La política en las fronteras americanas, siglos XVIII y XIX.
Hasta hace unos años cualquier trabajo que se preciara de renovador en el estudio de las sociedades indígenas y de las relaciones interétnicas comenzaba rechazando las imágenes consideradas “tradicionales”: la frontera como una línea de separación y los pueblos indígenas como grupos pasivos que respondían a los influjos de las sociedades hispanocriollas. A esta altura de las investigaciones, podemos afirmar que la visión tradicional es la que plantea a la frontera como un espacio poroso de relaciones culturales mestizas y a los pueblos nativos como agrupaciones dirigidas por líderes con estrategias políticas definidas que jugaban sus cartas sopesando las posibilidades de éxito y/o fracaso de sus acciones.
Esta nuevas miradas fueron posibles por varios factores; por un lado, por el impacto y la apropiación de conceptos y modelos de análisis –fundamentalmente antropológicos- que acercó a los investigadores locales a estudios centrados en los procesos de etnogénesis, es decir, de creación de nuevos grupos e identidades étnicas y a estudios más sistemáticos sobre los espacios fronterizos. Es decir, más allá de la declaración de principios de la frontera como un espacio de contactos multiétnicos comenzaron a conocerse trabajos concretos sobre cómo se desarrollaba la vida en estos espacios. Para ello fue necesario echar mano a una diversidad de fuentes que posibilitara, desde una perspectiva microanalítica, reconstruir con minuciosidad todos aquellos datos e indicios relativos a los procesos de mestizaje y las prácticas mestizas, que se encuentran dispersos en fuentes de distinta procedencia y tipo. En este sentido, fue fundamental el “descubrimiento” de la correspondencia de caciques, documentación que hasta el momento no había sido trabajada y que en la actualidad ha permitido indagar en cuestiones internas al mundo indígena.
Además se ha dado la confluencia de que, tanto las investigaciones centradas en el mundo indígena como aquellas que ponen el énfasis en el mundo rural, han reconocido que los mundos que se conectan –el indígena y el hispanocriollo- son sumamente heterogéneos y que, además, la relación entre ellos dista de centrarse solamente en relaciones conflictivas y violentas. En este contexto, las principales líneas de análisis se han desarrollado en torno a la existencia de sociedades muy diversificadas, con fluidas y variadas relaciones entre sí. Desde esta perspectiva, la idea tradicional de un “mundo indígena” como un todo homogéneo fue reemplazado por otra que constata la existencia de un conglomerado de agrupaciones nativas que se extendían desde el Pacífico hasta el Atlántico y que mantenían múltiples redes sociales y económicas, a la vez que conflictos, tanto entre sí como con los mercados hispanocriollos, haciéndolos en gran medida interdependientes. El conocimiento de la heterogeneidad del “mundo indígena” permitió comenzar a realizar estudios mucho más afinados sobre las alianzas y conflictos que unieron y/o enfrentaron a indígenas y “cristianos”. En el marco de las alianzas interétnicas algunos trabajos han mostrado que, en determinadas coyunturas, se produjo la constitución de lo que podríamos llamar, de alguna manera, “montoneras mestizas” constituidas por distintas facciones políticas criollas y algunos grupos indígenas.
Con los trabajos presentados en este dossier hemos intentado mostrar un panorama lo más abarcativo posible de los nuevos enfoques en el estudio de las formas de hacer política en la frontera insistiendo en la idea de que estos espacios son multiculturales y que en ellos, tanto indígenas como criollos, realizaron sus apuestas políticas en función de vínculos personalizados y, en buena medida, clientelares.
