dossiers – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Tue, 23 Sep 2025 19:35:00 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png dossiers – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier. Historia pública e Historia digital transformando el arte de reconstruir el pasado https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-historia-publica-e-historia-digital-transformando-el-arte-de-reconstruir-el-pasado/ Tue, 23 Sep 2025 16:21:56 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=5010 ISSN sección Dossier 2618-415x

Ronen Man (UNR-ISHiR/CONICET).

Lucas Andrés Masán (UNICEN-CIEP/CONICET).

En el momento en que este dossier ve la luz, atravesamos un escenario especialmente desafiante para las instituciones del conocimiento. En nombre de una libertad interpretada de modo restringido, se despliegan dispositivos y transformaciones que erosionan los cimientos que han sostenido la vida intelectual, científica y cultural de nuestro país. Entre otras áreas, la ciencia, la educación, el arte, la salud pública, enfrentan embates, recortes y una creciente intromisión que ponen en jaque su continuidad y su sentido como faros en tiempos de incertidumbre. El desplazamiento de historiadores en cargos de dirección de Museos Nacionales, ilustra una tendencia más amplia donde lo que se disputa no es sólo la gestión de espacios culturales, sino el sentido mismo del pasado como bien común. En este contexto, una historia crítica que quiera dialogar y servir a la sociedad, debe pensarse urgentemente como una Historia Pública.

Hace más de un siglo, Johan Huizinga postuló que la historia es el marco intelectual en el que la humanidad reconoce y valora su pasado, un espacio donde los ecos del tiempo interactúan con la realidad presente.[1] Siguiendo ese legado, los campos de la historia pública y la historia digital han emergido en las últimas décadas como enfoques renovadores, revitalizando la producción, interpretación y difusión del conocimiento histórico. Mientras la historia pública busca democratizar el marco de interpretación del pasado, despojándolo de las exclusividades académicas para transformarlo en un terreno accesible y significativo para amplios conjuntos sociales, la historia digital amplía esta vocación al aprovechar las posibilidades y potencialidades de las nuevas tecnologías. Así, se abren caminos inéditos hacia la construcción de memorias colectivas, plurales y compartidas, que trascienden las fronteras tradicionales del saber histórico.

En los últimos años, los campos de la historia pública y de la historia digital han emergido como nuevas formas de abordar y difundir el conocimiento histórico. La historia pública busca socializar la producción de la historia, extendiéndola más allá de los límites académicos tradicionales y llegando a un público ampliado (Torres-Ayala, 2020). En tal sentido, constituye un horizonte de posibilidades y relaciones orientado a democratizar tanto la producción como la difusión del conocimiento histórico. Inspirada en un espíritu colaborativo y en la tradición de la historiografía británica de la “historia desde abajo” y “al ras del suelo” siguiendo el modelo de los History workshop de Rapahel Samuels y en la cercanía propuesta por la “local history” (Pons, 2020), esta perspectiva disciplinar busca tender puentes entre el rigor académico y las diversas sensibilidades ciudadanas, invitándolas a participar activamente en la construcción de narrativas históricas compartidas.

En su origen, la historia pública no sólo cuestiona la exclusividad de los relatos hegemónicos, sino que también propone un diálogo creativo y plural donde el pasado se reinventa en función de los valores, memorias y voces que habitan el presente. Con diversos formatos, que incluyen museos, guiones, sitios históricos, documentales, exposiciones, sitios web y redes sociales, la historia pública subraya la importancia de la colaboración entre historiadores, comunidades y otros profesionales para crear y compartir narrativas históricas (Cauvin, 2020). Esta “democratización” se ve impulsada por el reconocimiento de que la historia no es un relato único e inmutable, sino un conjunto de narrativas construidas colectivamente, que deben ser accesibles y relevantes para la sociedad en general (Torres-Ayala, 2020). No se trata sólo de comunicar la historia, sino también de involucrar al público en la construcción y la interpretación del pasado, fomentando la participación activa y enfatizando que el pasado estaría conformado por un tejido polifónico de memorias, valores y voces que interactúan con intereses del presente. La historia pública no sólo trabaja para los públicos sino también con ellos. Los públicos no son audiencias pasivas, sino que pueden convertirse en actores del propio proceso histórico.

La historia digital, por su parte, explora las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para la investigación, preservación y comunicación de la historia (Noiret, 2018). La digitalización de fuentes, la creación de archivos digitales colaborativos y la utilización de herramientas de análisis de datos, son solo algunas de las formas en que la historia digital está transformando la disciplina (de Oliveira Rovai, 2017). Las redes sociales, en particular, se han convertido en un espacio clave que permite a historiadores conectarse con un público más amplio, compartir fuentes primarias y fomentar el debate sobre el pasado (Noiret, 2015).

La convergencia entre la historia pública y la historia digital ha dado lugar a lo que se denomina la historia pública digital, un campo en constante transformación que pretende aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación para hacer que la historia sea más accesible, atractiva y relevante para un público diverso e interconectado. Un maridaje que, si bien busca la participación y la colaboración con el público, no se desentiende del rol del historiador/a, el cual sigue siendo fundamental para asegurar el rigor metodológico y la validez de las narrativas históricas (Pons, 2020; de Oliveira Rovai, 2017).

En síntesis, tanto la historia pública como la historia digital, están redefiniendo las formas en que entendemos, investigamos y difundimos el pasado. Desde la creación de narrativas históricas más inclusivas hasta la utilización de herramientas digitales innovadoras, estas perspectivas están abriendo nuevas vías para conectar lo pretérito con lo presente y construir una comprensión más democrática de nuestra historia compartida.

