dossiers – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Wed, 23 Oct 2024 22:20:11 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png dossiers – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. Acción y representación sindical en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX: ciclos de protesta, estrategias y desafíos https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-accion-y-representacion-sindical-en-la-argentina-de-la-segunda-mitad-del-siglo-xx-ciclos-de-protesta-estrategias-y-desafios/ Wed, 23 Oct 2024 22:20:10 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4868 ISSN sección Dossier 2618-415x

Mariel Payo Esper (ICSyA/UNAJ – UNLP)

Es un lugar común señalar que Argentina es un país de fuerte tradición sindical. Dado su alto nivel de institucionalización, y la histórica relación entre sindicatos y política, las preocupaciones académicas han estado generalmente orientadas a pensar la relación sindicatos/estado/gobiernos, abonando estudios que habitualmente dejan por afuera la relación con patronales, las dimensiones materiales de los gremios y sus debates sobre estrategias. Afortunadamente, en las últimas dos décadas han aparecido un conjunto interesante de trabajos que iluminan estos aspectos.

Los textos que componen este dossier comparten cuatro características clave; 1) Con mayor o menor énfasis, todos tienen una preocupación por comprender las transformaciones en la formación y composición de la clase trabajadora argentina en distintos momentos de su historia. 2) Analizan el universo sindical desde una perspectiva relacional, entendiéndolo como el resultado de una relación dialéctica entre representantes y representados, pero también con patronales y gobiernos, en ese complejo proceso de construcción de los intereses[1] inmediatos de los asalariados que es la acción sindical. 3) Evitan presentar la dinámica sindical desde antagonismos del tipo bases/direcciones o acción sindical versus acción política. 4) Tal vez por tratarse de estudios recientes, tienen la virtud de presentar y reseñar algunos debates nacionales e internacionales previos, vinculados con la acción y representación sindical, que configuran, en más de una oportunidad, breves estados del arte. 

Algunas de las preguntas que orientaron la selección de materiales son: ¿Qué transformaciones experimentó la organización sindical desde el primer gobierno peronista hasta nuestros días? Esas transformaciones ¿guardan una relación directa con las reestructuraciones económicas y los cambios políticos o la lógica sindical tiene claves propias?¿Cuáles son las coordenadas que, en cada momento histórico, articularon la protesta sindical y qué lugar tuvieron en ella las organizaciones de base y las dirigencias?¿Qué nuevos desafíos enfrenta la acción sindical hoy?

Abre el dossier el texto Tres ciclos de la acción sindical durante el primer peronismo (1946-1955). (Re)consideraciones, de Gustavo Contreras. Allí, se analiza la participación gremial considerando la situación política, el contexto económico y la protesta obrera. La mirada de conjunto arroja un panorama relativamente distinto al de análisis anteriores, pues un descenso de las huelgas entre el primer ciclo (1946-1949) y el segundo (1949-1951) implicó un cambio cualitativo en el carácter de la protesta, mientras que el pico de conflictividad en 1954 paralizó distintos ámbitos de la producción y tuvo mayor presencia callejera. Esto da cuenta de un proceso de centralización y crecimiento de las organizaciones sindicales durante estos años, pero también del sostenimiento de demandas clásicas en un contexto de cada vez mayor aversión patronal-gubernamental a responder favorablemente.

El texto de Alejandro Schneider, por su parte, reflexiona sobre el papel que tuvieron las organizaciones de base fabril (comisiones internas, delegados, asambleas) desde la autoproclamada “revolución libertadora” hasta la llegada del tercer gobierno de Juan Perón. Durante estos años, la acción sindical se volcó a la defensa de las conquistas materiales y simbólicas obtenidas en los años anteriores, lo que implicó una recomposición de las bases gremiales al calor de conflictos de gran envergadura como la huelga metalúrgica de 1956 y, sobre todo las ocupaciones fabriles de 1963. La combatividad obrera durante el Cordobazo no puede comprenderse sin los años previos, en los cuales es central el quiebre de la obediencia laboral que explica que, a nivel planta, la ofensiva patronal-gubernamental (dictatorial y semi-dictatorial) no haya obtenido los resultados esperados.

En Los dirigentes sindicales y la última dictadura. Entre interlocutores válidos y curadores del patrimonio sindical, Daniel Dicósimo, analiza la dinámica interna y las acciones externas de la UOM Tandil y AOMA Barker calibrando el impacto que la última dictadura tuvo sobre los recursos sindicales (políticos, industriales y organizativos) y su relación con la crisis de representación sindical. En efecto, la contradicción entre quienes buscaban reconstruir los órganos gremiales de base para defender las “conquistas históricas” de la clase trabajadora, y los dirigentes que bregaban por la auto-preservación agravó las tensiones entre representación y representatividad del sindicato. La intervención en los conflictos de interlocutores insólitos como el Ministerio de Trabajo durante el gobierno militar dan cuenta de lo necesaria que era la presencia sindical desde el punto de vista patronal, iluminando una dinámica de deterioro en la participación gremial que se explica más allá de la represión pero que reconoce la conflictividad laboral del período.

El texto de Julieta Haidar, aporta argumentos para comprender un fenómeno emblemático de los 90: el sindicalismo empresarial como etapa específica de la reproducción material organizativa. Si bien la autora parte del caso Luz y Fuerza (CABA), las conclusiones del estudio son de largo alcance y permiten visualizar como, mientras a nivel discursivo se siguió sosteniendo que lo más importante era el horizonte de representación y acción gremial, los mecanismos reproductivos, el pragmatismo, la ampliación del patrimonio y la conversión de los sindicatos más importantes en propietarios directos o diferidos de empresas y proveedores de servicios, configuró un sindicalismo que convirtió a representantes y representados en  propietarios, clientes, empleados y empleadores. Todo este proceso se produjo en un contexto de fuerte ataque a la clase trabajadora vía privatizaciones e intentos de reforma laboral regresiva.

La coyuntura abierta luego de la crisis de 2001 y caída de la convertibilidad trajo consigo discusiones sobre revitalización sindical para el caso argentino. Acordamos aquí con la perspectiva de Atzeni y Ghigliani (2008), sobre que se trató de un resurgimiento sindical ligado a prácticas, liderazgos y formas de negociación tradicionales. En este sentido, Paula Varela en Los trabajadores en la Argentina actual: bases y contradicciones del retorno de los sindicatos a la escena política nacional,caracteriza la enorme fragmentación de clase trabajadora de 2003 en adelante, auspiciada por una recuperación acotada del salario, profundización de la precarización laboral heredada de los 90 y aumento de la productividad. A nivel sindical, Varela subraya al retorno del sindicalismo de base como expresión de las contradicciones entre la recuperación social y gremial de la clase trabajadora, el mantenimiento de las condiciones de explotación neoliberales y el desprestigio de las direcciones sindicales.

Cierran el dossier dos textos que analizan el desafío feminista a los sindicatos y las formas económicas, institucionales y políticas que asume la conflictividad laboral actualmente. En Representación sindical y activismos feministas. El caso de la intersindical de mujeres, Tania Rodríguez analiza las demandas feministas en los procesos de formación y definición de intereses de los trabajadores a través de la experiencia de la inter-sindical de mujeres. Este espacio fue crucial en la organización de las huelgas feministas de la llamada “ola verde” (2016/2020) y,a través de una estrategia bifronte; intervención en el debate público sobre derechos laborales y alianza con el feminismo en tanto movimiento social, logró articular demandas de la agenda sindical feminista en plenarios de secretarios generales, reuniones de comisiones directivas y mesas paritarias, además de iniciativas de formación y capacitación mixtos.

Por su parte, Adrián Piva nos ofrece un análisis cuantitativo y descriptivo de largo plazo de los conflictos laborales, explicando los diferentes momentos de las relaciones de fuerzas sociales entre capital y trabajo. A partir de indicadores económicos, institucionales y políticos concluye que, entre 2006 y 2011, con crecimiento económico y disminución de la tasa de desocupación, los conflictos laborales crecieron y se institucionalizaron. Desde 2012, a partir del inicio de la fase de estancamiento entra en una meseta. El bienio 2017-18 es un período bisagra entre una etapa de movilización obrera y otra de desmovilización en la cual, el conflicto se vuelca a la calle y se politiza des-institucionalizándose y sumando hechos de violencia colectiva protagonizados por trabajadores ocupados y desocupados e informales organizados en Movimientos Sociales. Durante este período, la re-institucionalización y llegada al gobierno del Frente de Todos fueron el vehículo de la desmovilización obrera que puede ser clave para entender las escasas resistencias sindicales a la embestida ultra-neoliberal que vivimos hoy.

Aunque quedaron por afuera nuevos desafíos como la digitalización de la economía y la relación del sindicalismo con los trabajadores de la economía popular, cada uno de los materiales reseñados invita a pensar fuera de los sentidos comunes más difundidos, y nos remiten a una clase trabajadora que supo construir herramientas sindicales de base y poner en pie novedosas formas de lucha. Esperamos que los escritos reunidos en este dossier, todos de reciente publicación, habiliten reflexiones y análisis que permitan imaginar futuros mejores en estos tiempos sombríos.

Textos selecionados para el dossier

Contreras, Gustavo Nicolás (2019). Tres ciclos de la acción sindical durante el primer peronismo (1946-1955): (Re)consideracionesTravesía (San Miguel de Tucumán)21(2), pp. 143-174.

Schneider, Alejandro (2013). Una lectura sobre las organizaciones de base del movimiento obrero argentino (1955-1973). Archivos, año I (2), pp 33-53.

Dicósimo, Daniel (2021). Los dirigentes sindicales y la última dictadura. Entre “interlocutores válidos” y “curadores” del patrimonio gremial. En Luciana Zorzoli y Juan Pedro Massano, Clase Obrera y dictadura militar en Argentina (1976-1983) Nuevos estudios sobre conflictividad y cambios estructurales. (pp 235-254). Buenos Aires: A contracorriente.

Haidar, Julieta (2016). El sindicalismo empresarial en los años 90. Una aproximación desde su materialidad. Archivos, año IV (8), pp 77-96.

Varela, Paula (2012). Los trabajadores en la Argentina actual. Bases y contradicciones del retorno de los sindicatos a la escena política nacional. Crítica e Sociedade: revista de cultura política, Vol2(1).

Rodríguez, Tania (2020). Representación sindical y activismos feministas. El caso de la Intersindical de mujeres en Argentina. Observatorio Latinoamericano y Caribeño  Vol4(1), pp.160-178.

Piva, Adrian. (2024). Entre la resistencia y la desmovilización. Una aproximación cuantitativa al estudio del conflicto obrero en Argentina, 2006 – 2022Apuntes. Revista De Ciencias Sociales51(97).  

Referencias:

  • Ghigliani, Pablo y Belkin Alejandro (2010)“Burocracia sindical: aportes para una discusión en ciernes”. En Nuevo topo, revista de Historia y Pensamiento Crítico. Prometeo, Bs As
  • Atzeni, Maurizio y Pablo Ghigliani (2008). “Nature and limits of trade unions movilizations in contemporary Argentina”. En Labour Again Publications, Marzo. Ámsterdam: IISG.