El estudio de Elisa García, presenta las estrategias de los líderes guaraníes en el contexto de la firma del Tratado de Madrid que establecía el traspaso de siete misiones desde la jurisdicción de la corona española a la portuguesa. Si generalmente se ha presentado que los guaraníes reaccionaron de manera generalizada en contra del cambio de jurisdicción García analiza que, en el transcurso de la década de 1750, se produjeron profundas divisiones entre los pueblos y algunos consideraron a los portugueses como posibles aliados. Esto fue así porque la misma corona portuguesa intentó captarlo para consolidar el dominio sobre los territorios en disputa. En ese contexto se inscriben las reformas pombalinas que buscaban abolir las diferencias entre portugueses e indígenas tendiendo al mestizaje, declararon abolido el cautiverio indígena y los indios eran considerados vasallos del rey.
Los trabajos de Vania Moreira y Regina Celestino se ubican a continuación, cuando la corte portuguesa se establece en Brasil (a partir de 1808). En ese año se declaró la guerra justa contra los indios botocudos del Rio Dulce.
Esta medida fue interpretada tradicionalmente como un retroceso en la política indígena que, a través de las reformas pombalinas –como hemos visto-, había buscado la integración de los nativos. Sin embargo, las autoras nos alertan en dos sentidos: por un lado, hay que reparar en la distancia existente entre las disposiciones institucionales y las realidades efectivamente vividas por los indios para entender el verdadero impacto de la política integracionista del siglo XVIII. Por otro lado, en que ni las políticas fueron generales ni su aplicación fue la misma en todo el espacio. De ahí que los dos trabajos analizan casos puntuales (capitanía de Minas Gerais, de Espiritu Santo y Rio de Janeiro) centrándose en las estrategias tanto indígenas como portuguesas para reacomodarse en este nuevo contexto.
La contribución de Vezub, por su parte, es un ejemplo de las nuevas posibilidades analíticas surgidas a partir de la compulsa de documentación y rastros materiales no utilizados hasta ahora. El autor analiza las relaciones entre escritura y lectura del español a través de la correspondencia de los caciques José María Bulnes Llanquitruz y Valentín Saygüeque y otras formas de transmitir conocimientos como los dibujos estampados en textiles, platería y arte rupestre.
El artículo de Guillaume Boccara constituye una valiosa síntesis del derrotero seguido por los primeros intentos de conceptualizar el cambio de las sociedades sujetas a la dominación colonial en América hasta las relativamente recientes formulaciones teóricas sobre mestizaje, etnogénesis y etnificación. Rescata de la obra de NathanWachtel sus planteos acerca de los fenómenos de aculturación, en los que este concepto se aleja de las más comunes acepciones ligadas a la conversión y pérdida de tradiciones, para sugerir que el cambio y la transformación de las sociedades nativas de América también pueden leerse en términos de rechazo a la dominación colonial. El trabajo recorre la productiva transformación que el binomio resistencia/aculturación experimentó en las últimas décadas a partir de la multiplicación de estudios etnohistóricos dedicados a las fronteras americanas. Destaca cuatro aspectos en los que se advierte una notable reconfiguración: la reflexión acerca de las operaciones de representación y clasificación colonial sobre los grupos nativos y su lugar en la práctica de la dominación; las nuevas concepciones acerca de las guerras indígenas y sus transformaciones; la naturaleza de los contactos y relaciones interculturales en las zonas fronterizas; la emergencia de nuevas lógicas económicas, religiosas y políticas, o en términos de Boccara, la formación de “mundos nuevos” en el “Nuevo Mundo”.
En su texto, Míguez nos permite acercarnos al ejercicio de la política en el espacio de la frontera sur de Buenos Aires durante el período de consolidación del estado argentino (1852-1880). Su análisis se centra en las tensiones y articulaciones que se producen entre los proyectos de reforma liberal del Estado argentino y las prácticas políticas de carácter clientelar que llevan adelante los funcionarios estatales encargados de controlar las fuerzas del Ejército y la Guardia Nacional en los espacios de frontera del sur bonaerense. En el contexto de consolidación y centralización de la administración estatal, las fronteras eran una base significativa de movilización de la lucha política, en tanto el poder se fundaba más en un entramado de relaciones clientelares que en un modelo de funcionamiento burocrático y administrativo propio de un estado moderno.Aún desde un consenso ideológico hacia el programa liberal de construcción del estado, las facciones políticas basaban sus apoyos en estos funcionarios con características caudillescas, y sus redes clientelares se ponían en funcionamiento para controlar el curso de los procesos electorales, fundando así una contradicción entre los rasgos del funcionamiento político inherentes al proyecto estatal en construcción y el reforzamiento de las prácticas clientelares propias del orden social de la frontera.
