brasileño no ha sido objeto principal de interés de la historiografía uruguaya. El tramo cronológico que va de 1817 a 1830 ha recibido poca atención y los estudios sobre los procesos ocurridos en ese período son más bien escasos o presentan los acontecimientos como una suerte de etapa intermedia entre la independencia y el surgimiento del Estado Oriental. A su vez, la resistencia a la presencia luso-brasileña es analizada como un movimiento homogéneo, cuando, por el contrario, sería importante considerar las alternativas políticas propuestas, que no siempre fueron coincidentes.

A eso se agrega que algunos de los trabajos monográficos más relevantes como los de Mario Falcao Espalter (1919), Juan Pivel Devoto (1936), Flavio García (1956), Martha Campos (1972 y 1978) y Alfredo Castellanos (1975) ya tienen varias décadas y están marcados por una fuerte impronta nacionalista. No obstante, dos estudios de la década de 1970 resultan fundamentales en la medida que abrieron nuevas perspectivas, otorgándole consistencia a estos años como período en sí y no en tanto mero preámbulo de la etapa subsiguiente. En 1971, Lucía Sala, Julio Rodríguez, Nelson de la Torre y Rosa Alonso publicaron La oligarquía oriental en la Cisplatina, una lectura de larga duración sobre las opciones políticas de las élites orientales y sus alianzas para restablecer el orden social en la Provincia tras la experiencia del radicalismo artiguista.[1] En 1975, Carlos Real de Azúa escribió un texto (publicado en forma póstuma en 1991) donde analizó críticamente las lecturas sobre el origen de la nacionalidad uruguaya e incluyó un capítulo sobre la etapa Cisplatina en que caracterizó los posicionamientos de los “notables” e insistió en la coexistencia de varios proyectos políticos.[2]

En un período más reciente, y en diálogo con la renovación historiográfica en la región, deberíamos situar el trabajo de Ana Frega en que destaca cómo la presencia luso-brasileña no interrumpió el proceso de formación de un “Estado Provincial” en la Banda Oriental, sino que, por el contrario, lo profundizó.[3] Este enfoque contribuyó a reexaminar la ocupación luso-brasileña como parte de un proceso histórico más amplio, que se inició con la revolución y que continuó luego de la jura de la primera Constitución en 1830.

El Dossier se compone de ocho textos publicados entre 2015 y 2018, que podríamos incluir en esa línea de renovación y que en la mayor parte de los casos son producto de proyectos de investigación coordinados por Ana Frega o resultado de tesis de posgrado concluidas o en curso.

En su artículo, Pablo Ferreira analiza el tramo final de la administración artiguista sobre la Provincia Oriental y los preámbulos de la invasión portuguesa. Estudia la formación de las milicias cívicas entre 1815 y 1817, abordando sus procesos de politización a partir de un frustrado intento de rebelión. Siguiendo con el análisis sobre las formas de participación política, Santiago Delgado estudia las relaciones entre las fuerzas en armas y las autoridades civiles del departamento de Maldonado desde el comienzo de la invasión portuguesa hasta 1824.

Inés Cuadro profundiza en un episodio de 1819 que provocó la detención de un centenar de personas, partidarias de una expedición española de reconquista del territorio oriental, y estudia la interacción entre los españoles, las elites locales y las fuerzas lusas. Este análisis de los grupos o facciones políticas se complementa con el trabajo de Ana Frega, quien parte de las revoluciones liberales en España y Portugal y estudia la circulación de noticias en la prensa, panfletos o cartas particulares y su repercusión en el posicionamiento de las elites montevideanas, así como en la politización de las fuerzas de guerra.

En la línea de entendimiento de las consecuencias del proceso constitucionalista en la Península Ibérica, Wilson González sigue el caso de El Pacífico Oriental de Montevideo a través del cual analiza la situación de la prensa durante la Cisplatina, las discusiones sobre la libertad de imprenta y la relación que las autoridades imperiales entablaron con la circulación de información. Tomando también a la prensa como principal fuente de estudio, el historiador brasileño Murilo Dias Winter analiza el proceso de independencia del Brasil en la Provincia Cisplatina, valorando las diversas alternativas de futuro, los proyectos políticos gestados y los conflictos que se abrieron en el proceso entre 1821 y 1824.

Por su parte, Nicolás Duffau analiza las reformas judiciales impulsadas por la administración luso-brasileña e intenta rastrear sus continuidades en el período republicano. Finalmente, siguiendo la línea de análisis del funcionamiento judicial, el trabajo de Daniel Fessler explora el rol de la justicia militar y criminal durante la ocupación, con énfasis en el trato conferido a los soldados que cometieron delitos.

 

Textos seleccionados para el dossier

 

Cuadro, Inés (2018). Los Imperios Ibéricos en Montevideo (1817-1820). Los avatares del “partido fernandista”. En Ana Frega, La vida política en Montevideo: elites y sectores populares en tiempos de revolución (pp. 77-116). Montevideo: Comisión Sectorial de Investigación Científica, Universidad de la República.

Delgado, Santiago (2016). Pueblos y fuerzas en armas en Maldonado durante la construcción provincial (1816-1824). Americania, 4, pp. 277-307.

Dias Winter, Murillo (2017). Os negócios neste reino exigem atenção: apontamentos sobre a independência do Brasil na província Cisplatina (1821-1824). En Jonas M. Vargas, Belicosas fronteiras: contribuições recentes sobre política, economia e escravidão em sociedades americanas (século XIX) (pp. 29-48). Porto Alegre: Editora Fi.