[1]Las formas organizativas, los diversos mecanismos de decisión, los liderazgos formales e informales, la normativa jurídica son todos ellos elementos claves en la constitución de los intereses colectivos inmediatos del proletariado (Ghigliani y Belkin 2010: 114)

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Dossier. Música, política y gusto en Argentina (siglos XIX y XX https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-musica-politica-y-gusto-en-argentina-siglos-xix-y-xx/ Mon, 29 Jul 2024 23:27:28 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4856 ISSN sección Dossier 2618-415x

Guillermina Guillamon (CONICET – Instituto de Estudios Históricos/UNTREF0)

En los últimos años, el abordaje de la música se convirtió en una clave para estudiar, desde la historia, los fenómenos y los proyectos políticos. Esta relación se complejizó al incorporar al gusto como una variable mediante la cual analizar cómo los sujetos y los grupos se vinculan y se aficionan con ciertos géneros musicales y cómo éstos se articulan con posicionamientos e idearios políticos. Así, la música pasó de ser una dimensión accesoria de otras prácticas culturales para constituirse en un objeto en sí mismo.

Esta incorporación temática –novedad local, pero no internacional- conlleva un necesario diálogo con otras disciplinas. Principalmente con la sociología, que posee una larga tradición de trabajos en torno a la música en particular pero también sobre los consumos y las prácticas artísticas en general. Por otra parte, la vinculación con la musicología, tanto para discutir la primacía de la partitura como único registro del hecho sonoro como para rescatar la importancia de la sonoridad. Y, por último, supone la recuperación de trabajos locales que fueron pioneros en pensar que la música era algo más que un reflejo de lo social o una actividad de ocio y dispersión.

Situados en este último punto, los trabajos abordados en este dossier se dividen en dos grupos. En la primera parte, se proponen trabajos de tres investigadores que constituyen figuras claves en la apertura y consolidación de los estudios sobre música, política y gusto en Argentina. Con trayectorias y formaciones diversas, los autores seleccionados son una referencia ineludible para quienes nos dedicamos a estos temas. Pero además de sus aportes teóricos y empíricos nos interesa destacar que sus trabajos fueron –y son– reflexiones epistemológicas, invitaciones a pensar cómo se configura un objeto de estudio y con qué herramientas metodológicas es posible asir aquello que tiene su esencia en lo sonoro y que configura, circula, impacta en la vida social, cultural y política de las personas. En una segunda parte, otros tres trabajos muestran la vitalidad del campo de los estudios de la música en la historiografía local actual. Pero, por sobre todo, establecen la importancia de la historia cultural –y en especial del estudio de la cultura musical– para complejizar el abordaje de la política. En definitiva, una mirada situada por fuera de la historia política –y con ello alejada de sus cronologías– permite discutir y enriquecer el estudio de los programas políticos, de sus ambiciones así como de sus frustraciones.

El dossier se inaugura con “Peronismo y foclore: ¿Un réquiem para el tango?” de Pablo Vila, publicado en 1986 en la revista Punto de Vista. Allí, se hace explícito el debate –o más bien la polémica en tanto género discursivo– establecida con una serie de afirmaciones que hiciera Emilio de Ipola en la misma revista y que Vila  se ocupa de refutar a lo largo del texto. A saber: el peronismo hirió de muerte al tango, en tanto programa político que transmitió una sensibilidad festiva que obstaculizó la identificación de los sectores populares con el género musical. Varios son los argumentos que despliega Vila en el debate, aunque nos centraremos en unos pocos. Con una frescura analítica y teórica que sorprende (más aún si tenemos en consideración la fecha de publicación), Vila propone no mirar tanto ese clima festivo del peronismo al que remite De Ipola, sino pensar en otras dimensiones asociadas a la presencia del folclore, consecuencia a su vez de la presencia de la población migrante en Buenos Aires. Ello conlleva, como gesto metodológico, dejar de enfatizar nostálgicamente en la pérdida y, por el contrario, mirar el fenómeno emergente. Esto supone, también, asumir otra postura analítica innovadora: el público ya no es un actor pasivo sino un consumidor con agencia, con una escucha activa. Esta escucha activa lo conduce a plantear otro de los argumentos innovadores tomando al foclore y a su vinculación con los grupos migrantes: el gusto se crea en escenas, en letras, en escuchas, en artefactos. Emerge una preocupación por dar cuenta –superando el debate en torno a los consumos– de que la música cumple una función mucho más amplia que la de mero consumo. Más bien, la música da cuenta de los diversos usos y, en consecuencia, de necesidades sociales específicas en momentos históricos particulares.

Continúa el texto de Ricardo Pasolini, “La ópera y el circo en el Buenos Aires de fin de siglo. Consumos teatrales y lenguajes sociales”, presente en el Tomo 2 de Historia de la vida privada en Argentina. El artículo, publicado en 1999, producto de una tesis de maestría, constituye en el campo de la historiografía local el primer trabajo que se ocupó de problematizar en profundidad los usos de los dos géneros de mayor presencia en el circuito artístico porteño: la ópera y el circo. Si bien ambos espectáculos eran, para 1870, géneros consolidados y diferenciados, lo asombroso del texto de Pasolini es el detalle con el quereconstruye los antecedentes históricos de la lírica y de la cultura teatral en Buenos Aires. Por eso, además de la lucidez con la que plantea su problema, destaca la erudición con la que despliega otras dimensiones que componen el objeto de estudio: los públicos (la “gran masa” y los “verdaderos aficionados”/“público a la moda” y “el público popular”), los críticos, la programación de los teatros, la prensa, los empresarios, las compañías, tenores y prima donna, los espacios teatrales. Así, la minuciosa reconstrucción de ambos mundos del arte le permite a Pasolini mostrar que la ópera y el circo funcionaron como espacios en los cuales los grupos sociales configuraron –y salvaguardaron– identidades y, derivado de ello, disputaron poder en el campo simbólico. Por consiguiente, ambos espectáculos se erigieron en consumos capaces de agudizar la distancia social y trazar los límites de unas identidades sociales que se pretendían estables. En este sentido, el gusto y la afición constituyen vectores para la configuración, transformación y estabilización de los grupos sociales. De esto se deriva otra premisa: los grupos sociales no están predefenidos, sino que se forman –en este caso– en el consumo cultural y, en ese mismo sentido, la música funciona como recurso expresivo de configuración y de diferenciación.

 “The Apolitical Politics of Classical Music: The Mozarteum Argentino under the Dictatorship of 1976–1983”, artículo publicado en 2021 por Esteban Buch, historiador francoargentino y uno de los referentes en el campo, retoma la vinculación entre música, política y dictadura para problematizar la construcción –y las implicancias– de la idea de la música, y específicamente de la música clásica, como un arte apolítico. La detallada reconstrucción del funcionamiento del Mozarteum, de los intereses y acciones desplegadas por su histórica directora Jeannette Arata de Erize, de la programación musical y la documentación relativa a la dinámica de sus actividades, así como la presencia pública de varios de sus integrantes revela que la idea de una “política apolítica” era una dimensión discursiva que, antes que remitir a la realidad, refería a una doble tradición. Por un lado, a la construcción discusiva de la propia dictadura, de una economía liberal que prescindía –o al menos eso se esperaba- de la intervención de la política. Por otro, a la configuraciónde la música como arte apolítico, en tanto única forma de garantizar la idea decimonónica del valor universal de lo bello, creencia vinculada a su vez con el supuesto de la autonomía del arte.

El artículo seleccionado de Esteban Buch se enlaza con un conjunto de trabajos previos del autor que bucean en torno a la compleja relación entre poder y cultura en regímenes autoritarios al tiempo que despliegan el debate en torno a la función del arte en la sociedad y su autonomía respecto del poder político. Así, tanto en The Bomarzo affair… como Música, política, dictadura… la narrativa sobre un caso –un incidente, un affair– repone la importancia y la profundidad del acontecimiento que permite, a su vez, recrear la complejidad de los mundos culturales (o más bien la polémica sobre la censura, la condena o lo que hoy llamaríamos “la cultura de la cancelación”). La significación política de las obras y del sonido, el gusto por la música y el interés de las elites económicas y políticas que sustentan los regímenes por el arte, la importancia de las instituciones privadas de música –tal como el Mozarteumn– y del Teatro Colón en tanto islas del poder, donde la estética prima sobre la ideología, son algunas de las dimensiones que recorren los trabajos de Buch. Complementariamente a estas preocupaciones, hay una constante que emerge como característica de sus producciones: la frescura de una prosa que, entre la narrativa propia de la crónica y la escritura académica, muestra la importancia de indagar en lo no dicho, lo no hecho, lo no escuchado.

La siguiente parte del dossier recupera tres trabajos de historiadoras locales (incluyendo a quien escribe) que dialogan con –y hasta de alguna manera se han inspirado en–, los tres trabajos previamente reseñados. Los tres artículos reponen en sus análisis un factor clave para comprender la importancia de la música como objeto de estudio: el rol desplegado por el Estado en la censura o condena, impulso o protección de ciertos géneros, espacios y prácticas. Asimismo, estos trabajos muestran la importancia de los estudios culturales en la construcción del objeto o, más concretamente, en la posibilidad de incorporar a la música como una dimensión constitutiva de la cultura y, por ende, pasible de ser historizada.

Los debates y argumentos desarrollados en torno a la censura de las óperas de Wagner representadas en Buenos Aires durante 1914-1920 es el objeto de Josefina Irurzun en “Ópera y censura en la formación de imaginarios planetarios. Vicisitudes de la obra wagneriana en Buenos Ares durante la Gran Guerra”. Las polémicas sobre la legitimidad o la condena a la ejecución de las obras wagnerianas, no solo permite adentrarse en la complejidad de las consecuencias de la Gran Guerra –incluso en un país por demás alejado del conflicto– sino en las tramas de poder entre el arte (afición/gusto a la ópera) y la política (la censura). Para abordar esta dificultosa relación, Irurzun descompone en múltiples dimensiones la escena y la importancia de la figura de Wagner en el circuito. En primer lugar, los debates situaron a Buenos Aires como parte de un trama de interconexión global o de formación de imaginarios planetarios vinculados a la ópera, la guerra y lo censurable. Al mismo tiempo, con la censura de Wagner, en tanto referente de los aliados, se inauguró otro debate en torno a quiénes eran los responsables de prohibir ciertos espectáculos en teatros de naturaleza pública. Lo que se debatía, en conclusión, era quien o quienes tenían la legitimidad de establecer la peligrosidad de una obra artística y de tomar una decisión al respecto que, aunque no era inapelable por el resto de aficionados, constituía una norma que debía ser respetada.

El texto “¿Treinta años sin ópera? Políticas culturales y programas musicales durante el primer peronismo en Bahía Blanca, Argentina (1946-1947)” de Noelia Caubet restablece la escena operística de Bahía Blanca a propósito de abordar la temporada lírica que brindó en dicha ciudad la compañía del Teatro Argentino de La Plata durante 1947. Específicamente, nos interesa destacar cómo el análisis de este fenómeno le permite a Caubet indagar en la expansión de ciertos principios rectores del gobierno peronista hacia una ciudad que, si bien era de las más importantes de la provincia, buscaba convertirse en una faro irradiador de modernidad hacia el sur del territorio. Así, además de impulsar esta ambición, el desarrollo de la temporada lírica, a su vez caracterizada por obras italianas, procuraba la inclusión de los sectores populares de los espacios que estuvieron tradicionalmente asociados a la alta cultura. Por tanto, la civilización del gusto popular conllevó no solo la reducción del precio de las entradas (y la flexibilidad en la compra del abono), sino la vinculación del mundo de la música clásica con los medios radiales así como la promoción de las funciones líricas en prensa periódica ligada a la cultura popular.

