historia intelectual – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Thu, 30 Apr 2020 14:41:36 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png historia intelectual – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. Revistas y libros de la nueva izquierda intelectual https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-nueva-izquierda-intelectual/ Wed, 01 Jun 2016 19:36:02 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3471 Revistas y libros de la nueva izquierda intelectual

 

Adrián Celentano (FaHCE-UNLP/IdIHCS)

 

El presente dossier reúne siete artículos que estudian revistas político-culturales impulsadas por grupos de la nueva izquierda argentina y aparecidas en el periodo abierto entre el derrocamiento del primer peronismo y el último golpe militar. Tres rasgos comunes caracterizan a los estudios aquí compilados. En primer lugar, abordan las revistas y las editoriales como el espacio de reunión y canal de expresión de agrupamientos culturales alineados con el marxismo. En segundo lugar, se ocupan del modo elegido por esos agrupamientos para intervenir en las cambiantes coyunturas políticas. Finalmente, analizan las reformulaciones ideológicas de lo que podría entenderse como un “recomienzo de la hipótesis marxista” orientado a dejar atrás las tradiciones intelectuales construidas por el Partido Socialista y el Comunista. {{1}}
[[1]] Los dos primeros rasgos comunes coinciden con las orientaciones metodológicas formuladas en Sarlo, Beatriz (1993). Intelectuales y revistas. Razones de una práctica. Amèrica. Cahiers du CRICCAL, IV-V, pp. 9-16 y en Pluet-Despatin, Jacqueline (1992). Une contribution à l’histoire des intellectuels: les revues. Les Cahiers de L’ IHTP, 20, pp. 125-136 (traducción inédita al español de Horacio Tarcus). Por otra parte, más allá de las tesis específicas, los artículos reconocen la importancia de las revistas en el debate intelectual de los sesenta señalado en Terán, Oscar (2013) Nuestros años sesenta. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina. Buenos Aires: Siglo XXI. Afortunadamente, contamos con la abarcativa guía hemerográfica de Lafleur, Héctor R., Provenzano Sergio D. y Alonso, Fernando P. (2006). Las revistas literarias argentinas (1893-1967). Buenos Aires: El 8vo. Loco. Asimismo, pueden encontrarse importantes análisis de revistas latinoamericanas en Sosnovsky, Saul (Ed.) (1999) La cultura de un siglo. América Latina en sus revistas. Buenos Aires: Alianza. A esto se suma el trabajo de accesibilidad y visibilización de las revistas que realiza desde hace dos décadas el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) a través de la edición digital de colecciones completas de importantes revistas de las izquierdas -una iniciativa que comenzó con la edición de Contorno, Pasado y Presente y Cristianismo y Revolución-. Asimismo, en los últimos años la Biblioteca Nacional publicó en edición facsímil varias revistas político-culturales argentinas significativas (Contorno, Pasado y Presente, Los Libros, La rosa blindada, Literal, Dimensión, Envido y Fichas de investigación Económica y Social). Ambas iniciativas editoriales se complementaron con la organización de seminarios, jornadas y proyectos de investigación orientados a mostrar que las revistas, además de haber sido fundamentales para la constitución de un campo literario, formaron un espacio privilegiado de intervención político-cultural que debe ser pensado en vinculación con la historia del libro y de la edición. [[1]]

Ante la crisis y caída del peronismo surgen diversos agrupamientos culturales que propician la discusión y renovación del marxismo. Además de la mítica revista porteña Contorno (1953-1959), se consolida entonces el grupo de la izquierda nacional de origen trotskista. Según nos muestra Martín Ribadero en “Política editorial, proyecto intelectual y literatura de izquierda: notas sobre el caso de la editorial Indoamérica (1949-1955)”, ese grupo liderado por Jorge Abelardo Ramos ocupa un lugar destacado en la renovación de las ideas de las izquierdas. Ello es porque su intensa actividad editorial logra construir una de las bibliotecas latinoamericanistas, nacionalistas y revolucionarias de la década del sesenta.

