peronismo – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Thu, 07 Dec 2023 00:12:01 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png peronismo – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. Aportes para repensar el entramado represivo en el tercer gobierno peronista 1973-1976 https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-aportes-para-repensar-el-entramado-represivo-en-el-tercer-gobierno-peronista-1973-1976/ Fri, 17 Nov 2023 21:03:46 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4621 ISSN sección Dossier 2618-415x

Juan Luis Besoky (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – Universidad Nacional de La Plata)

El objetivo de este Dossier es avanzar en la problematización y discusión de algunos aspectos de la violencia represiva durante el tercer gobierno peronista. En la definición de la historiadora Marina Franco el gobierno peronista de 1973-1976 constituyó un: “…entramado de prácticas políticas: algunas legales, otras cuya legalidad sólo procedimental se amparaba en la ‘excepcionalidad’ de la situación, otras clandestinas y otras de carácter intrapartidario confundidas con políticas de gobierno.”[1]. Esta multiplicidad de prácticas represivas nos obliga a ampliar y complejizar la mirada sobre el período. Por lo general, la violencia paraestatal durante esos años ha sido atribuida a la organización autodenominada Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y en particular a la figura del poderoso ministro de Bienestar Social José López Rega. Los trabajos reunidos en este dossier discuten con esa visión, profundizando en el análisis de la Triple A pero también atendiendo a otros actores cuya incidencia en el período fue soslayada o subsumida dentro de esta organización.

En este sentido, nuestro dossier reúne y hace discutir artículos que estudian el entramado represivo atendiendo a las políticas estatales y paraestatales que tendrían un carácter “vertical” en tanto implican el uso de la violencia por agentes estatales, pero también “horizontal” ejercida por organizaciones políticas del peronismo sobre otras de izquierda o de la sociedad civil en general. Este análisis busca también ampliar el alcance geográfico, usualmente restringido al área metropolitana, por una mirada más federal que dé cuenta del entramado represivo en otras regiones. Así buscamos evitar aquellas miradas “porteñocéntricas” que lo que suelen hacer es amplificar lógicas construidas estrictamente para la Capital Federa generalizándolas al resto del país.

Como bien nos recuerda Belén Zapata en uno de los artículos de este dossier: hablar sobre la “Triple A” solamente desde los parámetros que definieron su forma de operar en la Capital  hace que nos perdamos de pensar en las configuraciones de los grupos de choque en distintas localidades; en las conexiones regionales entre ellos; en el nivel de autonomía o no de sus operaciones; en la elección de sus víctimas; en su provisión de recursos y en sus relaciones con los diversos poderes políticos.

Por su parte, la ponenecia de Hernán Merele que inicia este Dossier, enfocada en el asesinato del militante peronista Tito Deleroni y su esposa Nélida Arana el 27 de noviembre de 1973, fue uno de los primeros trabajos en insistir con la necesidad de ampliar la mirada sobre el tercer peronismo. La difusión del llamado Documento Reservado de octubre de 1973, que convocaba a combatir la infiltración en el movimiento, daba cuenta de un tipo de violencia represiva que no podía ser reducida sin más a la Triple A. Con un enfoque extracéntrico y en una escala reducida, el asesinato de la pareja por parte de un militante de la derecha peronista, le permite a Merele reconstruir el complejo entramado represivo que articuló organismos estatales y paraestatales de seguridad con civiles cuya adscripción política se halla vinculada a los sectores más reaccionarios del movimiento. El autor logra reconstruir acabadamente la forma en que este entramado represivo se hallaba tejido en distintos niveles, sobrepasando al ámbito local, e instalado a escala provincial e incluso nacional.

Por otro lado, los artículos de Juan Iván Ladeuix y de Juan Luis Carnagui, se centran en el accionar represivo de la derecha peronista a través de la organización estudiantil Concentración Nacional Universitaria (CNU), en Mar del Plata y La Plata respectivamente, con el objetivo de reconstruir los vínculos establecidos con los poderes y organizaciones locales para el ejercicio de la violencia.

En el caso marplatense, Ladeuix sostiene que la CNU alcanzó mayores cuotas de poder político, articulando una alianza con sectores gremiales, facciones dentro del Partido Justicialista e influencia en el Poder Judicial local. Esta alianza, a la que el autor denomina complejo contrainsurgente, es prolijamente analizada, cuantificada y desagregada en una serie de agrupaciones responsables de la violencia paraestatal. A su vez, Ladeuix reconstruye la manera en que los miembros de la CNU, desde un primer momento, participaron activamente de la articulación y reorganización de la estructura partidaria del peronismo, establecieron vínculos con el sindicalismo y fueron parte activa de la represión universitaria, especialmente a partir del “proceso de depuración” desatado con el llamado Documento Reservado.

Ladeuix finaliza su artículo advirtiendo que si bien muchas veces se ha afirmado que la CNU era la pata de la Triple A en Marde Plata, en realidad el entramado parapolicial dirigido por López Rega no había extendido sus extremidades hasta la comunidad política marplatense. La CNU pudo obtener capacidades logísticas de dicha relación, pero bajo ningún punto de vista era una mera extensión del poder del esotérico ministro. Su poder se sustentaba en la combinación de un pavoroso talento para la violencia y en la capacidad de sus dirigentes para influenciar y dirigir a amplios sectores del peronismo, que fueron hábilmente utilizadas para hacerse del control de instituciones estatales (la Universidad y el Poder Judicial), recuperar la conducción del PJ e influenciar abiertamente a los sectores sindicales.

Para el caso de La Plata, Carnagui, además de reconstruir el origen platense de la CNU, encuentra que a partir de 1974 hay un ritmo creciente de acciones represivas, una avanzada también en la radicalidad en los modos en que estas se desarrollaban (con un claro correlato en el saldo de víctimas) y finalmente un  vínculo directo de los integrantes de la CNU con las instituciones de la provincia de Buenos Aires.

En este sentido destaca la incorporación sistemática de militantes de la CNU a la estructura del estado bonaerense a comienzos de 1974, una vez que Victorio Calabró asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Un ámbito predilecto lo conformó el Hipódromo, puesto que allí coincidían intereses de la organización y del propio gobernador. Mientras la CNU buscaba disciplinar a un conjunto de trabajadores contestarios, en especial a la dirigencia gremial, el gobernador buscaba hacerse con los recursos de la caja del Hipódromo. Por fuera de la órbita provincial, la Universidad Nacional de La Plata fue otro bastión en el cual varios integrantes jugaron un rol protagónico. También fue activa la violencia paraestatal en la cercana localidad industrial de Ensenada en torno a las figuras combativas de Propulsora Siderúrgica y el Astillero Rio Santiago. Carnagui da por sentado que las posibilidades para operar con las que contaba la CNU solo eran posibles gracias a la connivencia de las fuerzas de seguridad y la inteligencia del Estado Provincial y de las Fuerzas Armadas.

El artículo de Belén Zapata se centra en la ciudad de Bahía Blanca en la cual, ya desde los primeros meses de 1974, se comenzaron a vivir hechos de violencia que tuvieron como víctimas a estudiantes y docentes universitarios, trabajadores, delegados obreros y militantes de izquierda y del peronismo de izquierda. Su trabajo, anclado en esta mirada local le permite advertir que, fuera de la esfera capitalina de Buenos Aires, también hubo otras instituciones estatales que funcionaron como enclaves organizacionales y de aprovisionamiento de recursos y logística para las tareas “antisubversivas” de los grupos de choque. Estos tenían sus anclajes en instituciones como la intervenida Universidad Nacional del Sur (UNS) o la Confederación General del Trabajo (CGT) Regional, cuando ambas instituciones eran dirigidas por figuras políticas de la derecha y del peronismo ortodoxo. Estas fueron, por un lado, el interventor de la universidad desde febrero de 1975, el rumano filo fascista Dionisio Remus Tetu y por el otro, Rodolfo Ponce, diputado nacional y uno de los principales impulsores de la “depuración” interna del movimiento peronista. Zapata destaca que, hacia principios de 1975, algunos de los miembros de la patota que respondía a la CGT de Rodolfo Ponce y que ya habían intervenido en la UTN local en tareas represivas, fueron contratados como “personal de vigilancia” de la UNS por el rector Remus Tetu.

