Las Interescuelas: un ámbito masivo, amplio y plural
Las Jornadas Interescuelas surgieron a finales de los años ochenta como una instancia destinada a cubrir una necesidad de la comunidad de historiadores e historiadoras de las Universidades Nacionales: recomponer los vínculos y reconstruir el campo académico asolado por la última dictadura. Exhibiendo una notable continuidad en el tiempo que contrasta con otros emprendimientos, las Jornadas se vienen realizando desde hace veinte años en las diversas sedes de las Escuelas y Departamentos de Historia y representan, sin duda alguna, el evento académico más convocante de los historiadores e historiadoras argentinos.
En estas dos décadas se han verificado en ellas cambios significativos, muchos de los cuales reflejan transformaciones en el propio campo disciplinar: las relativamente reducidas dimensiones de los primeros años han dejado paso a reuniones masivas, nutridas no sólo por colegas pertenecientes a todas las universidades nacionales y los diversos organismos de investigación, sino por numerosos contingentes estudiantiles que no eran parte de aquel paisaje; los simposios cerrados de las primeras ediciones han trocado en mesas temáticas abiertas, que a su vez se han multiplicado en número y problemas tratados y que ocasional e inevitablemente, por la especialización y las redes establecidas, se superponen; la centralidad de la historia colonial de las primeras ediciones ha cedido lugar a la novedosa irrupción de la historia reciente…
Sin embargo, hay algunas líneas que han permanecido y se han consolidado. Desde sus inicios las Interescuelas se constituyeron en el mayor ámbito de reunión de los historiadores e historiadoras argentinos; contó también desde un principio con una fuerte presencia de especialistas provenientes de diversos países latinoamericanos y europeos deseosos de participar en ellas. Desde sus primeras ediciones se han dado cita las diversas corrientes, orientaciones y perspectivas de la más que renovada comunidad de historiadores argentina y fueron el espacio donde las diversas etapas en la formación de profesionales de la historia se hicieron presentes: en ellas confluyen desde el estudiante avanzado que defiende sus primeros trabajos hasta el más consagrado de nuestros colegas, en un amplio espectro donde conviven, discuten y debaten investigadores en los más diversos estadios de su formación.
Y han tenido también una particular significación en la historia y la trayectoria de algunas Escuelas y Departamentos de las universidades nacionales. Me permito aquí reseñar una experiencia: en el año 2005 la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario asumió, por segunda vez, el desafío de ser sede de las Jornadas Interescuelas, tal como había sucedido en 1989.
Éramos concientes que no era un congreso más, su organización involucraba aceptar también la responsabilidad de continuar con el desarrollo de un espacio de intercambio académico que ha exhibido su vitalidad y centralidad en el quehacer disciplinar y en el ámbito de las universidades nacionales. Contábamos con la experiencia transitada por colegas de otras Escuelas y Departamentos en las ediciones anteriores de las Jornadas, pero también conocíamos que cada reunión de las Interescuelas presentaba desafíos renovados, sin ir más lejos por la creciente participación que los distintos encuentros exhibían.
Nuestras expectativas no pretendían innovar demasiado en esta tradición, sino plantearse como una continuidad, contribuyendo a ampliar esos resultados. Nuestra principal preocupación como organizadores se centró en generar ámbitos propicios para el debate académico y de allí la amplia disposición a acoger las diversas propuestas de mesas temáticas emanadas de colegas de las distintas universidades, que expresaron tanto líneas de la historiografía visibles desde las primeras ediciones del evento, como la incorporación de novedosos problemas y abordajes llegados más recientemente al ámbito disciplinar.
En el mismo sentido, las distintas instancias de exposición –mesas temáticas, relatorías, paneles, conferencias- pretendieron contribuir a que la renovación y la circulación de las distintas líneas de trabajo tengan formas diversas de llegar al público asistente, obviamente nuestros colegas investigadores, pero también un nutrido grupo de graduados y docentes de historia de los diversos niveles del sistema educativo, así como los varios cientos de estudiantes que asisten a las mismas.
En aquella ocasión, los participantes (que incluyeron a expositores, relatores, comentaristas y panelistas) superaron las 1.500 personas mostrando, como en cada una de sus ediciones, que ese es el ámbito al que los historiadores e historiadoras argentinos elegimos asistir y en forma masiva. Pero a su vez, las Jornadas se convirtieron en una significativa oportunidad para que allí se reflejaran el trabajo colectivo, los recorridos y la producción de gran parte de los miembros de la Escuela, un objetivo tan significativo como el que su organización y desarrollo fuesen una instancia donde se generaran y fortalecieran vínculos al interior de la comunidad académica local.
Sin embargo, la significación de las Interescuelas trasciende largamente el ámbito y las fronteras de las Escuelas y Departamentos. Como en cada una de sus ediciones, las Jornadas han permitido registrar un mapa provisorio de los avances y las líneas de producción y debates sobre problemas generales y específicos de cada una de las áreas en las que nuestra disciplina se ha extendido. A la vez, las Interescuelas han sido mucho más que un espacio de discusión de las producciones del campo: han desempeñado un rol significativo en la formación profesional de los historiadores e historiadoras argentinos, allí donde se consolidaron carreras, se iniciaron muchísimas otras y se consagraron algunas.
Las Jornadas Interescuelas surgieron y se consolidaron en el seno de la Universidad pública y como expresión de las diversas líneas y espacios de producción de conocimiento histórico al interior de ellas y siguen siendo el ámbito donde se llevan a cabo, atravesado por las insuficiencias presupuestarias, la precariedad de medios técnicos, los problemas de infraestructura edilicia. En tal sentido, condensan el estado actual de la universidad pública en la Argentina: un espacio jaqueado por múltiples dificultades pero a la vez un ámbito de renovación y producción científica y académica de indiscutible excelencia.
Los historiadores e historiadoras que nos abocamos a la investigación y la producción en las diversas áreas del quehacer disciplinar en la Argentina tenemos y hemos generado otros espacios de actualización y circulación de nuestras producciones: jornadas sobre temáticas específicas, grupos de investigación, redes de diversos alcances; menos masivas seguramente que las Interescuelas y más propicias quizás al debate concienzudo y al intercambio de perspectivas. Pero a su vez, gran parte de los historiadores e historiadoras argentinos hemos transitado nuestras carreras académicas al compás y al calor de las Interescuelas.
Relevar únicamente los problemas que devienen de su masividad o reducirlas a una estudiantina no traduce con justicia lo que constituye su principal virtud: el que las Jornadas Interescuelas sigan siendo un ámbito masivo, amplio y plural, un espacio de convergencia de docentes, investigadores y estudiantes, de encuentro y debate de múltiples líneas, orientaciones y perspectivas, único en su tipo y diferente de cualquier otra instancia de intercambio disciplinar en el país, que debemos seguir sosteniendo.