Este dossier se propone presentar una serie de textos señeros del movimiento de la historia pública y de la historia pública digital, traducidos en lengua española o escritos directamente en español, para mencionar a sus autores de referencia, instituciones que los engloban, países que están a la vanguardia de la tendencia y publicaciones que funcionan como vehículo de difusión. A su vez pretendemos analizar los desafíos y oportunidades que presenta la historia pública digital en el contexto del siglo XXI, su apuesta por formatos narrativos más inclusivos y por la adopción de herramientas digitales originales y disruptivas. Ambos campos están redefiniendo nuestra relación con el pasado, haciéndolo más plural y cercano a las necesidades del presente, como el reflejo de un contexto de cambio en nuestras maneras de preservar, investigar, interpretar, estudiar, divulgar, utilizar y consumir el pasado.

Originalmente nacida en los Estados Unidos en el contexto de crisis política, económica y postparadigmática de mediados de los años setenta del siglo XX, quienes se acercan por primera vez a la historia pública, se encontrarán con un campo ampliamente difundido en inglés, definido como “The Public History”. Se trata de un término anglosajón que, de manera amplia, enmarca las prácticas y los usos de la historia fuera del campo estrictamente académico. Uno de sus principales referentes de la Historia Pública fue el profesor Thomas Cauvin, para quien la “creación del historiador público fue una respuesta al aislamiento del historiador académico que se alejó del lugar de la sociedad histórica o la arena pública y convirtió la academia en el hábitat del historiador, que literalmente se retiró a la erudición” (Cauvin, 2018). A su vez, fue quien mejor ha planteado los postulados de la corriente y abogado por el proceso de su “internacionalización”, ampliando las originales fronteras anglófonas, para incorporar a otras latitudes en las cuales la Historia Pública se ha consolidado fuertemente en las últimas décadas como en los casos de Italia, España y también en América Latina en lugares como Brasil y Colombia (en parte reconocibles en la contribuciones de este dossier, que recupera autores de las mencionadas nacionalidades).

En 1978, se consolidó el “National Council on Public History” (NCPH, https://ncph.org/), que se convirtió en la principal plataforma de la tendencia. En ese mismo año de 1978 comenzó la publicación de la revista “The Public Historian” (https://online.ucpress.edu/tph), financiada por el NCPH. Un suceso que definió la consolidación del campo a nivel global fue la creación en 2010 de la “International Federation for Public History” (IFPH, https://ifph.hypotheses.org/), conformando una Red Internacional de historiadores e historiadoras que fueron adhiriendo al proyecto de una Historia Pública. El término fue popularizándose y llegó a Inglaterra y Australia, en donde se fortaleció e institucionalizó como un campo de estudio y de intervención histórica, de allí empezó a difundirse también en Europa, China y América Latina, es por ello que hoy se habla del proceso de “internacionalización de la historia pública” (Cauvin, 2020).

De todas formas, la definición de la historia pública crea tensiones. En el propio proceso de institucionalización, la conformación de la NCPH propuso definir a la Historia Pública como “un movimiento, una metodología y un enfoque que promueve el estudio y la práctica de la historia de una manera colaborativa; quienes se dedican a ella adoptan como misión hacer que sus visiones especiales resulten accesibles y útiles para el público” (https://ncph.org/what-is-public-history/about-the-field/). Al mismo tiempo, la historia pública exige una reevaluación general del papel de los historiadores profesionales. El desarrollo de la historia pública implica asimismo que los historiadores formados en el ámbito académico dialoguen en igualdad de condiciones con otros actores y que se pregunten cómo usan y consumen la historia los individuos, las comunidades, los grupos o colectivos, las instituciones, las agencias y los gobiernos. En vez de negar el papel de los historiadores -que comparten su autoridad-, la historia pública les ofrece nuevas oportunidades para atraer al público e interactuar con él.

Por ello, los historiadores no tienen por qué limitarse a impartir conferencias o clases magistrales a sus públicos y proporcionar verdades acerca del pasado, sino que estarían en condiciones de ir mucho más allá, trabajando en la construcción de espacios y proyectos basados en la cooperación donde todos los actores pueden aprender, poner en práctica y compartir destrezas para recoger, analizar, interpretar y divulgar la historia. Las posibilidades de construcción de un conocimiento histórico dialógico entre académicos y no académicos, que rompa con la lógica del historiador profesional como productor y el público como consumidor del saber histórico.

Uno de los rasgos distintivos de la Historia Pública es su vocación interdisciplinaria. En la práctica, el historiador público se ve obligado a dialogar con la sociología, la antropología, la museología, los estudios culturales y, más recientemente, con las tecnologías digitales. Esta apertura metodológica no responde a una moda teórica, sino a la necesidad de abordar problemas históricos desde múltiples ángulos y lenguajes (Noiret, 2018). La historia oral ha sido históricamente una de las herramientas más potentes para la práctica pública, ya que permite recuperar voces subalternas y construir archivos comunitarios. A esto se suman métodos participativos como los talleres colaborativos, los proyectos de historia local y las prácticas curatoriales en museos tanto tradicionales como digitales.

En las últimas dos décadas, la irrupción de las tecnologías digitales ha transformado radicalmente las posibilidades del campo. La digitalización de archivos, el uso de mapas interactivos, las narrativas hipermediales y la incorporación de inteligencia artificial en tareas de búsquedas, minerías de datos, visualizaciones y análisis están redefiniendo no solo los formatos de la historia, sino también a sus públicos. En este contexto, Noiret insiste en que el historiador debe adquirir una nueva alfabetización técnica, sin delegar completamente la mediación digital a otros profesionales (Noiret, 2015, 2018). La proliferación de tecnologías de la Web 2.0 ha permitido que los usuarios creen, editen y compartan contenidos fácilmente mediante el crowdsourcing (colaboración abierta distribuida) y los proyectos científicos ciudadanos. A través de los contenidos generados por usuarios, las instituciones culturales y otros proyectos de historia pública han desarrollado prácticas basadas en la colaboración donde los miembros del público pueden colgar y compartir documentos históricos, realizar aportaciones para investigar colecciones y tratar con fuentes primarias para interpretar el pasado.