El papel destacado en la represión por parte de este personaje vuelve a aparecer en el artículo de Pablo Scatizza enfocado en la violencia estatal y paraestal en la Norpatagonia. Los primeros registros de violencia para el período peronista datan de marzo de 1974, cuando comenzaron a ejecutarse una serie de actos intimidatorios que el periodismo local adjudicó a fuerzas peronistas de derecha y ligadas a López Rega. Scatizza enfatiza el papel fundamental que tuvo el desembarco de Remus Tetu en diciembre de 1974, como interventor de la Universidad del Comahue, impuesto desde el Ministerio de Educación que desde agosto del año anterior había quedado en manos de Oscar Ivanisevich. Desde ambas universidades: Comahue y Bahía Blanca, el interventor coordinaría las fuerzas represivas. Así lo señala Scatizza basándose en las declaraciones de un ex comisario, quien asistió a las reuniones de la Comunidad Informativa, y de la cual participaron todas las fuerzas de seguridad de la región bajo la presidencia de Remus Tetu. En esa reunión, Tetu les habría informado a los presentes que se “iban a incorporar a la vida neuquina, nueve hombres que pertenecían a la Triple A” y que iban a venir a realizar las acciones que correspondieran en la zona de Neuquén. Además, se señalaba que el dinero que iba a necesitar esa fuerza iba a ser solventado por el jefe de la policía de Río Negro y por la Universidad y que al parecer algunas autoridades neuquinas también aportarían.

El artículo de Laura Rodríguez Agüero indaga cómo se manifestó el carácter internacional de la represión y la idea de aniquilación del enemigo interno en Mendoza, partiendo de la hipótesis de que la misma adquirió proporciones inusitadas debido a su carácter de provincia de frontera y su cercanía con Chile, en un momento de articulación de redes represivas en el Cono Sur. En Mendoza, la violencia paraestatal fue llevada a cabo por el Comando Anticomunista Mendoza (CAM) y por el Comando Moralizador Pío XII, ambas organizaciones muy ligadas a la policía provincial a cargo del vicecomodoro Julio César Santuccione, cuya designación fue responsabilidad de López Rega, quien lo nombró desde Buenos Aires el 29 de octubre de 1974.

El CAM ya había entrado en escena un mes antes con la que realización de varios atentados en los cuales comenzó a delinearse la lógica represiva de las patotas de Santuccione. Las víctimas son personas ligadas a la izquierda en general (marxista, peronista, partidaria, gremial) ciudadanos chilenos y organizaciones de ayuda a exiliados, así como de instituciones religiosas no católicas. Agüero encuentra además que la violencia ejercida también se dirigió a otro tipo de víctimas y cuya responsabilidad fue del Comando Pío XII, quien irrumpió oficialmente en la escena pública, en el mes de mayo de 1975. Las operaciones llevadas a cabo por este último Comando incluían, además de los atentados con bombas a clubes nocturnos, el asesinato de mujeres en situación prostitución y proxenetas.

El último artículo del dossier, recupera el trabajo de Melisa Paiaro quien intenta desentrañar el asesinato de nueve estudiantes universitarios en la ciudad de Córdoba el 5 de diciembre de 1975. Este crimen fue el tercer hecho perpetrado por miembros del Comando Libertadores de América (CLA) cuya aparición en la escena pública databa de fines de 1975, momento en el que se agudiza la represión ilegal en la provincia a través de la acción conjunta del Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército y personal del Departamento de Informaciones D2 de la policía provincial. Casi un año antes de su conformación, el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega, había enviado a Córdoba al Capitán Héctor Pedro Vergéz quien, junto a Telleldín, serían los jefes del CLA.

Advierte Paiaro que si bien este Comando fue conocido como la versión cordobesa de la Triple A por la similitud de sus objetivos, entre ambas organizaciones existieron sustanciales diferencias. Mientras que las Tres A tenían mayor autonomía operativa en relación con las Fuerzas Armadas y más dependencia del poder político, el CLA actuaba bajo las órdenes emanadas del Tercer Cuerpo de Ejército, en tanto estaba a su frente un militar. Esta última fue una organización sofisticada, en la que se plasmó el ingreso activo del ejército en la represión clandestina. De acuerdo con testimonios de sobrevivientes de distintos centros clandestinos, la integraba el ala más recalcitrante de laderecha nacionalista militar, un numeroso grupo de policías y varios civiles.

Esperamos y creemos que la reunión de estos artículos sea un aporte para seguir interrogando críticamente en un período complejo (el tercer gobierno peronista), probematizando sobre diferentes aspectos de la violencia represiva y clandestina sin las que no es posible comprenderse el terrorismo de Estado.

Textos seleccionados para el Dossier:

Merele, Hernán (2013). “La ‘depuración’ ideológica del peronismo en el partido de General Sarmiento, 1973-1976. Una aproximación a partir del asesinato de Antonio Tito Deleroni”. En: Primeras Jornadas de Historia Reciente del Conurbano Bonaerense Norte y Noroeste, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2013.  Recuperado de:  http://www.ungs.edu.ar/ms_idh/wp-content/uploads/2014/02/5-PONENCIA-MERELE.pdf.

Ladeuix, Juan Iván (2021). “Sindicatos, Partido, Universidad y Poder Judicial: El papel de las derechas peronistas en la configuración de un complejo contrainsurgente. Mar del Plata 1970-1976”.  En: Cuadernos de Marte, Año 12(21). Recuperado de: http://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte

Carnagui, Juan Luis (2020). “Radicalización política en el campo de la derecha: La Concentración Nacional Universitaria (CNU) y la represión paraestatal en el Gran La Plata antes del Golpe de Estado”. En: Contenciosa, (10). Recuperado de: https://doi.org/10.14409/rc.v0i10.9070

Zapata, Ana Belén (2015). “Pensar la escalada de violencia y la violencia en escalas. Entramados de la “lucha antisubversiva” pre-dictatorial. Bahía Blanca, 1974/1976”. En: Avances del Cesor (12). Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5635595.pdf

Scatizza, Pablo (2016).  “Represión  ‘antisubversiva’  en  la  Norpatagonia. Estrategias estatales y paraestatales de per-secución política en Neuquén y Río Negro (1973-1976)”. En: Papeles de Trabajo, 10(17). Recuperado de: https://revistasacademicas.unsam.edu.ar/index.php/papdetrab/article/view/665/603

Rodriguez Aguero, Laura (2014). “Centralización de la represión, violencia paraestatal y redes internacionales represivas en la Mendoza predictatorial”. En: Sociohistórica, (33). Recuperado de: https://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/article/view/SH2014n33a02

Paiaro, Melisa (2016). “Exhibir el terror. El Comando Libertadores de América: Entre el asesinato político y la restauración de la honra.Córdoba a 40 años del golpe”. En: Solis; Ponza (Comp.) Estudios de la dictadura en clave local. Córdoba a 40 años del Golpe: estudios de la dictadura en clave local, Córdoba: Editorial FFyH UNC. 


[1] Franco, Marina (2012). Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, p. 179.

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Dossier | La reforma constitucional de 1949: nuevas miradas desde el derecho y la historia https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-la-reforma-constitucional-de-1949-nuevas-miradas-desde-el-derecho-y-la-historia/ Thu, 18 Jun 2020 14:01:43 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4056 ISSN sección Dossier 2618-415x

Dossier | La reforma constitucional de 1949: nuevas miradas desde el derecho y la historia


Leticia Vita (UBA/CONICET)

 

Recientemente se cumplieron 70 años de la reforma de la constitución argentina de 1949. Fue la primera del siglo XX, la más amplia en lo que hace a modificaciones del texto de 1853 y la que, con la inclusión de derechos sociales, elevó la cuestión social a rango constitucional. También es, tal vez, el proceso constituyente que más polémica ha generado de nuestra historia. No es que los anteriores hubieran estado exentos de ella, sino que, posiblemente, la coyuntura política de 1949 potenció los desacuerdos y marcó su corta vigencia. La interpretación que se hizo del procedimiento de reforma (la famosa discusión sobre los miembros “presentes” y no “totales” del artículo 30), la habilitación de la reelección presidencial, la inclusión del estado de prevención y alarma y la no contemplación del derecho de huelga, han sido los principales tópicos sobre los que han girado (y todavía lo hacen) las críticas a esta reforma.

El tratamiento que la academia jurídica le ha dado a la constitución de 1949 da cuenta de estos desencuentros. La postura mayoritaria omite su referencia por considerarla nula, no vigente o directamente antidemocrática.[1] En el otro extremo, algunos trabajos de doctrina constitucional reivindican su programa político pero sin detenerse en el análisis de las fuentes o documentos históricos. Fuera de esos polos es escasa la bibliografía que desde la historia del derecho ha abordado la temática (por ejemplo los trabajos de Susana Ramella o Juan Fernando Segovia). Por su parte, la historia, si bien ha sumado otros temas a sus abordajes del período (la justicia, sus políticas sociales, etc.) todavía no se ha ocupado particularmente del marco constitucional del peronismo.

Así, tal vez por ello, este episodio de nuestra historia jurídico constitucional siga presentando numerosos vacíos empíricos. Desconocemos detalles sobre el proceso pre-constituyente, las fuentes que inspiraron los distintos proyectos o los efectos específicos de las disposiciones incorporadas, entre otros. Y estas vacancias son particularmente notables en lo que hace a la dimensión social de la reforma. La propuesta de este dossier, entonces, es difundir una serie de publicaciones que contribuyen a conocer algunos de los aspectos menos recorridos hasta ahora de la reforma constitucional de 1949.

