sindicalismo – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Fri, 15 Jul 2022 15:34:40 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png sindicalismo – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. Sindicalismo y política en la Argentina democrática. Aristas y matices de una relación compleja https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-sindicalismo-y-politica-en-la-argentina-democratica-aristas-y-matices-de-una-relacion-compleja/ Sun, 08 May 2022 14:34:46 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4391 ISSN sección Dossier 2618-415x

Belén Morris (IdIHCS-CONICET)

Introducción

En este dossier nos proponemos construir un diálogo entre autores y autoras que abordaron un tema de central importancia para la dinámica sindical argentina: la relación entre sindicalismo y política. Preguntarnos por este vínculo supone dirigir la mirada hacia diferentes aristas comprendidas en el vasto y amplio concepto de la política. En principio, nos conduce a indagar en el entramado institucional-estatal del que los sindicatos forman parte en el marco de un sistema capitalista, en la tensión entre autonomía y heteronomía derivada de esa misma condición, en la relación fraguada con diferentes partidos políticos y, especialmente, con el peronismo como identidad, como movimiento y como partido político. Preguntarnos por la relación entre sindicalismo y política nos orienta, también, a poner de relieve el terreno de las estrategias, de los fines y propósitos de la acción sindical, los contornos de los sujetos y demandas representados y los límites internos y externos de la forma sindicato para representar las múltiples realidades laborales que coexisten en la Argentina contemporánea. En definitiva, pensar ese vínculo es explorar y analizar las condiciones de posibilidad de asociar la parte con el todo.

Los textos reunidos aquí son reflexiones situadas en un contexto temporal y espacial específico: todos ellos observan la realidad sindical argentina (aunque la escala es más amplia en el caso de Murillo), algunos se circunscriben al neoliberalismo menemista y otros al neodesarrollismo kirchnerista. A lo largo de esos años han tenido lugar cambios de diferente cadencia y espesor en el modelo de acumulación (específicamente, en el mercado de trabajo) y en el régimen político. Así, dos grandes líneas atraviesan estos textos y construyen el escenario de fondo de este debate: por un lado, las transformaciones en el vínculo entre peronismo y sindicalismo; por el otro, la relación entre los cambios en el mercado de trabajo y la acción sindical.

Las últimas dos décadas han atestiguado una recomposición del sindicalismo como actor económico-corporativo y cierta voluntad de recuperar centralidad en el terreno político, fundamentalmente, dentro del movimiento peronista. Evocando la figura de la “columna vertebral”, algunos sectores sindicales aludieron al vínculo forjado con el peronismo a mediados del siglo XX a partir de experiencias de integración social vía trabajo, dignificación y reconocimiento material y simbólico de la condición trabajadora. Por aquellos años, y especialmente durante la proscripción del peronismo, el sindicalismo se había transformado en un actor político influyente que nutría las listas legislativas y agencias estatales de dirigentes sindicales y que sustentaba económicamente las campañas políticas. Sin embargo, desde la recuperación de la democracia en adelante, los vínculos entre el sindicalismo y el peronismo han cambiado sustancialmente, si no en la superposición de programas al menos en sus expresiones institucionales, la Confederación General del Trabajo (CGT) y el Partido Justicialista (PJ). La “desindicalización” del PJ es una premisa sobre la que se asientan casi todos los textos recuperados en este dossier.[1] A ello agregan otra complejidad, que no se inserta en el terreno organizativo sino simbólico (aunque articulado con el plano material): las referencias históricas de las conquistas peronistas resultan cada vez más lejanas a las nuevas generaciones de trabajadores que se han incorporado al mercado laboral en condiciones diferentes a las que existían a mediados del siglo XX.

Este punto se vincula con la segunda línea de continuidad que cruza estas investigaciones: el análisis de la relación entre sindicalismo y política es inseparable de la pregunta por las transformaciones en el mundo del trabajo. Puntualmente, el avance de la informalidad y de múltiples formas de precarización laboral. En definitiva, si se trata de vincular la parte con el todo: ¿qué arraigo han podido construir los sindicatos en los sectores populares? ¿cuánto de la realidad viva y heterogénea del trabajo ha tocado la puerta de las estructuras sindicales?

