Tulio Halperin Donghi fue uno de los más notables historiadores argentinos del siglo XX. Su forma de pensar el pasado argentino y latinoamericano se tradujo en un repertorio de textos que siguen alimentando la agenda de investigación académica, en la formación de varias generaciones de historiadores y cientistas sociales, y en el debate sobre algunas importantes claves de la cultura política e histórica nacional.
Nació en Buenos Aires en 1926. Estudió Derecho e Historia en la Universidad de Buenos Aires (1952), y obtuvo su doctorado en Filosofía y Letras en 1955, bajo la dirección de Claudio Sánchez Albornoz. Realizó estudios en la Universidad de Turín (1950/1) y en la École Pratique des Hautes Études de París (1953), junto a Fernand Braudel. En 1957, dio a conocer los resultados de su tesis bajo el título Un conflicto nacional: moriscos y cristianos viejos en Valencia (1957) .
Paralelamente, Halperin Donghi se habían incorporado al debate historiográfico y cultural, e iniciaba sus investigaciones sobre la historia argentina de fines de la primera mitad del siglo XIX. Colaboró en suplementos culturales y en revistas como Imago Mundi, Contorno y Sur y en 1951 publicó El pensamiento de Echeverría; allí propuso un análisis de los textos echeverrianos que eludió el habitual enfoque de filiación e influencias en el campo de las ideas y atendió al papel de las elites letradas y políticas, tema que habría de vertebrar buena parte de su trayectoria posterior. Años después, en 1958, prologó y editó Campaña en el Ejército Grande, de Domingo F. Sarmiento. Por entonces era profesor en la Universidad Nacional de Rosario, de la que fue decano en 1955, y en la de Buenos Aires, donde integró el Centro de Estudios de Historia social, dirigido por José Luis Romero, de gran influencia en la renovación historiográfica de entonces. Halperin Donghi coordinó, junto con Gino Germani y José Luis Romero un vasto proyecto de investigación sobre la inmigración masiva, que recibió el apoyo de la Fundación Ford, cuyos resultados parciales se publicaron en el volumen Argentina. Sociedad de masas. Posteriormente codirigió con Romero otro, apoyado por la Fundación Marc Bloch, dedicado a reunir Materiales para el estudio del progreso económico y social de la Argentina.
Por entonces se había embarcado en lo que sería su primera contribución de gran envergadura: su obra Revolución y guerra, finalmente editado en 1972. Los aportes iniciales de este emprendimiento fueron El Río de la Plata al comenzar el siglo XIX (1961) y Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo (1961; reeditada en 1984), donde enhebró su sólida y erudita formación histórica clásica con las expresiones culturales y jurídicas del pactismo español y del Río de la Plata revolucionario. En 1960, durante una larga estadía en Londres, había relevado los materiales acerca de las relaciones económicas entre el Río de la Plata y Gran Bretaña, que fueron sustentando muchos de sus trabajos posteriores. La versatilidad del joven Halperin y su decisión de abordar las dimensiones económicas y sociales, basado en evidencias empíricas firmes y apoyado en los modelos cuantitativos por entonces en boga -cuyas limitaciones no dejaba sin embargo de señalar-, se manifiestan en un articulo muy innovador, que marcó profundamente a los jóvenes historiadores de entonces, como Roberto Cortés Conde o Ezequiel Gallo. En efecto, La expansión ganadera en Buenos Aires (1810-1852) , que articuló de modo original los planos de la economía, la sociedad y la política, no solo transformó la perspectiva con que se examinaba el período rivadaviano y rosista sino que se convirtió en semillero de hipótesis, conjeturas y metodologías no sólo para los historiadores económicos tardocoloniales y del Río de la Plata independiente temprano sino para quienes por entonces comenzaban la exploración de la gran expansión de la segunda mitad del siglo XIX. El artículo fue publicado por primera vez en la revista Desarrollo Económico, Vol. III N° 1 y 2, 1963, y luego fue objeto de reediciones como la que integró la compilación a cargo de Marcos Giménez Zapiola, El régimen oligárquico. Materiales para el estudio de la realidad argentina (Amorrortu, 1975).