Duffau, Nicolás (2018). La administración de justicia en la Provincia Oriental durante la ocupación luso-brasileña (1817-1829). Tiempo Histórico, 15, pp. 15-41.

Ferreira, Pablo (2016). Ciudadanos en armas. La experiencia de la milicia cívica en Montevideo, 1815-1817. Claves. Revista de Historia, 2, pp. 9-45. Recuperado de http://www.revistaclaves.fhuce.edu.uy/index.php/Claves-FHCE/article/view/86

Fessler, Daniel (2018). Militares y “malhechores” entre la justicia militar y la justicia criminal. Passagens. Revista Internacional de História Política e Cultura Jurídica, 10, pp. 4-23.

Frega, Ana (2015). Proyectos políticos y faccionalismo militar. Ecos de las crisis de la monarquía portuguesa en Montevideo, 1820-1824. Illes i Imperis, 17, pp. 57-90.

González, Wilson (2016). La prensa en tiempos de la Provincia Cisplatina. El Pacífico Oriental de Montevideo y los ecos del constitucionalismo portugués en el Río de la Plata. Improntas de la historia y la comunicación, 2, pp. 1-33. Recuperado de http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/improntas/index

 

[1] Rosa Alonso, Nelson de la Torre, Julio Rodríguez, Lucía Sala, La oligarquía oriental en la Cisplatina, Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1971.

[2] Carlos Real de Azúa, Los orígenes de la nacionalidad uruguaya, Montevideo, Arca, 1991.

[3] Ana Frega, Pueblos y soberanía en la revolución artiguista. La región de Santo Domingo Soriano desde fines de la colonia a la ocupación portuguesa, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2007, p. 330.

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Dossier. Las Provincias antes de la Nación en la Argentina. Entre la soberanía, la autonomía y la independencia https://historiapolitica.com/dossiers/provincias-ante-la-nacion/ Wed, 06 Jan 2016 17:27:22 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3254 Las Provincias antes de la Nación en la Argentina. Entre la soberanía, la autonomía y la independencia

 

Valentina Ayrolo & Geneviève Verdo

 