En el marco de las reformas de mercado que fragmentaron el mundo del trabajo, hicieron emerger diversas formas de precarización laboral y atomizaron las relaciones laborales, una fracción importante del sindicalismo mutó hacia un perfil empresario que reemplazó los recursos y la legitimidad proveniente de sus afiliados por recursos obtenidos del mercado. Tal como muchas de las investigaciones reunidas aquí retratan, ese cambio en la forma de algunos sindicatos hizo posible cierto divorcio entre las organizaciones sindicales y la clase trabajadora. Si bien esta separación no invalida que muchos trabajadores y trabajadoras refrenden la participación y la representación de la organización sindical, sí nos advierte que un universo laboral multiforme y heterogéneo huye de los parámetros clásicos de la representación sindical. 

Hasta el desembarco del neoliberalismo en Argentina, un mercado de trabajo equilibrado y cierta homogeneidad sociocultural y política habían aceitado una representación sindical bifronte en el terreno gremial y en el terreno político.[2] En ausencia de dichas condiciones, ¿el sindicalismo ha trascendido su carácter de “parte” para representar el todo? ¿con qué obstáculos se ha topado en ese tránsito? Más allá de las distintas respuestas que los textos aquí reunidos formulan a este interrogante, es posible subrayar que en todas ellas los actores sindicales no son receptores pasivos de lo que sus interlocutores (empresariales y gubernamentales) hacen de ellos sino agentes que inciden y moldean el rumbo y la morfología del contexto en el que actúan.

Los dos primeros trabajos indagan en la década del ’90 y ofrecen teorizaciones complementarias sobre las respuestas sindicales a las reformas de mercado. El primer trabajo es de Victoria Murillo y su objetivo es explicar comparativamente el curso de las reformas de mercado implementadas por partidos de base laboral en Venezuela, México y Argentina. La autora explica cómo los sindicatos han condicionado el éxito o el fracaso de dichas reformas y lo hace a partir de una “teoría partidista” de las interacciones entre sindicatos y gobierno que descansa sobre tres pilares: la lealtad partidaria, la competencia entre sindicatos por la representación de un mismo segmento de trabajadores y la competencia entre partidos políticos o fracciones por la conducción de un sindicato. El eje del trabajo está situado en modelizar las interacciones estratégicas entre sindicatos y gobierno para discutir con quienes al estudiar el curso de las reformas se detuvieron solo en el rol de los tomadores de decisiones, en el entramado institucional o en las condiciones macroeconómicas de cada país.

El segundo trabajo que se enfoca en esta etapa histórica es de Martín Armelino. El autor matiza las miradas que connotan como ganadores o perdedores a determinados sindicatos de acuerdo a la obtención de recursos organizativos e institucionales. Inspirado en el modelo analítico de Alessandro Pizzorno y situado en el ámbito público (propicio por demás para observar contrastes en la construcción de diferentes tipos sindicales), Armelino analiza las concepciones de sindicalismo que tamizan tanto los objetivos que persiguen las organizaciones sindicales como las estrategias delineadas para tales fines. A su vez, ensancha la observación temporal para mostrar que esos comportamientos no surgieron de forma espasmódica frente a las reformas de mercado sino que amplificaron y sofisticaron una serie de prácticas desplegadas años atrás.

Otras investigaciones que incluimos aquí, analizan el cambio en la dinámica política del sindicalismo de 2002/2003 en adelante y hacen foco en la configuración de una alianza entre gobiernos y sindicatos (especialmente, la CGT y algunos sectores de la Central de Trabajadores de la Argentina) y en las tensiones que surgieron en ese vínculo.

Sebastián Etchemendy señala el tránsito de un sindicalismo “a la defensiva y en retirada” (2013, p. 294), deliberadamente subordinado y adaptado a un modelo económico neoliberal, a un sindicalismo protagónico en la coalición de gobierno. Analiza el intercambio político entre el sindicalismo agrupado en la CGT y en la CTERA y el gobierno a través del concepto de doble alianza, es decir, de un vínculo que redunda en beneficios para ambas partes. Etchemendy muestra, asimismo, que esa centralidad se ha mostrado ciertamente condicionada por los cambios en el contexto económico y político. Limitaciones internas al modelo sindical y problemas de tipo corporativo, económico y político en la alianza gobierno-sindicatos resquebrajaron esa relación.