La publicación de Marcela Tamagnini y Graciana Pérez Zavala constituye un panorama sobre la historia fronteriza del sur de Córdoba y San Luis, que analiza el impacto generado por los avances estatales en la situación de los pobladores esta “sociedad del confín” -tanto ranqueles como cristianos- alumbrando la situación de la población subalterna frente a los proyectos desarrollados desde el estado nacional en la segunda mitad del siglo XIX. El trabajo apunta en su primer parte a reconstruir los distintos factores involucrados en los movimientos de población al sur de los ríos Cuarto y Quinto, por los cuales muchos pobladores cristianos –según la categoría dominante en la época- ingresaron a los territorios y grupos indígenas de la región en calidad de refugiados y aliados políticos. Una segunda parte se dedica a reconstruir y analizar los efectos de fragmentación de las políticas de frontera sobre los cacicatos ranqueles, en la medida en que el intento de garantizar los compromisos asumidos en tratados de paz con los cristianos llevó a los caciques principales a apoyar medidas de represión y control militar sobre los caciques y capitanejos “rebeldes”. Por último, las autoras ofrecen un análisis novedoso acerca de la instalación de los misioneros franciscanos en la frontera en el marco del avance militar sobre el territorio ranquel y las dificultades creadas por el conflicto de intereses misionales y militares alrededor de la existencia y funcionamiento de las reducciones franciscanas, que en parte decidieron su corta existencia.
El trabajo de Sara Ortelli aborda en el largo plazo la forma en que fueron construidos los grupos indios no sometidos del Septentrión Novohispano -en particular los apaches del actual estado de Chihuahua- en el marco de las prácticas y concepciones políticas emergidas a partir del proceso independentista. A partir de la reconstrucción de los debates y concepciones decimonónicos, el trabajo demuestra que la propuesta de los gobiernos independientes de impulsar la igualdad ante la ley y la conversión de los indios en ciudadanos, se proyectó sin embargo a través de concepciones y clasificaciones heredadas del proceso colonial, que distinguían aquellos indios pasibles de ser integrados y asimilados al orden de aquellos -los no sometidos- cuya amenaza al mismo requería su exclusión, e incluso su exterminio. Vistos como grupos que amenazaban la integridad territorial y la existencia misma de la nación mexicana y claramente diferenciados de aquellos grupos mexicas glorificados en el panteón del pasado nacional, los apaches fueron, según la autora, clasificados como enemigos externos y no se hicieron esfuerzos por lograr su integración. El proceso militar sobre las tierras y poblaciones apaches guarda un paralelo significativo con otras campañas de ocupación y exterminio, como la “Conquista del Desierto”, indicando la necesidad de atender a la singularidad de las trayectorias de los indios no sometidos desde tiempos coloniales en la historia de la conformación de las naciones en el siglo XIX.
En síntesis, estos trabajos constituyen sólo algunos ejemplos de las reflexiones teóricas y estudios de caso realizados recientemente sobre distintos espacios fronterizos de América, enfocando la conformación de diversos actores y reconstruyendo la trama de sus alianzas y oposiciones. La identificación de influencias coloniales en las asimetrías sociales de las repúblicas, las prácticas políticas de los sectores populares y los rasgos particulares de la sociabilidad y el ejercicio de la política en los espacios fronterizos son algunas de sus preocupaciones.
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