La elección de un título implica una decisión de corte conceptual, por esa razón empezaremos aclarando este punto ¿Por qué llamamos a este dossier “las Provincias antes de la Nación”? La respuesta encierra a nuestro juicio parte de lo que pretendemos plantear aquí: la importancia de atender y considerar las experiencias de las Provincias en tanto unidades soberanas. Esos espacios, planteados, estudiados y denominados como “Provincia-región” (p. 26) o “Estados provinciales” (p. 47) por José Carlos Chiaramonte -en un trabajo pionero de 1983, editado como libro en 1991, que incluimos en este dossier-, son los que nos interesan.
La crisis imperial abierta por los sucesos de 1808 en la Península puso la cuestión de la soberanía en primer plano. Frente a estos acontecimientos los Pueblos la reclamaron utilizando la idea de su retroversión. No obstante, lograr un acuerdo acerca del sujeto de imputación soberano no fue fácil. Sobre todo porque, como bien ha destacado Antonio Annino en un texto incluido aquí, “Las nuevas repúblicas no heredaron la soberanía de la Monarquía católica, sino que debieron reconstruirla desde dentro, haciendo suyos viejos y nuevos poderes territoriales de los que se habían apoderado gracias al colapso del Imperio”. En este marco, y siguiendo al mismo autor, se habría producido una segunda revolución, la de las comunidades locales, revolución “mucho más silenciosa que la primera” y que “durante algunos decenios les dio fuerza contractual con el Estado superior a la que disfrutaron durante la época colonial” (p. 235). Son estos los motivos que explican las luchas y revelan las diferentes comprensiones acerca de cómo debían organizarse políticamente las flamantes entidades políticas. Allí se darán cita, federales/confederales y unitarios.
En el Río de la Plata, luego del impacto de los acontecimientos de fines de mayo de 1810, la unidad se mantiene durante la primera década revolucionaria al contrario de lo que ocurre en otros escenarios como el neo-granadino, donde cada ciudad formó su propio gobierno. Sin embargo, los conflictos que no cesaban entre las diversas tendencias, federales/confederales y el Directorio, van a fisurar el poder central provocando la pérdida de su legitimidad. En 1820, un ciclo se había cerrado. A partir de allí se impone al historiador, seguir la pista de la soberanía – y más aún, de su retroversión – para entender la construcción política del espacio rioplatense en la primera mitad del siglo XIX.
Las experiencias políticas de la segunda década del siglo XIX se fundaron en el uso de la soberanía como atributo propio de cada provincia. Desde ese momento, según Agüero, la soberanía provincial fue la contracara de la soberanía nacional (Agüero, 2014: 5). Según explica este autor, en el texto que incluimos en este dossier, la indistinción entre “autonomía” y “soberanía” fue el resultado de un desplazamiento conceptual históricamente determinado que llevó a naturalizar su sinonimia. La mitad del siglo XIX trajo la primera experiencia de unidad política de la mayoría de las Provincias, que sellaran su compromiso por medio de una carta constitucional en la cual la tensión entre las dos soberanías, la nacional y la provincial, no quedaba resuelta, no obstante el camino comenzaba a andarse.
La selección de textos que sigue responde a un enfoque e intenta plantear desde varios ángulos, la cuestión de cómo funcionaron las Provincias en tanto entidades soberanas antes de crear la Nación. Por un lado, la inclusión del texto de Pablo Buchbinder interesa ya que subraya los clásicos enfoques historiográficos que se ocuparon de cimentar una historia de la Argentina construida sobre “la idea de la preexistencia de la Nación sobre los estados provinciales” y que creó “una imagen del proceso de construcción de la nación y [d]el orden institucional argentino otorgando un lugar de privilegio a la acción de Buenos Aires y soslayando la participación de las provincias” (Buchbinder, 1993: 85). Esta historia liberal, escrita durante la segunda parte del siglo XIX, puso la Nación en el primer plano de la historia como si siempre hubiera existido en tanto unidad intrínseca, que los caudillos rompieron en los años 1820. A partir de allí, las Provincias, en tanto unidades políticas, parecen desdibujarse. Por otra parte, seleccionamos tres trabajos que llaman la atención sobre las cuestiones básicas que se deben considerar a la hora de hablar de las Provincias: la soberanía y sus distintas acepciones (Annino), la organización política en relación con las condiciones socio-económicas (Chiaramonte) y las lecturas del proceso, su instrumentalización y su alcance (Agüero).
Finalmente elegimos cinco casos que nos remiten a las cuestiones aquí planteadas. Gracias al desarrollo de los estudios sobre la primera mitad del siglo XIX hoy estamos en condiciones de brindar un cuadro de situación bastante completo de las Provincias. El primer caso, Córdoba, será presentado muy someramente en esta introducción y sólo a modo de ejemplo. Por ser el que estas dos coordinadoras conocen mejor, servirá de plataforma inicial. Luego, para el dossier, elegimos los casos de: Tucumán, Buenos Aires, Mendoza y la Provincia Oriental, cuatro ejemplos representativos de las distintas maneras en que se delinea la soberanía provincial y de las perspectivas que plantea.
En 1810, ante el estallido revolucionario en Buenos Aires, el Cabildo de Córdoba reclama su igualdad frente al de la ciudad puerto y por ello pretende retrovertida la soberanía a su cuerpo político. Sin embargo, rápidamente y presionada por el ejército que la ocupa se alinea con la Revolución (Ayrolo, 2011). Mil ochocientos quince representa una nueva oportunidad para la Provincia que de la mano del proyecto de los Pueblos Libres declara una efímera pero decidida independencia, por medio de la cual su gobernador pretende incluirse en el proyecto americano (Verdo, 2006 y Ayrolo, 2008). Pero el momento crucial de la experiencia política cordobesa lo marca el año de 1820 y la llegada al poder de Juan Bautista Bustos. Ese es el momento en el que Córdoba intenta convertirse en el núcleo de la reorganización política bajo el lema federal (Ayrolo, 2007 y Verdo, 2006). Así, inicia su proceso de construcción institucional participando de un movimiento que la excede y que alcanza muchas de las futuras Provincias.