También Cecilia Anigstein ha observado el doble juego entre sindicalismo cegetista y gobierno kirchnerista a través de la idea de cooperación mutua. La autora destaca los distintos momentos que atravesó esa alianza basada en elementos materiales y simbólicos y analiza especialmente el momento de quiebre entre 2010 y 2011. A propósito de esto, otorga relevancia a dos aspectos que configuran el escenario posterior a la crisis de 2009: por un lado, la centralidad de los sectores más empobrecidos como destinatarios de las medidas gubernamentales, aspecto que alteró el reparto del poder político dentro de la coalición kirchnerista. Por otro lado, la revitalización y aggiornamento de un legado nacional-popular cuyo sentido se volvió un foco de disputa entre múltiples actores que formaban parte del peronismo; esto fue particularmente relevante en el caso del sindicalismo.

El texto de Ana Natalucci se hace eco de ese mismo proceso. La autora realiza un balance de las transformaciones del contexto en el que actuaron los sindicatos concentrándose en los cambios en el modelo de desarrollo y en el sistema político. El texto explora los dilemas concitados para una parte del sindicalismo que no solo buscó recuperar derechos en el terreno corporativo sino también restituir la capacidad de proyectarse y de representar políticamente a la clase. Por tal razón, se concentra en dos experiencias políticas que, si bien no han sido las únicas, sintetizan la voluntad de sindicalizar el peronismo por parte de algunas organizaciones: la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista y la Juventud Sindical.

Para finalizar, dos investigaciones reparan en algunas contradicciones y tensiones internas que ha tenido la recuperación del sindicalismo como actor corporativo y como actor político en las últimas dos décadas.

Desde el título de su escrito, Paula Abal Medina señala que ya no podemos hablar de un movimiento obrero organizado, sino que la formulación debe ser en plural. En paralelo a la recomposición de los sindicatos y trabajadores asalariados registrados afiliados a ellos, la autora da cuenta de la emergencia y consolidación del otro movimiento obrero, aquel que es producto de las imperturbables desigualdades en el mundo del trabajo. Abal Medina muestra que las políticas públicas han tenido claros límites en la reversibilidad de ciertas transformaciones laborales regresivas y que muchas organizaciones sindicales con una desmantelada representación en los lugares de trabajo, dejaron de acusar recibo de los trabajadores precarizados, subcontratados, eventuales o tercerizados, usualmente jóvenes, que habitan los lugares de trabajo. Hacia el final de este capítulo, sin embargo, la autora recupera potentes experiencias de articulación que resultan prometedoras en términos de la capacidad de recomponer los fragmentos en los que se encuentra fracturada la clase trabajadora y representarla como una totalidad.

Aquella gran transformación mediante la cual los sindicatos fueron protagonistas de un intercambio político con un gobierno neoliberal parece haber retaceado la capacidad de intervenir y modificar escenarios. Ese argumento constituye el planteo general que realiza Paula Varela en un texto que convida interesantes preguntas. La autora toma distancia de algunas interpretaciones sobre el protagonismo sindical en los doce años de gobierno kirchnerista para poner de relieve una discusión que considera ausente de las perspectivas reseñadas: aquella que pone en el centro las estrategias sindicales, sus fines, medios y procedimientos. A su vez, escoge el lugar de trabajo como un espacio privilegiado donde observar la articulación contradictoria entre un proceso de recomposición social y gremial de los trabajadores y la persistencia de ciertas condiciones de explotación y precarización de la fuerza de trabajo.

En síntesis, las investigaciones reunidas en este dossier se interrogan por las posibles articulaciones entre sindicalismo y política en la Argentina de la posdictadura: ¿qué consecuencias ha tenido la preservación de recursos institucionales en la capacidad de representación de la totalidad de la clase trabajadora? ¿qué tipo de politicidad han procurado construir los grandes sindicatos? ¿de qué formas ha repercutido la atomización y fragmentación de la clase trabajadora en las posibilidades de reconstruir una trama organizativa perdida?

Textos seleccionados para el dossier


[1] Levitsky, Steven (2005).  La transformación del justicialismo: del partido sindical al partido clientelista, 1983-1999. Buenos Aires: Siglo XX.

[2] Torre, Juan Carlos (2004).  El gigante invertebrado: los sindicatos en el gobierno, Argentina 1973-1976, 2da ed. Buenos Aires: Siglo XXI.