Como Prometeo, que desafió los límites y brindó al ser humano el fuego para iluminar su camino, la historia pública digital nos invita a resignificar e imaginar el pasado, no como algo fijo y distante, sino como una llama viva que arde en el presente y se proyecta hacia el futuro. Se abre, con ello, todo un nuevo horizonte donde la historia no es sólo objeto de contemplación, sino también un acto colectivo de creación, comprensión y transformación.

Textos citados y seleccionados para el dossier:

Cauvin, Thomas (2018) “El auge de la historia pública: una perspectiva internacional”, en Historia Crítica, 1(68), 3-26, https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/hiscrit/article/view/4538/3923

Cauvin, Thomas (2020) “Campo nuevo, prácticas viejas: promesas y desafíos de la historia pública”, en Hispania Nova, nº 1 Extraordinario,  https://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPNOV/article/view/5365/3791

Noiret, Serge (2015) “Historia digital e historia pública”, en Juan A. Bresciano y Tiago Gil (eds.), La historiografía ante el giro digital: reflexiones teóricas y prácticas metodológicas. Montevideo, Ediciones Cruz del Sur, pp. 41-76.

Noiret, Serge (2018) “Trabajar con el pasado en internet: la historia pública digital y las narraciones de las redes sociales”, en Ayer, Vol. 110, n°2, https://www.revistasmarcialpons.es/revistaayer/article/download/trabajar-con-el-pasado-en-internet-la-historia-publica-digital-y/1389

Oliveira Rovai, Marta Gouveia de (2017) “Historia pública: la comunicación y la educación histórica”, en Hachetetepé. Revista científica de educación y comunicación, 14, https://www.redalyc.org/pdf/6837/683772562004.pdf

Pons, Anaclet (2020) “De la historia local a la historia pública: algún defecto y ciertas virtudes”, en Hispania Nova, nº 1 Extraordinario,https://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPNOV/article/view/5366/3792

Torres-Ayala, Daniela (2020) “Historia pública. Una apuesta para pensar y repensar el quehacer histórico”, en Historia y Sociedad, 38, https://www.redalyc.org/pdf/3803/380370404010.pdf


[1] Huizinga, Johan (2005) El otoño de la Edad Media, Madrid: Alianza.

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Dossier. Variaciones de lo político en el arte argentino entre 1990 y la crisis del 2001 (La Plata y CABA) https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-variaciones-de-lo-politico-en-el-arte-argentino-entre-1990-y-la-crisis-del-2001-la-plata-y-caba/ Wed, 30 Jul 2025 19:09:48 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4970 ISSN sección Dossier 2618-415x

Verónica Capasso. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) – Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

El presente dossier reúne siete trabajos (cuatro artículos, un capítulo de libro y otro de tesis doctoral, una introducción a un catálogo de muestra de arte) que abordan diferentes aristas de lo político en el arte entre comienzos de la década de los 90 y el umbral de la crisis del 2001 en Argentina, periodo signado por la consolidación de un orden neoliberal y por profundas transformaciones sociales, económicas y culturales acaecidas tras la dictadura militar (1976-1983). Específicamente, el recorte espacial propuesto refiere a la ciudad de La Plata y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Esta focalización no implica en modo alguno una negación o subestimación de la relevancia de los vínculos entre arte y política en otras regiones del país durante el periodo reseñado. Más bien, la selección de las dos ciudades responde a varias cuestiones. En primer lugar, históricamente, ambas han sido centros neurálgicos de producción cultural, artística y política en la Argentina. Asimismo, la elección constituye una estrategia de acotamiento necesaria para profundizar en ciertos casos de estudio que permitan iluminar debates más amplios. Por último, el dossier busca aportar una perspectiva situada que, si bien centrada en La Plata y CABA, tiene como fin promover diálogos y comparaciones con otras realidades y así futuras investigaciones que amplíen el enfoque hacia otras geografías del país.


Los años noventa en Argentina, atravesados por el menemismo y el neoliberalismo, reaparecen en estos tiempos en que se despliega una ofensiva dirigida, entre otros, al ámbito artístico y a las instituciones que lo sostienen y promueven. En este contexto, el presente dossier se propone echar luz sobre las manifestaciones y también tensiones y debates que marcaron la década del 90 en torno al vínculo entre arte y política, con el objetivo de comprender sus variaciones, fluctuaciones y derivas. Al revisar críticamente aquel periodo (atravesado por la reforma del Estado y las privatizaciones de empresas estatales, la concentración de la riqueza, la creciente precariedad y exclusión social de vastos sectores sociales, la reconversión del aparato productivo nacional, entre otros múltiples reenvíos a la actualidad), se busca tejer un puente con el presente, no solo para identificar continuidades y rupturas, sino también para aportar herramientas que permitan pensar los desafíos actuales. Por último, si bien a simple vista pueda parecer que prevaleció la despolitización y el corrimiento de un compromiso político explicito, lo cierto es que muchas prácticas estético-artísticas fueron críticas con nuevos lenguajes, formas y temas: a partir del uso de materiales precarios o desde la apelación a la gráfica, de intervenciones en el espacio público, de referencia a temáticas de memoria (trabajos sobre los y las desaparecidos/as), identidad y sexualidad (de resistencia desde lo íntimo/personal), entre otros.