El comienzo de esa década está marcado por la persistencia del peronismo y las noticias de la revolución cubana, dos fenómenos que proponían significativos desafíos a los intelectuales marxistas interesados en la renovación de la cultura de izquierdas.{{2}} En “CHE. Una revista de la nueva izquierda 1960-1961”, María Cristina Tortti ofrece un estudio de la primera publicación masiva que apoya la revolución cubana. Allí se detiene en el grupo editor, el ala izquierda del socialismo que decidió oponerse al desarrollismo frondizista, identificarse con el castrismo y promover la unidad con la clase obrera peronista. Por su parte, Adriana Petra en “En la zona de contacto: Pasado y Presente y la formación de un grupo cultural” se detiene en los primeros años de la revista cordobesa para analizar los problemas que generó al interior del comunismo argentino la conformación de un grupo de jóvenes comunistas que promovían claves gramscianas y se legitimaban desde la condición de intelectuales portadores de nuevos saberes. Otra revista que fue parte de la radicalización en las “culturas interiores” es Dimensión, estudiada por Ana Belén Trucco en “Dimensión, una revista de cultura y crítica. Santiago del Estero 1956-1962”.{{3}} La publicación y específicamente el protagonismo de Francisco René Santucho muestran que la clave indoamericanista logró operar en la cultura de izquierdas norteña, al punto que atrajo a nuevos grupos estudiantiles que poco después integraron el principal afluente de la guerrilla guevarista argentina, aunque ese no fuera el único camino propiciado en la página norteña.
[[2]] Terán, Oscar op. Cit.; Sigal, Silvia (1991). Intelectuales y poder en la década del sesenta. Buenos Aires: Puntosur y Tortti, María Cristina (1999). Protesta social y nueva izquierda en la Argentina del Gran Acuerdo Nacional. En Alfredo Pucciarelli (Ed.), La primacía de la política. Lanusse, Perón y la nueva izquierda en tiempos del GAN (pp. 205-234), Buenos Aires: Eudeba. [[2]]
[[3]] El concepto de “culturas interiores” fue acuñado por Ana Clarisa Agüero y Diego García para, en primer lugar, evitar las distorsiones producidas por el empleo de aproximaciones dicotómicas (como tradición/modernidad) portadoras de importantes cargas valorativas. En segundo lugar, para redefinir los alcances de las autonomías intelectuales en una desigual geografía cultural, con sus centros y periferias. En tercer lugar, la perspectiva de Agüero y García permitiría reponer los “contextos pertinentes” para la restitución de las tramas intelectuales activas cuyas huellas “habitan hasta el más pobre y aislado documento”. Por último, con este enfoque se puede estudiar la relación de la diferenciación social y cultural con los ritmos específicos de cada zona, especialmente de aquellas que cuentan con largas prehistorias locales. Ver Agüero, Ana Clarisa y García, Diego (2010). Culturas Interiores. Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura (pp. 15-28). La Plata: Al Margen. [[3]]

Si las iniciativas estudiadas por los cuatro artículos se inscriben en la nueva izquierda, es porque sus agrupamientos intelectuales se distanciaron de las formas de intervención cultural y política del Partido Socialista y el Comunista para impulsar una clave revolucionaria. Sea desde la izquierda nacional, el castrismo, el gramscismo o el indoamericanismo, en los cuatro casos el legado liberal de la “vieja” izquierda es reemplazado por la preocupación por la cuestión nacional, la lucha antimperialista y los modos del compromiso intelectual que propician las novedades teóricas del marxismo europeo y, en otros, el compromiso del intelectual con las culturas originarias americanas.{{4}}
[[4]] Sin agotar las referencias, otros estudios sobre revistas de la nueva izquierda se encuentran en Rodríguez Mazzola, Ricardo y Montaña, Jimena (2014). Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectiva y legados. Prismas. Revista de historia intelectual, 18, pp. 177-242; Gómez, César (2013/14). La cultura como incitación. Apuntes sobre la revista, el grupo y la librería Dimensión. Políticas de la Memoria, 14, pp. 118-123; Idez, Ariel (2010). Literal. La vanguardia intrigante. Buenos Aires: Prometeo; Sondereguer, María (2008). La revista Crisis 1973-1976. Antología. Del intelectual comprometido al intelectual revolucionario. Bernal: UnQui; Calabrese, Elisa (2006). Insectos letrados: El grillo de papel y El escarabajo de oro, o literatura y compromiso. En Biagini, Hugo y Roig, Andrés (Dirs.) El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960) (pp. 595-604), Buenos Aires: Biblos; de Diego, José Luis (2003). ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-1983), La Plata: Al Margen; Cernadas, Jorge (2001). Contorno en su contorno, estudio preliminar a Contorno, edición digital. Buenos Aires: CeDInCI; Kohan, Nestor (1999) La rosa blindada. Una pasión de los sesenta. Buenos Aires: La rosa blindada; Tarcus, Horacio (1998). El marxismo olvidado. Silvio Frondizi y Milcíades Peña. Buenos Aires: El cielo por asalto y Croce, Marcela (1996). Contorno. Izquierda y Proyecto Cultural. Buenos Aires: Colihue. [[4]]