]]>
Dossier.Los trabajadores durante los años del primer gobierno peronista. Nuevas miradas sobre sus organizaciones, sus prácticas y sus ideas (1946 – 1955) https://historiapolitica.com/dossiers/trabajadores-peronismo/ https://historiapolitica.com/dossiers/trabajadores-peronismo/#respond Wed, 10 Jul 2013 15:38:53 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=1713 Los trabajadores durante los años del primer gobierno peronista. Nuevas miradas sobre sus organizaciones, sus prácticas y sus ideas (1946 – 1955)

 

Gustavo Nicolás Contreras (UNMdP- CONICET) y José Marcilese (UNS – CONICET)

 

Durante la última década se ha producido un notable incremento en las indagaciones académicas interesadas en analizar la dinámica de las organizaciones obreras durante el primer peronismo (1943 – 1955). Los nuevos aportes, a diferencia de las investigaciones iniciales sobre el tema, han manifestado su interés por conocer la participación y el rol de los trabajadores a lo largo de todo el período mencionado y no ya sólo por la instancia gestacional del peronismo, momento que concentró las preocupaciones de los estudios clásicos sobre la materia. Esta primera diferenciación se corresponde, a su vez, con cambios de enfoques y escalas de observación.
Las intervenciones primigenias, pese a sus notables contrastes, compartían una mirada común a partir de mediados de 1946 y principios de 1947. Tanto los textos que rescataron el carácter rupturista del peronismo en las prácticas y orientaciones de los sindicatos desde una visión pesimista respecto a sus consecuencias para la política argentina y el movimiento obrero – autores con enfoques tan diversos como José Luis Romero, Gino Germani y Milcíades Peña, entre otros- como aquellos que señalaron el carácter continuista de dicho vínculo -Juan Carlos Torre, Hugo Del Campo, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, entre los más relevantes-, acuerdan sobre la notoria subordinación de los sindicatos respecto al liderazgo del Perón; subordinación de signo homogéneo, desprovista de contradicciones y sin conflictos importantes. Este acatamiento relativamente pasivo del gremialismo a Perón se habría instaurado desde el comienzo mismo de la relación, según los autores que sostienen la hipótesis rupturista, o desde el bienio 1946-1947 con la disolución del primer Partido Laborista y el desplazamiento de Luis Gay de la CGT, según los autores vinculados con la hipótesis continuista, y se habría extendido hacia todo el resto del período, es decir, hasta 1955.
Frente a esta imagen dominante, los recientes estudios, sin necesariamente discutir las conclusiones obtenidas por sus predecesores sobre los orígenes del peronismo, en primer lugar comenzaron a cubrir un significativo vacio empírico sobre el que se construyeron originariamente las conclusiones sobre el accionar obrero en el período 1947/1955. En este sentido, debe destacarse que en la última década proliferaron las monografías ampliamente documentadas sobre sectores laborales de distintas ramas de actividad económica. Tras este esfuerzo pudimos conocer muchos aspectos del devenir de obreros y obreras de diversos gremios: gráficos, azucareros, ferroviarios, metalúrgicos, textiles, bancarios, marítimos, estatales, municipales, de comercio, frigoríficos, tabacaleros, de empleadas domésticas, principalmente. Los textos reunidos en el presente dossier son muestra cabal de esta proyección, donde se destaca tanto la reseña de recorridos de sindicatos hasta el momento no atendidos por las investigaciones iniciales como la reconsideración, a partir de enfoques renovados y nuevas fuentes información, de sectores centrales del movimiento obrero que ya habían sido analizados.
Un rasgo a considerar es que el movimiento obrero adquiere protagonismo en los recientes estudios. Tendencialmente, podríamos afirmar que si las primeras miradas mostraban una preocupación central por el peronismo y la regimentación institucional y política plasmada durante su década de gobierno (1946 – 1955), las últimas pesquisas parten de la observación del movimiento obrero y de los momentos conflictivos en los que se desenvolvió. Así, la dinámica, la forma y los contenidos de los conflictos en los que participaron los trabajadores ocupan un lugar destacado en las nuevas indagaciones sobre el tema. Se trata del estudio del mismo proceso, pero al alterar el punto de partida y trocar los enfoques se fueron generando nuevos resultados que, por supuesto, afirman, complementan y/o discuten los conocimientos que teníamos sobre la materia. Por este sendero, a diferencia de las visiones iniciales que representaron a la mayoría de los trabajadores y a las organizaciones sindicales como agentes heterónomos durante las dos primeras presidencias peronistas, los nuevos estudios dan cuenta de la actividad de estos en tanto sujetos sociales y políticos provistos de perspectivas propias. Las huelgas, los paros, las protestas, las movilizaciones, las resistencias obreras en las fábricas, el trabajo a desgano, el trabajo a reglamento y los ámbitos de negociaciones colectivas de trabajo se erigieron en este sentido como espacios de observación privilegiados.