Las demandas de la institución universitaria de entonces, con la que estaba plenamente comprometido, lo llevaron a escribir la Historia de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba, 1961). Su preocupación por los problemas contemporáneos se volcó en un conjunto de ensayos escritos entre 1955 y 1964, que se editó bajo el título Argentina en el callejón, en el que se manifiesta su doble interés de interrogar el pasado desde las preguntas que impone el presente, y a la vez, de encontrar en el pasado las claves para descifrar el presente. En 1995 retomó el espíritu de ese ensayo con una nueva y estimulante versión que editó Ariel con el título La larga agonía de la Argentina peronista.
Entre 1955 y 1966 Halperin combinó su tarea de investigación con la docencia universitaria de manera regular: fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Litoral, y en la recién creada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Rosario, de la que fue electo decano, y propició la integración de jóvenes historiadores doctorados en el exterior a las instituciones universitarias nacionales instando la formación de grupos de investigación en historia económica y social argentina.
El golpe militar de 1966 y la intervención a las universidades lo sumó al conglomerado de intelectuales y científicos argentinos que abandonaron el país. En 1966 fue profesor en la Universidad de Harvard y luego fue designado director del Centro de Estudios Latinoamericanos de St. Anthony’s College, Oxford. En 1971 se trasladó a la Universidad de California, Berkeley, donde enseñó hasta su retiro. Allí dirigió la formación de una pléyade de historiadores argentinos y latinoamericanos, quienes proyectaron líneas de indagación innovadoras en el campo de la historia política, la historia social, de las ideas y de los intelectuales.
Durante esos años visitó regularmente el país, en estadías trimestrales cuya sede fue, durante mucho tiempo, el Instituto Torcuato Di Tella. Durante los años de la dictadura, fue el interlocutor principal de los jóvenes académicos e intelectuales de la historia y las diferentes ciencias sociales y el animador de todo tipo de foros y reuniones que contribuyeron a la subsistencia de las redes académicas, en condiciones políticas adversas. Luego de 1983 desempeñó una intensa actividad docente en distintas universidades nacionales, así como participó en los principales eventos historiográficos.
En ese lapso tuvo un rol protagónico en la formación de redes académicas latinoamericanas y argentinas destinadas a afianzar el vínculo entre la Historia y las Ciencias Sociales. En ese contexto, Tulio Halperin no sólo animó la creación de centros académicos que tendrían amplia repercusión en el diseño de las agendas de investigación social histórica (y política): participó de la Reunión de Institutos y Centros Latinoamericanos de Investigación del Desarrollo, celebrado en Caracas en 1966, que marcó el punto de partida en la constitución de CLACSO; asimismo, sus vínculos con economistas del desarrollo le permitieron integrar el proyecto consagrado a la historia económica latinoamericana, patrocinado conjuntamente entre CLACSO y el Joint Committee on Latin American Studies, integrado por el SSRC y el American Council of Learned Societies (el objetivo fue reunir corpus estadísticos de los países latinoamericanos entre 1850 y 1950, labor que se prolongó a lo largo de una década).
A ese período corresponden algunas de sus obras más representativas: en 1969 publicó Historia contemporánea de América Latina, a pedido de la editorial Einaudi que luego de ser publicada en italiano, fue traducida a diferentes idiomas convirtiéndose en un clásico de los enfoques estructurales de la experiencia histórica regional y nacional. En 1972 publicó Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla , la cual ha sido considerada por la literatura académica como el texto más influyente de los estudios históricos y sociológicos dedicados a la experiencia argentina de la primera mitad siglo XIX.