Por último, el texto de mi autoría, es una síntesis de mi tesis de maestría, investigación en la que me aboqué a reconstruir aquello que denominé como “cultura musical” en el Buenos Aires de principio de siglo XIX. Aunque luego avancé en el marco temporal, el análisis del período rivadaviano me permitió desarrollar una serie de consideraciones o hipótesis en torno a las transformaciones del gusto así como la presencia de ciertos idearios estéticos que se convertirían en idearios rectores de una forma de escuchar música. En suma, el gusto por la lírica italiana y particularmente por la ópera buffa rossiniana, le posibilitó a la élite política y a las elites culturales desvincularse de la afición por la música española en tanto sinónimo de atraso y barbarie. La ópera, por el contrario, era una herramienta que habilitaba la modernización cultural al tiempo que alentaba un tipo de civilidad y de sociabilidad propia de aquellos que ahora eran ciudadanos y destinatarios de un programa reformista y modernizador. Una vez concluida la “feliz experiencia”, algunos de los tópicos propuestos e impulsados por el grupo rivadaviano seguirían presentes en la crítica musical del siglo XIX e incluso del siglo XX. La división entre buen gusto y mal gusto, la concepción de la música lírica –y luego de la música clásica/instrumental- como un medio capaz de traccionar la modernización cultural y la escucha musical considerada un acto de introspección y parámetro de civilidad, son algunos ejemplos.

Realizado este breve recorrido, cabe una serie de consideraciones sobre los trabajos presentados que, a su vez, caracterizan al campo actual. En primer lugar, todos ellos ofrecen claves novedosas y, en cierto sentido, más densas, para pensar los –muchas veces zigzagueantes– procesos de co-producción de la cultura de masas, la alta cultura, la cultura oficial. Asimismo, esta complejidad restaura las operaciones políticas sobre el mundo de la cultura (las ambiciones de modernización cultural, los actos de censura, las estrategias de distinción entre los grupos sociales, etc.) así como las categorías y experiencias que, tomadas o elaboradas en el campo de la cultura y de la música, permitieron la inteligibilización de disputas políticas propias de cada época. Por último, destacar que en los últimos años se comenzó a indagar en torno a las escalas locales para captar la heterogeneidad de ciertos procesos que, casi siempre, se han pensado desde el centro. Este giro de escala vizibiliza circulaciones entre lo global y lo local, así como proyectos políticos descentralizados y experiencias culturales que discuten y complejizan una historia que por años estuvo centrada en el circuito porteño.

Textos selecionados para el dossier

Buch, Esteban (2021). The Apolitical Politics of Classical Music: The Mozarteum Argentino under the Dictatorship of 1976–1983. Latin American Research Review 56(2), pp. 484-499.

Caubet, María Noelia (2023). ¿Treinta años sin ópera? Políticas culturales y programas musicales durante el primer peronismo en Bahía Blanca, Argentina (1946-1947). Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, 54, pp. 199-216.

Guillamon, Guillermina (2017). Gusto y buen gusto en la cultura musical porteña (1820-1828). Prismas. Revista De Historia Intelectual, 21(1), pp. 33-51.

Irurzun, Maria Josefina (2023). Ópera y censura en la formación de imaginarios planetarios. Vicisitudes de la obra wagneriana en Buenos Ares durante la Gran Guerra. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 23 (1), pp. 1-12.

Pasolini, Ricardo (1999). La ópera y el circo en el Buenos Aires de fin de siglo. Consumos teatrales y lenguajes sociales. En Fernando Devoto, y Marta Madero (comps.), Historia de la vida privada en Argentina. Tomo 2 (pp. 222- 268). Buenos Aires: Taurus.

Vila, Pablo (1986). Peronismo y foclore: ¿Un réquiem para el tango? Punto de Vista, 36, pp. 46-48.

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Dossier. Antipopulismos en América Latina desde una perspectiva histórica https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-antipopulismos-en-america-latina-desde-una-perspectiva-historica/ Wed, 05 Jun 2024 15:03:33 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4678 ISSN sección Dossier 2618-415x

Soledad Stoessel (UNLP-CONICET-Universidad Central del Ecuador) y Olga Bracco (UNLP/ FLACSO-Ecuador)

Ríos de tinta han corrido para dar cuenta de uno de los fenómenos políticos, sociales y culturales más gravitantes en América Latina denominado populismo: cualquiera sea el significado que se le atribuya, aparece como un referente ineludible para personas curiosas y estudiosas de la política latinoamericana. Repelido tanto por las distintas vertientes de la izquierda, como por las derechas oligárquicas, la historia latinoamericana nos muestra que el populismo y lo nacional-popular ha sido un fenómeno clave en la configuración del campo político, las identidades socio-políticas e incluso la matriz estatal de buena parte de las naciones de la región. Si nos detenemos en las distintas tradiciones de pensamiento, desde el liberalismo se lo ha entendido como una deformación y desviación de la democracia, mientras que desde el marxismo se lo ha leído como un muro de contención a la lucha de clases que reposiciona el principio de dominación en el Estado. En cambio, desde la tradición republicana se lo entiende como un proceso político que constituye la comunidad política en una clave incluyente y emancipadora. 

De cualquier forma, el populismo gravita en el centro del debate académico, histórico y político en América Latina desde al menos seis décadas, con idas y venidas. Como categoría histórica, se lo entiende como un proceso que ha fluctuado a lo largo del siglo XX y XXI entre distintas olas. Así, habría populismos clásicos, de la primera ola (como el peronismo, varguismo, cardenismo y velasquismo), de una segunda ola ya ubicado en la historia reciente de la década del noventa del siglo pasado y una tercera ola, actual, de principios de siglo XXI que tendría varias reminiscencias en los populismos clásicos. Ahora bien, como categoría analítica ha sido empleado para dar cuenta de distintas dimensiones del orden social. 

Sin ánimos de simplificar, dos aspectos aparecen claves en su abordaje: 1) el populismo como lógica de política, (una forma) de instituir el orden social, los sujetos y las identidades; y 2) el populismo como proceso histórico-político. Como lógica, el populismo vendría a ser la racionalidad que se activa en tiempos de un orden social en crisis (crisis de representación política, acumulación de conflictos y demandas insatisfechas por el sistema, déficit de legitimidad de las elites y oligarquías, crisis de legitimidad y social que produce cambios en la estructura de clases, etc.). Esta racionalidad se encarna en un discurso polarizador que confronta al pueblo con las oligarquías, a “los de abajo” con “los de arriba”. Este discurso, a su vez, se aboca a reconfigurar las identidades sociales a partir de la tensión entre inclusión y exclusión como modo de reparación del daño social del pueblo. El segundo aspecto comprende al populismo como un proceso político que no solo configura el orden social, sino que lo gestiona (el populismo traducido política e institucionalmente). Esta dimensión necesariamente implica la construcción y gestión estatal: se ha hablado de gobiernos o regímenes “nacional-populares”, donde el Estado opera como superficie de inscripción y tramitación de las demandas sociales, incluso aquellas que no provienen del campo popular. Por lo general, respecto a los populismos real e históricamente existentes, no se puede prescindir de un liderazgo que sea capaz de hacer converger, representar y dar sentido a las demandas populares, así como tramitarlas en una clave colectiva. El líder incluso puede ser el nombre, el significante dice Laclau, que describe y denota un proyecto político (peronismo, chavismo, correísmo) y la investidura afectiva de éste en relación al pueblo. 

Ahora bien, el presente dossier no trata sobre el populismo, sino sobre el antipopulismo. Así como la historia latinoamericana no se la puede comprender sin los populismos y la apelación a lo “nacional-popular”, tampoco se la podría y debería entender sin los antipopulismos y la promesa histórica de las oligarquías latinoamericanas de refundar las naciones de espalda al pueblo entendido como plebe. Desde el momento en que nació el populismo como fenómeno, también lo hizo el antipopulismo. 

Así, también podemos considerar al antipopulismo como una lógica política (una forma de instituir el orden social y las identidades sociales) y un proceso histórico-político que se configuran en contraposición, por la negativa, al populismo. Esto es, se instituyen sobre la base de la descalificación, rechazo y repulsión extrema de elementos propios de los populismos (liderazgos, matriz estatal, inclusión e incorporación social, identidades políticas plebeyas, sujetos populares). El prefijo anti no denota “contra”. En el antipopulismo no encontramos el intento de superar la negatividad. Es pura reactividad. Tal como lo propone Ernesto Semán, el rechazo se coloca como el artefacto fundante y que le da fuelle a los procesos que pretenden colocarse en las antípodas del populismo. Asimismo, el antipopulismo no solo es presente -proceso e identidad reactiva- sino que es futuro en tanto considera al populismo el obstáculo, el legado, la instancia a superar para llevar adelante un proyecto refundacional desde arriba, alejado de la plebe.  

Este dossier incorpora un conjunto de textos que fueron seleccionados porque directa o indirectamente abordan el antipopulismo, ya sea como proceso, como identidad o como proyecto político a lo largo de la historia latinoamericana. La escasez de trabajos desde la lectura del antipopulismo advierte sobre la necesidad de profundizar en la investigación de este fenómeno que hoy en día, en la segunda década del siglo XXI, reaparece con más fuerza, como proceso “realmente existente” y que es la forma que ha asumido la derecha radical y extrema en nuestros países. No se comprenden las victorias electorales de Macri y Milei en Argentina, ni el bolsonarismo en Brasil, ni el giro conservador que perpetró el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, ni la radicalización de una derecha pinochetista en Chile, y mucho menos el bloqueo constante a la posibilidad de un gobierno nacional-popular en México, sin la alusión al antipopulismo. Las derechas oligárquicas asumieron uno de los polos de diversas dicotomías que estructuraron los debates políticos en la configuración de las sociedades latinoamericanas: pueblo vs elites; autoritarismo vs. democracia, anarquía vs. institucionalidad, barbarie vs. civilización. El antipopulismo siempre se presentó como la cara redentora de la democracia liberal frente al avance de la “bestia populista” en América Latina. 

Los primeros dos textos del dossier proponen un debate teórico en torno al populismo y antipopulismo apoyándose en una perspectiva histórica. El texto de César Morales Oyarvide (2023) problematiza la relación entre el fenómeno político del anti-populismo y la democracia a través de un análisis crítico de los principales elementos que comparten los discursos anti-populistas contemporáneos, los cuales comparten una visión liberal. Define el anti-populismo como un estilo de construcción política que se opone radicalmente al populismo, encuadrándolo en términos peyorativos como una amenaza a la democracia y buscando desacreditar como autoritarios o irresponsables tanto a los líderes populistas como a sus seguidores. Esto lo hace desde una perspectiva histórica con énfasis en el caso de México. Así, la reacción del antipopulismo sería planteada como una solución a los problemas generados por el populismo.Por su parte, el texto de Eduardo Enríquez Arévalo enfatiza en el campo antipopulista como uno heterogéneo, capaz de incluir a sectores de derecha, liberales y de izquierda, aunque allí los sectores de derecha y liberales tendrán un predominio sobre los de izquierda. En América Latina el antipopulismo, pese a que tiende a presentarse como defensa de la democracia liberal, ha apoyado o allanado el camino a golpes de Estado contra gobiernos percibidos como “populistas” en base a discursos económicos clasistas, racistas y neoliberales que han sido históricamente prominentes. 