Precisamente, los textos compilados reflejan una activación obrera extendida a toda la década, que en muchos casos se expresó a través de intensas huelgas. En nuestra selección contamos con análisis de las huelgas metalúrgica de 1947, azucareras desde 1946 a 1949, marítima, ferroviaria y del pescado en 1950 – 1951 así como de las huelgas y conflictos en el gremio del tabaco y en otras ramas de actividad ocurridas en 1954. Los resultados obtenidos por esta vía han posibilitado una revisión de la caracterización del accionar obrero, poniendo de relieve las contradicciones, tensiones y disputas producidas durante el período en cuestión (1946 -1955), como así también el papel activo de los trabajadores y organizaciones sindicales en la defensa de sus intereses y demandas, las que en muchas ocasiones resultaban contrapuestas a las intenciones patronales y gubernamentales. De esta manera, se profundiza una línea de trabajo abierta por Louise Doyon, Walter Little y Scott Mainwaring a fines de los años ´70.
No puede pasarse por alto que algunos textos que integran el dossier recurren exitosamente a una visión del proceso desde otra escala de observación. Ya no es la mirada inicial que construida sobre la realidad capitalina hizo extensiva sus conclusiones al resto del territorio nacional sino que es el análisis enmarcado dentro de la historia local o regional el que aporta nuevos elementos para conocer experiencias geográficamente situadas hasta el momento desconocidas y al mismo tiempo el que habilita a repensar el proceso general desde otros ángulos. Los estudios de historia local ofrecen así la posibilidad de escapar a una visión simplificadora que tiende a extender los resultados de análisis de ciertas realidades particulares hacia todo el país. Cabe aclarar que si se considera la pertinencia de las investigaciones históricas de acuerdo a la repercusión colectiva de los hechos y procesos, según su notoriedad y durabilidad, está claro que la microhistoria y la historia social local quedarían relegadas ante los grandes relatos. Sin embargo, si tenemos presente que el discurso histórico es una narración que representa una realidad de la que sólo quedan vestigios y que la elección de la escala constituye una selección de determinada cantidad y tipo de información pertinente a la totalidad que pretendemos estudiar, allí encontramos el valor cognoscitivo de los procesos observables en escala micro. En este último sentido son ilustrativos los textos compilados de Rodríguez, Nieto, Marcilese y Badaloni referidos a los azucareros de Tucumán, las/os obreras/os del pescado de Mar del Plata, los metalúrgicos de Bahía Blanca y los ferroviarios de Pérez y Rosario. De igual modo, quienes analizan el tema desde Buenos Aires se cuidan de no hacer extensivas sus conclusiones a todo el país.
Los cambios en la escala de observación fueron beneficiosos también en otros aspectos, y más aún cuando fueron asociados a enfoques renovados. De este modo, los recientes estudios de caso propiciaron análisis más detallados, moleculares, que permitieron reconocer situaciones antes descuidadas o sólo mencionadas sucintamente. En este recorrido, por ejemplo, fue analizada con cierta profundidad parte de la dinámica institucional propia del movimiento obrero en los años del gobierno peronista (1946 – 1955). Tensionando la imagen de regimentación y pasividad, emergieron características tan particulares como concretas de la activación organizacional de los obreros expresada en el desarrollo de numerosas asambleas y congresos, cuerpos de delegados, comisiones internas de fábrica, modelos sindicales (centralistas, federales o en situación intermedia), intervenciones y rechazos a las mismas, una dialéctica entre direcciones nacionales y seccionales (o entre sindicatos por rama y sindicatos de fábrica en la misma actividad), cavilaciones frente a la asociación conjunta o no de obreros y empleados, luchas internas entre corrientes político-sindicales, (opositores frente a peronistas y estos últimos entre sí)… Es decir, el movimiento obrero durante los años peronistas tuvo una intensa actividad en el plano de su propia institucionalidad y organización, aunque todavía es necesario seguir especificando ciertos procedimientos y mecanismos.