En esa etapa, el protagonismo adquirido por Tulio Halperin Donghi en los círculos académicos argentinos animados por profesionalizar la disciplina histórica en el país con el fin de colocarla a la altura de los principales centros de producción historiográfica internacionales, se tradujo en la coordinación de colecciones o manuales de historia argentina destinados a la enseñanza universitaria y a la difusión. De 1972 data la colección “Historia Argentina” (Editorial Paidós), que dirigió, escribiendo los volúmenes De la revolución de independencia a la confederación rosista y La democracia de masas. En esa colección participaron algunos de los principales exponentes de las ciencias sociales y las humanidades en la Argentina: Alberto Rex González, Carlos Sempat Assadourian, Haydée Gorostegui de Torres, Ezequiel Gallo, Roberto Cortés Conde, Darío Cantón, José Luis Moreno, Liliana De Riz; más recientemente la colección se completó con un volumen que estuvo a cargo de Marcos Novaro y Vicente Palermo; en su “Introducción”, Halperin Donghi hizo referencia a las razones del largo intervalo editorial y al cambio sustantivo que a pesar de aquellos años oscuros se había producido en la práctica historiográfica en el país.
Desde 1984, y gracias al proceso de normalización de las universidades públicas, Tulio Halperin Donghi ejerció la docencia universitaria en la Argentina, especialmente en los programas de posgrado revitalizados, o puestos en marcha en numerosas universidades públicas y privadas: entre otros, dictó seminarios en la Universidad de Buenos Aires, en la Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Mar del Plata, en la Maestría de la Universidad Nacional de Luján, en la Maestría y Doctorado en Historia de la Universidad Nacional de San Martín; de manera simultánea fue profesor visitante de la Universidad Di Tella y la Universidad de San Andrés. Asimismo, la centralidad de Halperin en la revitalización de los estudios históricos lo erigió en reiteradas oportunidades en conferencista primordial de las Jornadas Interescuelas/ Departamentos de Historia, el evento académico bianual distintivo por su periodicidad y participación de investigadores formados y en formación del campo historiográfico y de las ciencias sociales en Argentina desde la recuperación democrática.
En 1980 publicó en la Biblioteca Ayacucho de Venezuela Proyecto y construcción de una nación (Argentina 1846-1880), una antología de textos de publicistas del siglo XIX argentino, cuyo estudio preliminar titulado “Una nación para el desierto argentino”, reúne hipótesis y conjeturas que estimularon una mejor comprensión de la cultura y prácticas políticas de la segunda mitad del siglo XIX. En 1996, el libro fue incluido en la colección “Pensamiento Argentino” (Ariel), dedicada al mundo de las ideas y los intelectuales, que él coordinó, en la que participaron José Carlos Chiaramonte, Ezequiel Gallo, Natalio Botana, Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, y para la que el propio Halperin Donghi preparó dos volúmenes, referidos al período 1912-1943. En 1982 publicó Guerra y Finanzas en los orígenes del Estado argentino (1791-1850), que continúa algunos de los temas de Revolución y guerra. En 1985 publicó dos obras de importancia en el campo de la historiografía latinoamericana y argentina. En Reforma y disolución de los imperios ibéricos, 1750-1850, que integra la colección “Historia de América Latina”, coordinada por Nicolás Sánchez Albornoz (Alianza), planteó hipótesis originales sobre las condiciones históricas e iniciativas políticas que gravitaron en las revoluciones de independencia, anticipando buena parte de la agenda de investigación posterior sobre las independencias iberoamericanas. En José Hernández y sus mundos (Sudamericana 1985) examinó el clima de ideas en el que se fraguaría la formación estatal argentina y el papel desempeñado por quien, por otro lado, fue una figura central de la literatura argentina. También publicó El espejo de la historia (Sudamericana 1987), donde reunió una serie de artículos en los cuales prima la conexión entre los temas argentinos y sus anclajes regionales o latinoamericanos. En otros volúmenes recogió artículos y ensayos sobre historiadores de la Argentina y sobre las principales corrientes y polémicas, como El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional y Ensayos de historiografía (El Cielo por Asalto- Imago Mundi, 1996).