Hacia fines de la década del sesenta, aparecen nuevas revistas político-culturales que introducen otras claves interpretativas. Junto a la difusión del marxismo estructuralista y de la nueva crítica literaria, es el momento del pensamiento católico radicalizado, del maoísmo y del peronismo revolucionario, desde los que se delineará el “intelectual revolucionario” y diversos modos de primacía de la política sobre la cultura. En “Politización de las ciencias sociales en la Argentina. Incidencia de la revista Antropología 3er. Mundo 1968-1973”, Ana Barletta y Laura Lenci estudian una revista emblemática de los universitarios peronistas que, en disputa con la sociología desarrollista, construyen una ciencia tercermundista y protagonizan la experiencia de las “cátedras nacionales” de la Universidad de Buenos Aires. Otro grupo peronista revolucionario es estudiado por Adrián Celentano en contraste con la revista de inspiración marxista y estructuralista Los Libros. Interesado por la radicalización de ambas publicaciones, “Insurrección obrera y compromiso intelectual. Los intelectuales de Los Libros y de Cristianismo y Revolución frente al Cordobazo y el Viborazo” repone las discusiones en torno de la vía certera para una revolución que se avizoraba inminente.

El mundo editorial izquierdista de fines de los sesenta y comienzos de los setenta es analizado por Emiliano Álvarez en “Tiempo contemporáneo. Una editorial de la Nueva Izquierda”. La reposición de la intensa actividad editora de una fracción vanguardista y estructuralista de la izquierda le permite a Álvarez mostrar que la lógica de la política revolucionaria no disolvió las creativas apuestas intelectuales de la nueva izquierda. El dossier se cierra con un análisis de la posición asumida por el grupo Pasado y Presente ante la salida electoral de 1973. En “Ser o no ser. Qué hacer con Perón y el peronismo. Pasado y Presente en su hora más decisiva”, José Casco reconstruye los argumentos y dilemas de ese grupo en su decisión de apoyar a las organizaciones armadas que impulsaron el retorno de Perón al poder con el objetivo de avanzar hacia el socialismo.

El mapa que trazan los artículos del dossier sugiere que las décadas del sesenta y del setenta deben también pensarse desde las colecciones editoriales y las revistas político-culturales de la nueva izquierda en las que se difundieron notas editoriales, se revisó la historia argentina y latinoamericana, se reprodujeron manifiestos y se tradujeron las nuevas teorizaciones europeas –no sólo sobre marxismo sino también sobre sociología, antropología, crítica literaria y psicoanálisis-. Es que, hasta que la dictadura decrete el cierre abrupto, esas revistas y editoriales junto a los contactos con América Latina y Europa se erigieron en los poderosos instrumentos de renovación de la cultura de izquierdas y de tramado de vínculos estrechos entre los intelectuales y los sectores populares.

Textos seleccionados para el dossier

 

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Dossier. Los estudios en comunicación en la Argentina: ideas, intelectuales, tradiciones político-culturales https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-los-estudios-en-comunicacion-en-la-argentina-ideas-intelectuales-tradiciones-politico-culturales/ Tue, 17 May 2016 20:13:39 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3461 Los estudios en comunicación en la Argentina: ideas, intelectuales, tradiciones político-culturales

 

Mariano Zarowsky (UBA-UNQ-CONICET)

 

A inicios de los años sesenta comenzó a delimitarse en el país un conjunto de discursos que tomó a la comunicación, los medios y la cultura como un campo de problemas de conocimiento a definir y legitimar. Sus promotores reclamaron mediante su exploración credenciales para la intervención en los debates públicos, promoviendo la creación de espacios de producción y difusión específicos. Estos agrupamientos, expresando la puesta a punto de nuevas problemáticas, herramientas teóricas y maneras de entender los vínculos entre los intelectuales y la sociedad, marcaron con su impronta la emergencia de los estudios en comunicación y cultura en la Argentina. Nos referimos, por nombrar algunos ejemplos, a las trayectorias de Eliseo Verón y Oscar Masotta, entre la escena vanguardista que cobijó el Instituto Di Tella, la renovación de la sociología, el psicoanálisis y la semiología; a la mixtura entre la actividad crítica, docente y editorial de Aníbal Ford, Jorge Rivera y Eduardo Romano, del Centro Editor de América Latina a la revista Crisis (1973-1976), pasando por las clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en 1973 y al cruce entre praxis editorialista, producción de conocimiento y militancia política que promovió Héctor Schmucler de Los Libros (1969-1976) a Comunicación y Cultura (1973-1985), luego de haber formado parte de la experiencia de Pasado y Presente (1963-1965).