Los cinco textos que siguen abordan desde una perspectiva histórica los casos de Argentina, Brasil y México para dar cuenta de la conformación del antipopulismo. En el caso de los dos países conosureños, el antipopulismo desde los años cuarenta del siglo XX fue el antiperonismo y el antivarguismo. Luego, en el siglo XXI asumirán una identidad anti-kirchnerista (por reacción a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández) y anti-petista (por reacción al Partido de los Trabajadores, PT).  

El texto de Ernesto Bohoslavsky analiza desde una perspectiva no esencialista, las similitudes y diferencias de algunas experiencias e ideas políticas del campo opositor a Juan Domingo Perón (entre 1943 y 1955) y a Getúlio Vargas (en la salida del Estado Novo, entre 1943 y 1945, y cuando fue presidente, entre 1951 y 1954), al tiempo que identifica conexiones entre los actores opositores en relación a la formación de redes, intercambios e inspiraciones en el plano transnacional. El autor complementa el enfoque de la historia comparada con el de la historia conectada, dando cuenta de cómo lo transnacional cumple un papel fundamental para echar luz sobre los fenómenos políticos locales. Boholasvky sostiene que la potencia de la agenda política y económica populista ha marginado historiográficamente a las ideas y las prácticas políticas de los grupos opositores, vistas principalmente como meras reacciones frente al único motor histórico relevante. El autor indaga en estos grupos, como la efímera Unión Democrática (UD) en Argentina y a la poderosa União Democrática Nacional de Brasil (UDN) entre los actores partidarios. Pero, asimismo, implica reconocerles protagonismo político a otros actores no partidarios, como las cámaras empresariales, periódicos y grupos empresariales periodísticos. El campo opositor al varguismo y al peronismo estaban poblados por múltiples actores, con diversas prácticas, estrategias e identificaciones, lo cual estuvo sometido a un proceso de permanente transformación en el que intervinieron varios factores, entre los cuales no puede dejarse de mencionar la fuerza de la propia identidad populista, su estilo de movilización política y su retórica, pero también los rasgos de aquellos otros partidos y grupos opositores con los que competían. Por su parte, el capítulo que seleccionamos del libro de Ernesto Semán “Breve historia del antipopulismo en Argentina”, aborda una etapa en la historia argentina caracterizada por el surgimiento de una serie de antipopulismos irreconciables entre sí, pero que se apoyaban todos en una reacción y rechazo visceral al peronismo entendido como un problema nacional. El antipopulismo en la Argentina entre 1950 y 1980 cobra la forma de la des-peronización del país: erradicar al peronismo como movimiento político, borrar su memoria histórica, deshacer su legado para, recién ahí, reorganizar al país sobre nuevas bases. El capítulo aborda la etapa abierta desde el golpe de Estado a Perón en 1955 con la llamada Revolución Libertadora la cual, vía proscripción de Perón y del peronismo y otras formas de violencia, se propuso la tarea refundacional de encauzar a las masas del desvío de una forma “engañosa y defectuosa” de incorporación de las masas trabajadoras a la vida política. A partir del hecho peronista y sus legados surgen diversas variantes del antipopulismo de izquierda y de derecha. A su vez, más claramente después de 1976 con la dictadura militar, comenzó la construcción del individuo neoliberal, individualista y descolectivizado, como el ideal de ciudadanía y de una nueva subjetividad. El texto de Julio Aibar, sin la necesidad de nombrar al antipopulismo, realiza una reconstrucción histórica de la configuración neoliberal en México desde los años ochenta y su aplastante eficacia al volver imposible la promesa de una comunidad política incluyente. Para el autor, el neoliberalismo en tanto narrativa y experiencia tiene una expresión económica, política y cultural, que califica negativamente de “populista” a cualquier concepción integral de la sociedad. Este discurso de las élites hace sentido con extrema facilidad porque hay en México narrativas arraigadas que lo hacen verosímil. Coloca a su oponente en un marco autoritario que en nombre de la colectividad y lo nacional, negaría al individuo, al ciudadano y a las libertades individuales. Por su parte, el Estado es caracterizado como un actor paternalista que neutraliza la potencia de los actores económicos Toda esa cadena de valoraciones negativas se van a condensar en la palabra “populismo”. Partidariamente, esto se ha traducido en México desde sectores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como detractores de izquierda, en sentidos que construyen una sinonimia entre nacionalismo, Estado, autoritarismo y corporativismo.

Para terminar, los últimos dos textos abordan a los antipopulismos contemporáneos en Brasil y Argentina. El artículo de Dolores Rocca Rivarola se centra en el ascenso electoral de Jair Bolsonaro en Brasil en 2019, pero para reflexionar sobre las mutaciones del antipetismo, es decir, la identidad y proyecto que se instala contra el Partido de los Trabajadores en Brasil desde los años ochenta, uno de cuyos líderes ha sido LuizInácio Lula da Silva. La autora distingue tres momentos: A partir de 1989, el antipetismo se caracterizaba por el anticomunismo y el temor a la izquierda; en el segundo momento, que comienza con el triunfo de Lula en 2002, esos elementos se diluyen y lo que articula el antipetismo es la crítica a la corrupción estatal; más tarde, en 2018, con la campaña de Jair Bolsonaro, el antipetismo se recrudece y radicaliza aquellas características de los momentos anteriores. El texto de Paula Biglieri y Gloria Perelló, pese a que no parte de una perspectiva histórica, analiza cómo el odio constituye la base de los antipopulismos, en particular para el antikirchnerismo en la Argentina del siglo XXI. Si en los años cincuenta el odio se coloca como el motor de la inauguración de una etapa violenta y antidemocrática, en el siglo XXI es la raíz del ecosistema antipopulista, tanto por derecha como por izquierda. El texto enfatiza en la Alianza Cambiemos liderada por Macri que gana las elecciones en 2015, llevando hasta las últimas consecuencias la conocida “grieta” (polarización entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo). El texto problematiza al antipopulismo como aquella reproducción subjetiva del “odio al pueblo”, en el que la derecha se convierte en el principal promotor, a través de la difusión discursiva y de la radicalización de sus prácticas políticas (rechazo, discriminación, exclusión de las clases populares).

Creemos que los trabajos reunidos en este dossier permiten pensar los procesos actuales de las sociedades latinoamericanas a partir de la complejidad histórica y confiamos en que, de su lectura y discusión, emergerán nuevos interrogantes y reflexiones.

Textos seleccionados para el Dossier:

Aibar, Julio (2012). Exclusión y Violencia disolvente en México. La reconstrucción populista de la Nación.  Utopía y Praxis Latinoamericana, 17 (58), pp. 53-64. 

Biglieri, Paula y Perelló, Gloria (2020). El anti-populismo en la Argentina del siglo XXI o cuando el odio se vuelve un factor político estructurante. REVCOM. Revista científica de la red de carreras de Comunicación Social, 10, s/p. 

Bohoslavsky, Ernesto (2009). “Antivarguismo y Antiperonismo (1943-1955): similitudes, diferencias y vínculos”. Anuario De La Escuela De Historia, (24), pp. 73–97.

Enríquez Arévalo, Eduardo (2021). “UnderstandingLatin American anti-populism”. Workshop ‘Populism: New perspectives’, 5th PopulismSpecialistGroup (PoliticalScienceAssociation), Virtua. 9, 10 y 11 junio. 

Morales Oyarvide, César (2023). “El lado malo de los chicos buenos.  Notas críticas sobre anti-populismo y democracia”. Korpus, 21 (3), pp. 387-404. 

Rocca Rivarola, Dolores (2020). “Las mutaciones históricas del antipetismo y el fenómeno bolsonaro”, Persen, 19 (14), pp. 245-283

Semán, Ernesto (2021). “Los rostros del antipopulismo: de la Libertadora a 1976”. En Semán, Ernesto. Breve historia del antipopulismo. Los intentos por domesticar a la Argentina plebeya, de 1810 a Macri. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. 

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Dossier. La Independencia de México: problemas históricos y perspectivas de estudio https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-la-independencia-de-mexico-problemas-historicos-y-perspectivas-de-estudio/ Mon, 15 Apr 2024 21:20:03 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4666 ISSN sección Dossier 2618-415x

Rodrigo Moreno Gutiérrez (Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM)

Uno de los motores de la producción de conocimiento histórico es el calendario cívico de las conmemoraciones. En el mundo hispanoamericano estamos terminando un larguísimo ciclo de conmemoraciones bicentenarias relacionadas con las revoluciones de independencia. En los pasados 15 años vio la luz una ingente cantidad de publicaciones sobre las independencias que estuvieron directa o indirectamente vinculadas al ritmo de las sucesivas coyunturas bicentenarias. Ese alud impreso y electrónico revitalizó las visiones y los debates con que entendemos la disolución de los imperios ibéricos en América y la lenta construcción de los estados nacionales en donde antes hubo dominios coloniales. El caso mexicano formó parte de esa renovación. Este dossier ofrece una reducidísima pero altamente significativa muestra de la historiografía cocinada al calor de los hornos bicentenarios.

En estas líneas no trataré de ofrecer un balance historiográfico[1] propiamente dicho sino de animar la lectura de los textos seleccionados a partir de la muy apretada presentación de sus propuestas. Quien se asome a estas aportaciones podrá percatarse de la diversidad temática que, no obstante, comparte un suelo común de concepciones sobre el proceso independentista que buscan restituir la complejidad histórica y, al mismo tiempo, desprenderse de la fatalidad o la teleología nacionalista. Por aquí hay historia política pero también historia social, historia económica y fiscal, historia de la salud, historia de las prácticas religiosas e historia de la guerra, porque diversa es la realidad histórica y así mismo tienen que ser las perspectivas desde donde se le mira.

El género, la representación política, la violencia, la legitimidad o la nación son problemas históricos visibles a cada paso del proceso independentista y analizados de manera actualizada y sugerente en los textos que aquí se incluyen y que reflejan el tipo de preocupaciones historiográficas que engloba eso que muy genéricamente llamamos “Independencia”. Ese rico horizonte temático también historia las experiencias electorales con que se renovó o creó una cultura política, al igual que los impactos políticos, económicos, fiscales, sociales y culturales de la guerra y todo su despliegue de violencia, enfermedad y muerte.

La selección también pretende mostrar que el estudio y la comprensión del proceso independentista (el mexicano en este caso, pero cualquiera) no se puede constreñir a una o unas fechas precisas ni a un ámbito particular. Si bien aquí hay artículos que ahondan en momentos que han sido señalados como alfa y omega de la crisis y la revolución (1808 y 1821), queda bien expresado que para entender el calado de las transformaciones es necesario retroceder al siglo XVIII y navegar mucho más adelante en el XIX.

De esta manera el dossier incluye el texto de Virginia Guedea dado que se le puede ubicar en la corriente inaugural de la revisión del convulso verano de 1808 en la ciudad de México. Había sido una de sus primeras estudiosas y con este capítulo recuperó la experiencia mexicana del juntismo abortado o fallido. Con un relato claro y mesurado, Guedea explica el debate que tradujo en términos novohispanos la crisis política de la monarquía. Al ritmo del arribo de noticias y enviados, los argumentos se fueron radicalizando y dejaron ver la distancia entre las distintas visiones de la crisis y del papel de América y de los súbditos americanos en ella. El abrupto degüello de la alternativa juntista mediante un golpe de estado que abrió la puerta a la violencia política, envió a la clandestinidad la discusión de las alternativas y aumentó presión a la olla que explotó en 1810 con una inédita rebelión masiva y popular.  