La creación de nuevas instituciones, empezando por la Junta de Representantes, la reorganización de toda la estructura institucional en el marco de un territorio que ya no era sólo el de la ciudad sino el de la Provincia, la sanción de un Reglamento Provisorio en 1821 (soberanía, elecciones, etc.), la reorganización de la justicia (reglamento de 1823), la creación de una policía (1823), la supresión del Cabildo a finales de 1824, la reorganización del territorio con la separación de La Rioja que implicó el desmantelamiento de la Intendencia y la consolidación de la frontera (expediciones contra los Indios) son algunas de las cuestiones que se resolvieron mientras Córdoba se construía como Provincia (Verdo, 2014). Mientras la clase política cordobesa se ocupaba de arreglar su orden interno, de cara al exterior planeaba un Congreso que encaminase la organización de las Provincias nacidas a partir de 1820. Su reunión fue imposible, por motivos que sería largo enumerar pero que incluyen el hecho de que todas las Provincias estaban intentando instalar la gobernabilidad en sus territorios a partir de sus propios recursos y siguiendo caminos conocidos.
Resolver la cuestión de la gobernabilidad llevó a las Provincias a ensayar diversas maneras de alcanzarla y sostenerla. En el caso tucumano estudiado por Gabriela Tío Vallejo, la gobernabilidad parece alcanzarse, no sin contratiempos, a partir de la militarización de la sociedad y de los procesos electorales que iban de la mano de ésta. Este proceso se habría acompañado de mecanismos de legitimación como los pronunciamientos y las elecciones. Esto no impidió sino que colaboró para que en la segunda década del siglo XIX, se diera un proceso institucional igual al de las demás provincias. Éste implicó la promulgación de una constitución (aunque de corta duración), la creación de una Junta de Representantes, la supresión del Cabildo (cuando este abandonó su función de centro de control territorial-elitario y quedó remitido al ámbito municipal), la reorganización de la justicia, etc. En este camino, minado por la miseria fiscal y la exigüidad de la clase política local, cobraron importancia los agentes intermedios de ese “estado” (jefes militares, jueces y sacerdotes) quienes encarnaran las verdaderas posibilidades de hacer gobernable a Tucumán.
El caso de Buenos Aires, es diferente. No sólo por el lugar que le cupo durante la primera década revolucionaria, sino también porque heredó -como Córdoba- un aparato institucional más desarrollado. La inclusión en el dossier del capítulo tres del libro de Marcela Ternavasio La revolución del voto, dedicado a la ley electoral de 1821, refuerza nuestra convicción metodológica de considerar a Buenos Aires como una Provincia entre otras. Su experiencia política de los años 1820 es similar a la del resto aunque, como mencionamos, dado el piso de inicio de ésta el alcance de las medidas llevadas a cabo fue mayor. La ley electoral de 1821 es una prueba de ello. El régimen electoral que impuso intentó responder a dos problemas ligados entre sí: la movilización popular llevada a cabo en las asambleas y, por otra parte, la escasa participación electoral de la población. La ley electoral al suprimir el mandato imperativo, da origen a un nuevo sujeto de soberanía, encarnado por el Estado de Buenos Aires.
La elecciones, y por ende la representación de la soberanía, son también el tema central del trabajo de Inés Cuadro Cawen sobre la Provincia Oriental. El texto destaca sobre todo el papel central de la Sala de Representantes en la configuración de “una nueva estructura organizativa político-administrativa sobre los territorios que ya se habían liberado del dominio brasileño, a los efectos de ir legitimando su autoridad y de este modo asumir los costos económicos y sociales que la guerra demandaba”(p. 68). Aunque no fue desde una óptica de independencia política absoluta, las medidas tomadas generaron un proceso similar al que vivía el resto de las Provincias: supresión de los Cabildos, creación de una Asamblea de Representantes, reformas de la justicia, de la policía y nuevos empleos remunerados, reforma fiscal, etc. En este caso, como en los de Córdoba y Tucumán, la perspectiva de incluirse en una organización mayor aparece de la mano de su participación conflictiva en el Congreso reunido en 1824 y en el reconocimiento controvertido de la Constitución de 1826. Incluir la Provincia Oriental en el dossier nos permite recuperar la historicidad de los procesos, saliéndonos de los enfoques nacionalistas que silencian las soluciones políticas, económicas y sociales existentes e ideadas como alternativas a los Estados Nacionales.
Finalmente, el trabajo de Hernán Bransboin “Mendoza en Cuyo” capítulo cinco de su libro Mendoza Federal, expone las tentativas de Cuyo de constituirse en una unidad política, mostrando una vez más una tendencia que comparte con la experiencia tucumana de 1820-1821 (República del Tucumán analizada por Tío Vallejo en el capítulo propuesto aquí) y con la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás durante un corto periodo, entre 1825-1826.
El caso mendocino, además de repetir una cierta lógica de organización que vimos en los otros casos tendría, según Bransboin, su clave en “dos elementos convergentes: por un lado, la territorialización del ejercicio de la soberanía; y por otro, una suerte de “republicanización” de las instituciones, al ser adoptadas las instituciones republicanas como forma de gobierno” (p. 131). Los intentos de unificación de las tres provincias cuyanas bajo un mismo gobierno, entre 1821 y 1834, estarían mostrando el sustrato contractualista que guiaba las propuestas de las elites locales. Estas tentativas de unión cuyana, que se traducen por dos proyectos constitucionales (1821 y 1834) y dos tratados (San Miguel 1822 y Huanacache 1827), dan un claro ejemplo del proceso de retroversión de la soberanía y la posterior reconstitución de un conjunto político a partir de la agregación de estas comunidades.
Los textos seleccionados, claramente dicen más cosas que las que hemos enunciado aquí y sin lugar a dudas no son los únicos que dan cuenta de los fenómenos sobre los cuales nos propusimos hablar. Sin embargo, creemos que son representativos de los principales temas que implica pensar las Provincias antes de la Nación. Sobre todo, porque nos permiten examinar el proceso de construcción “nacional” más allá de los límites de la nación actual, y bajo otros paradigmas como por ejemplo, el jurisdiccional. Comprobamos así, que las etapas que anteceden al Estado Nacional argentino, son resultado de un proceso de agregación que implicó la existencia de grados intermedios entre la Provincia soberana y la Nación, esta última siendo el resultado final, pero no necesario, del proceso.