Asimismo, los artículos aquí reunidos ofrecen una muestra de la necesidad de fomentar puntos de encuentro entre la historia y el derecho. Hace ya tiempo se publicaba en la revista de este Programa el dossier titulado “Historia Política e Historia del Derecho”[2] que denunciaba el divorcio existente entre “la historia”, en general, y “la historia del derecho” en particular. Este fenómeno, si bien se ha ido saldando en la última década, todavía sigue siendo muy pronunciado en el ámbito de la historia constitucional. En efecto, la mayor parte de los trabajos que se han escrito desde el derecho sobre la reforma de 1949 no entran en diálogo con la historiografía del período.

Es por esto que el dossier presenta un conjunto de artículos (tres de ellos recién publicados) que permiten, desde mi punto de vista, abordar la reforma constitucional de 1949 desde nuevas miradas. En primer lugar, porque se detienen en aspectos o utilizan métodos no muy frecuentados por la literatura específica, entre otros, la historia social o el análisis del discurso. En segundo lugar, porque comunican al derecho con la historia, abordando el fenómeno jurídico sin desatender la producción historiográfica sobre el período. En estos textos derecho e historia no son terrenos enfrentados. Finalmente, porque su lectura en conjunto ofrece una aproximación a diversas aristas del fenómeno, lo que lo convierte en un potencial material de estudio y enseñanza.[3]

El primer trabajo, de Mercedes Barros, nos introduce a la temática de los derechos durante el primer peronismo. Luego de una completa revisión del estado de la cuestión, Barros nos propone abordar la configuración de un nuevo sujeto de derecho a partir del estudio de las cartas y comunicaciones que las clases populares hicieron a llegar a Perón y Evita. Así analiza las implicancias sociales disruptivas e imprevistas de la introducción de un lenguaje basado en derechos que desafió al modelo liberal clásico pero que al mismo tiempo, vino a reparar y recrear un nuevo sentido comunitario. Este recorrido nos lleva a percibir cómo el peronismo propició un actor que no sólo gozó de este nuevo marco legal, sino que también exigió y forzó los límites de los derechos ya consagrados, pidiendo aún más.

En esa misma línea y también en clave de desandar las miradas predominantemente “desde arriba” y a partir de los “grandes” nombres que caracterizan a los estudios de historia del derecho tradicionales, la historia constitucional y, en general, la mayoría de los trabajos sobre la reforma de 1949, se inscriben las investigaciones de Jorge Afarian y Sebastián Pasarín, Pablo Canavessi y mi contribución al dossier. En esta última, presento un acervo documental hasta ahora inexplorado: el de las peticiones a la asamblea constituyente de 1949. Son cartas, telegramas, formularios y demás comunicaciones que individuos y grupos organizados hicieron llegar a los diputados reunidos en Buenos Aires para dar a conocer sus reclamos y propuestas. El trabajo describe la variedad de peticionantes y de objetos, dando cuenta de que gran parte de esos reclamos no estaban incluidos en el proyecto oficial y tampoco terminaron siendo incorporados a la constitución. Este fenómeno nos habla de las expectativas que, especialmente las clases populares, tenían respecto de la reforma constitucional en términos de derechos, su nivel de exigencia, además del grado de organización y del vínculo (artificial o espontáneo) entre estos sectores y el gobierno de Perón.

Por su parte, Jorge Afarian y Sebastián Pasarín se ocupan de uno de los reclamos más presentes en las peticiones alcanzadas a la asamblea: la inclusión del derecho de huelga en la constitución. Su análisis nos permite abordar con un prisma novedoso una de las discusiones más remanidas sobre la reforma de 1949. Incluyen una mirada “desde abajo” de organizaciones y trabajadores/as individuales y muestran las tensiones que existieron al interior del propio movimiento obrero en relación con el régimen peronista.

Este primer bloque se cierra con el trabajo de Pablo Canavessi, quien analiza el expediente judicial iniciado por la carpintera Elida Amalia Osinaga en el año 1951. Su artículo nos permite ver a la constitución de 1949 en acción, al mostrar cómo la jerarquía constitucional otorgada al principio de salario mínimo vital y móvil permitió que litigios como el de Elida llegaran a buen término. El texto, indirectamente, aborda los efectos jurídicos de la reforma, demostrando que los principios de la constitución de 1949 fueron interpretados como más que meramente programáticos. Además, lo hace incorporando una mirada de género, al constatar que las nuevas disposiciones establecidas en favor de los y las trabajadoras, impactaron beneficiosamente sobre estas últimas, las más relegadas en el ámbito laboral.

Cierran el dossier dos investigaciones que nos ayudan a profundizar sobre las ideas políticas tras la reforma. El artículo de Carlos Miguel Herrera sintetiza los tres discursos jurídicos que confluyen en esa coyuntura: el nacionalista, el socialista y el peronista. Así, a diferencia de las visiones tradicionales sobre los debates constituyentes del ´49 concentrados en la figura de Arturo Sampay, Herrera introduce a otros actores de relevancia para el pensamiento jurídico de la época. Este trabajo, además, y en la misma línea que el texto de Barros (y los de Juan Manuel Palacio sobre historia de la justicia peronista, por ejemplo), explora la hipótesis sobre el carácter disruptivo del peronismo, al sostener que los enunciados en materia de derechos sociales de la constitución de 1949, más allá de su poco alcance y sistematicidad, tuvieron un carácter simbólico que les otorgó un dominio de eficacia propia.

Por último, el aporte de Ricardo Martínez Mazzola nos presenta a la reforma de 1949 como un punto de inflexión que radicalizaría la oposición al régimen peronista. Su trabajo pone en evidencia cómo la discusión sobre el liberalismo no ocupaba el centro del debate político antes de comienzos de 1948, sino que irrumpió en la escena política argentina a partir de los posicionamientos de peronistas y antiperonistas frente a la reforma constitucional. El liberalismo fue reivindicado como nunca antes por socialistas, radicales y otros opositores, incluso a pesar de que la reforma impulsada por el peronismo no terminó tocando las fibras más sensibles del liberalismo de 1853. Su lectura nos ayuda a identificar la disputa semántica y los usos pragmáticos de lenguaje en el campo jurídico constitucional, un recorrido casi inexplorado en los análisis del período.

En síntesis, en este dossier hemos seleccionado una serie de aportes para pensar la reforma constitucional de 1949 desde renovadas miradas. Pero especialmente, para visibilizar los muchos interrogantes que aún restan responder respecto de este proceso constituyente (como pasa con gran parte de la historia del derecho del siglo XX) y de la necesidad de articular miradas histórico-jurídicas. De este modo, buscamos que este dossier sea también una invitación a desarrollar nuevas investigaciones sobre el derecho reciente que permitan enriquecer un diálogo entre derecho e historia, historia y derecho.

 

Textos seleccionados para el dossier:

Barros, Mercedes (2014). Derechos que sujetan, sujetos de derecho bajo el primer peronismo. Revista Estudios Sociales. Publicación de la Universidad Nacional del Litoral, 47, pp. 93-128.

Vita, Leticia (2020). El pueblo a la Constitución. La reforma constitucional de 1949 a la luz de las peticiones a la asamblea constituyente. Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación, 132, pp. 9-22.

Afarian, Jorge y Pasarín, Sebastián (2020). Derecho de huelga y Constitución argentina de 1949: Las peticiones a la Convención Constituyente. Trabajos y Comunicaciones, 51, e105, https://doi.org/10.24215/23468971e105

Canavessi, Pablo (2020). La rebelión de las aprendizas: cultura legal y conflictividad laboral en los Tribunales de Trabajo. Olavarría, 1951. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, 52, pp. 89-115.

Herrera, Carlos Miguel (2014). En los orígenes del constitucionalismo social argentino: Discursos en torno a la Constitución de 1949. Historia Constitucional, 15, pp. 445-469.

Martínez Mazzola, Ricardo (2012). ¿Herederos de Mayo y la Constitución de 1853? Liberalismo y antiliberalismo en el debate sobre la reforma constitucional de 1949. Apuntes de investigación del CECYP, 21, pp. 77-105.

 

[1] Para un resumen de estos tratamientos ver Vita, Leticia (2019). La reforma negada: la interpretación de la doctrina constitucional argentina contemporánea sobre la Constitución de 1949. En Benente, Mauro (comp.) La constitución maldita: estudios sobre la reforma de 1949 (pp. 21-45.) José C. Paz: Edunpaz.

[2] Barriera, Darío y Tío Vallejo, Gabriela (coords.) Historia Política e Historia del Derecho. PolHis. Revista Bibliográfica del Programa Interuniversitario de Historia Política, Nº 10, segundo semestre de 2012.