El dossier inicia con el texto de Rodrigo Alonso, publicado en el Catálogo de la muestra Ansia y devoción: imágenes del presente de la Fundación PROA. Aquí, el autor plantea los cambios en las formas de hacer y pensar el arte de los 90´ argentinos en un contexto signado por la expansión del neoliberalismo, brindando algunos elementos claves del debate sobre la práctica artística y su relación con el entorno sociocultural y político. De esta forma, la muestra Ansia y Devoción buscó evidenciar la constante preocupación de los/as artistas por el entorno en el que viven y trascender categorizaciones generacionales y estereotipos estéticos del momento, nominaciones como “arte político”, “nuevas tendencias”, “artistas políticos”. La muestra, que reunió artistas de diferentes generaciones, reconocidos/as o no, constó de dos núcleos temáticos: obras que abordaron las transformaciones socioculturales en el país y sus consecuencias y obras sobre los mitos populares, imágenes religiosas y formas de la pasión colectiva. Propuestas que apuntaron a reflexionar sobre la realidad argentina, a trascender limitaciones temporales, disciplinarias o estéticas y recurrir a la historia, los mitos y la memoria colectiva.


Desde otra óptica, poniendo el foco en definiciones de lo político-crítico en el arte, el capítulo de libro de Sara Migoya y Paola Sabrina Belén nos invita a pensar la dimensión política del arte de aquellos años en tanto que, en lugar de seguir los modelos clásicos del arte de denuncia explícito o contestatario, muchos artistas incorporaron lo cotidiano, lo íntimo, el lenguaje de la cultura popular y la precariedad material como formas de intervención crítica. Migoya y Belén discuten cómo estas prácticas fueron leídas, en su momento, como frívolas o despolitizadas, pero argumentan que, al contrario, propusieron un cambio en las coordenadas de lo político-crítico en el arte a partir denuevas formas de figuración, lógicas micropolíticas y afectivas y estéticas del goce y la belleza.


Con esta caracterización y los debates suscitados al respecto, el artículo de María de los Ángeles De Rueda recupera al Grupo Escombros, que, en La Plata, realizó diferentes proyectos de arte colaborativo durante los años 90, desde una poética atravesada por el neoliberalismo y sus visibles consecuencias. En su texto, la autora propone una semblanza sobre el archivo del colectivo, pionero en el ámbito local, mencionando algunos de sus señalamientos. En ellos se conjugaron acciones en el espacio público, múltiples dispositivos artísticos y micropolíticas vinculadas a la ruina, la pobreza y aspectos relacionados al ambiente (siendo precursores en este tema), con el fin de crear nuevos lazos entre lo artístico y lo no artístico.


Asimismo, la politicidad del arte en La Plata también tuvo lugar en las prácticas gráficas. Alicia Valente analiza, en un capítulo de su reciente tesis doctoral, las publicaciones periódicas editadas por el colectivo La Grieta entre 1993 y 2006: la revista homónima, La Grieta (1993-2004) y el periódico mural y folleto La Náusea (1997-2006). En tanto artefactos gráficos, se consideran sus características físicas y materiales, su carácter de espacio colectivo de discusión, las redes que establecieron y su vinculación con la coyuntura y territorio particulares. La primera “fue el primer dispositivo con el cual se propusieron pensar e intervenir una década y una ciudad que percibían anestesiada”, mientras que la segunda “nombra el hartazgo, el sentimiento de derrota política generalizado en la década del `90” pero también sus motivaciones.


Por otra parte, durante la década de los 90 se sucedieron diferentes reflexiones acerca del arte y la representación del pasado reciente (la dictadura cívico-militar de 1976). En ese sentido, en el trabajo en coautoría con Melina Jean Jean abordamos los primeros monumentos, memoriales y actos públicos de homenaje realizados en la Universidad Nacional de La Plata para recordar a sus desaparecidos y desaparecidas. Estas iniciativas surgieron en un contexto en el que aún no existían políticas públicas de memoria como las que se consolidarían a partir del cambio de siglo. Se trató de conmemoraciones impulsadas en torno al vigésimo aniversario del golpe de Estado, experiencias pioneras en las que arte, política y memoria comenzaron a entrelazarse de manera significativa en el espacio universitario, marcando un punto de partida en la construcción de narrativas y rituales de conmemoración.


Situándonos en los análisis de casos específicos de CABA, el artículo de Francisco Lemus recupera las relaciones estéticas y micropolíticas que presenta la emergencia del VIH/sida a partir de indagar en diferentes discursos y obras de arte. Según el autor, entre los primeros años de la vuelta de la democracia y el transcurso de la década del 90, la irrupción del VIH transformó las relaciones sociales y también el ámbito artístico. El artículo busca mostrar el anudamiento entre la política, la amistad y el sentimiento de un grupo reducido de personas cuya subjetividad se proyectó en los temas, las operaciones y los materiales de las obras y donde “lo personal adquirió una jerarquía inédita en la representación”.


Por último, Guadalupe Lucero examina las tensiones estético-políticas presentes en dos casos emblemáticos del arte argentino entre los 90 y la crisis del 2001: artistas nucleados en la galería del Centro Cultural Ricardo Rojas y la galería Belleza y Felicidad. La autora propone reinterpretar estas prácticas a través del debate filosófico contemporáneo sobre la noción de comunidad, sugiriendo que estas expresiones artísticas, lejos de ser apolíticas, articularon nuevas formas de comunidad y belleza que desafiaron las categorías tradicionales del arte comprometido. Este análisis invita a reconsiderar el papel del arte en la construcción de lo común y a reconocer la potencia política que puede residir en estéticas aparentemente lights o definidas desde lo trash,cursi o marginal.


En suma, los trabajos aquí reunidos ofrecen una mirada crítica y enriquecedora sobre algunas de las prácticas estético-artísticas argentinas en el período señalado y exploran diferentes articulaciones posibles entre arte, política, memoria, comunidad y subjetividad. Pero sobre todo proponen formas de habitar y construir lo común, dimensión que en la Argentina contemporánea es urgente volver a imaginar y recrear.