La noción de intelectuales de la comunicación es productiva para pensar este proceso y esta figura histórica. No hace referencia a un grupo definido por su especialización temática o disciplinar, sino a la existencia en el país de una franja de intelectuales que definieron su propia condición y su campo de acción en el punto de intersección que supieron trazar entre una problemática teórica de nuevo tipo y la intervención política. Desde la pregunta en torno a los nexos existentes entre la comunicación, la cultura y la tecnología, entre los mensajes masivos y las ideologías, entre la acción colectiva y las significaciones sociales, entre los medios y la reproducción o la transformación del orden, los intelectuales de la comunicación —al igual que, a veces confundidos con, “los intelectuales de la literatura”, “los intelectuales de la sociología” o “los intelectuales de la educación{{1}}— se proyectaron como figuras públicas legitimadas por su capacidad para darle a sus investigaciones una significación social, cultural y, eventualmente, política. Se trata de una categoría analítica productiva para pensar una figura histórica que cobijó una heterogeneidad de trayectorias provenientes de distintas tradiciones disciplinares y político-culturales.

Desde esta perspectiva, construir una historia intelectual de los saberes y discursos especializados sobre la comunicación y la cultura en la Argentina implica situarnos en la intersección de dos campos de problemas: en una dimensión epistémica, nos remite a la pregunta por las condiciones sociales de producción del conocimiento sobre lo social; desde una hipótesis sociohistórica, se dirige hacia fenómenos y movimientos más amplios del campo político y cultural. El lector encontrará entonces en los artículos que componen este dossier distintas vías, siempre parciales y situadas, de reconstrucción de los múltiples vínculos que ligaron a estos actores y discursos con un espacio social signado por un proceso de modernización cultural y renovación teórica que se desplegó en simultáneo con un fuerte impulso hacia la intervención y, en algunos casos, la radicalización política. En todos los artículos, más allá de su heterogeneidad, se puede leer un denominador común: apuntan menos a la reconstrucción exhaustiva del proceso de configuración de una disciplina que a poner de relieve una serie de momentos fuertes, de situaciones, trayectorias y nudos problemáticos que definieron y marcaron hitos en el complejo y multidimensional proceso de constitución de este zona de discursos especializados que se autonomizó como campo de saber disciplinar.

Si bien este espacio se configuró en buena medida en una escala continental —basta mencionar la composición y el itinerario latinoamericano de una revista como Comunicación y cultura— la selección propuesta hace foco en los itinerarios y escenarios locales que le dieron forma. Con ello se aspira a recuperar el espesor de las tradiciones, los procesos y los debates en los que estos discursos adquirieron su particularidad. Este “recorte nacional” permite calibrar mejor, así, la interacción con lo transnacional, dimensión constitutiva de todo proceso de producción de conocimiento especializado sobre lo social, sobre todo en los países “periféricos”: fue a partir de demandas que encarnaron sujetos emergentes y de movimientos precisos en la sociedad y la cultura que los intelectuales de la comunicación se vincularon a ciertos flujos transnacionales de ideas y de pensamiento, realizando apropiaciones y aportes novedosos y originales.

El artículo de Mirta Varela recorre ciertos tópicos y escenarios donde se desplegó la relación entre los intelectuales y la televisión en la Argentina entre los años sesenta y los años noventa. La hipótesis de la autora es que al mismo tiempo en que la televisión se volvió social, cultural y políticamente relevante, el discurso sobre los medios de comunicación adquirió una relativa autonomía en la intersección de diversas disciplinas y teorías. Lo paradójico es que este discurso se volvió relativamente autónomo en un momento donde —sostiene siguiendo a Beatriz Sarlo— se asistió a una “progresiva pérdida de la especificidad de los discursos intelectuales en relación con ciertos grandes temas” (p. 45). Desde esta paradojal y productiva hipótesis la autora construye su argumentación: el trabajo se propone sortear la indagación teórica y apunta a la reconstrucción de un discurso que acompaña las transformaciones del medio. Este “capítulo de historia intelectual”, tal como lo define, nos lleva “al momento de emergencia de los estudios dedicados a los medios de comunicación” (p. 43). Varela propone entonces una reconstrucción histórica de la relación que los intelectuales mantuvieron con la televisión como un “recorrido privilegiado para el análisis de la constitución de ese campo” (p. 43). No obstante, en su trabajo se deja leer también una hipótesis inversa y complementaria: sostiene que la historia de los estudios en comunicación en el país es una vía de entrada fructífera para estudiar aspectos de nuestra historia intelectual. Las polémicas que reconstruye Varela desplegadas entre 1963 y 1965 en revistas de la nueva izquierda como La Rosa Blindada y Hoy en la Cultura lo ejemplifican: en la disyuntiva entre “apocalípticos e integrados” que recorre estas querellas el “eje no es la televisión sino el intelectual o el artista” (p. 49).