Una parte sustancial de la renovación historiográfica de las independencias tuvo que ver, desde la década de los 1990, con el estudio de la representación política. De esta forma quedó claro que uno de los pilares de la revolución fue la experimentación de muy diversos proyectos y diseños de sistemas representativos dentro de los cuales latía la figura del ciudadano. Producto de un proyecto colectivo especialmente fructífero que muestra dicha renovación y que ha arrojado valiosa luz sobre las prácticas electorales del siglo XIX mexicano, este capítulo de Matilde Souto tiene la virtud de explicar con paciencia didáctica la cultura política en la que se erigió la representación moderna. Así queda claro que las prácticas del liberalismo desatadas en el contexto del proceso independentista solo pueden ser entendidas a cabalidad si se considera el mundo corporativo, jerárquico y privilegiado de la monarquía española que las engendró. La organización del voto, las concepciones del universo electoral (con sus muy dicientes exclusiones y requisitos) y las movilizaciones políticas y mecanismos que rodearon el ejercicio electoral muestran la distancia entre un régimen y otro pero también la forma en que el antiguo orden de cosas condicionó las innovaciones del naciente constitucionalismo.

Por su parte, Michael T. Ducey ofrece una cara complementaria de la transformación de la representación política de aquellos años: la de los pueblos insurgentes. Vista desde las capas medias y bajas de la rebelión, Ducey nos obliga a recordar que el hispanoamericano de principios del XIX era un mundo abrumadoramente rural. Las elecciones pueblerinas en plena guerra es una vía fascinante y expresiva para entender no solo las bases de la rebelión sino más aún las condiciones en que se cimentó del Estado moderno. Aquí aparecen, entre otros problemas, el surgimiento de liderazgos locales (muchos a través de las armas); la importancia de los curas en la vida de las comunidades; el peso del voto corporativo (ahí también) y la ritualidad de las experiencias electorales.

Erika Pani disecciona las ambigüedades del liberalismo, de la ciudadanía, de la igualdad y del estado moderno con relación a las mujeres y su lugar en la vida política. En su artículo, Pani revela a través de la necesaria perspectiva de género las implicaciones de las identidades políticas y las anomalías y exclusiones de la supuesta universalidad del discurso liberal. De esta manera, la autora supera la historiografía anecdótica empeñada en encontrar heroínas al servicio de la patria para, en cambio, cuestionar –a partir del caso mexicano– las desigualdades de los supuestos básicos con que se proyectó el poder, el espacio público y el cuerpo político del tiempo de las independencias. Género, clase y raza modelaron el imaginario político del estado nacional decimonónico. A través de actitudes de mujeres concretas y actos de represión o prácticas políticas o religiosas, Pani explica percepciones, expectativas y valores alrededor de la figura de la mujer en el contexto de la guerra civil y las primeras décadas independientes.

Juan Ortiz es uno de los especialistas que más ha enfatizado la importancia de considerar la faceta bélica del proceso independentista. La independencia fue, entre otras muchas cosas, en Nueva España como en buena parte de Hispanoamérica, una guerra o distintos tipos de guerras. En este trabajo Ortiz propone entender el conflicto novohispano a través del tamiz de la guerra civil. En esta sustanciosa síntesis Ortiz muestra las contradicciones y profundas divisiones políticas y sociales con que se desarrolló el conflicto y algunas de sus muchas particularidades regionales.

El artículo de Marco Landavazo escudriña las prácticas y lenguajes de la violencia insurgente. El odio al gachupín aparece aquí como uno de los rasgos más característicos y estremecedores de la rebelión, pero también sirve al autor para mostrar las posibilidades de una historia sociocultural de la guerra. Discursos vengativos y condenatorios y prácticas justicieras y sanguinarias de ese peculiar terror novohispano permiten asomarse a un plano repulsivo pero central de la guerra. De este modo, Landavazo ayuda a comprender fenómenos como la construcción del enemigo, la conformación de la identidad combativa, el uso del miedo y el papel que tuvo en todo ello el rumor.

Y de la violencia a la enfermedad que, como se sabe, mató más gente que las armas en aquellos años. El capítulo de María del Carmen Sánchez Uriarte coloca en el punto de mira la doble hélice formada por la guerra y la enfermedad. El texto se vale de la gravísima epidemia que asoló las regiones centrales de la Nueva España en 1813 para estudiar sus hondos impactos demográficos, sociales, económicos, políticos y fiscales. Desatada en un episodio militar (el sitio de Cuautla de 1812), la epidemia de tifo –o las “fiebres misteriosas” como se les conoció entonces– incidió en todos los frentes: en la insurgencia, en la contrainsurgencia y en la dificultosa observancia del frágil régimen constitucional gaditano que se encontraba vigente. De esta manera, Sánchez Uriarte recupera la historiografía de la salud para evaluar, a través de sus reacciones ante la enfermedad y la devastación, el tipo de Estado, de sociedad y de movilización de recursos con que se encararon estos problemas.

En efecto, la guerra es movilización de recursos. El capítulo de Ernest Sánchez Santiró ofrece una utilísima recuperación crítica de historiografías tan necesarias como aparentemente áridas, como lo son las de la historia económica y fiscal. Sólidamente fundamentado, el texto matiza, discute, señala vacíos y estimula preguntas en un horizonte temático notablemente fértil que va del impacto demográfico de la guerra a las migraciones interiores; del contrabando a la apertura de nuevos circuitos comerciales; de la importancia de la pérdida de control de los caminos al florecimiento de regiones y puertos que, por derivación, resultaron beneficiados. En última instancia el texto presenta un recorrido didáctico por la política fiscal que buscó hacer frente a la guerra, explicando la diversidad de impuestos de que se echó mano y la creatividad institucional a que dieron lugar.

El texto de William B. Taylor toca uno de los aspectos más llamativos del proceso independentista mexicano: el peso de la religión y en particular el del culto guadalupano. Emblema de la rebelión y luego parte constitutiva de la identidad nacional, la Virgen de Guadalupe ha quedado asociada en la tradición nacionalista a la insurgencia y a su principal dirigente, el cura Miguel Hidalgo. Ricamente documentado, el texto de Taylor explica el contexto y el origen de esas expresiones ciertamente religiosas pero sobre todo políticas que aparecieron durante el conflicto. Para ello, el capítulo se remonta a la promoción eclesiástica del culto guadalupano que ocasionó su disparado crecimiento en el siglo XVIII. Taylor propone que el guadalupanismo de aquellos años ni fue un fenómeno de peregrinaje ni fue un monopolio insurgente. Las eruditas consideraciones sobre la Guadalupana se realzan y enriquecen en el texto de Taylor mediante el contraste con el culto a la Virgen de los Remedios. Tradicionalmente asociada a la fidelidad realista española, aquí queda mejor explicado el lugar de dicha devoción en el imaginario novohispano y particularmente en el entorno de la ciudad de México. De este modo, a través de dos significativos cultos marianos, el capítulo ofrece una colorida perspectiva de las implicaciones de la religión en la cultura política con que se transitó del orden colonial al nacional.

Finalmente, el texto de mi autoría que me atrevo a incluir en este dossier pretendió sintetizar una interpretación sobre la coyuntura final del conflicto que supuso la ruptura independentista en 1821 y el consecuente establecimiento del Imperio Mexicano. Se trata de una de las etapas más estigmatizadas y peor comprendidas que, debido a su peculiar y reciente bicentenario, ha cobrado en estos últimos años nuevo protagonismo historiográfico. Sin mayores pretensiones innovadoras o concluyentes, el capítulo acaso lo que busca es problematizar el contexto y los elementos con que una independencia como la de 1821 pudo ocurrir. Con ese propósito destaco el mundo euro-atlántico de las restauraciones postnapoleónicas; la cultura constitucional que se fue moldeando con base en multitud de experiencias necesariamente imperfectas y asombrosamente semejantes; la cultura de guerra que creó, conflagración mediante, un repertorio de acciones colectivas y una manera de relacionarse con el poder que se vino a inscribir en la médula de toda Hispanoamérica por décadas; y las particularidades que explican el movimiento armado independentista que puso punto final a la existencia de la Nueva España.

Como puede verse, las temáticas de esta selección son diversísimas y heterogéneas. Constituyen apenas una muestra mínima del tipo de abordajes que en este siglo XXI se han estado produciendo en una vigorosa historiografía que ha abandonado los anacrónicos límites nacionales y se encuentra en plena sintonía –y con frecuencia en diálogo explícito y con espíritu comparativo–  en toda Latinoamérica. Confío en que con esta introducción y sobre todo con la nueva puesta en circulación de estos textos se potencien dichos diálogos y se conozcan y discutan estos temas.

Textos seleccionados para el Dossier:

Guedea, Virginia (2007). La Nueva España. En Manuel Chust (coord.), 1808. La eclosión juntera en el mundo hispánico, México, Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México, pp. 84-104.

Souto Mantecón, Matilde (2019).  ¿La inocente plebe seducida?: La organización y movilización del voto en el mundo corporativo novohispano. En Fausta Gantús y Alicia Salmerón (coords.), Campañas, agitación y clubes electorales. Organización y movilización del voto en el largo siglo XIX mexicano, México, INEHRM / Instituto Mora, pp. 31-84.

Ducey, Michael T. (2019). Gobierno, legitimidad y movilización: aspectos de la vida electoral en tiempos insurgentes. Historia Mexicana, v. 68, n. 4, pp. 1593-1638.

Pani, Erika (2006). “Ciudadana y muy ciudadana”? Women and the State in Independent Mexico, 1810-30. Gender & History, v. 18, n. 1, abril 2006, pp. 5-19.

Ortiz Escamilla, Juan (2014). La guerra civil de 1810 en México. En Pilar Gonzalbo Aizpuru y Andrés Lira González (coords.), México, 1808-1821. Las ideas y los hombres, México, El Colegio de México, pp. 393-422.

Landavazo, Marco Antonio (2009). Para una historia social de la violencia insurgente: el odio al gachupín”. Historia Mexicana, v. 59, n. 1, jul-sep., pp. 195-225.

Sánchez Uriarte, María del Carmen (2013). Entre la salud pública y la salvaguarda del reino. Las fiebres misteriosas de 1813 y la guerra de independencia en la Intendencia de México. En América Molina, Lourdes Márquez Morfín, Claudia Patricia Pardo Hernández (eds.), El miedo a morir. Epidemias, endemias y pandemias en México: análisis de larga duración, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Dr. José María Luis Mora, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2013, pp. 51-74.

Sánchez Santiró, Ernest (2014). Economía y fiscalidad en la guerra de Independencia. Nueva España (1810-1821). En Jorge Gelman, Enroque Llopis y Carlos Marichal (coords.), Iberoamérica y España antes de las independencias: 1700-1820: crecimiento, reformas y crisis, México, Instituto Mora / Conacyt / El Colegio de México, 2014, pp. 163-224.

Taylor, William B. (2007). La Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora de los Remedios y la cultura política del periodo de Independencia. En Alicia Mayer (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Retos y perspectivas, 2 v., México, UNAM, 2007, tomo II, pp. 213-238.

Moreno Gutiérrez, Rodrigo (202. Una interpretación de la independencia mexicana de 1821”. En Ana Carolina Ibarra, Juan Ortiz Escamilla y Alicia Tecuanhuey (coords.), La consumación de la independencia. Nuevas interpretaciones (homenaje a Carlos Herrejón), Xalapa, Universidad Veracruzana/IIH-UNAM/El Colegio de Michoacán, pp. 141-168.