Textos seleccionados para el dossier

 

Citados en la introducción

Ayrolo, Valentina “La ciudad cooptada. Refractarios revolucionarios en Córdoba del Tucumán (1810-1816)”, Anuario IEHS, 26, 2011, pp. 11-29, ISSN 0326-9671.
Ayrolo, Valentina “La construcción de un sistema político alternativo. Córdoba durante el gobierno de Juan Bautista Bustos, 1820-1829”, en Jaime Peire (comp.) Actores, representaciones e imaginarios, nuevas perspectivas en la historia política de América Latina: Homenaje a Francois Xavier Guerra, Buenos Aires, Editorial Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2007.
Ayrolo, Valentina “Entre la Patria y los “Patriotas ala rustica” Identidades e imaginarios, armas y poder entre la independencia y la “anarquía”. Córdoba en las primeras décadas del siglo XIX”, en Fradkin, Raúl-Gelman, Jorge (comps.) Desafíos al orden. Política y sociedades rurales durante la Revolución de Independencia, PROHISTORIA, Rosario, 2008, pp. 17-35.
Verdo, Geneviève, L’indépendance argentine entre cités et nation (1808-1821) , Paris, Publications de la Sorbonne, 2006.
Verdo, Geneviève “L’organisation des souverainetés provinciales dans l’Amérique indépendante: le cas de la république de Córdoba, 1776-1827”, Annales. Histoire, Sciences Sociales, 2014/2.

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Dossier. Alto clero y política, 1809-1830. La encrucijada del poder episcopal en la Iberoamérica de las independencias https://historiapolitica.com/dossiers/alto-clero-y-politica/ Wed, 25 Feb 2015 14:39:43 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=2807 Alto clero y política, 1809-1830. La encrucijada del poder episcopal en la Iberoamérica de las independencias

 

María Laura Mazzoni (CONICET-Inst. Ravignani) y Consolación Fernández Mellén (Universidad del País Vasco – Università degli Studi Roma Tre) {{1}}

 