La ponderación de esta perspectiva posibilitó entender la relación con el estado y con las patronales no sólo desde la subordinación y la pasividad sino también desde la negociación y la lucha, donde cobra valor explicativo una contingencia contenciosa entre el movimiento obrero, las patronales y el estado en las reuniones paritarias o tripartitas, las disputas por la redacción de las clausulas de los convenios colectivos de trabajo y su aplicación, las implicancias prácticas de la legislación de estatutos y escalafones, las refriegas en el terreno de la justicia laboral… En estas instancias recurrentemente se trataban temas referidos a los salarios, la institucionalidad de las relaciones laborales y de las organizaciones obreras, la productividad del trabajo, el poder obrero, patronal y estatal en el lugar de trabajo…; temáticas sustanciales fuertemente conflictivas que no encontraron una solución que conformase a todos los sectores implicados a lo largo de toda la década de gobierno y que por lo tanto cultivaron una confrontación constante que se expresó en distintos planos y de diferentes formas, como muestran varias de las investigaciones del dossier.
La visualización de este proceso ha permitido también profundizar, a veces sobre otros ejes, el debate clásico en torno a la disyunción heteronomía-autonomía de las entidades gremiales, considerando a tal fin tensiones y conflictos que cuestionan tanto la idea de la inacción gremial como su movilización totalmente orquestada desde arriba durante los años del primer peronismo, y advierten sobre la existencia de claros rasgos de independencia en el asociacionismo obrero respecto de la injerencia estatal, sin negar con esta precisión sus fluidas mutuas relaciones y determinaciones. Tal vez la dificultad más importante para este reconocimiento radique en que las “formas plebeyas” que tomó la participación obrera no se avinieron del todo ni a los formalismos de una autonomía político-sindical demandada desde los sectores políticos e intelectuales antiperonistas, ni a una pretensión totalizante del ejecutivo nacional que hallaba en cada planteo independiente del movimiento obrero la injerencia oscura y conspirativa de militancias comunistas, opositoras y antipatrióticas. Más allá de los comportamientos esperados por distintos sectores, el movimiento obrero construyó de algún modo su camino particular, recorrido que sin dudas es necesario seguir escrutando, convirtiéndose en terreno fértil para los historiadores.
Algunos avances en esta indagación han señalado la pertinencia de distinguir cierta heterogeneidad al interior del movimiento obrero para apreciar el devenir de los trabajadores en los años peronistas con mayor complejidad. Ya no se trata de la distinción o no de comportamientos entre nuevos y viejos obreros, ni de la insuficiente diferenciación entre una gran mayoría de trabajadores peronizados que respondían conjunta y orgánicamente a las órdenes de Perón y una minoría opositora enfrentada al estado y a unos obreros peronistas que caracterizaban como fascistas; no, son otros tantos los clivajes explorados. Se ha hecho hincapié, por ejemplo, en la constante conflictividad al interior del sindicalismo peronista y, a su vez, de los gremialistas con otros sectores políticos y sociales del peronismo. El análisis de la dinámica de las estructuras institucionales del gobierno justicialista, el reconocimiento de distintas instancias organizacionales del movimiento obrero como la distinción de diversos planteos político-sindicales dentro del peronismo habilitaron nuevas precisiones en los recientes estudios.
La problemática está siendo planteada sobre una trama de relaciones que al distinguir al menos instancias nacionales y locales de representación, cuadros dirigentes de primer orden, cuadros intermedios, militantes de base y bases obreras, registra diversas injerencias, responsabilidades y vínculos. La dinámica cupular no se corresponde con la de comisiones internas y cuerpos de delegados, como claramente lo indican los artículos de Fernández, Izquierdo y Schiavi. Allá las intrigas palaciegas y la urgencia por coordinar centralizadamente un movimiento sindical que gozó en pocos años de un crecimiento tan abrupto como desordenado; acá las preocupaciones inmediatas por el salario, el escalafón y la implementación de las políticas productivistas patronales, problemáticas apremiantes que son permeables a las iniciativas de comunistas, anarquistas, socialistas y sindicalistas revolucionarios que, como lo señalan los textos compilados, mantuvieron su impronta en los espacios de militancia de bases donde no resultaba extraña su actuación conjunta con sus compañeros de trabajo peronistas, quienes no tenían empacho en elegirlos como delegados en reconocimiento de sus capacidades para la defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores.