[3] Cabe señalar como una vacante de esta selección el caso de las reformas constitucionales provinciales que se generaron como consecuencia de la reforma nacional. El trabajo de referencia en este tema es el de Darío Macor (2004). Dinámica política y tradición constitucional: la reforma de 1949 en la provincia de Santa Fe, Quinto Sol, Nº 8, 2004, pp. 51-72.

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Dossier. Más allá de Montoneros: los otros peronismos revolucionarios de los setenta https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-mas-alla-de-montoneros-los-otros-peronismos-revolucionarios-de-los-setenta/ Wed, 15 Aug 2018 17:11:48 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3823 ISSN sección Dossier 2618-415x

ISSN sección Dossier 2618-415x

Dossier. Más allá de Montoneros: los otros peronismos revolucionarios de los setenta

 

Mora González Canosa (IdIHCS / UNLP- CONICET)

Fernanda Tocho (IdIHCS / UNLP)

 

Hace años que el campo de estudios consolidado alrededor de los procesos de activación social, politización y radicalización ocurridos en los años sesenta y setenta viene recibiendo un renovado impulso, que es nutrido desde diferentes perspectivas disciplinares. Con todo, se ha señalado la tendencia de buena parte de la bibliografía a realizar un “doble recorte” al analizar estos procesos, concentrándose en los acontecimientos y actores más resonantes. Es decir, considerando sólo los últimos tramos de esa historia -simplificando así el encadenamiento de conflictos que envolvió al país tras la caída del peronismo-, y privilegiando el estudio de los “partidos armados”, invisibilizando de ese modo buena parte de los actores -políticos, sindicales, culturales, religiosos- que dieron densidad al movimiento de oposición del cual las organizaciones armadas formaron parte.[1] Sin embargo, a nuestro juicio, perder de vista esa trama mayor en la que se inscribieron los grupos armados -de modo complejo y a veces tenso-, conlleva el riesgo de volver incomprensible tanto su emergencia y crecimiento, así como las adhesiones que lograron concitar. A esa tendencia podríamos sumar otra dentro del campo específico de las organizaciones armadas: la concentración de estudios sobre aquellas que resultaron hegemónicas, es decir, el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo) y Montoneros. Se trata de otro recorte que invisibiliza, en este último caso, la gran heterogeneidad y riqueza del peronismo revolucionario, homogeneizando y simplificando su enorme variedad interna.

Ahora bien, también es cierto que desde que este mismo campo de estudios se fue consolidando, contamos con conceptualizaciones que buscaron evitar esos recortes e invisibilizaciones. De ellas, nos referiremos a dos que resultaron especialmente productivas, inspirando la elaboración de diversos estudios empíricos de caso, entre ellos, varios de los que componen el presente dossier. Ambas son el resultado de la sistematización y reflexión sobre lo que originalmente fueron categorías nativas.

En el primer caso, se trata del enfoque de la “nueva izquierda”, desarrollado por Tortti[2] en polémica con diversos trabajos surgidos en la década de los ochenta que, sustentados en una concepción de la política fuertemente consensualista, exploraron el período previo a partir de la revalorización de los métodos democrático-parlamentarios propia de la época de la “transición”.[3] Desde dicha óptica, esos trabajos circunscribieron el fenómeno de la “nueva izquierda” a las organizaciones armadas, enfatizando las diferencias entre su accionar y un vasto movimiento popular de carácter “espontáneo” en que las primeras habrían querido implantarse desde “afuera” y desde “arriba” obstruyendo su carácter democratizador. En abierto contrapunto con aquellos trabajos pioneros, Tortti retomó el concepto de “nueva izquierda” para caracterizar al conjunto de fuerzas sociales y políticas disímiles que desde fines de los sesenta protagonizó un vasto proceso de protesta social y radicalización política que incluyó desde la revuelta cultural y el activismo social, hasta la política revolucionaria y el accionar armado.

Dos son los aportes de ese enfoque que nos interesa destacar en relación con este dossier. Por un lado, que aún reconociendo la importancia que la violencia política y el activismo armado adquirieron en el período, invita a una mirada de conjunto, destacando la importancia de explorar los vínculos gestados entre los distintos grupos, movimientos y organizaciones que protagonizaron el fenómeno. Fueron esos nexos -a veces concretados y otras sólo prometidos o imaginados, exitosos o fallidos, de modalidades variadas y no exentos de tensiones- los que, al decir de Tortti, contribuyeron a que los diversos actores de la “nueva izquierda” se percibieran y fueran percibidos como parte de una misma trama, la del “campo del pueblo” y la “revolución”, generando una poderosa “sensación de amenaza” en el gobierno y los sectores dominantes. En definitiva, creemos que la indagación de esos nexos, particularmente entre política revolucionaria y protesta social, es central para analizar las características del fenómeno, su envergadura, así como las posibilidades de expansión y las limitaciones que enfrentó.

El otro aporte que queremos subrayar también tiene que ver con complejas confluencias y articulaciones. Se trata de la idea de que la “nueva izquierda” debe entenderse como una suerte de magma resultante de las convergencias entre distintas tradiciones político-culturales, no todas ellas incluidas por otros enfoques sobre el tema. Básicamente: el peronismo, el nacionalismo, el catolicismo y la izquierda. De hecho, las rupturas y transformaciones que cada una de esas tradiciones experimentó en el período y los puentes que esas rupturas posibilitaron entre los grupos, movimientos o partidos ligados a todas ellas, fueron claves a la hora de ensanchar los márgenes de la “nueva izquierda”, constituyendo otro factor central para comprender la envergadura que alcanzó.

Se trata, en suma, de una conceptualización que, a diferencia de otras, no circunscribe el fenómeno a las experiencias armadas ni tampoco lo reduce a los itinerarios exclusivos de la izquierda, sin incluir sus múltiples hibridaciones con otras tradiciones políticas.

Elementos coincidentes, en cuanto a su productividad y a los problemas de investigación que permite pensar, podemos encontrar en la caracterización de Lenci sobre la “Tendencia Revolucionaria Peronista”, un término nativo y sumamente recurrente en la bibliografía que la autora recoge y sistematiza como actor específico dentro del campo peronista.[4] Bajo dicho término la autora incluye no sólo al conjunto de las organizaciones armadas peronistas de principios de los años setenta: FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), Montoneros y Descamisados, sino también a las numerosas organizaciones de base que desarrollaron sus actividades en los denominados “frentes de masas”, siendo la Juventud Peronista Regionales ligada a Montoneros la de mayor peso, pero no la única. A su vez, Lenci da cuenta de otros actores menos visibilizados -de variados matices ideológicos, que desarrollaron diversidad de prácticas sociales y políticas y con diferentes posicionamientos respecto de la lucha armada- que acompañaron este proceso de radicalización, confluyendo en la aspiración de unificarse en torno a una “Tendencia Revolucionaria” dentro del peronismo. Tal es el caso de núcleos sindicales combativos herederos de la CGT de los Argentinos, diversas organizaciones de profesionales, sectores de las Ligas Agrarias del noroeste argentino y una enorme variedad de agrupaciones de activistas de diversos ámbitos sociales, así como personalidades del mundo de la cultura.

En síntesis, esta definición amplia y laxa de la Tendencia, como emergente del proceso de radicalización hacia la izquierda de importantes sectores del movimiento peronista, también trasciende la focalización exclusiva en las organizaciones armadas, abriendo nuevas preguntas sobre la diversidad de actores y la multiplicidad de prácticas encaradas desde ese espacio. En este sentido, al igual que el concepto de “nueva izquierda”, es un término que habilita la exploración de los vínculos entre las organizaciones armadas y el activismo social, cultural y político más amplio, rastreando las articulaciones establecidas y las tensiones surgidas, en este caso, específicamente dentro del campo peronista.

Finalmente, aún si nos centramos en las organizaciones armadas de la “Tendencia Revolucionaria del Peronismo”, el panorama no puede reducirse a Montoneros, ni tampoco suponer a esta última como una entidad homogénea. Un conjunto de clivajes, como las diferentes concepciones sobre el movimiento peronista, sus sectores internos y el rol de su líder, la forma de pensar la contradicción principal y el objetivo final del proceso revolucionario que debía desencadenarse en el país o la mejor estrategia y táctica para impulsarla, dividían aguas entre los denominados “movimientistas”, “tendencistas” y “alternativistas”.[5] De hecho, los debates resultaron interminables tanto entre los grupos originarios de Montoneros, como entre las distintas organizaciones armadas peronistas de existencia independiente que desde 1972 comenzaron a fusionarse con aquel grupo, como los Descamisados, las FAR o -antes y después de esa fecha- sectores de las FAP. Todas ellas expresan, además, variadas hibridaciones entre distintas tradiciones político-culturales, uno de los rasgos centrales en la conformación de la “nueva izquierda”. Finalmente, cabe añadir que los clivajes y discusiones mencionadas no se apaciguaron, sino que sumaron nuevos ribetes al calor de un tempo político vertiginoso y en constante aceleración, como muestran las rupturas y disidencias de Montoneros, ya sea la de los “alternativistas” de la organización Montoneros José Sabino Navarro o la de los “movimientistas” de la Juventud Peronista-Lealtad, ya entre 1973 y 1974.