Si Varela propone una mirada panorámica que repone distintas tradiciones y momentos de análisis, de los trabajos pioneros de Jaime Rest, pasando por el escenario del Di Tella (donde Oscar Masotta y Eliseo Verón entrelazaron sus reflexiones con los happenings y las prácticas de la vanguardia artística) hasta las revistas Lenguajes, Comunicación y Cultura y Crisis; el artículo de Pablo Alabarces hace foco en una de las tradiciones que configuraron la emergencia de los estudios en comunicación en la Argentina y definen su impronta hasta la actualidad. Más precisamente, Alabarces cruza los itinerarios intelectuales de Jorge Rivera, Eduardo Romano y Aníbal Ford y explora las trayectorias, contextos y operaciones conceptuales que contribuyeron a la “invención” de los estudios sobre la cultura popular en el país. Su procedencia común desde el campo de la literatura y la crítica literaria no sólo informa sobre un desplazamiento disciplinar y las operaciones teórico-metodológicas que le dieron fundamento como campo problemático: la relectura de la cultura (de masas) desde el peronismo da cuenta también de su “fundación política” o, de otro modo, del ejercicio de un tipo de intervención intelectual desde una zona de saber especializado. Alabarces da cuenta de los espacios de intersecciones múltiples{{2}} en los que se desplegó desde la periferia del campo cultural esta apropiación de saberes, entre la educación de adultos, la actividad editorial, el periodismo cultural y las clases en la universidad. Como hipótesis metodológica para el estudio de otras formaciones de la época vinculadas a los estudios en comunicación, estos espacios de intersecciones múltiples ameritan ser explorados no sólo como indicadores de un proceso de reorganización cultural, sino en su productividad epistémica.

El trabajo de Sandra Carli también puede leerse en clave metodológica: recurre a la biografía intelectual como herramienta analítica para comprender la transformación de los modos de producción de conocimiento en las ciencias sociales y los cambios operados en las últimas décadas en la cultura universitaria y el campo intelectual. La autora traza un seguimiento comparado de los itinerarios de Adriana Puiggrós y de Aníbal Ford. A diferencia de otras disciplinas más estabilizadas y menos permeables a la demanda social y las prácticas profesionales, las ciencias de la educación y la comunicación ofrecen una ventana productiva, sostiene, para “reconocer la existencia en las ciencias sociales de diversas mixturas y combinaciones entre imaginarios sociales y políticos y producción académica” (p. 67). ¿Qué informan las biografías individuales y colectivas sobre las ciencias sociales? Permiten —sostiene Carli— una “mirada encarnada de las disciplinas, dan cuenta de perspectivas singulares que se modulan en el tiempo, informan sobre la historicidad del pensamiento, expresan las articulaciones estrechas entre conocimiento y subjetividad” (p. 70).

El trabajo de Laura Vázquez podría considerarse entonces como un doblez de las propuestas hasta aquí exploradas. Vázquez propone un recorrido analítico por la reflexión de Jorge Rivera sobre la historieta, partiendo de una doble hipótesis: los trabajos del crítico sobre este género “son un buen lugar para examinar la relación intelectuales/peronismo pero sobre todo, para leer en los pliegues de la cultura masiva, la invención de un campo de estudios” (p. 123). Observando una discontinuidad entre los modelos extranjeros y la historieta argentina, Rivera supo encontrar en este género, sostiene la autora, una manifestación de la cultura popular. Con ello apuntaba a problematizar “la cuestión de lo nacional, la política y la resistencia cultural” (p. 123). Esta vertiente de la crítica se dirigió al interior de la tradición literaria y la historiografía clásica para revisar su canon.

El artículo de Lucas Berone puede examinarse en composición con el de Vázquez. Ambos ponen de relieve el papel que la investigación sobre la historieta tuvo en la emergencia de los estudios en comunicación y cultura en el país, y la manera en que la disputa en torno a su legitimidad como objeto oficiaba como instrumento de colocación de una franja intelectual emergente. Berone se centra en las operaciones conceptuales que traza Oscar Masotta para su estudio. Su paradojal y productiva denominación de la historieta como “literatura dibujada” indica su apuesta por otorgarle (y otorgarse) un estatuto crítico, tanto como el peso que la pregunta por los modos de su abordaje específico alcanzaba en su reflexión. Pues, ante todo, la historieta fue para Masotta un objeto de conocimiento: exploró y combinó para su estudio saberes heterogéneos y de avanzada, desde la estética a la semiología, pasando por el psicoanálisis. En ese punto, sus intervenciones corrían en paralelo —mejor, se cruzaban— con las de su colega y amigo Eliseo Verón, y pueden ubicarse como parte de una fracción o tradición “modernizadora” que marcó con su impronta heterodoxa la historia del campo. Berone subraya, por cierto, que para Masotta la historieta fue también un objeto de valor: un campo productivo para interrogarse sobre las relaciones entre estética y ética, entre arte y política.