Entre ambos espacios, los cuadros intermedios tenían la difícil tarea de suturar dos mundos donde las posibles correspondencias en el plano económico y organizacional que las dirigencias de algún modo buscaban representar se tensionaban terriblemente en el ámbito de la política y la ideología, presencia que era casi imposible de disociar en el proceso de construcción de las demandas basales y su proyección más generalizada. Las huelgas analizadas y, particularmente, los estudios de Badaloni y Contreras sobre la “Marcha de la Paz” y el boicot internacional a la flota mercante argentina muestran este complejo entramado. En este sentido, no es ocioso seguir el rastro de protestas obreras que se enfrentaron con el gobierno pero que no necesariamente fueron concebidas inicialmente como opositoras, aunque evidentemente participaron opositores. Se insinúan, entonces, avances explicativos sobre la participación de las mayorías peronistas en estos movimientos. Aunque, si inicialmente solo se vieron diferencias en el plano económico, las nuevas intervenciones insinúan su posible desarrollo también en la arena política.
Son otros los intersticios los que a su vez convocan a la reflexión. La deuda de visualizar la presencia de las mujeres en la dinámica conflictual del mundo del trabajo durante los años peronistas comienza a ser saldada, como claramente lo hacen los textos compilados sobre las obreras del pescado y las empleadas domésticas, sectores donde su presencia es mayoritaria. En el último caso se avanza además hacia una complejización de las relaciones latentes entre etnia, género y clase, donde se propone a las “sirvientas” como las figuras femeninas de los “cabecitas negras”. Esta faceta “cultual” de la dinámica del movimiento obrero, que comenzó a ser transitada por las investigaciones de Mirta Lobato y Daniel James sobre las proletarias de los frigoríficos, adquiere una expresión particular en el ámbito de las empleadas domésticas, ya que las características del trabajo les dificultaba la canalización de sus demandas de clase por medio de organizaciones sindicales y movimientos colectivos y, más aún, la confluencia con sus tradiciones asociadas. Pero esta ausencia de ninguna manera habría obturado la lucha de clases. En este sentido, para Acha, los episodios de robo, estudiados a través del archivo del Servicio Penitenciario, estarían indicando la presencia beligerante de rencores, envidias, resentimientos y odios propios de la asimetría de clases entre patronas y sirvientas, aunque inscriptos en una lógica de lucha de clases que ocurría cuando todavía este sector obrero no se había constituido como clase. La conclusión trasciende de algún modo la parcialidad analizada y pone en evidencia la necesidad de analizar también la historia de aquellos trabajadores que no pudieron expresar sus demandas por medio de la estructura institucional creada por los sindicatos y el gobierno para canalizar las exigencias y los deseos de los obreros y las obreras.
Seguramente puedan puntualizarse otros aspectos que están siendo abordados por las investigaciones en cuestión, pero seguir avanzando sobre ese terreno excedería los objetivos que nos propusimos al armar la introducción de este dossier referido a “Los trabajadores durante los años del primer gobierno peronista. Nuevas miradas sobre sus organizaciones, sus prácticas y sus ideas”. Nuestro interés se centró en poner a consideración de colegas y lectores algunos textos que expresan, en gran medida, el estado actual de un campo de estudios que, desde la última década, se encuentra en proceso de renovación, marcando en esta presentación sólo sus lineamientos principales. El balance sin dudas debe continuarse y deberá actualizarse con los sucesivos resultados de las investigaciones en curso. Finalmente, quisiéramos señalar que así como las indagaciones de la última década supieron poner en cuestionamiento varios aspectos de las intervenciones iniciales a través de análisis casi de corte monográfico que llenaron ciertos vacios empíricos, queda por verse si a través de esta acumulación de conocimientos es factible la reescritura general de aquel capítulo histórico referido a la participación de los trabajadores en las dos primeras presidencias peronistas. Sólo en esta última acción, la renovación del campo mostrara su vitalidad. Mientras tanto seguimos con atención sus pulsaciones.

 

 

]]>
https://historiapolitica.com/dossiers/trabajadores-peronismo/feed/ 0