El presente dossier reúne un conjunto de trabajos, mayormente de jóvenes investigadores, que hace tiempo vienen desafiando la tendencia a las diversas invisibilizaciones que hemos esbozado. Es decir, que más allá de la hegemonía adquirida por Montoneros en el período, han indagado o bien en el variado y heterogéneo espectro de las organizaciones armadas del peronismo revolucionario, o bien en las diversas agrupaciones de activistas identificadas con la Tendencia que se ligaron de distintos modos con ellas.

Siguiendo este doble criterio, en el primer grupo de trabajos podemos ubicar cuatro investigaciones: las de Campos, González Canosa, Seminara y Pozzoni.

Por un lado, los artículos de Campos y González Canosa abordan el itinerario de dos organizaciones, provenientes de distintas tradiciones políticas y bien disímiles entre sí, que se fundaron a inicios de los setenta y luego confluyeron en Montoneros: Descamisados y las FAR.

En “Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos”. La organización Descamisados: entre la Democracia Cristiana, el peronismo revolucionario y la lucha armada”, Campos aborda algunos ejes de la discusión sobre la transición que hicieron sectores laicos del catolicismo postconciliar hacia la guerrilla peronista a fines de los sesenta. Tomando distancia de las interpretaciones que vieron en los orígenes religiosos de Montoneros y Descamisados un síntoma inalterable de irracionalismo político integrista y mesiánico, el autor propone pensar dicho pasaje como parte del proceso de secularización y modernización que atravesaron grupos cristianos en proceso de peronización y en diálogo con otros sectores de la “nueva izquierda”.  En este sentido, lejos de ver mera continuidad de la cosmovisión religiosa tradicional, Campos aporta elementos para pensar las rupturas producidas en la historia política de los movimientos armados, en particular el proceso de descristianización de la militancia católica.

A partir del análisis de un pasaje que en este caso va desde la izquierda marxista al peronismo, también encontramos la pregunta por las rupturas y las continuidades en el artículo de González Canosa “‘Libres o muertos, jamás esclavos’. Marxismo, peronismo y lucha armada: las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la Argentina de los primeros setenta”. Allí la autora analiza el itinerario de gestación y desarrollo de las FAR considerando que el grupo fue emergente de las reconfiguraciones de la cultura política de la izquierda, es decir, expresión de un “cauce de radicalización política” distinto del que dio lugar al resto de las organizaciones armadas del peronismo. Desde esa perspectiva, la autora evidencia tres procesos convergentes en la trayectoria del grupo. En primer lugar, la existencia de un proceso de doble ruptura respecto de las tradiciones político-ideológicas y las formas de hacer política de los partidos donde los fundadores de las FAR habían iniciado su militancia en los sesenta -es decir, ruptura con tradiciones liberales y antiperonistas y con métodos legales de lucha. En segundo lugar, la persistencia, más allá de esas rupturas, de ciertas huellas de origen que le imprimieron a las FAR su perfil distintivo, al menos durante sus primeros años (1970-1971) -la huella marxista para pensar el peronismo y la huella guevarista para pensar su relación con las masas. Por último, y a la luz de los cambios operados en la coyuntura electoral de 1972, la autora analiza las formas en que tal perfil distintivo experimentó variaciones sustantivas que contribuyen a explicar su posterior acercamiento a Montoneros.

Por su parte, los trabajos de Seminara y Pozzoni abordan dos disidencias de Montoneros, también muy disímiles entre sí: la de los “alternativistas” de la organización Montoneros Sabino Navarro en 1972 y la de los “movimientistas” de la Juventud Peronista-Lealtad.

En “Los Sabino”, Seminara echa luz sobre aspectos muy poco conocidos de la historia de esta organización, cuyo derrotero comenzó a delinearse a partir de un temprano desprendimiento de Montoneros en 1972, desarrollando su actividad política en distintos lugares del país hasta el año 1975. El foco de atención está puesto en la singularidad del grupo respecto de otras organizaciones armadas del peronismo, centralmente: el alternativismo y clasismo de sus postulados, la crítica sin concesiones a la burocracia sindical y las estructuras tradicionales del movimiento y el fuerte cuestionamiento hacia las prácticas de Montoneros, consideradas “foquistas”, “militaristas” y responsables de su aislamiento respecto de la clase trabajadora. Finalmente, la autora brinda elementos que permiten conocer el anclaje nacional que alcanzó la organización, el grado de autonomía organizativa y política que desarrolló, y su inserción -de variado calibre- en diferentes espacios de sociabilidad sindical, universitaria y territorial.

La preocupación por experiencias de disidencia con Montoneros poco exploradas por la historiografía también se encuentra presente en el artículo de Pozzoni “Los orígenes de la Juventud Peronista Lealtad: los ‘soldados de Perón’ (1973-1974)”. Allí la autora reconstruye los orígenes de esta agrupación de carácter “movimientista” analizando los diversos momentos y episodios que, entre junio de 1973 y febrero de 1974, abonaron el camino hacia la ruptura con la conducción de Montoneros. En su análisis, las razones fundamentales de la escisión se vinculan tanto con el rechazo provocado por el cuestionamiento al liderazgo de Perón por parte de los jefes montoneros, como con las dudas respecto de la legitimidad de continuar con la lucha armada en un gobierno democráticamente elegido, debate, este último, que ya había estado presente en el origen mismo de la agrupación.

Por otro lado, hemos seleccionado para el dossier cuatro trabajos que dan cuenta de la variedad de agrupaciones de activistas de la Tendencia que, desarrollando sus prácticas en distintos ámbitos sociales, se ligaron de diversos modos con las organizaciones armadas del peronismo.

En “El desafío institucional: las prácticas políticas no armadas de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo en el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires (1973-1974)”, Tocho reconstruye el proceso de incorporación de militantes de la Tendencia a la gestión provincial de Oscar Bidegain, indagando las expectativas, objetivos y sentidos que acompañaron la trayectoria de quienes, aún signados por fuertes tensiones, intentaron conjugar la participación en las estructuras del gobierno democrático con un proyecto revolucionario. En el marco de esta perspectiva, la autora da cuenta de las prácticas políticas desarrolladas en el Ministerio de Asuntos Agrarios, observando un amplio y heterogéneo repertorio de modalidades de acción -institucionales, territoriales, barriales- que los protagonistas inscribían en un programa mayor de cambio de estructuras con vistas a la construcción del denominado “socialismo nacional”.

En una dirección similar, pero profundizando el análisis de las formas de militancia barrial y las prácticas no armadas desplegadas en el territorio, se encuentra el artículo de Robles “La retaguardia revolucionaria. Las unidades básicas controladas por la Juventud Peronista y Montoneros en los barrios populares de la ciudad de La Plata (1972-1975)”. Allí el autor reconstruye pormenorizadamente la red de unidades básicas organizada y controlada por los montoneros en el territorio y período mencionado, con la intención de aportar una descripción empírica sobre los nexos que los sectores populares establecieron con las organizaciones armadas. En este marco, Robles distingue los actores intervinientes, la amplia gama de prácticas desplegadas y las representaciones gestadas sobre diferentes tópicos de gran relevancia en el período: la relación con Perón, el “socialismo nacional” y la lucha armada, dando cuenta de la magnitud -y también de los límites- del proceso de radicalización entre los sectores populares.

Por su parte, el trabajo de Dip “En busca de un relato para la universidad. Reminiscencias reformistas y peronistas en Antropología 3er. mundo (1968-1973)” analiza el proceso de peronización de izquierda de importantes sectores universitarios entre 1966 y 1973, con especial foco en el análisis de la revista Antropología del Tercer Mundo, publicación académica vinculada a las Cátedras Nacionales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En particular, indaga cómo se debatió el rol de los intelectuales, la nacionalización del movimiento estudiantil y la cuestión universitaria a través de una publicación con importante incidencia en grupos de docentes, estudiantes e intelectuales que se sumaron al campo del peronismo revolucionario durante esos convulsionados años.

Por último, en “‘Las aventuras de Tendencio’ en la revista Militancia Peronista para la Liberación: humor gráfico para la disputa peronista de los años 70” Stavale analiza las representaciones, críticas y tensiones que expresaron sectores “alternativistas” del campo político-cultural durante el tercer gobierno peronista. La autora se centra en las coyunturas conflictivas que hicieron que el peronismo revolucionario entrara en crisis y en la particular forma en que la tira de humor gráfico condensó la ruptura de este grupo político y editorial con el líder justicialista, su enfrentamiento con los sectores de la derecha peronista y el avance del Estado de excepción, y sus discusiones al interior de la Tendencia, particularmente con la Juventud Peronista y Montoneros.