[1] Ensayé un breve balance en “La historiografía del siglo XXI sobre la independencia de México”, dossier “Tendencias actuales de la historiografía”, HistoriAgenda, [Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM], n. 38, Cuarta Época, octubre 2018-marzo 2019, pp. 24-35. Disponible libremente en la dirección: https://revistas.unam.mx/index.php/historiagenda/article/download/69471/61292/204404,

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Dossier. ¿Aún podemos hablar de reformismo ilustrado para el Imperio portugués en América? https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-aun-podemos-hablar-de-reformismo-ilustrado-para-el-imperio-portugues-en-america/ Fri, 15 Dec 2023 12:43:25 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4630 ISSN sección Dossier 2618-415x

Andréa Slemian (Universidade Federal de São Paulo – UNIFESP)

La expresión “reformismo ilustrado”, o también “reformas ilustradas”, tiene su propia historia para designar los procesos vividos en el setecientos en la América portuguesa. Su desnaturalización ha sido un camino productivo para valorar, a la larga, los riesgos que su utilización implica, más allá de la comodidad de describir con carácter general los fenómenos que encierra. Un camino trillado desde hace algunos años por la historiografía dedicada al reformismo borbónico, la cual nos ha sido fundamental para pensar los impases vividos en su propio tiempo, cuya tangibilidad es un problema intrínseco a la tarea de comprensión propia del historiador.[1]

En el caso portugués, la expresión exige un especial cuidado por tratar de dos momentos que, a despecho de las continuidades apuntadas en lo relativo a los procesos sociales, producirían distintas narrativas coetáneas de lo que se pretendía reformar en la Monarquía: el reinado de Don José I, de 1750 a 1777, fuertemente marcado por el protagonismo del Secretario de Estado del Reino, el marqués de Pombal; y el de Doña María I, a partir de 1777, con la regencia de su hijo Don Juan desde 1792, por motivos de salud de la reina. El hecho es que, para el momento “pombalino” -como viene siendo repetidamente llamado hasta hoy-, se construyó una poderosa narrativa acerca de la actuación del Secretario, en su mayor parte debida a sus aliados, que abrió espacio tras su caída a una verdadera batalla discursiva sobre su acción gubernamental, en que se enfrentaban admiradores y detractores.[2] Desde entonces, la valoración de su fortuna crítica pautó los análisis a lo largo de todo el siglo XIX, fundamentalmente en Portugal, fuese por aquellos que lo exaltaban como precursor del liberalismo, emergente a partir de la Revolución de 1820, fuese por quienes lo identificaban como déspota.

Ya desde la primera mitad del siglo XIX, su figura aparece claramente asociada a la idea de “luces”, “ilustración”, y “despotismo ilustrado”, y su gobierno merecía análisis acerca del impacto de sus medidas, sobre todo desde el punto de vista de la economía, incomparablemente destacado en la historiografía en relación con el período de Doña María. A su vez, en los pasados años cincuenta, el término “reformas” fue claramente evocado por Jaime Vicens Vives para tratar de los Borbones en España, aportando a la categoría una trascendencia analítica en relación a sus marcos temporales y a un programa político que aliaba, especialmente, las medidas de gobierno con el protagonismo de Carlos III. Para el caso portugués, el brasilianista Charles Boxer, en su obra seminal sobre el Imperio ultramarino luso, publicada en 1969, establecería definitivamente los vínculos entre las “luces” y el conjunto de reformas promovidas por el marqués de Pombal, ampliando su repercusión a las décadas que siguieron, en un capítulo intitulado “the Pombaline dictatorship and its afternarth”.[3]

La imagen de Pombal como “déspota ilustrado” se vinculaba a las medidas que habrían sido implementadas en el Imperio portugués a partir de mediados de siglo, principalmente en el plano económico y administrativo, y de su supuesto objetivo de superar el atraso portugués en el concierto de las potencias europeas. Para Brasil, esa perspectiva fue consolidada en los años setenta por Kenneth Maxwell, otro reconocido brasilianista, al considerar que el excesivo peso fiscal de las reformas ilustradas, en especial en Minas Gerais, fue un factor fundamental para explicar el descontento de los que protagonizaron una revuelta, nunca concretizada, conocida como Inconfidência Mineira de 1788-89. Décadas después, dedicó al propio Marqués de Pombal un libro, cuya imagen sintetizó en el subtítulo “paradoja de la Ilustración”, vinculándolo simultáneamente tanto a los valores de las luces como a la responsabilidad de un gobierno definido por la centralización del poder y por el despotismo.[4]

Sería en el inicio de la década de los setenta, a partir de la obra también seminal de Fernando Novais, cuando las “reformas ilustradas” pudieron ser interpretadas como pieza clave para la comprensión del recrudecimiento de las formas de explotación colonial.[5] Entendiéndolas como síntoma de una crisis estructural que afectaría a los Imperios ibéricos desde mediados del siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XIX, tales reformas generarían reacciones entre los colonos, constituyéndose en un conjunto de medidas orientadas al fortalecimiento político de la metrópoli en un momento de intensificación de la competición económica mundial. Simultáneamente, y en el mismo ambiente teórico de reflexión, Tulio Halperín Donghi concebía una interpretación en moldes semejantes al tratar de la crisis que afectaba al Virreinato del Río de la Plata, reflexiones que desembocarían en su “Reforma y disolución de los imperios ibéricos”, donde incluiría también a Brasil. Reformismo y revolución estarían así hermanados.

Desde entonces, la expresión “reformas ilustradas” se impuso de manera definitiva, fuese para tratar de las medidas administrativas, fiscales, políticas, religiosas, educativas, etc., y/o para subrayar la ambigüedad de las mismas, fuese para seguir el carácter estructural de la crisis política que se vivía, e incluso para contestarlas directamente. Obras de valoración del impacto de las mismas pasarían a ser cada vez más comunes, en Brasil y en Portugal, muchas a partir de tópicos y planteamientos distintos.[6] Pero fue solo en el siglo XXI cuando se puso abiertamente a prueba la concepción de reformas ilustradas para la comprensión del período, así como su relación con las revoluciones liberales. Los textos seleccionados para este dossier son representativos de este camino, al debatir medidas y políticas específicas, propuestas desde mediados del siglo XVIII, para la América portuguesa, visiones distorsionadas sobre su comprensión alimentadas por la historiografía, así como los límites e impases vivimos en la época. Vamos con ellos.

El texto de Nuno Monteiro presenta una poderosa propuesta de síntesis de las llamadas reformas de la monarquía portuguesa, englobándolas desde la acción del Marqués Pombal hasta la del igualmente emblemático Secretario de Estado de los Negocios de Marina y Dominios Ultramarinos, D. Rodrigo de Sousa Coutinho –que asumió la cartera en 1796–, proponiendo una nueva clave de lectura. Bajo el concepto de “monarquía pluricontinental”, Monteiro propone entender cómo las características del proceso de colonización y ocupación portuguesa en América, marcado por una división en instancias políticas y administrativas múltiples con frecuente comunicación con Lisboa, engendraron proyectos específicos en el momento de las reformas. Es así que, utilizándose siempre la América española como contrapunto, el autor arroja luz sobre cómo comprender las aparentes contradicciones existentes en la amplitud de las medidas tomadas, así como sobre el problema de concebirlas en clave centralizadoras.

El artículo de Ângelo Carrara, al analizar un tema tan clásicamente pombalino como el de las reformas fiscales, llega a conclusiones contundentes que evidencian la necesidad de repensar las tesis acerca de la “eficacia” tributaria del período. En el inicio del texto, él subraya las interpretaciones que giran en torno al culto a la figura del Marqués y a las rupturas que el mismo habría llevado a cabo en su gobierno, historias estas que terminan por generar un problema de escribir una historia despolitizada. Teniendo como línea narrativa la creación de los órganos responsables de la administración hacendística, en especial el Erario Regio, presenta datos que comprueban los déficits fiscales crecientes en Portugal, así como el fracaso de la política fiscal pombalina en términos centrípetos, poniendo de relieve la necesidad de profundizar acerca de sus razones.

Cláudia Chaves parte de un problema semejante, pero lo afronta por otra vía: la de que no existió, en el caso específico del Erario Regio creado por Pombal, una especial preocupación por expandir “principios centralizadores” por los territorios coloniales. En este sentido, su análisis se centra en la discusión de las Reales Juntas de Hacienda, órganos creados de forma dispersa por los territorios de América, en que la fiscalización no era comprendida como una forma coercitiva de poder, sino como instituciones descentralizadas que dependían de las esferas y élites locales. Así, defiende y comprueba empíricamente cómo sus mecanismos permanecieron intactos en ultramar en el período conocido como de las reformas, en que cada capitanía conoció un formato específico para las Juntas a partir de sus propias realidades y organismos existentes.

Al tratar de la economía del período pombalino, el texto de Antônio Carlos Jucá de Sampaio parte de la necesidad de repensar la historiografía que se consolidó sobre el período, sea basada en la idea de crisis, sea en la mitificación del Marqués de Pombal, sin negar que existió un intento modernizante vinculado a las transformaciones de las estructuras del Antiguo Régimen. Su principal cuestión está en esclarecer cómo existió un esfuerzo de fortalecimiento de las élites mercantiles portuguesas (tanto aquella asentada en el Reino como también en ultramar), con el objetivo de disminuir la participación extranjera en los circuitos imperiales. En esa clave subraya como tan solo aparente la contradicción entre las medidas entonces tomadas para el Norte de Brasil, vinculadas a la creación de compañías de comercio, y las de carácter más liberalizante pensadas para Bahía y Río de Janeiro, pretendiendo el desarrollo de la flota mercante; ambas fueron fruto de un real pragmatismo del Marqués, que tenía por intención el crecimiento de las regiones involucradas, así como el fortalecimiento de los grupos comerciales portugueses. Lo que estuvo igualmente implicado en la creación de una verdadera “oligarquía” de contratadores vinculados a los intereses de Lisboa.

El texto de Roberta Stumpf toca un punto primordial de las formas de administración de las monarquías: el de la provisión de los cargos y oficios. Se centra en torno a la discusión del Regimiento de 1770, cuya comprensión fue particularmente objetivo de malversaciones por parte de una historiografía que, sobrevalorando el carácter modernizador de las reformas pombalinas, lo interpretó como un paso para la “profesionalización” de los oficios. A partir de un breve recorrido sobre las formas de provisión de los cargos, Stumpf argumenta cómo la medida tenía por intención “cohibir” la imposición de la hereditariedad de los cargos, como un “abuso del derecho llamado consuetudinario”, en la defensa de que la corona pudiese rescatarlos para distribuirlos nuevamente. En este sentido, se trataba mucho más de monopolizar el poder del monarca en el control de las decisiones relativas a las provisiones de los cargos de oficio, que de la creación de un padrón supuestamente moderno asociado a la meritocracia. Aunque esas cuestiones ya estuviesen en el aire.