Textos seleccionados para el dossier:

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Dossier. El antiintelectualismo en discusión: intelectuales y nueva izquierda en el Cono Sur de los setenta https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-el-antiintelectualismo-en-discusion-intelectuales-y-nueva-izquierda-en-el-cono-sur-de-los-setenta/ Fri, 23 May 2025 18:59:16 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4943 ISSN sección Dossier 2618-415x

Franco Morosoli. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República (FHCE-Udelar)

El presente dossier reúne ocho trabajos que, desde la historia intelectual y política, abordan la relación entre intelectuales y organizaciones revolucionarias de la nueva izquierda conosureña durante la década del setenta. Su selección pretende poner en discusión algunos elementos centrales de la bibliografía clásica sobre el período, que ha caracterizado los inicios de los años setenta como el momento de clara hegemonía de posiciones “antiintelectualistas” a la interna del campo intelectual latinoamericano, el cual habría sido absorbido prácticamente en su totalidad por lógicas y demandas políticas que se habrían transformado en la única fuente dadora de sentido y legitimación de toda producción intelectual. Los trabajos de Beatriz Sarlo, Silvia Sigal, Óscar Terán y Claudia Gilman, aunque centrados en el análisis del campo intelectual argentino -a excepción de Gilman, quién plantea una visión continental-, se han constituido en obras pioneras y notablemente influyentes en el desarrollo de la nueva historia intelectual latinoamericana en estas últimas décadas.[1]

Aunque con evidentes matices internos entre sí, estos trabajos han aportado a consolidar una visión que ha caracterizado a la politización y radicalización de los intelectuales durante la década de los sesenta y, fundamentalmente a inicios de los setenta, como un proceso que derivó en la subordinación total de la cultura por la política, provocando la pérdida de especificidad y legitimidad de las prácticas intelectuales, así como también un empobrecimiento de la calidad cultural de esas producciones.

En este sentido, los artículos escogidos, aunque en muchos casos sin proponérselo como objetivos específicos, permiten matizar dichas afirmaciones, evidenciando continuidades y reformulaciones tanto en el proceso de producción intelectual, así como también en el relacionamiento entre intelectuales y organizaciones revolucionarias. La selección pretende también trascender el caso argentino, utilizando experiencias de intelectuales vinculados a organizaciones de la nueva izquierda en Uruguay y Chile, ilustrando similitudes entre procesos contemporáneos que, a pesar de diferencias específicas fruto de las condiciones políticas, sociales y económicas nacionales, mantuvieron claros elementos en común.

Para el caso argentino, los trabajos seleccionados representan modalidades diversas de actividad cultural durante la década del setenta, pertenecientes también a espacios político-ideológicos diferentes. El artículo de Lorena Verzero analiza la emergencia del teatro militante luego del Cordobazo en 1969, específicamente a través del estudio del grupo teatral cordobés Libre Teatro Libre (LTL), el cual desarrolló una intensa actividad cultural y estuvo vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), hasta su salida del país en 1975 debido a la intensificación de las amenazas y la represión estatal y paraestatal. El capítulo de Nicolás Dip estudia los diagnósticos de crisis que sectores del peronismo de izquierda universitario realizaron sobre la situación de la Universidad de Buenos Aires durante los años 1972 y 1973, y también repasa los proyectos de transformación universitaria que éstos esbozaron para impulsar una “reconstrucción nacional”.  El artículo de Adrián Celentano analiza la experiencia de la revista Los Libros, dirigida desde 1972 por intelectuales vinculados a organizaciones maoístas, la cual a pesar de su fuerte radicalidad y posición en favor de la lucha armada, continuó con su producción cultural reivindicando el trabajo intelectual y su autonomía relativa.

En el caso uruguayo, los artículos seleccionados evidencian un momento de efervescencia cultural en el contexto de surgimiento del Frente Amplio en 1971, y también de intelectuales que compaginaron su actividad cultural con su vinculación al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T). El artículo de Mariana Villaça estudia el desarrollo de la Cinemateca del Tercer Mundo (C3M), colectivo de cineastas militantes que desarrollaron una importante actividad cinematográfica y que, además, se encontraban vinculados al MLN-T a través de su frente legal, el Movimiento de Independientes 26 de Marzo. También vinculada a esta organización de la nueva izquierda uruguaya, el capítulo realizado por Elisa Pérez Buchelli estudia la trayectoria de la artista Teresa Trujillo quién, entre otras experiencias artísticas analizadas por la autora, integró el elenco del Teatro de la Banda Oriental, el cual se encontraba inserto en la estructura de la Agrupación de Trabajo Cultural, perteneciente al MI 26 de Marzo y por ende, también vinculada al recién creado Frente Amplio.

En última instancia, el caso chileno inicia con el capítulo de Aldo Marchesi, que sitúa al país trasandino como uno de los centros político-intelectuales más importantes del Cono Sur debido a su importante posición como sede de intercambios académicos y refugio de militantes políticos exiliados por el aumento de la represión en sus países de origen. En este sentido, el capítulo muestra desde una dimensión transnacional la estrecha relación entre compromiso político y renovación académica existente desde fines de los sesenta y durante el gobierno de Salvador Allende (1970-1973). En segundo lugar, el capítulo de Ivette Lozoya realiza un repaso general de la relación entre intelectuales y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), abordando sobre el final a aquellos jóvenes intelectuales que se vincularon a la organización mientras se insertaban en el campo académico y desarrollaban intensas agendas de investigación y debates en distintos centros de estudio a lo largo del país. Por último, el artículo de Laura Briceño analiza las propuestas de política cultural realizadas por un heterogéneo grupo de escritores vinculados a diferentes organizaciones que integraban el gobierno de la Unidad Popular y que, sin apartarse de su actividad intelectual, difirieron en su concepción sobre cuál debería ser el rol de los intelectuales en la construcción de la política cultural durante el gobierno encabezado por Allende.