Pero dicho énfasis o preferencias intelectuales no eludieron el desafío de ofrecer evidencias sustantivas e interpretaciones sobre el atribulado pasado político de la Argentina contemporánea: Vida y muerte de la República Verdadera, 1910 – 1930 (Ariel 1999) y La República Imposible 1930 – 1945 (2004), volúmenes que integran la colección dedicada a “Pensamiento argentino”, antes referida, no sólo ponen a disposición del lector selecciones de documentos o voces de época relativas al primer medio siglo XX argentino; ofrecen especialmente una particular forma de restitución del pasado político argentino encapsulado en los dilemas de la democratización social y política, y en las variantes autoritarias diseñadas ante el quiebre del sistema de creencias que había alimentado el edificio republicano hasta el cambio de siglo. En La Argentina y la tormenta del mundo. Ideas e ideologías entre 1930 y 1945 (Siglo XXI, 2003) figuran buena parte de las razones que dieron lugar a la clausura de tales certezas, y son las que ayudan a entender la manera en que dicha experiencia modeló su propia visión de la historia que lo tuvo como testigo, y que desplegó en las páginas de Son memorias, su ensayo autobiográfico publicado en 2008. Tal como subrayó Jorge Lafforge al presentar su libro, “una de las grandes cualidades de Halperin es su capacidad de meterse en la piel de los hombres y los hechos que componen la historia”. Dicha opinión resulta tan ilustrativa de su oficio de historiador como la que expresó el historiador Ezequiel Gallo cuando destacó su capacidad para “extraer de los archivos y las fuentes documentales respuestas que ninguno de nosotros había advertido”.
En los últimos años regresó a sus preocupaciones y escalas de origen: en Letrados y pensadores. El perfilamiento del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX (Emecé, 2013) no sólo volvió a reposar la mirada sobre los intelectuales a través de siluetas biográficas distintivas de la cultura letrada y política hispanoamericana, sino que lo hizo a escala continental, es decir, renovó el vínculo que nunca abandonó de pensar históricamente la experiencia “total” de Hispanoamericana, sin descuidar las especificidades nacionales y locales. El enigma Belgrano, su último libro, editado por Siglo XXI, puso en escena el contrapunto entre las versiones que erigieron al prócer en el panteón nacional argentino, y las controvertidas imágenes que sobre ese personaje que transita entre un mundo que se desploma, y otro que se erige, se desprenden de la nutrida documentación familiar, y de la derivada de su propia pluma, dejando en suspenso las imágenes cristalizadas que priman sobre el creador de la bandera.
En reconocimiento a su labor, fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Luján (1992), de la Universidad Nacional de Córdoba (1993) y de la Universidad Nacional de Rosario. Asimismo, recibió el Premio Konex de Platino 1994: Historia; Premio Konex de Platino 2004: Historia; Premio Konex 2014: Mención Especial por Trayectoria.
En las últimas tres décadas el reconocimiento obtenido en el país resultó correlativo al brindado por las más prestigiosas universidades de América Latina, Europa y Estados Unidos en las que dictó clases y conferencias. Recientemente, recibió el premio Kalman Silvert 2014, otorgado por la Latin American Studies Association (LASA, Chicago) que distingue a los investigadores experimentados que han hecho a lo largo de su vida contribuciones importantes al estudio de América Latina.
Su contribución como historiador ha sido enorme, diversa y profunda. Tan importante como ella fue su tarea de incitar sucesivamente a nuevas camadas de historiadores a replantear problemas y abrir nuevas perspectivas en el estudio del pasado próximo como remoto. Lo hizo con sus escritos y con su palabra, siempre incisiva, crítica y provocativa. Nadie como él pudo transmitir a los argentinos la preocupación por mejorar la comprensión de la cultura histórica nacional y regional. Nadie como él hizo del pasado y presente político argentino un motivo de reflexión que seguramente dará lugar a nuevas problematizaciones, y conjeturas.