La historia de la iglesia en Iberoamérica ha sido desde hace algunos años objeto de revisión de los historiadores. A partir de las décadas de 1970 y 1980, la historia social y política llamó la atención sobre el gran peso que la religión había tenido en las sociedades pre-contemporáneas, y se volcó a analizar lo que hasta ese momento había sido un tema menor y analizado generalmente por historiadores pertenecientes al ámbito confesional (Bruno 1970; Tonda 2009). Estos estudios, de tono apologético, y usualmente, permeados por un afán acontecimental y un acercamiento poco crítico a las fuentes, tienen la ventaja de contar con un exhaustivo trabajo heurístico y una muy variada cantidad de documentos, muchas veces inaccesibles para el historiador ajeno a la institución eclesiástica. En este sentido, la jerarquía eclesiástica ha sido objeto de estudio de episcopologios (López Martín 1999) y obras monumentales sobre la iglesia en América y en la península, que analizan a estos actores políticos en tanto pro hombres de la Iglesia de vida ejemplar. Los nuevos estudios de historia eclesiástica han considerado a la religión católica y a la Iglesia como instituciones sociales articuladoras de la sociedad y la política en el antiguo régimen. Asimismo, la conmemoración de las independencias americanas ha impulsado la aparición en los últimos años de numerosos estudios acerca del papel del clero en el proceso americano (Gallo, Calvo, y Di Stefano 2002; Ayrolo 2006; Taylor 1995; Connaughton 2008; Amores Carredano 2009; Ayrolo, Barral, y Di Stefano 2012). No obstante, con la excepción de México (Brading 1994; Pérez Puente 2012), Argentina (Di Stefano 1999; Di Stefano 2004; Martínez 2013; Mazzoni 2013) y Brasil (Sales Souza 2008; Sales Souza 2006), donde muchos especialistas y grupos de investigación se han concentrado en la iglesia y el clero exclusivamente, y en particular de los prelados americanos, para otros espacios iberoamericanos la administración diocesana aun es un campo por explorar. Sin embargo, no existe ningún trabajo que aborde en su conjunto la actuación de los obispos americanos. En general, la jerarquía eclesiástica fue analizada teniendo en cuenta su mayoritaria adhesión a la causa realista (Amores Carredano 2009). En este sentido, el propósito de este dossier surge de la necesidad de reunir artículos editados en diferentes publicaciones sobre el episcopado iberoamericano, que contribuyan a entender y contextualizar su posicionamiento ante los violentos acontecimientos que se sucedieron en América tras la crisis de la monarquía de 1808. La política eclesiástica de las coronas ibéricas desde el siglo XVIII tendió a la preconización de obispos regalistas para las sedes americanas, que fueron activos colaboradores del programa reformista ilustrado. A partir de un análisis proposográfico, Pedro José Paiva y Andoni Artola Renedo nos permiten conocer no sólo cuáles fueron los mecanismos de selección de estos obispos, sino también las características de este episcopado que estuvo al frente de las diócesis americanas en los años de las guerras de independencias. El primero de estos autores concluye que a finales del siglo XVIII la Corona portuguesa buscó, para ocupar las mitras vacantes, promover candidatos nuevos que carecieran de lazos sociales con la élite, y que fueron elegidos entre el funcionariado y la nobleza provincial; mientras que para el caso español el análisis de Artola Renedo muestra además cómo la selección de los obispos peninsulares y americanos estuvo regida por una tendencia episcopalista dentro de la jerarquía eclesiástica. El mayor exponente de ello lo constituye el obispo de la diócesis de La Habana, Juan José Díaz de Espada (1800- 1832). Fernández Mellén analiza el pensamiento político que aparece en las pastorales de este obispo que gobernó la diócesis antillana en unos años claves en el proceso revolucionario e independentista en América. En los escritos de Díaz de Espada, los conceptos de nación y monarquía constituyen una manifestación tardía de la constitución histórica de la monarquía. La noción de nación que defiende el prelado provenía de la filosofía escolástica y de una noción organicista de la sociedad. Con este estudio, la autora demuestra la falacia de considerar a Espada como un obispo preliberal. A diferencia de sus homólogos en el continente, este obispo fue defensor del régimen vigente en un territorio que permanecería fiel a la Corona hasta finales del XIX. Este fue el escenario que encontró en 1825, el siguiente de los protagonistas de este dossier: Pedro Gutiérrez de Cos, obispo de Huamanga, analizado por Elizabeth Hernández García. La autora retrata a este obispo piurano como uno de los representantes del “conservadurismo” en su defensa de las ideas monárquicas en el virreinato peruano. Esto no entraba en contradicción con el apoyo que prestó en su exilio al gobierno mexicano de Agustín de Iturbide, que se oponía al radicalismo liberal que representaban en ese momento las cortes españolas. De hecho, su fidelidad fue reconocida con el nombramiento como gobernador eclesiástico de la mitra de La Habana y, poco después, con la sede de Puerto Rico. Frente al exilio de Gutiérrez de Cos, nos encontramos casos en que estos obispos resistieron al frente de sus diócesis desarrollando su labor pastoral, no obstante que su declarado realismo los colocó en el punto de mira de los nuevos gobiernos. Éste es el caso del obispo de la diócesis de Córdoba entre 1805 y 1817, el español Rodrigo Antonio de Orellana, que es estudiado por Valentina Ayrolo. La autora muestra cómo la gestión eclesiástica de Orellana estuvo fuertemente condicionada por su posición contraria al gobierno revolucionario. Encarcelado por las autoridades revolucionarias entre 1810 y 1812 y posteriormente extrañado en la provincia de Santa Fe, finalmente regresó a la península para ponerse al frente de la diócesis de Ávila. Como contrapunto, tenemos el ejemplo de José Sebastián de Goyeneche, prelado del que no se incluye ningún trabajo en esta recopilación. Obispo de Arequipa desde 1817 a 1859, pertenecía a un linaje arequipeño con gran ascendente en la región. Y pese a su apoyo al bando realista, supo mantenerse en la mitra sorteando la inestable coyuntura política gracias a su gran habilidad para evitar un enfrentamiento directo con las autoridades revolucionarias –sobre todo con el general San Martín-. El prelado arequipeño logró incluso concluir una exitosa carrera eclesiástica como arzobispo de Lima, cargo en el que fue designado en 1859, y que conservó hasta su muerte, en 1872 (Rojas Ingunza 2007). Algunos de estos obispos realistas supieron ver también la conveniencia o necesidad de adaptarse a las nuevas circunstancias políticas, de manera que puede constatarse una evolución en sus posicionamientos políticos, como son los casos de Diego Antonio Navarro Martín Villodres, obispo de la diócesis de Concepción de Chile entre 1806 y 1816 y desde esa última fecha arzobispo de La Paz, o el del obispo de Puebla de los Ángeles, Antonio Joaquín Pérez, presentados por Lucrecia Enríquez y Cristina Gómez Álvarez respectivamente. Los años de formación de Antonio Navarro en el colegio de San Areopagita del Sacro Monte coinciden precisamente con aquellos en los que desde la monarquía española se impulsó la reforma de estas instituciones con el objetivo de formar en ellos a un clero regalista. El obispo Navarro llegó a su diócesis en 1810 cuando ya en la capitanía general se estaban constituyendo las primeras juntas autónomas. Si bien en un primer momento el prelado mostró una actitud prudente ante el fenómeno juntista, después se reveló como “uno de los jefes realistas más comprometidos contra la revolución de Chile” (Enríquez Agrazar 2005, 43), hasta el punto que lo encontramos reclutando gente para engrosar las filas del ejército realista. Finalmente, ya hacia 1825 Navarro trató de congraciarse con Bolívar y Sucre. Por tanto, el avance y consolidación del proceso independentista, así como las circunstancias políticas de la península, determinaron la evolución política de este episcopado. En su artículo, Gómez Álvarez presenta el caso del obispo ultramontano Antonio Joaquín Pérez como paradigma de la actitud de la jerarquía eclesiástica mexicana: de defender los derechos de Fernando VII y atacar la insurgencia, pasó a ser un bastión fundamental de la independencia como defensa frente a la política anticlerical del gobierno del trienio liberal (1821- 1823). Cierra este dossier el trabajo de Valentina Ayrolo y María Laura Mazzoni, que nos transportan nuevamente a la diócesis de Córdoba de la mano del obispo Benito Lascano (1831- 1836). Las autoras presentan a un prelado cuya fidelidad no oscila ya entre la defensa de la causa real o patriótica; la independencia se ha consolidado y el debate en el otrora territorio del Virreinato de Rio de la Plata se centra en las diferentes formas de entender el federalismo de la nueva república. Lascano supo aprovechar la coyuntura revolucionaria y, gracias a su relación con el vicario apostólico Giovanni Muzzi desde 1824, consiguió ser designado vicario apostólico in partibus de Comanén y vicario apostólico de sede cordobesa. A estas alturas, el principal problema al que tuvo que hacer frente el episcopado americano fue el de defender unas prerrogativas episcopales que les habían concedido los papas, frente a las pretensiones de las autoridades republicanas por arrogarse los mismos derechos de patronato que antes habían gozado los reyes españoles. El conflicto entre Lascano y el gobernador de Córdoba, José Vicente Reynafe, es un claro ejemplo de ello. Los artículos aquí reunidos constituyen una aproximación suficientemente representativa de lo que se ha publicado hasta el momento acerca del papel del episcopado durante el proceso revolucionario y las guerras de independencia. Como reza el título del dossier, su objeto ha sido reunir trabajos que expliquen y contextualicen el papel del episcopado iberoamericano en esta coyuntura cambiante, de forma tal que se avance en una mejor comprensión de las razones ideológicas, políticas, pero también personales, que impulsaron a los obispos de las diócesis americanas a permanecer fieles a España u optar por el apoyo a la causa patriótica, o incluso a variar sus posiciones en función de la evolución de los acontecimientos políticos. Los trabajos aquí reunidos presentan múltiples trayectorias. En las filas de estos prelados existieron incertidumbres, disidencias, contradicciones que les llevaron a consagrar una carrera eclesiástica exitosa, o que les valieron el encierro, o el exilio. No obstante, aún son muchos los casos que están a la espera de un análisis profundo que permita avanzar hacia esa visión conjunto. Sobre este punto trata de llamar la atención el dossier que aquí presentamos.