En síntesis, con una escala regional, los artículos aquí reunidos ilustran un proceso de politización y radicalización común que proporcionó una densa actividad cultural en el marco de una compleja relación entre organizaciones e intelectuales. Además, es importante destacar que las experiencias analizadas comparten otro elemento: su desarticulación se produjo debido al aumento del accionar represivo y el advenimiento de las dictaduras militares en el Cono Sur entre 1973 y 1976.

Su puesta en diálogo no sólo permite mapear las diferentes experiencias intelectuales vinculadas a las organizaciones de la nueva izquierda en el Cono Sur, sino que, además, enriquece el debate sobre el rol de los intelectuales, la cultura y su relación con la política, en el contexto de un momento histórico especialmente convulso y radicalizado.

Textos seleccionados para el dossier:

Briceño, Laura (2020). Escritores intelectuales y la política cultural en el gobierno de Salvador Allende. Izquierdas. 49, pp. 292-311.

Celentano, Adrián (2016). La crisis universitaria en América Latina y la latinoamericanización de la revista Los Libros (1969-1976). Izquierdas (31), pp. 172-193.

Dip, Nicolás (2017). Libros y alpargatas. La peronización de estudiantes, docentes e intelectuales de la UBA (1966-1974). Rosario: Prohistoria. Capítulo IV: Un proyecto para la universidad. De la revista Envido a la JUP y ADUP (1972-1973). (pp. 133-161)

Loyoza López, Ivette (2020). Intelectuales y revolución. Científicos sociales latinoamericanos en el MIR chileno (1965-1973). Santiago de Chile: Ariadna Ediciones. Capítulo IV: Intelectuales chilenos en el MIR: fundadores y jóvenes académicos. (pp. 193-267).

Marchesi, Aldo (2019). Hacer la revolución. Guerrillas latinoamericanas de los años sesenta a la caída del Muro. Buenos Aires: Siglo XXI. Capítulo 3: Dependencia o lucha armada. Intelectuales y militantes conosureños cuestionan el camino legal al socialismo. Santiago de Chile 1970-1973. (pp. 105-150).

Pérez Buchelli, Elisa (2019). Arte y política. Mujeres artistas y artes de acción en los sesenta y setenta. Montevideo: Yaugurú. Capítulo 3 (pp. 143-216).

Verzero, Lorena (2019). Estetizar los cuerpos activados: teatro y militancia en torno al Cordobazo. Aletheia. 9 (18), pp. 1-12.

Villaça, Mariana (2012). El cine y el avance autoritario en Uruguay. El “combativismo” de la Cinemateca del Tercer Mundo (1969-1973). Contemporánea. 3 (12), pp. 243-264.


[1] Sarlo, B. (1985). “Intelectuales: ¿escisión o mímesis?”. Punto de Vista, Vol. 2, N°25: 1-6; Sarlo, B. (2001). La batalla de las ideas (1943-1973). Ariel: Buenos Aires
Sigal, S. (1991). Intelectuales y poder en la década del sesenta. Buenos Aires: Puntosur; Terán, Ó. (1991). Nuestros años sesenta. Buenos Aires: Puntosur; Gilman, C. (2003). Entre la pluma y el fusil. Buenos Aires: Siglo XXI.

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Dossier. Acción y representación sindical en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX: ciclos de protesta, estrategias y desafíos https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-accion-y-representacion-sindical-en-la-argentina-de-la-segunda-mitad-del-siglo-xx-ciclos-de-protesta-estrategias-y-desafios/ Wed, 23 Oct 2024 22:20:10 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4868 ISSN sección Dossier 2618-415x

Mariel Payo Esper (ICSyA/UNAJ – UNLP)

Es un lugar común señalar que Argentina es un país de fuerte tradición sindical. Dado su alto nivel de institucionalización, y la histórica relación entre sindicatos y política, las preocupaciones académicas han estado generalmente orientadas a pensar la relación sindicatos/estado/gobiernos, abonando estudios que habitualmente dejan por afuera la relación con patronales, las dimensiones materiales de los gremios y sus debates sobre estrategias. Afortunadamente, en las últimas dos décadas han aparecido un conjunto interesante de trabajos que iluminan estos aspectos.

Los textos que componen este dossier comparten cuatro características clave; 1) Con mayor o menor énfasis, todos tienen una preocupación por comprender las transformaciones en la formación y composición de la clase trabajadora argentina en distintos momentos de su historia. 2) Analizan el universo sindical desde una perspectiva relacional, entendiéndolo como el resultado de una relación dialéctica entre representantes y representados, pero también con patronales y gobiernos, en ese complejo proceso de construcción de los intereses[1] inmediatos de los asalariados que es la acción sindical. 3) Evitan presentar la dinámica sindical desde antagonismos del tipo bases/direcciones o acción sindical versus acción política. 4) Tal vez por tratarse de estudios recientes, tienen la virtud de presentar y reseñar algunos debates nacionales e internacionales previos, vinculados con la acción y representación sindical, que configuran, en más de una oportunidad, breves estados del arte. 

Algunas de las preguntas que orientaron la selección de materiales son: ¿Qué transformaciones experimentó la organización sindical desde el primer gobierno peronista hasta nuestros días? Esas transformaciones ¿guardan una relación directa con las reestructuraciones económicas y los cambios políticos o la lógica sindical tiene claves propias?¿Cuáles son las coordenadas que, en cada momento histórico, articularon la protesta sindical y qué lugar tuvieron en ella las organizaciones de base y las dirigencias?¿Qué nuevos desafíos enfrenta la acción sindical hoy?