El trabajo de Mariano Zarowsky, finalmente, aborda otra de las tradiciones intelectuales que configuraron y caracterizan este campo y puede leerse a modo de cierre de una etapa. Sigue el itinerario de una serie de “intelectuales de la comunicación” en el exilio, más puntualmente, los cruces que se dieron entre los desplazamientos conceptuales y políticos que se elaboraron en la revista Controversia (1979-1981) y los que se promovieron en el campo específico en la revista Comunicación y Cultura (1973-1985) en su etapa mexicana. La trayectoria de Héctor Schmucler —protagonista de ambas empresas— oficia como mediación. Desde esta entrada, el artículo pone de manifiesto el modo en que una estructura de sentimiento elaborada en la trama exiliar y en un preciso contexto de reflujo político, influyó fuertemente en la configuración de un nuevo paradigma que marcó las agendas y perspectivas disciplinares en los años ochenta y noventa. A la inversa, el artículo apunta a reconstruir el modo en que los estudios en comunicación participaron desde sus debates específicos en la reorganización del campo intelectual argentino y la reformulación de toda una cultura política.

Este dossier, en suma, no apunta a ofrecer una reconstrucción historiográfica totalizadora y exhaustiva. Figuras y trayectorias, escenarios intelectuales, momentos fundantes, apenas si son aludidos cuando no desatendidos. Se trata más bien de proponer una vía de exploración de múltiples carriles: la historia de los estudios en comunicación y cultura en el país entre los años sesenta y ochenta ofrece una vía de entrada productiva y original para analizar los procesos sociales de construcción del conocimiento sobre lo social, tanto como aspectos poco atendidos de la relación entre intelectuales, cultura y política en el período. Se trataría, en fin, de pensar el itinerario de los intelectuales de la comunicación como un capítulo de la historia intelectual argentina reciente.

[[1]] Aguilar, Gonzalo (2010). Los intelectuales de la literatura: cambio social y narrativas de identidad. En Carlos Altamirano (Ed.), Historia de los intelectuales en América Latina II. Los avatares de la ‘ciudad letrada’ en el siglo XX. Buenos Aires: Katz; Rubinich, Lucas (1999). Los sociólogos intelectuales. Cuatro notas sobre la sociología en los 60. Apuntes de Investigación del CECyP, 4; Suasnábar, Claudio (2004). Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina (1955-1976). Buenos Aires: Flacso, Manantial. [[1]]

[[2]] Neiburg, Federico y Plotkin, Mariano (Comps.) (2004), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina. Buenos Aires: Paidós. [[2]]

Textos seleccionados para el dossier

 

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Dossier. Recepción, circulación y usos de ideas emancipatorias en la Argentina del siglo XX https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-recepcion-circulacion-y-usos-de-ideas-emancipatorias-en-la-argentina-del-siglo-xx/ Wed, 04 May 2016 21:13:01 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3430 Recepción, circulación y usos de ideas emancipatorias en la Argentina del siglo XX

 

Mariana Canavese (UBA, CeDInCI-UNSAM/CONICET)

 

Los estudios de recepción y circulación internacional de las ideas se desarrollaron notablemente en los últimos años, enriqueciendo el debate, las perspectivas de análisis y las herramientas teóricas. A partir de aproximaciones críticas de la clásica historia de las ideas (que entendía a estas como universales, entidades constantes, intemporales, esencialmente inmodificables e incontaminadas, que transportarían autónomamente un sentido), restituyen sus contextos de producción; y a distancia también de la concepción de un autor soberano cuya intencionalidad habría que recuperar, analizan los diversos contextos de recepción de esas ideas reponiendo el rol activo del lector. {{1}}