Textos

Bibliografía

Amores Carredano, Juan Bosco. 2009. «En defensa del rey, de la patria y de la verdadera religión: el clero en el proceso de independencia de Hispanoamérica». En Las independencias iberoamericanas: ¿un proceso imaginado? , editado por Juan Bosco Amores Carredano, 209-34. España: Universidad del País Vasco, Servicio de Publicaciones.
Ayrolo, Valentina, ed. 2006. Estudios sobre clero iberoamericano, entre la independencia y el Estado-Nación. Salta: CEPIHA.
Ayrolo, Valentina, María Elena Barral, y Roberto Di Stefano. 2012. Catolicismo y secularización: Argentina, primera mitad del siglo XIX. Editorial Biblos.
Brading, David A. 1994. Una iglesia asediada: el obispado de Michoacán, 1749-1810. Fondo de Cultura Económica.
Bruno, Cayetano. 1970. Historia de la Iglesia en la Argentina. 12 vols. Buenos Aires: Don Bosco.
Connaughton, Brian. 2008. «El cura párroco al arribo del siglo XIX: el interlocutor interpelado». En Religión y vida cotidiana. El historiador frente a la historia, editado por Alicia Mayer. México: UNAM.
Di Stefano, Roberto. 1999. «Poder episcopal y poder capitular en lucha: el conflicto entre el obispo Malvar y Pinto y el cabildo eclesiástico de Buenos Aires por la cuestión de la liturgia». Memoria Americana 8: 67-82.
———. 2004. El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista . Buenos Aires: Siglo XXI.
Enríquez Agrazar, Lucrecia. 2005. «Trayectoria política de un obispo español en la revolución americana: Diego Antonio Navarro Martín Villodres, obispo de Concepción (1806-1816)». Anuario de Historia de la Iglesia en Chile 23: 39-57.
Gallo, Klaus, Nancy Calvo, y Roberto Di Stefano. 2002. Los curas de la revolución. Buenos Aires: Emecé.
López Martín, Juan. 1999. «Don fray José Antonio de San Alberto». En La Iglesia en Almería y sus obispos, I:701-8. Almería, España: Instituto de Estudios Almerienses-Caja Rural de Almería-Unicaja.
Martínez, Ignacio. 2013. Una Nación para la Iglesia argentina. Construcción del Estado y jurisdicciones eclesiásticas en el siglo XIX. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia.
Mazzoni, María Laura. 2013. «Mandato divino y poder terrenal. La administración diocesana en el Obispado de Córdoba, 1778-1836». Tesis doctoral, Tandil: Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Pérez Puente, Leticia. 2012. «El obispo. Político de institución divina». En La Iglesia en Nueva España. Problemas y perspectivas de Investigación, editado por Pilar Martínez Lopez-Cano, 151-84. México: UNAM-Publicaciones digitales del IIH.
Rojas Ingunza, Ernesto. 2007. El báculo y la espada: el obispo Goyeneche y la iglesia ante la iniciación de la República, Perú 1825-1841. Lima: Instituto Riva Agüero.
Sales Souza, Evergton. 2006. «D. Ignacio de Santa Thereza, arcebispo de Goa. Um prelado às voltas com a Inquisição portuguesa». En A Inquisição em Xeque. Temas, controvérsias e estudos de caso. , editado por Ronaldo Vainfas, Bruno Feitler, y Lana Lage. Rio de Janeiro: Eduerj.
———. 2008. «D. José Botelho de Mattos, arcebispo da Bahia, e a expulsão dos jesuítas (1758-1760)». VARIA HISTORIA, 729-46.
Taylor, William. 1995. «El camino de los curas y de los Borbones hacia la modernidad». En Estado, Iglesia y sociedad en México, siglo XIX, editado por Álvaro Matute, Evelia Trejo, y Brian Connaughton, 81-113. Porrúa.
Tonda, Américo. 2009. El Obispo Orellana y la Revolución. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia.

[[1]] La coautora ha realizado este dossier en el marco del Programa de Perfeccionamiento de Personal Investigador Doctor del Gobierno Vasco. [[1]]

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Dossier. Francois-Xavier Guerra y las “revoluciones hispánicas”. Una controversia reciente. https://historiapolitica.com/dossiers/fxguerra/ https://historiapolitica.com/dossiers/fxguerra/#respond Fri, 04 May 2012 14:15:27 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=1353 Francois-Xavier Guerra y las “revoluciones hispánicas”. Una controversia reciente.
Coordinado por Luis Alberto Romero (CONICET/UBA)

Este dossier incluye una controversia reciente, desarrollada en el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, que edita el Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Se origina en una texto del historiador colombiano Medófilo Medina Pineda, en el que hace una evaluación de las ideas de Guerra sobre las revoluciones hispanoamericanas y su influencia en la historiografía reciente. Incluye el comentario crítico del historiador mexicano Roberto Breña y la respuesta de Medina.

Medófilo Medina Pineda se doctoró en la Universidad M.B. Lomonosov de Moscú. Es profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá. Es autor de varios libros sobre los conflictos sociales y políticos en Colombia en el siglo XX, entre ellos una Historia del Partido Comunista de Colombia y de un reciente estudio sobre Hugo Chávez. También es autor de obras literarias y tiene una permanente actuación en la vida pública. Recientemente se difundió una “Carta abierta a Alfonso Cano”.

Roberto Breña estudio en El Colegio de México y se doctoró en Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid. Es profesor del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de Mexico. Sus investigaciones se refieren al liberalismo hispanoamericanop del siglo XIX. Es autor de El primer liberalismo español y los procesos de emancipación de América, 1808-1824 (Una revisión historiográfica del liberalismo hispánico).

El Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura es una revista que edita el Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. La revista está en un proceso de ampliación, y tiene mucho interés en recibir colaboraciones de investigadores de otros países iberoamericanos.
Sus contactos:
anuhisto@gmail.com
http://www.anuariodehistoria.unal.edu.co

Textos

 

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Dossier. La representación política en sus orígenes. El Río de la Plata en la primera mitad del siglo XIX https://historiapolitica.com/dossiers/representacionorigenes/ https://historiapolitica.com/dossiers/representacionorigenes/#respond Sat, 22 Oct 2011 13:26:05 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=1179 La representación política en sus orígenes. El Río de la Plata en la primera mitad del siglo XIX
Marcela Ternavasio

El dossier que presentamos en esta oportunidad reúne un conjunto de artículos sobre un tema que ha recibido especial atención en los últimos años: la representación política. Inscripta en los aportes proporcionados por historiadores de diversas latitudes, la historiografía argentina ha contribuido a explorar la cuestión de la representación desde múltiples perspectivas. Para el período que nos ocupa en este dossier, el tema se ha mostrado particularmente fértil para dar inteligibilidad a los procesos posrevolucionarios tanto en su dimensión política como en sus dimensiones sociales, culturales e ideológicas.