 

Textos seleccionados para el dossier

Campos, Esteban (2012). “Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos”. La organización Descamisados: entre la Democracia Cristiana, el peronismo revolucionario y la lucha armada. Polhis, 10, pp. 133-145.

González Canosa (2017). “Libres o muertos, jamás esclavos”. Marxismo, peronismo y lucha armada: las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la Argentina de los primeros setenta”. Tempo e Argumento. Revista de História do Tempo Presente, 22, pp. 364 – 395.

Nicolás Dip (2016). En busca de un relato para la universidad. Reminiscencias reformistas y peronistas en Antropología 3er. mundo (1968-1973), E-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, 56, pp. 18-35.

Pozzoni, Mariana (2015). Los orígenes de la Juventud Peronista Lealtad: los “soldados de Perón” (1973-1974). Cuadernos del CLAEH, 101, pp. 33-61.

Robles, Horacio (2015). La retaguardia revolucionaria. Las unidades básicas controladas por la Juventud Peronista y Montoneros en los barrios populares de la ciudad de La Plata (1972-1975). En Cristina Tortti, Mauricio Chama y Adrián Celentano, La nueva izquierda argentina (1955-1976). Socialismo, peronismo y revolución (pp. 157-188). Rosario: Prohistoria.

Seminara, Luciana (2015). “Los Sabino”. En Bajo la sombra del ombú. Montoneros Sabino Navarro, historia de una disidencia (pp. 10-29). Buenos Aires: Imago Mundi.

Stavale, Mariela (2017). “Las aventuras de Tendencio” en la revista Militancia Peronista para la Liberación: humor gráfico para la disputa peronista de los años 70. Izquierdas, 35, pp. 1-30.

Tocho, Fernanda (2015). El desafío institucional: las prácticas políticas no armadas de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo en el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires (1973-1974). Sociohistórica, 35, pp. 1-22.

 

[1] Tortti, Cristina (2015). La nueva izquierda argentina. La cuestión del peronismo y el tema de la revolución. En Cristina Tortti, Mauricio Chama y Adrián Celentano (comps.), La nueva izquierda argentina (1955-1976). Socialismo, peronismo y revolución (pp. 15-33). Rosario: Prohistoria.

[2] Tortti, Cristina (1999). Protesta social y Nueva Izquierda durante el Gran Acuerdo Nacional. En Alfredo Pucciarelli, Alfredo (ed.), La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN (pp. 205-230). Buenos Aires: Eudeba y (2006). La Nueva Izquierda en la historia reciente de la Argentina. Cuestiones de Sociología, 3, pp. 19-32.

[3] Hilb, Claudia y Lutzky, Daniel (1986), La nueva izquierda argentina: 1960-1980. (Política y violencia). Buenos Aires: CEAL y Ollier, María Matilde (1986), El fenómeno insurreccional y la cultura política. 1969-1973. Buenos Aires: CEAL y (1998), La creencia y la pasión. Buenos Aires: Ariel.

[4] Lenci, Laura (1999). Cámpora al Gobierno, Perón al Poder. La tendencia revolucionaria del peronismo ante las elecciones del 11 de marzo de 1973. En Pucciarelli Alfredo (ed.), op. cit.

[5] Sobre las formas de caracterizar estas corrientes político-ideológicas al interior de la Tendencia, que deben considerarse como posiciones polares típico-ideales puede consultarse Lanusse, Lucas (2005), Montoneros. El mito de sus doce fundadores. Buenos Aires: Vergara y González Canosa, Mora (2015) “Las Organizaciones Armadas Peronistas (OAP): un análisis comparativo de los (re) posicionamientos de las FAR”. En Cristina Tortti, Mauricio Chama y Adrián Celentano (comps.), op. cit.

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Dossier. Literatura y política https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-literatura-y-politica/ Wed, 04 May 2016 21:38:12 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3433 Literatura y política

 

Ximena Espeche (CONICET/FFyL-CHI/UNQ)

 

Si hay un par que es tenso, ese es el de “Literatura y política”. O al menos así lo parece si revisamos la producción académica argentina (y no sólo argentina): es un par complejo porque el consenso sobre qué alcances toma el problema no está saturado. A qué se llama “política” en ese par. A qué “literatura”. Armamos la dupla, asumimos su o sus sentidos a cada uno de los términos, les exigimos una historia y sobre ello van los análisis. {{1}} Esto es, podemos decir que se trata de los modos en que desde la crítica literaria, y no sólo desde ella: sociología, ciencia política, historia, etc., una serie de autorxs, una serie de textos, una serie de problemas y una serie de lecturas instituyen y son instituidas como conjunto sine qua non de la entente “literatura y política”.

Podemos, también, encontrarnos con la afirmación de que uno de los términos es inexistente, en el sentido de que la literatura no existe, o no es más que lo que “se enseña”; o que es una institución al menos desde el siglo XVIII y que antes su sentido no era tal como lo conocemos hoy. O, por el otro lado, que el otro de los términos, el de política, es mucho más que la exacerbación de “política” como el accionar concreto de un grupo o la puesta en marcha de unas ideas en función de una doctrina; es la insistencia en que “política” supone la disputa por lo sensible y la legitimidad de los modos de nombrar. {{2}} Y, también, que la afirmación de que toda literatura intrínsecamente es política reduce la tensión que opera en el vínculo, entre eso que “no se enseña” y eso que es disputa concreta, cuerpo a cuerpo, por el reparto de lo sensible y quién estaría en condiciones de nombrarlo.

El dossier presentado pone en perspectiva esas afirmaciones. Dentro de la enorme cantidad de muy buenos trabajos relativos a la relación entre literatura y política, este dossier está compuesto por textos que se ocupan del siglo XX, exceptuando uno que se remite a los orígenes de la Argentina “moderna”, en el último tramo del siglo XIX.

El trabajo de Claudia Román sigue de cerca los vaivenes de la imagen de Sarmiento en la prensa periódica. Especialmente, en las caricaturas porque en realidad lo que tematizan, paradojalmente, es el uso que el propio Sarmiento hace de la figura por la que es caricaturizado: el loco. Sebastián Hernaiz revisa a su vez las lecturas normativizadas de la narrativa cortazariana en Casa tomada, y allí pregunta hasta qué punto el relato mismo construye un narrador que, dando vuelta la operación canónica de lectura, está planteado como un “mentecato” y el cuento todo pasa a ser más bien filoperonista que antiperonista. O, en su recuento por las modulaciones de las palabras, María Pía López explora en el análisis de la figura de Rodolfo Fogwill y su novela Los Pichiciegos cierta caracterización de la lengua y del habla sociales. Una madre que viendo la televisión dice “hundimos un barco” durante la Guerra de Malvinas expresa mucho de la militarización de la sociedad pero también de la imposición de una guerra como pantalla y, luego, como síntoma de una herencia cultural. Adriana Petra desgaja punto a punto cómo las discusiones sobre la tradición cultural y la literatura nacional -sobre todo la gauchesca, el criollismo y la figura del gaucho-, fueron centrales a la hora de disputar los bienes simbólicos y materiales de una sociedad como la argentina peronista en la voz de intelectuales comunistas. Y donde, además, la relación entre el compromiso y el arte confluía en la sospecha de que la autonomía de este último era un punto ciego: ¿quiénes definían los criterios de uno y otra? ¿Cuáles eran esos criterios y en relación con qué tradiciones culturales? Finalmente, Claudia Gilman analiza de muy cerca, y con un interés especial en el problema de la periodización, el drama de los escritores vueltos intelectuales por las derivas de la Revolución Cubana, la espera de una literatura que le hiciera ambiguos honores (que fuera revolucionaria tanto en forma y fondo), la reconfiguración de los valores de esa literatura y de esos escritores según su vínculo con el Mercado, y cómo esa trama definió las posturas antiintelectualistas dentro y fuera de la isla.

Los trabajos elegidos proponen entonces que la relación entre literatura y política es un ángulo de toma para mirar mejor ciertos problemas. Para nombrar sólo algunos de ellos: la disputa por el lugar de los escritores y de ahí la configuración de las “ideologías de escritor”; el análisis sobre la asunción del lugar de intelectuales latinoamericanos frente al Mercado, la Revolución o América Latina; las discusiones dentro del partido Comunista a la hora de pensar una tradición cultural que tiene su tempos cruzados con los usos políticos del pasado nacional en el presente de la Guerra Fría -que no puede entonces dejar de pensarse como tensión entre nacional/regional/internacional/global-; las modulaciones de una “tradición de lectura” que volvieron a un narrador el espejo de una clase social, una univocidad a ser cuestionada; y justamente sobre esa polivalencia de los sentidos y la disputa por su normalización, el trabajo en torno de la sátira y los usos que hace Sarmiento y que hacen sobre su misma figura: el loco, el moro, el bárbaro; y el que ausculta la lógica de un lenguaraz como Fogwill.