Desde un terreno de contornos difusos como es la historia intelectual, distintas investigaciones abordan la “recepción” como las formas de circulación, difusión, interpretación, apropiación o rechazo de textos, conceptos, prácticas, imágenes. En cruces interdisciplinarios desalojan nociones como las de “influencia” o “importación” y se nutren de herramientas y técnicas de la historia cultural, la teoría y la filosofía políticas contemporáneas, la sociología de la cultura, la historia conceptual, la hermenéutica, etc. Consideran las obras como textos abiertos, los significados múltiples que se producen en la lectura, la interpretación como un proceso productivo, las lecturas situadas en contextos específicos, las características diversas de los distintos espacios intelectuales, las interacciones. En ese camino recuperan “géneros menores” (no sólo las “grandes obras”), debates y polémicas que no siempre formaron parte de la “gran política”, las mediaciones indispensables de editores, traductores, revistas y otros colectivos intelectuales y circuitos de sociabilidad (no sólo los “grandes autores”). Así entendida, la noción de “recepción” no remite a un acto silente, dependiente y acrítico de reproducción sino a lecturas productivas, apropiaciones críticas, usos locales, impugnaciones. Los trabajos reunidos en este dossier dan cuenta de ese desarrollo.

La elección tiene que ver con investigaciones sobre recepción de ideas en relación con momentos y elaboraciones claves para pensar procesos de emancipación y cambio social. El criterio sobre lo que considero “ideas emancipatorias” no se ciñe a una definición política acotada sino que responde a un sentido amplio, abarcativo e incluyente. La selección, por supuesto, no es exhaustiva pero es muy ilustrativa de las lecturas críticas que vienen produciéndose en el área respecto de perspectivas tradicionales. Este dossier recupera distintos momentos y objetos de un itinerario trazado por la interrogación de las condiciones de producción y de recepción, y la indagación sobre las marcas singulares que se producen en las lecturas que implican la recepción y los usos. Estos artículos descubren también diversos diálogos entre los casos reconstruidos. Son textos que se abren a otras lecturas y recepciones dando cuenta de un campo nutrido y creciente donde se actualiza una parte de la historia intelectual local, contribuyendo a pensar el espacio latinoamericano.
Las elaboraciones de José Aricó (1931-1991) abrieron un camino de preguntas y perspectivas, y en este sentido constituyen una referencia ineludible. {{2}} Reelaborado luego para La cola del diablo (1988), el ensayo aquí incluido da cuenta de la “traducción” de Antonio Gramsci según ciertas coordenadas. Pero se trata en verdad de su encuentro con Gramsci, de la reconstrucción de un capítulo de una experiencia de recepción personal proyectada sobre la del colectivo que promovió la revista Pasado y presente en los primeros años 60. Por su parte, Horacio Tarcus propuso en Marx en la Argentina (2007) una conceptualización de la noción de recepción y un análisis de los primeros lectores locales del autor de El Capital. En el texto que forma parte de este dossier, Tarcus toma, no un autor, sino un acontecimiento, o mejor dos: la recepción y difusión política e intelectual de las ideas e imágenes del Mayo francés a la luz de la experiencia del Cordobazo; el “68 argentino”. La incorporación del artículo de Marcela Nari (1965-2000) {{3}} corresponde a un conjunto de azares y decisiones. Entre otros aspectos, en él se evidencia cómo un texto cobra nuevos sentidos y distintos usos, interpela y es apropiado de modos diversos de acuerdo con el “tiempo histórico, social y personal de la lectora o lector”. A reconstruir las marchas y contramarchas de la recepción y circulación local de Hannah Arendt está destinada una investigación más amplia de Claudia Bacci, reflejada apenas parcialmente en este artículo que sintetiza un primer momento de lecturas prácticamente desconocidas en su recepción reciente. Luis García analizó la recepción de la escuela de Frankfurt en la historia intelectual argentina. {{4}} En este texto aborda la constelación que, al calor de los debates estético-políticos de los años 60 y 70, comienza a construir Piglia al asociar a Benjamin, Brecht y la vanguardia rusa de los años 20. A distancia de los relatos tradicionales sobre el marxismo estructuralista, el artículo de Marcelo Starcenbaum –parte de un trabajo más vasto sobre la recepción de Louis Althusser–, reconstruye críticamente y restituye la singularidad de la politicidad de la intervención althusseriana entre nosotros. Mi investigación refiere a los usos de Foucault en Argentina. {{5}} Dentro de la pluralidad de usos locales de las elaboraciones de Michel Foucault, el texto aquí incluido expone una serie de apropiaciones en relación con Marx y el marxismo.