Abre el dossier el texto Tres ciclos de la acción sindical durante el primer peronismo (1946-1955). (Re)consideraciones, de Gustavo Contreras. Allí, se analiza la participación gremial considerando la situación política, el contexto económico y la protesta obrera. La mirada de conjunto arroja un panorama relativamente distinto al de análisis anteriores, pues un descenso de las huelgas entre el primer ciclo (1946-1949) y el segundo (1949-1951) implicó un cambio cualitativo en el carácter de la protesta, mientras que el pico de conflictividad en 1954 paralizó distintos ámbitos de la producción y tuvo mayor presencia callejera. Esto da cuenta de un proceso de centralización y crecimiento de las organizaciones sindicales durante estos años, pero también del sostenimiento de demandas clásicas en un contexto de cada vez mayor aversión patronal-gubernamental a responder favorablemente.

El texto de Alejandro Schneider, por su parte, reflexiona sobre el papel que tuvieron las organizaciones de base fabril (comisiones internas, delegados, asambleas) desde la autoproclamada “revolución libertadora” hasta la llegada del tercer gobierno de Juan Perón. Durante estos años, la acción sindical se volcó a la defensa de las conquistas materiales y simbólicas obtenidas en los años anteriores, lo que implicó una recomposición de las bases gremiales al calor de conflictos de gran envergadura como la huelga metalúrgica de 1956 y, sobre todo las ocupaciones fabriles de 1963. La combatividad obrera durante el Cordobazo no puede comprenderse sin los años previos, en los cuales es central el quiebre de la obediencia laboral que explica que, a nivel planta, la ofensiva patronal-gubernamental (dictatorial y semi-dictatorial) no haya obtenido los resultados esperados.

En Los dirigentes sindicales y la última dictadura. Entre interlocutores válidos y curadores del patrimonio sindical, Daniel Dicósimo, analiza la dinámica interna y las acciones externas de la UOM Tandil y AOMA Barker calibrando el impacto que la última dictadura tuvo sobre los recursos sindicales (políticos, industriales y organizativos) y su relación con la crisis de representación sindical. En efecto, la contradicción entre quienes buscaban reconstruir los órganos gremiales de base para defender las “conquistas históricas” de la clase trabajadora, y los dirigentes que bregaban por la auto-preservación agravó las tensiones entre representación y representatividad del sindicato. La intervención en los conflictos de interlocutores insólitos como el Ministerio de Trabajo durante el gobierno militar dan cuenta de lo necesaria que era la presencia sindical desde el punto de vista patronal, iluminando una dinámica de deterioro en la participación gremial que se explica más allá de la represión pero que reconoce la conflictividad laboral del período.

El texto de Julieta Haidar, aporta argumentos para comprender un fenómeno emblemático de los 90: el sindicalismo empresarial como etapa específica de la reproducción material organizativa. Si bien la autora parte del caso Luz y Fuerza (CABA), las conclusiones del estudio son de largo alcance y permiten visualizar como, mientras a nivel discursivo se siguió sosteniendo que lo más importante era el horizonte de representación y acción gremial, los mecanismos reproductivos, el pragmatismo, la ampliación del patrimonio y la conversión de los sindicatos más importantes en propietarios directos o diferidos de empresas y proveedores de servicios, configuró un sindicalismo que convirtió a representantes y representados en  propietarios, clientes, empleados y empleadores. Todo este proceso se produjo en un contexto de fuerte ataque a la clase trabajadora vía privatizaciones e intentos de reforma laboral regresiva.

La coyuntura abierta luego de la crisis de 2001 y caída de la convertibilidad trajo consigo discusiones sobre revitalización sindical para el caso argentino. Acordamos aquí con la perspectiva de Atzeni y Ghigliani (2008), sobre que se trató de un resurgimiento sindical ligado a prácticas, liderazgos y formas de negociación tradicionales. En este sentido, Paula Varela en Los trabajadores en la Argentina actual: bases y contradicciones del retorno de los sindicatos a la escena política nacional,caracteriza la enorme fragmentación de clase trabajadora de 2003 en adelante, auspiciada por una recuperación acotada del salario, profundización de la precarización laboral heredada de los 90 y aumento de la productividad. A nivel sindical, Varela subraya al retorno del sindicalismo de base como expresión de las contradicciones entre la recuperación social y gremial de la clase trabajadora, el mantenimiento de las condiciones de explotación neoliberales y el desprestigio de las direcciones sindicales.

Cierran el dossier dos textos que analizan el desafío feminista a los sindicatos y las formas económicas, institucionales y políticas que asume la conflictividad laboral actualmente. En Representación sindical y activismos feministas. El caso de la intersindical de mujeres, Tania Rodríguez analiza las demandas feministas en los procesos de formación y definición de intereses de los trabajadores a través de la experiencia de la inter-sindical de mujeres. Este espacio fue crucial en la organización de las huelgas feministas de la llamada “ola verde” (2016/2020) y,a través de una estrategia bifronte; intervención en el debate público sobre derechos laborales y alianza con el feminismo en tanto movimiento social, logró articular demandas de la agenda sindical feminista en plenarios de secretarios generales, reuniones de comisiones directivas y mesas paritarias, además de iniciativas de formación y capacitación mixtos.

Por su parte, Adrián Piva nos ofrece un análisis cuantitativo y descriptivo de largo plazo de los conflictos laborales, explicando los diferentes momentos de las relaciones de fuerzas sociales entre capital y trabajo. A partir de indicadores económicos, institucionales y políticos concluye que, entre 2006 y 2011, con crecimiento económico y disminución de la tasa de desocupación, los conflictos laborales crecieron y se institucionalizaron. Desde 2012, a partir del inicio de la fase de estancamiento entra en una meseta. El bienio 2017-18 es un período bisagra entre una etapa de movilización obrera y otra de desmovilización en la cual, el conflicto se vuelca a la calle y se politiza des-institucionalizándose y sumando hechos de violencia colectiva protagonizados por trabajadores ocupados y desocupados e informales organizados en Movimientos Sociales. Durante este período, la re-institucionalización y llegada al gobierno del Frente de Todos fueron el vehículo de la desmovilización obrera que puede ser clave para entender las escasas resistencias sindicales a la embestida ultra-neoliberal que vivimos hoy.