En definitiva, todos ellos rodean lo que parece una afirmación para volverla una pregunta: ¿cómo es posible?

[[1]] Entre los varios trabajos que se dedican a escudriñar esta relación y hacerla parte activa de la composición de una mirada de y sobre la literatura y la crítica literaria en Argentina la lista es larga y, además, incompleta. Nombro aquí algunos de los que al menos a mí me han ayudado a pensar esa relación: Altamirano, Carlos y Sarlo, Beatriz (1997), Ensayos argentinos. De Sarmiento a la Vanguardia. Buenos Aires: Ariel; Gilman, Claudia (2002), Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires: Siglo XXI; Gramuglio, María Teresa (2013), Nacionalismo y cosmopolitismo en la literatura argentina. Rosario: Editorial Municipal de Rosario; Raimondi, Sergio, El poeta y el Estado. En A.A.V.V., La letra argentina. Lenguajes, política y vida en el siglo XXI (pp. 113-119). Buenos Aires: Ministerio de Cultura de la Nación, Secretaría de Pensamiento Estratégico; Viñas, David (1995), Literatura argentina y realidad política. Buenos Aires: Sudamericana. Véase también: Eagleton, Terry (1998), Introducción a la teoría literaria. México: Fondo de Cultura Económica; Rama, Ángel (1995), La ciudad letrada. Montevideo: Arca; Ranciere, Jaques (2011) La política de la literatura. En Política de la literatura. Buenos Aires: libros del Zorzal; Rinesi, Eduardo (2003), Política y tragedia. Hamlet entre Hobbes y Maquiavelo. Buenos Aires: Colihue; Williams, Raymond (1980), Marxismo y literatura. Barcelona: Península. [[1]]
[[2]] Ranciere, Jaques (2011), La política de la literatura, op. cit, pp. 15-54. [[2]]

Textos seleccionados para el dossier

 

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Dossier. El socialismo después del peronismo https://historiapolitica.com/dossiers/socialismo-posperonismo/ Tue, 05 May 2015 17:49:20 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=2939 El socialismo después del peronismo

 

María Cristina Tortti (UNLP)

 

El tema de este Dossier introduce al lector en un período sumamente conflictivo de la vida del Partido Socialista (PS), el cual sólo muy recientemente ha comenzado a ser explorado en los ámbitos académicos. Se trata de los años durante los cuales dicho partido atravesó el convulsionado proceso interno que lo conduciría a una extrema fragmentación y dispersión de sus fuerzas – fuerzas ya muy debilitadas desde la irrupción del peronismo.
En tal sentido, la sucesión de divisiones iniciada en 1958 puede ser entendida como el estallido de contradicciones y frustraciones largamente acumuladas, sobre todo –aunque no únicamente- durante el decenio peronista. Y también como consecuencia del malestar generado en sus filas cuando, después del inicial apoyo a la Revolución Libertadora, fue evidente que ésta no venía a “democratizar” la vida política y sindical sino a reprimir a los trabajadores.
Sin embargo, las polémicas y conflictos que agitaron al partido reconocen también otras causas, algunas de vieja data, entre las cuales corresponde mencionar la existencia de una persistente discusión –a veces abierta, a veces soterrada- entre quienes sostenían una versión “liberal” del socialismo y una intermitente “línea de izquierda” interesada en acentuar los contenidos específicamente socialistas del programa partidario y claramente diferenciado del de los partidos “meramente liberal-democráticos”: en las condiciones del post 55´ ambas corrientes encontrarían nuevos argumentos desde los cuales reanudar la disputa.
A los motivos derivados de la propia historia, pronto se agregarían los que provenían de los cambios operados a nivel internacional a partir de la segunda posguerra y que afectaban tanto a la recién reconstituida Internacional Socialista (IS) como al campo de las izquierdas en general. En Europa, en el contexto de la “guerra fría”, buena parte de los partidos de la IS venían produciendo un viraje que los llevaría a acentuar su carácter “democrático” y, a la vez, a desprenderse de la tradición marxista. En el caso del PS argentino, dicho viraje contribuía a avalar la línea “liberal” de Américo Ghioldi y favorecía su denuncia del “totalitarismo” -peronista o comunista.
En cambio, los procesos de descolonización y las experiencias revolucionarias –primero las de China y Yugoslavia, y luego la cubana- impactaron fuertemente a las izquierdas, sobre todo en las nuevas generaciones militantes. Las Juventudes Socialistas fueron tempranas receptoras y difusoras de esos procesos, en particular del cubano -con el cual estaban relacionados desde mucho antes de su triunfo. En ese camino los jóvenes socialistas encontraron apoyo en un grupo de veteranos dirigentes que, desde los años veinte y treinta sostenían posiciones antiimperialistas, muchas veces a contrapelo del grupo dirigente: junto a ellos iniciarán la batalla contra el “ghioldismo”.
En esa informal alianza renovadora se contaban varios tradicionales y prestigiosos dirigentes -Alfredo Palacios, Carlos Sánchez Viamonte y Alicia Moreau-, así como el prestigioso historiador José Luis Romero. Pero sin lugar a dudas el contingente principal provenía de las muy activas Juventudes Socialistas, comandadas por Alexis Latendorf, Enrique Hidalgo, Pablo Giussani, y los aún más jóvenes Elías Semán y Ricardo Monner Sans. Los unía el propósito de impulsar la revisión de la línea partidaria y de promover el reencuentro del partido con los trabajadores –alejándolo definitivamente del “gorilismo”
Pero la resistencia del sector mayoritario de la dirección nacional a abrir la discusión condujo, después de muchos y variados incidentes, a la fractura del partido, en julio de 1958. Del “congreso de la ruptura” resultaron dos agrupaciones: el Partido Socialista Democrático (PSD) -orientado por Ghioldi- y el Partido Socialista Argentino (PSA), que retuvo cerca de dos tercios de los afiliados y adicionó a su nombre el lema “Recuperado para la clase trabajadora”.
Si bien el lema resumía bien el espíritu de los renovadores, éstos no constituían un grupo homogéneo: sus puntos de acuerdo radicaban casi exclusivamente en el antighioldismo y en el compartido deseo de volver a ser un “partido popular”. Pero mientras algunos concebían ese proyecto en términos más bien moderados, el sector juvenil –marcadamente izquierdizado- era proclive a gestos políticos audaces y métodos radicales.
Durante la primera parte del gobierno de Arturo Frondizi, ambos partidos funcionaron de manera paralela, cada uno según su estilo. El PSD, aunque debilitado, mantuvo una discreta representación legislativa y cierta presencia en algunas localidades –siendo Mar del Plata, el caso más notable. Por su parte el PSA, que alcanzó una representación similar – o levemente superior- , muy pronto se dividiría por insalvables diferencias respecto del tipo de lazo político a establecer con el peronismo, y también en relación con la naturaleza de los vínculos que mantendría con la Revolución Cubana. En 1961 el grupo juvenil dio nacimiento al Partido Socialista Argentino de Vanguardia (PSAV), mientras que el otro sector –en el que se encontraba Palacios- pasó a denominarse Partido Socialista Argentino “Casa del Pueblo”.
El PSAV, que se consideró a sí mismo como el primer partido de la “nueva izquierda” argentina, y cuyo eje programático pasaba por la búsqueda de unidad con el peronismo –en particular con su sector combativo-, sufrió su propia crisis hacia fines de 1963 a raíz de una serie de frustrantes experiencias políticas. De su estallido resultaron tres organizaciones: Vanguardia Popular, en la que permaneció el grupo original, profundizó su línea pro peronista; Vanguardia Comunista, sector liderado por Elías Semán, optó por una construcción política de tipo marxista- leninista; y el Partido del Trabajo, que agrupó a buena parte de los militantes con inserción gremial. De ese modo, hacia mediados de la década del sesenta, parecía asistirse a una virtual desaparición del socialismo en la política argentina.
Si bien desde entonces nunca faltaron intentos de reagrupamiento de las dispersas fuerzas, debieron pasar varios años hasta que comenzaran a prosperar iniciativas como las de Alicia Moreau y la Confederación Socialista, o la búsqueda de acuerdos entre quienes venían del “viejo tronco” y el más joven Partido Socialista Popular. Pero, por haberse producido en un contexto histórico sensiblemente diferente del aquí evocado, ésos son temas que exceden los propósitos de este dossier.