En una línea semejante, mi texto pretende discutir cómo debemos encuadrar las reformas que incidieron específicamente sobre la administración de la justicia. Partiendo de la percepción que las monarquías ibéricas compartían un trasfondo común relativo a la cultura jurídica, discuto cómo la experiencia de los reformismos ilustrados ibéricos tuvo fuertes puntos de contacto al proponer medidas para garantizar un mejor funcionamiento de los tribunales, un control de la imparcialidad de los jueces y de la interpretación de las leyes. Defiendo que, en el caso portugués, las medidas contribuyeron a un visible refuerzo de concepciones y prácticas existentes, así como evidenciaron límites a la realización de un programa más “racional” de administración de la justicia, como expresa la discusión en torno a la emblemática “Lei de Boa Razão”, de 1769.

El dossier no podría estar completo sin tratar de las medidas que tocaban directamente a las poblaciones que vivían en el territorio, lo que incluía a indígenas y afrodescendientes. Para los primeros, las medidas reformistas formularon un proyecto de “integración”, cuya complejidad de sus resultados es especialmente discutida por el texto de Patricia Melo Sampaio. Partiendo del contexto de la implementación de la carta régia de 12 de mayo de 1798 –responsable por la abolición del Directorio de los Indios (1757-1798) pombalino–, Sampaio enfatiza las acciones y estrategias políticas de los indios que vivían en las villas coloniales frente a la ejecución de la nueva legislación indigenista en la Amazonia portuguesa. La carta traía mudanzas importantes, pero reiteraba el autogobierno de los indios, la libertad y la igualdad entre los vasallos, la implantación del régimen tutelar para las poblaciones indígenas no residentes en las villas coloniales y el incentivo del mestizaje. E imponía una nueva realidad: por un lado, por la afirmación de las cámaras con poderes ampliados para controlar la distribución de los trabajadores indígenas; por otro, por los espacios formales de poder ocupados por los liderazgos indígenas, sobre todo por medio de las tropas creadas por la carta, así como de nuevas formas de politización que Sampaio aprecia surgir.

Luiz Geraldo Silva y Priscila de Lima Souza, por su parte, analizan empíricamente cómo hubo un cambio en las formas de petición de los afrodescendientes en la América portuguesa fomentada por las reformas ilustradas, en particular después de 1760. Esta habría estado marcada, esencialmente, por el alvará sobre casamientos mixtos entre “naturales de la América” y portugueses (de 4 de abril de 1755), por la ley que equiparaba naturales de la India y reinóis (2 de abril de 1761), por la que liberaba, aunque solo en el Reino de Portugal, el vientre de las mujeres esclavas y esclavos de cuarta generación del cautiverio y eliminaba la Nota distintiva de Libertos (16 de enero de 1773). Y no solo indígenas de Brasil, naturales de la India portuguesa y multas y libertos de Portugal fueron estimulados a cambiar de estatus en la perspectiva de equiparación, sino igualmente cristianos nuevos, también considerados en el análisis (alvará de 25 de mayo de 1773). Si antes, las peticiones tendían a denunciar pretericiones e impedimentos argumentando que los “colores” de sus demandantes constituían, no un “defecto”, sino un “accidente” por el cual ellos no podrían ser penalizados; después de las reformas pombalinas, el contenido de las peticiones se altera significativamente en el sentido de equiparación de condiciones con otros individuos y en términos de politización. Ambos autores argumentan que ese proceso solo fue posible debido a la existencia de redes de sociabilidad tejidas entre esos individuos, las cuales posibilitaban la circulación de informaciones que impactaban sensiblemente en su horizonte de expectativas y en la defensa de sus demandas.

Con esto, estamos seguros de apuntar aspectos innovadores en la interpretación del período.

Textos selecionados para el Dossier:

Monteiro, Nuno Gonçalo (2014). As reformas na monarquia pluricontinental portuguesa: de Pombal a D. Rodrigo de Sousa Coutinho. En João Fragoso y Maria de Fátima Gouvêa (orgs.), O Brasil Colonial 1720-1821. Volume 3. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, pp. 111-156.

Carrara, Ângelo (2016). O reformismo fiscal pombalino no Brasil. Historia Caribe, V. XI, n. 29, 2016, p. 83-111.

Chaves, Cláudia Maria das Graças (2020). Impacto das Reformas pombalinas na América Portuguesa no âmbito das instituições fazendárias. En, Luiz Eduardo Oliveira y José Eduardo FRANCO (orgs.), A revolução das luzes. Progressos e limites da política reformista pombalina. Lisboa/Aracaju: Theya/Criação Editora, pp. 283-307.

Sampaio, Antônio Carlos Jucá de (2015). A economia do império português no período pombalino. En Francisco Falcon y Claudia Rodrigues (orgs.), A “Época Pombalina” no mundo luso-brasileiro. Rio de Janeiro: Editora FGV, pp. 31-58.

Stumpf, Roberta (2016). Ser apto para servir a monarquia portuguesa: Profissionalização e hereditariedade. En Pilar Ponce y Francisco Andújar (orgs.), Mérito, venalidade y corrupción en España y América. Siglos XVII y XVIII. Valencia: Albatros, pp. 115-131.

Slemian, Andréa (2014). A primeira das virtudes: justiça e reformismo ilustrado na América portuguesa face à espanhola. Revista Complutense de Historia da America, 40, pp. 69-92.

Sampaio, Patrícia Maria Melo (2007). “Vossa Excelência mandará o que for servido…”: políticas indígenas e indigenistas na Amazônia Portuguesa do final do século XVIII. Tempo, 23, pp. 39-55

Silva, Luiz Geraldo y Souza, Priscila de Lima (2023). Petições de “pardos” na América portuguesa durante o século XVIII: da retórica do “acidente” à demanda por equiparação. Versión actualizada de Sociabilidades, mudança de status e posição social entre afrodescendentes livres da América portuguesa (século XVIII). En Andréa Doré y Luiz C. Ribeiro (orgs.), O que é sociabilidade? São Paulo: Intermeios, 2019, pp. 131-147.


[1] Ver: Revista de Occidente (2018), 445 (junio), dossier “Ilustración y revoluciones en la América Hispana. Una polémica contemporánea”; Sanchez Santiró, Ernest (2016). Las reformas borbónicas como categoría de análisis en la historiografía institucional, económica y fiscal sobre Nueva España: orígenes, implantación y expansión. Historia Caribe, XI (29), julio-diciembre, pp. 19-51; Ruiz Torres, Pedro (2011). “Los límites del reformismo del siglo XVIII en España”. En Joaquin Albareda i Salvadó; Maurició Janué i Miret (eds.), El nacimiento y la construcción del Estado moderno. Homenaje a Jaume Vicens Vives. Valencia. Universitat de València, pp. 111-150.

[2] Ver el análisis en Falcon, Francisco José Calazans (2015). Antigos e novos estudos sobre a “Época Pombalina”. En Francisco Falcon e Cláudia Rodrigues (orgs.), A “Época Pombalina” no mundo luso-brasileiro. Rio de Janeiro: Editora FGV, pp. 7-30.

[3] Boxer, Charles (1969). The Portuguese seaborne empire: 1415-1825. Nova York: Alfred A. Knopf.

[4] Maxwell, Kenneth (1973). Conflicts and conspirance: Brasil e Portugal (1750-1808). Cambdrige: Cambridge University Press; (1995). Pombal. Paradox of the Enlightenment. Cambridge: Cambridge University Press.

[5] Novais, Fernando (1979). Portugal e Brasil na crise do Antigo Sistema Colonial (1777-1808). 1ª. ed., São Paulo: Hucitec.

[6] Además de los diversos estudios específicos, véase: Falcon, Francisco (1982). A época pombalina. Política e econômica e monarquia ilustrada. São Paulo: Ática; Torgal, Luís e Vargues, Isabel (coords.) (1982-3). O Marquês de Pombal e o seu tempo. Revista de História das Ideias. Universidade de Coimbra; Santos, Maria Helena C. dos (1984). Pombal revisitado. Lisboa: Estampa; Araújo, Ana Cristina (coord.) (2000). O Marquês de Pombal e a Universidade. Coimbra: Imprensa da Universidade.

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Dossier. Aportes para repensar el entramado represivo en el tercer gobierno peronista 1973-1976 https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-aportes-para-repensar-el-entramado-represivo-en-el-tercer-gobierno-peronista-1973-1976/ Fri, 17 Nov 2023 21:03:46 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4621 ISSN sección Dossier 2618-415x

Juan Luis Besoky (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – Universidad Nacional de La Plata)

El objetivo de este Dossier es avanzar en la problematización y discusión de algunos aspectos de la violencia represiva durante el tercer gobierno peronista. En la definición de la historiadora Marina Franco el gobierno peronista de 1973-1976 constituyó un: “…entramado de prácticas políticas: algunas legales, otras cuya legalidad sólo procedimental se amparaba en la ‘excepcionalidad’ de la situación, otras clandestinas y otras de carácter intrapartidario confundidas con políticas de gobierno.”[1]. Esta multiplicidad de prácticas represivas nos obliga a ampliar y complejizar la mirada sobre el período. Por lo general, la violencia paraestatal durante esos años ha sido atribuida a la organización autodenominada Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y en particular a la figura del poderoso ministro de Bienestar Social José López Rega. Los trabajos reunidos en este dossier discuten con esa visión, profundizando en el análisis de la Triple A pero también atendiendo a otros actores cuya incidencia en el período fue soslayada o subsumida dentro de esta organización.

En este sentido, nuestro dossier reúne y hace discutir artículos que estudian el entramado represivo atendiendo a las políticas estatales y paraestatales que tendrían un carácter “vertical” en tanto implican el uso de la violencia por agentes estatales, pero también “horizontal” ejercida por organizaciones políticas del peronismo sobre otras de izquierda o de la sociedad civil en general. Este análisis busca también ampliar el alcance geográfico, usualmente restringido al área metropolitana, por una mirada más federal que dé cuenta del entramado represivo en otras regiones. Así buscamos evitar aquellas miradas “porteñocéntricas” que lo que suelen hacer es amplificar lógicas construidas estrictamente para la Capital Federa generalizándolas al resto del país.

Como bien nos recuerda Belén Zapata en uno de los artículos de este dossier: hablar sobre la “Triple A” solamente desde los parámetros que definieron su forma de operar en la Capital  hace que nos perdamos de pensar en las configuraciones de los grupos de choque en distintas localidades; en las conexiones regionales entre ellos; en el nivel de autonomía o no de sus operaciones; en la elección de sus víctimas; en su provisión de recursos y en sus relaciones con los diversos poderes políticos.

Por su parte, la ponenecia de Hernán Merele que inicia este Dossier, enfocada en el asesinato del militante peronista Tito Deleroni y su esposa Nélida Arana el 27 de noviembre de 1973, fue uno de los primeros trabajos en insistir con la necesidad de ampliar la mirada sobre el tercer peronismo. La difusión del llamado Documento Reservado de octubre de 1973, que convocaba a combatir la infiltración en el movimiento, daba cuenta de un tipo de violencia represiva que no podía ser reducida sin más a la Triple A. Con un enfoque extracéntrico y en una escala reducida, el asesinato de la pareja por parte de un militante de la derecha peronista, le permite a Merele reconstruir el complejo entramado represivo que articuló organismos estatales y paraestatales de seguridad con civiles cuya adscripción política se halla vinculada a los sectores más reaccionarios del movimiento. El autor logra reconstruir acabadamente la forma en que este entramado represivo se hallaba tejido en distintos niveles, sobrepasando al ámbito local, e instalado a escala provincial e incluso nacional.