Puesto que la producción sobre el tema ha sido muy prolífica en las últimas dos décadas y ha abordado aspectos muy diversos, el objetivo de este dossier es ofrecer una pequeña muestra de esa diversidad. Los autores convocados son representativos de la renovación historiográfica a la que hacemos referencia y a la vez exhiben la consolidación de estudios regionales que, para el caso rioplatense de la primera mitad del XIX, han transformado la imagen limitada y estereotipada que teníamos de lo ocurrido en el vasto territorio que conformó el antiguo virreinato.

El dossier se abre con un artículo de Darío Roldán, “La cuestión de la representación en el origen de la política moderna. Una perspectiva comparada (1770-1830)” (publicado en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comp), La vida política en la Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003), quien nos instala en una perspectiva comparada a partir de ese “formidable laboratorio de discusión política” que constituyó el mundo atlántico en el último tercio del siglo XVIII y primeras décadas del XIX. Concentrado en los grandes debates teóricos acerca de la cuestión de la representación, Roldán ofrece una clave de lectura para pensar el papel que jugó la representación política en el Río de la Plata en el marco de las diputas desatadas en torno a la soberanía.

El resto de los artículos penetran en el análisis de casos concretos a nivel regional. Tres de ellos se concentran en los primeros años revolucionarios. Marcelo Marchionni, en “Cabildos, territorios y representación política. De la Intendencia a la Provincia de Salta (1810–1825)” (publicado en Cuadernos de Trabajo del Centro de Investigaciones del Centro de Investigaciones Históricas del Departamento de Humanidades y Artes, Serie Investigaciones, nº 15, Universidad Nacional de Lanús, 2008) da cuenta de las transformaciones jurisdiccionales, territoriales y políticas de un espacio que, como el salteño, experimentó los primeros y novedosos ensayos de representación política al calor de las peculiaridades que asumió allí la guerra revolucionaria y de independencia. Gabriela Tío Vallejo nos presenta “La viva voz del pueblo que por sí o por sus representantes se explica. Prácticas de la representación política en el Tucumán revolucionario”, una versión reducida de su artículo “Campanas y fusiles, una historia política de Tucumán en la primera mitad del siglo XIX” (publicado en Tío Vallejo (Coord.) La república extraordinaria. Tucumán en la primera mitad del siglo XIX. Rosario, Prohistoria, 2011). En sintonía con el texto de Marchionni, Tío Vallejo explora en el espacio tucumano –también escenario de guerra– las vicisitudes de la representación en los espacios urbanos y rurales, el papel de las elecciones y de las nuevas autoridades y las disputas desplegadas en un contexto social en constante transformación. Eugenia Molina, en “Politización y relaciones sociales en Mendoza (Argentina) durante la década revolucionaria. Conflictos y consensos en la configuración de un nuevo orden” (publicado en Boletín Americanista, nº 58, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2008) aborda otro espacio –el cuyano- impactado por la militarización que implicó la gestión sanmartiniana. Dicho impacto en la sociedad local mendocina es abordado por la autora a partir de un eje preciso: la forma que adoptó la politización posrevolucionaria y los modos en los que la población experimentó la nueva legitimidad política en su vida cotidiana.

Los tres artículos restantes desplazan su atención a la problemática de la representación política en una coyuntura en la que, una vez caído el poder central en 1820, las provincias se convirtieron en protagonistas de experiencias representativas e institucionales con rasgos comunes y a la vez diversos. Sonia Tedeschi, en “Caudillo e Instituciones en el Río de la Plata. El caso de Santa Fe entre 1819 y 1838” (versión revisada de la publicación en ACTAS CD JHRC 001 Primeiras Jornadas de História Regional Comparada, Fundação de Economia e Estatística y PUCRS, Porto Alegre, Rio Grande del Sur, Brasil, 2000) analiza los rasgos que asumió la representación en la construcción del régimen político santafesino durante la prolongada gobernación de Estanislao López. La autora revisa las tradicionales interpretaciones en torno al fenómeno del caudillismo y ofrece nuevas evidencias para reubicar historiográficamente los procesos políticos provinciales de la primera mitad del siglo XIX. En el mismo sentido, Silvia Romano explora los mecanismos de la representación política en la campaña cordobesa en “Las nuevas fuentes de legitimación del poder y sus protagonistas en la configuración del sistema republicano y representativo en la provincia de Córdoba (1821-1855)” (publicado en César Tcach (coord) Córdoba Bicentenaria. Claves de su historia contemporánea. Editorial de la UNC – CEA, Córdoba, 2010). Romano se propone avanzar en la comprensión de la cultura política de la época haciendo foco en los procesos electorales llevados a cabo en el ámbito rural durante el período de vida política autónoma de la provincia. Finalmente, el artículo de Sol Lanteri y Daniel Santilli, “Consagrando a los ciudadanos. Procesos electorales comparados en la campaña de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XIX” (publicado en Revista de Indias, nº 249, mago-agosto, 2010) también se ocupa de los procesos electorales en el espacio rural, pero en este caso de la provincia de Buenos Aires. A partir de un recorte microanalítico, los autores se proponen hacer un estudio comparado tomando los casos de Quilmes y Azul Tapalqué y proponen como hipótesis que los procesos electorales en la campaña bonaerense excedieron ampliamente el ámbito de las elites, incluyendo a sectores medios y subalternos que contribuyeron de manera activa a legitimar el régimen republicano en la provincia.

 

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