El texto de Cecilia Blanco (Licenciada en Sociología, UBA) analiza las mutaciones producidas en el discurso de la Juventud Socialista en el período inmediatamente posterior a la caída del peronismo, y advierte los síntomas de una crisis de identidad y de voluntad política renovadora expresada en la búsqueda de nuevos esquemas interpretativos sobre el “hecho peronista”.
El trabajo de María Cristina Tortti (Licenciada en Sociología; Doctora en Historia- UNLP) reconstruye el ciclo de divisiones del PS, atendiendo a los temas a partir de los cuales se produjo la radicalización de su fracción de izquierda. La combinación de acercamiento al peronismo y fuerte adhesión a la Revolución Cubana puede ser leída como un intento de articular elementos de la doctrina socialista con contenidos propios del nacionalismo popular.
Silvana Ferreyra (Doctora en Historia, UNMDP- CONICET) se interesa por entender cómo hacía política, a nivel local, el Partido Socialista Democrático, en Mar del Plata entre 1958 y 1966. Confronta el imaginario socialista tradicional con las prácticas efectivamente desarrolladas desde el gobierno municipal, y encuentra contradicciones entre el ideal del asociacionismo “autónomo” y la presencia de los vínculos personales (clientelismo) en las relaciones políticas.
Karina Jannello (Magíster en Sociología de la Cultura, UNSAM) indaga en las políticas culturales del Partido Socialista –luego PS Democrático- en el contexto de la “guerra fría” y en conexión con emprendimientos auspiciados desde los ambientes socialistas europeos destinados a difundir :una versión humanista, pro liberal y anticomunista del socialismo.
El texto de Fernando Pedrosa (Doctor en Procesos Políticos Contemporáneos, Universidad de Salamanca) presenta la muy poco conocida labor de la Internacional Socialista en América Latina que, desde 1955 contaba con un Comité Latinoamericano, apoyado fundamentalmente en los partidos socialistas del cono sur. Pero luego, la conflictividad e izquierdización de esos partidos llevó a que la Internacional girara su atención hacia los llamados “partidos populares”.
Adrián Celentano (Profesor de Historia, UNLP) y María Cristina Tortti indagan en los orígenes de Vanguardia Comunista, el primer grupo maoísta argentino. Nacido de la crisis del Socialismo de Vanguardia y del desencanto con las posibilidades revolucionarias del peronismo, el grupo liderado por Elías Semán se propuso crear un partido marxista-leninista, alejado tanto del populismo como del guerrillerismo.

 

Textos

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Dossier. La fragua del Peronismo en el interior del país. https://historiapolitica.com/dossiers/peronismo-interior/ Fri, 05 Dec 2014 23:16:13 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=2755 La fragua del Peronismo en el interior del país

 

Adriana Kindgard (UNJu-ISHIR/CONICET)

La pregunta sobre los orígenes del peronismo ha estado instalada, explícita o implícitamente, en el horizonte de quienes se interesaron a lo largo de los años en el estudio de este fenómeno político. Una novedad de las últimas décadas ha sido la re-problematización de la cuestión a partir de los resultados de investigaciones que pusieron la mira en el ámbito de las provincias y los territorios nacionales. Tanto la pionera obra de Darío Macor y César Tcach (La invención del peronismo en el interior del país, 2003) -continuada recientemente en una segunda parte publicada en 2013- como la compilación de Oscar Aelo (Las configuraciones provinciales del peronismo, 2010) dan buena cuenta de las principales líneas de indagación y revelan hasta qué punto la mayoría de los estudios sobre el primer peronismo centrados en espacios subnacionales vienen privilegiando el análisis de los sectores dirigentes de la nueva fuerza política, por sobre el de sus bases de apoyo. Hay algunas excepciones y, entre ellas, el trabajo de Ernesto Bohoslavsky y Daniel Caminotti que abre el presente dossier. Desde perspectivas propias de una historia social de la política los autores se interesan por el mundo rural norpatagónico, llevando la mirada hacia los departamentos de Collón Curá, Picún Leufú y Catan Lil, en Neuquén, y el de El Cuy, en Río Negro, a fin de incorporar al análisis de los orígenes del peronismo en la región a los trabajadores rurales conchabados en las estancias de la vera del Limay, atendiendo a las transformaciones a nivel de sus prácticas y de su universo simbólico. Estos actores, que hasta la víspera desenvolvían su existencia bajo condiciones de extrema precariedad, experimentaron los efectos concretos de las políticas sociolaborales emprendidas tempranamente desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. Recurriendo a expedientes judiciales sobre accidentes laborales y a la historia oral como vía de acceso a la subjetividad de ex trabajadores y encargados de estancias, Bohoslavsky y Caminotti demuestran la medida en que estas vivencias impactaron tanto en sus identidades políticas como a nivel de las identidades de clase, significando, por otra parte, la definitiva incorporación simbólica de estas poblaciones a la nación argentina. Entre otros méritos, este artículo tiene el de haber delineado una agenda alternativa para los estudios del peronismo periférico, que insta a no abandonar la senda trazada por los estudios clásicos y los llamados revisionistas en lo que hace a la interrogación por los vínculos entre los obreros y Perón. El peronismo nació de una voluntad política proyectada, desde un principio, al conjunto nacional privilegiando dentro de éste al sujeto popular en general. Si bien los primeros interlocutores fueron los obreros tempranamente organizados en sindicatos, era a todos los sectores del trabajo -de Buenos Aires, del Interior, y del interior del Interior- al que Perón ofrecía, desde el Estado, expresión y representación. Todos fueron proclives a atravesar un proceso de redefinición identitaria, al ritmo de las realizaciones y consignas del emergente caudillo y, a su turno, a brindar un apoyo electoral cuya vastedad hizo posible y perdurable al peronismo.

El artículo que aquí incluimos de María del Mar Solís Carnicer y José Antonio Meza, focalizado en dos departamentos del interior correntino, San Luis del Palmar y General Paz, recoge en buena medida esta herencia historiográfica de los estudios norpatagónicos. Buscando dilucidar las razones que hicieron de Corrientes la única provincia del país en donde el peronismo no consiguió triunfar el 24 de febrero de 1946, los autores reconstruyen las especificidades de las prácticas políticas en espacios rurales de dimensión local, en donde pervivían arraigadas tradiciones políticas con eje en relaciones de patronazgo y en la fuerza de la figura del caudillo. Sólo tras mediar una intervención federal a la provincia, los trabajadores rurales acusaron el impacto de la activa política sociolaboral de la Delegación del Ministerio de Trabajo y Previsión –materializada en las recurrentes visitas de inspectores a las estancias para vigilar de cerca el cumplimiento de la legislación laboral- y atravesaron un proceso de redefinición identitaria contundentemente reflejado en los resultados de los comicios provinciales de 1948 y en las elecciones generales de 1951.

Develar la complejidad inherente a los procesos de configuración de identidades y las motivaciones que informaron las prácticas políticas de bases y dirigencias en los momentos formativos del peronismo requiere llevar la escala del análisis hasta el nivel de lo micro. Así lo entiende Alejandra Salomón quien, en el tercer trabajo incluido en el dossier, problematiza la cuestión de la génesis del peronismo en el interior bonaerense, tomando como eje lo local y lo rural. Asumiendo que el ámbito rural integra la subjetividad de los actores, constituyendo un espacio cultural que incide en la construcción del espacio político, Salomón hace una apuesta metodológica por la microhistoria como camino de acceso a la dimensión simbólica de las relaciones sociales y a la comprensión del modo en que se vive cotidianamente la política. Su indagación se orienta hacia la construcción del poder político peronista en localidades bonaerenses insertas en contextos rurales, señalando a la vez la importancia de interrogarse por el proceso de conversión al peronismo de la población rural, teniendo en cuenta sus reivindicaciones específicas.

Finalmente, el trabajo de Leandro Lichtmajer centra la atención en las transformaciones habidas en las relaciones de poder y las prácticas políticas al interior del mundo azucarero tucumano, a partir de la irrupción del movimiento liderado por Perón. Adoptando una perspectiva de micronivel, el autor focaliza la mirada en los pueblos de Bella Vista, Ranchillos y San Juan, aledaños a tres ingenios, para comprobar la hondura de la brecha que marcaron, a este nivel local, los procesos desatados a partir del 4 de junio de 1943, reflejada elocuentemente en la sensible mutación de lealtades políticas a favor de los emergentes líderes obreros. Se trataba de espacios que acusaban la impronta de las tradiciones culturales características del mundo rural, a lo que se sumaba la omnipresente gravitación de la agroindustria pautando todas las esferas de la vida social, y la hegemonía política de los industriales azucareros cimentada en la efectividad de las redes por ellos lideradas. El proceso de sindicalización alentado desde el Estado trastocó las relaciones de poder y resquebrajó jerarquías y deferencias, sobre el telón de fondo de una fuerte conflictividad.

Con sus matices, los trabajos aquí reunidos comparten la convicción sobre la importancia de seguir en la búsqueda de claves comprensivas del fenómeno peronista, incorporando al análisis a actores poco escudriñados, en espacios poco recorridos. Comparten también un convencimiento sobre las potencialidades de una perspectiva analítica orientada al rescate de subjetividades al interior de complejas redes de interacción social y en referencia a contextos locales que requieren de una intensiva reconstrucción, sin descuidar los marcos más generales que los informan.

Textos

 

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