[[1]] La producción en el área es vasta y se abre en distintas perspectivas. En principio y entre muchas otras referencias, una nota bibliográfica breve incluye desde los trabajos fundacionales de la Escuela de Constanza, especialmente de Hans Robert Jauss, hasta las contribuciones de Martin Jay, Reinhart Koselleck, Roger Chartier, Pierre Bourdieu; problematizaciones como las de Roberto Schwarz, Elías Palti y las reunidas en la “Encuesta sobre el concepto de recepción” publicada en 2008 por la revista Políticas de la Memoria; y a nivel estrictamente local, libros diversos como, por ejemplo: Alejandro Blanco, Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006; Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004; Jorge Dotti, Las vetas del texto, Buenos Aires, Puntosur, 1990; J. Dotti, La letra gótica. Recepción de Kant en Argentina, desde el romanticismo hasta el treinta, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras UBA, 1992; J. Dotti, Carl Schmitt en Argentina, Rosario, Homo Sapiens, 2000; José Fernández Vega, Las guerras de la política. Clausewitz de Maquiavelo a Perón, Buenos Aires, Edhasa, 2005; Mariano Plotkin, Freud en las Pampas, Buenos Aires, Sudamericana, 2003; Horacio Tarcus, El marxismo olvidado en la Argentina, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1996; Hugo Vezzetti, Aventuras de Freud en el país de los argentinos. De José Ingenieros a Enrique Pichon-Rivière, Buenos Aires, Paidós, 1996; además, claro, de los trabajos citados en este dossier, de algunas de las investigaciones de José Sazbón, Eduardo Grüner, Roberto Pittaluga, Luciano Nicolás García, Ana Teresa Martínez, y de proyectos de investigación sobre recepción de ideas (UBACyT S114 y S019), en una enumeración que, insisto, es arbitraria por lo escueta.[[1]]

[[2]] Por ejemplo, José Aricó, Marx y América Latina, Lima, Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación, 1980.[[2]]

[[3]] El texto fue presentado en 1999 y reproducido también en Paula Halperin y Omar Acha (comps.), Cuerpos, géneros e identidades, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2000. He optado aquí por la edición en la revista Mora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, no porque se trate de versiones de diferente calidad sino para recuperar la intervención de Nari desde la publicación de un espacio en cuya construcción participó activamente.[[3]]

[[4]] Luis Ignacio García García, Modernidad, cultura y crítica: la escuela de Frankfurt en Argentina 1936-1983, Universidad Nacional de Córdoba, 2014. E-Book; disponible en: http://www.ffyh.unc.edu.ar/sites/default/files/e-books/EBOOK_GARCIA.pdf [[4]]

[[5]] Mariana Canavese, Los usos de Foucault en la Argentina. Recepción y circulación desde los años cincuenta hasta nuestros días , Buenos Aires, Siglo XXI, 2015. [[5]]

Textos seleccionados para el dossier

 

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Dossier. Siglo XIX e Historia Política. Debates sobre los nuevos enfoques y perspectivas. https://historiapolitica.com/dossiers/dossierxix/ https://historiapolitica.com/dossiers/dossierxix/#respond Tue, 02 Mar 2010 17:40:24 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=528 Siglo XIX e Historia Política. Debates sobre los nuevos enfoques y perspectivas

 

Marcela Ternavasio

Luego de más de dos décadas de renovación de los estudios sobre historia política hispanoamericana –destinados en su mayor parte al siglo XIX y en especial al período revolucionario y posrevolucionario- comienzan a discutirse los alcances y límites de esa tarea de renovación. El status autonómico del campo, la pertinencia de denominar a los aportes más recientes nueva historia política, los tópicos y enfoques predominantes, los cruces de la historia política con otros campos, son algunos de los principales temas de reflexión de este Dossier.

El artículo de Guillermo Palacios, “Entre una ‘nueva historia’ y una ‘nueva historiografía’ para la historia política de América Latina en el siglo XIX”, es un estudio introductorio al libro por él coordinado, Ensayos sobre la nueva historia política en América Latina, siglo XIX, (México: Colegio de México, 2007) en el que se plantean los debates más significativos dentro del campo de la historia política hispanoamericana del siglo XIX. El artículo de Hilda Sabato, “La política argentina en el siglo XIX: notas sobre una historia política renovada”, es una de las contribuciones del libro de Guillermo Palacios y se concentra en una reflexión histórica y a la vez historiográfica centrada en el caso argentino. De igual manera, el artículo de Tulio Halperin Donghi, “El resurgimiento de la historia política: problemas y perspectivas”, publicado por Beatriz Bragoni en un libro titulado Microanálisis (Prometeo, 2004) pone en debate los aportes de la historia política argentina sobre el siglo XIX. Carlos Altamirano, tal como indica el título de su artículo “De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones” (publicado en Prismas. Revista de historia intelectual, nº 9, 2005), proporciona una mirada sobre los diferentes cruces entre los campos de la historia política e intelectual y algunos debates teóricos en torno a los nuevos enfoques historiográficos.

 

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