Por otro lado, los artículos de Juan Iván Ladeuix y de Juan Luis Carnagui, se centran en el accionar represivo de la derecha peronista a través de la organización estudiantil Concentración Nacional Universitaria (CNU), en Mar del Plata y La Plata respectivamente, con el objetivo de reconstruir los vínculos establecidos con los poderes y organizaciones locales para el ejercicio de la violencia.

En el caso marplatense, Ladeuix sostiene que la CNU alcanzó mayores cuotas de poder político, articulando una alianza con sectores gremiales, facciones dentro del Partido Justicialista e influencia en el Poder Judicial local. Esta alianza, a la que el autor denomina complejo contrainsurgente, es prolijamente analizada, cuantificada y desagregada en una serie de agrupaciones responsables de la violencia paraestatal. A su vez, Ladeuix reconstruye la manera en que los miembros de la CNU, desde un primer momento, participaron activamente de la articulación y reorganización de la estructura partidaria del peronismo, establecieron vínculos con el sindicalismo y fueron parte activa de la represión universitaria, especialmente a partir del “proceso de depuración” desatado con el llamado Documento Reservado.

Ladeuix finaliza su artículo advirtiendo que si bien muchas veces se ha afirmado que la CNU era la pata de la Triple A en Marde Plata, en realidad el entramado parapolicial dirigido por López Rega no había extendido sus extremidades hasta la comunidad política marplatense. La CNU pudo obtener capacidades logísticas de dicha relación, pero bajo ningún punto de vista era una mera extensión del poder del esotérico ministro. Su poder se sustentaba en la combinación de un pavoroso talento para la violencia y en la capacidad de sus dirigentes para influenciar y dirigir a amplios sectores del peronismo, que fueron hábilmente utilizadas para hacerse del control de instituciones estatales (la Universidad y el Poder Judicial), recuperar la conducción del PJ e influenciar abiertamente a los sectores sindicales.

Para el caso de La Plata, Carnagui, además de reconstruir el origen platense de la CNU, encuentra que a partir de 1974 hay un ritmo creciente de acciones represivas, una avanzada también en la radicalidad en los modos en que estas se desarrollaban (con un claro correlato en el saldo de víctimas) y finalmente un  vínculo directo de los integrantes de la CNU con las instituciones de la provincia de Buenos Aires.

En este sentido destaca la incorporación sistemática de militantes de la CNU a la estructura del estado bonaerense a comienzos de 1974, una vez que Victorio Calabró asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Un ámbito predilecto lo conformó el Hipódromo, puesto que allí coincidían intereses de la organización y del propio gobernador. Mientras la CNU buscaba disciplinar a un conjunto de trabajadores contestarios, en especial a la dirigencia gremial, el gobernador buscaba hacerse con los recursos de la caja del Hipódromo. Por fuera de la órbita provincial, la Universidad Nacional de La Plata fue otro bastión en el cual varios integrantes jugaron un rol protagónico. También fue activa la violencia paraestatal en la cercana localidad industrial de Ensenada en torno a las figuras combativas de Propulsora Siderúrgica y el Astillero Rio Santiago. Carnagui da por sentado que las posibilidades para operar con las que contaba la CNU solo eran posibles gracias a la connivencia de las fuerzas de seguridad y la inteligencia del Estado Provincial y de las Fuerzas Armadas.

El artículo de Belén Zapata se centra en la ciudad de Bahía Blanca en la cual, ya desde los primeros meses de 1974, se comenzaron a vivir hechos de violencia que tuvieron como víctimas a estudiantes y docentes universitarios, trabajadores, delegados obreros y militantes de izquierda y del peronismo de izquierda. Su trabajo, anclado en esta mirada local le permite advertir que, fuera de la esfera capitalina de Buenos Aires, también hubo otras instituciones estatales que funcionaron como enclaves organizacionales y de aprovisionamiento de recursos y logística para las tareas “antisubversivas” de los grupos de choque. Estos tenían sus anclajes en instituciones como la intervenida Universidad Nacional del Sur (UNS) o la Confederación General del Trabajo (CGT) Regional, cuando ambas instituciones eran dirigidas por figuras políticas de la derecha y del peronismo ortodoxo. Estas fueron, por un lado, el interventor de la universidad desde febrero de 1975, el rumano filo fascista Dionisio Remus Tetu y por el otro, Rodolfo Ponce, diputado nacional y uno de los principales impulsores de la “depuración” interna del movimiento peronista. Zapata destaca que, hacia principios de 1975, algunos de los miembros de la patota que respondía a la CGT de Rodolfo Ponce y que ya habían intervenido en la UTN local en tareas represivas, fueron contratados como “personal de vigilancia” de la UNS por el rector Remus Tetu.

El papel destacado en la represión por parte de este personaje vuelve a aparecer en el artículo de Pablo Scatizza enfocado en la violencia estatal y paraestal en la Norpatagonia. Los primeros registros de violencia para el período peronista datan de marzo de 1974, cuando comenzaron a ejecutarse una serie de actos intimidatorios que el periodismo local adjudicó a fuerzas peronistas de derecha y ligadas a López Rega. Scatizza enfatiza el papel fundamental que tuvo el desembarco de Remus Tetu en diciembre de 1974, como interventor de la Universidad del Comahue, impuesto desde el Ministerio de Educación que desde agosto del año anterior había quedado en manos de Oscar Ivanisevich. Desde ambas universidades: Comahue y Bahía Blanca, el interventor coordinaría las fuerzas represivas. Así lo señala Scatizza basándose en las declaraciones de un ex comisario, quien asistió a las reuniones de la Comunidad Informativa, y de la cual participaron todas las fuerzas de seguridad de la región bajo la presidencia de Remus Tetu. En esa reunión, Tetu les habría informado a los presentes que se “iban a incorporar a la vida neuquina, nueve hombres que pertenecían a la Triple A” y que iban a venir a realizar las acciones que correspondieran en la zona de Neuquén. Además, se señalaba que el dinero que iba a necesitar esa fuerza iba a ser solventado por el jefe de la policía de Río Negro y por la Universidad y que al parecer algunas autoridades neuquinas también aportarían.

El artículo de Laura Rodríguez Agüero indaga cómo se manifestó el carácter internacional de la represión y la idea de aniquilación del enemigo interno en Mendoza, partiendo de la hipótesis de que la misma adquirió proporciones inusitadas debido a su carácter de provincia de frontera y su cercanía con Chile, en un momento de articulación de redes represivas en el Cono Sur. En Mendoza, la violencia paraestatal fue llevada a cabo por el Comando Anticomunista Mendoza (CAM) y por el Comando Moralizador Pío XII, ambas organizaciones muy ligadas a la policía provincial a cargo del vicecomodoro Julio César Santuccione, cuya designación fue responsabilidad de López Rega, quien lo nombró desde Buenos Aires el 29 de octubre de 1974.

El CAM ya había entrado en escena un mes antes con la que realización de varios atentados en los cuales comenzó a delinearse la lógica represiva de las patotas de Santuccione. Las víctimas son personas ligadas a la izquierda en general (marxista, peronista, partidaria, gremial) ciudadanos chilenos y organizaciones de ayuda a exiliados, así como de instituciones religiosas no católicas. Agüero encuentra además que la violencia ejercida también se dirigió a otro tipo de víctimas y cuya responsabilidad fue del Comando Pío XII, quien irrumpió oficialmente en la escena pública, en el mes de mayo de 1975. Las operaciones llevadas a cabo por este último Comando incluían, además de los atentados con bombas a clubes nocturnos, el asesinato de mujeres en situación prostitución y proxenetas.

El último artículo del dossier, recupera el trabajo de Melisa Paiaro quien intenta desentrañar el asesinato de nueve estudiantes universitarios en la ciudad de Córdoba el 5 de diciembre de 1975. Este crimen fue el tercer hecho perpetrado por miembros del Comando Libertadores de América (CLA) cuya aparición en la escena pública databa de fines de 1975, momento en el que se agudiza la represión ilegal en la provincia a través de la acción conjunta del Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército y personal del Departamento de Informaciones D2 de la policía provincial. Casi un año antes de su conformación, el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega, había enviado a Córdoba al Capitán Héctor Pedro Vergéz quien, junto a Telleldín, serían los jefes del CLA.

Advierte Paiaro que si bien este Comando fue conocido como la versión cordobesa de la Triple A por la similitud de sus objetivos, entre ambas organizaciones existieron sustanciales diferencias. Mientras que las Tres A tenían mayor autonomía operativa en relación con las Fuerzas Armadas y más dependencia del poder político, el CLA actuaba bajo las órdenes emanadas del Tercer Cuerpo de Ejército, en tanto estaba a su frente un militar. Esta última fue una organización sofisticada, en la que se plasmó el ingreso activo del ejército en la represión clandestina. De acuerdo con testimonios de sobrevivientes de distintos centros clandestinos, la integraba el ala más recalcitrante de laderecha nacionalista militar, un numeroso grupo de policías y varios civiles.

Esperamos y creemos que la reunión de estos artículos sea un aporte para seguir interrogando críticamente en un período complejo (el tercer gobierno peronista), probematizando sobre diferentes aspectos de la violencia represiva y clandestina sin las que no es posible comprenderse el terrorismo de Estado.

Textos seleccionados para el Dossier:

Merele, Hernán (2013). “La ‘depuración’ ideológica del peronismo en el partido de General Sarmiento, 1973-1976. Una aproximación a partir del asesinato de Antonio Tito Deleroni”. En: Primeras Jornadas de Historia Reciente del Conurbano Bonaerense Norte y Noroeste, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2013.  Recuperado de:  http://www.ungs.edu.ar/ms_idh/wp-content/uploads/2014/02/5-PONENCIA-MERELE.pdf.

Ladeuix, Juan Iván (2021). “Sindicatos, Partido, Universidad y Poder Judicial: El papel de las derechas peronistas en la configuración de un complejo contrainsurgente. Mar del Plata 1970-1976”.  En: Cuadernos de Marte, Año 12(21). Recuperado de: http://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte

Carnagui, Juan Luis (2020). “Radicalización política en el campo de la derecha: La Concentración Nacional Universitaria (CNU) y la represión paraestatal en el Gran La Plata antes del Golpe de Estado”. En: Contenciosa, (10). Recuperado de: https://doi.org/10.14409/rc.v0i10.9070

Zapata, Ana Belén (2015). “Pensar la escalada de violencia y la violencia en escalas. Entramados de la “lucha antisubversiva” pre-dictatorial. Bahía Blanca, 1974/1976”. En: Avances del Cesor (12). Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5635595.pdf

Scatizza, Pablo (2016).  “Represión  ‘antisubversiva’  en  la  Norpatagonia. Estrategias estatales y paraestatales de per-secución política en Neuquén y Río Negro (1973-1976)”. En: Papeles de Trabajo, 10(17). Recuperado de: https://revistasacademicas.unsam.edu.ar/index.php/papdetrab/article/view/665/603

Rodriguez Aguero, Laura (2014). “Centralización de la represión, violencia paraestatal y redes internacionales represivas en la Mendoza predictatorial”. En: Sociohistórica, (33). Recuperado de: https://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/article/view/SH2014n33a02

Paiaro, Melisa (2016). “Exhibir el terror. El Comando Libertadores de América: Entre el asesinato político y la restauración de la honra.Córdoba a 40 años del golpe”. En: Solis; Ponza (Comp.) Estudios de la dictadura en clave local. Córdoba a 40 años del Golpe: estudios de la dictadura en clave local, Córdoba: Editorial FFyH UNC. 


[1] Franco, Marina (2012). Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, p. 179.

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