Aunque quedaron por afuera nuevos desafíos como la digitalización de la economía y la relación del sindicalismo con los trabajadores de la economía popular, cada uno de los materiales reseñados invita a pensar fuera de los sentidos comunes más difundidos, y nos remiten a una clase trabajadora que supo construir herramientas sindicales de base y poner en pie novedosas formas de lucha. Esperamos que los escritos reunidos en este dossier, todos de reciente publicación, habiliten reflexiones y análisis que permitan imaginar futuros mejores en estos tiempos sombríos.

Textos selecionados para el dossier

Contreras, Gustavo Nicolás (2019). Tres ciclos de la acción sindical durante el primer peronismo (1946-1955): (Re)consideracionesTravesía (San Miguel de Tucumán)21(2), pp. 143-174.

Schneider, Alejandro (2013). Una lectura sobre las organizaciones de base del movimiento obrero argentino (1955-1973). Archivos, año I (2), pp 33-53.

Dicósimo, Daniel (2021). Los dirigentes sindicales y la última dictadura. Entre “interlocutores válidos” y “curadores” del patrimonio gremial. En Luciana Zorzoli y Juan Pedro Massano, Clase Obrera y dictadura militar en Argentina (1976-1983) Nuevos estudios sobre conflictividad y cambios estructurales. (pp 235-254). Buenos Aires: A contracorriente.

Haidar, Julieta (2016). El sindicalismo empresarial en los años 90. Una aproximación desde su materialidad. Archivos, año IV (8), pp 77-96.

Varela, Paula (2012). Los trabajadores en la Argentina actual. Bases y contradicciones del retorno de los sindicatos a la escena política nacional. Crítica e Sociedade: revista de cultura política, Vol2(1).

Rodríguez, Tania (2020). Representación sindical y activismos feministas. El caso de la Intersindical de mujeres en Argentina. Observatorio Latinoamericano y Caribeño  Vol4(1), pp.160-178.

Piva, Adrian. (2024). Entre la resistencia y la desmovilización. Una aproximación cuantitativa al estudio del conflicto obrero en Argentina, 2006 – 2022Apuntes. Revista De Ciencias Sociales51(97).  

Referencias:

  • Ghigliani, Pablo y Belkin Alejandro (2010)“Burocracia sindical: aportes para una discusión en ciernes”. En Nuevo topo, revista de Historia y Pensamiento Crítico. Prometeo, Bs As
  • Atzeni, Maurizio y Pablo Ghigliani (2008). “Nature and limits of trade unions movilizations in contemporary Argentina”. En Labour Again Publications, Marzo. Ámsterdam: IISG.

[1]Las formas organizativas, los diversos mecanismos de decisión, los liderazgos formales e informales, la normativa jurídica son todos ellos elementos claves en la constitución de los intereses colectivos inmediatos del proletariado (Ghigliani y Belkin 2010: 114)

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Dossier. Música, política y gusto en Argentina (siglos XIX y XX https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-musica-politica-y-gusto-en-argentina-siglos-xix-y-xx/ Mon, 29 Jul 2024 23:27:28 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4856 ISSN sección Dossier 2618-415x

Guillermina Guillamon (CONICET – Instituto de Estudios Históricos/UNTREF0)

En los últimos años, el abordaje de la música se convirtió en una clave para estudiar, desde la historia, los fenómenos y los proyectos políticos. Esta relación se complejizó al incorporar al gusto como una variable mediante la cual analizar cómo los sujetos y los grupos se vinculan y se aficionan con ciertos géneros musicales y cómo éstos se articulan con posicionamientos e idearios políticos. Así, la música pasó de ser una dimensión accesoria de otras prácticas culturales para constituirse en un objeto en sí mismo.

Esta incorporación temática –novedad local, pero no internacional- conlleva un necesario diálogo con otras disciplinas. Principalmente con la sociología, que posee una larga tradición de trabajos en torno a la música en particular pero también sobre los consumos y las prácticas artísticas en general. Por otra parte, la vinculación con la musicología, tanto para discutir la primacía de la partitura como único registro del hecho sonoro como para rescatar la importancia de la sonoridad. Y, por último, supone la recuperación de trabajos locales que fueron pioneros en pensar que la música era algo más que un reflejo de lo social o una actividad de ocio y dispersión.

Situados en este último punto, los trabajos abordados en este dossier se dividen en dos grupos. En la primera parte, se proponen trabajos de tres investigadores que constituyen figuras claves en la apertura y consolidación de los estudios sobre música, política y gusto en Argentina. Con trayectorias y formaciones diversas, los autores seleccionados son una referencia ineludible para quienes nos dedicamos a estos temas. Pero además de sus aportes teóricos y empíricos nos interesa destacar que sus trabajos fueron –y son– reflexiones epistemológicas, invitaciones a pensar cómo se configura un objeto de estudio y con qué herramientas metodológicas es posible asir aquello que tiene su esencia en lo sonoro y que configura, circula, impacta en la vida social, cultural y política de las personas. En una segunda parte, otros tres trabajos muestran la vitalidad del campo de los estudios de la música en la historiografía local actual. Pero, por sobre todo, establecen la importancia de la historia cultural –y en especial del estudio de la cultura musical– para complejizar el abordaje de la política. En definitiva, una mirada situada por fuera de la historia política –y con ello alejada de sus cronologías– permite discutir y enriquecer el estudio de los programas políticos, de sus ambiciones así como de sus frustraciones.

El dossier se inaugura con “Peronismo y foclore: ¿Un réquiem para el tango?” de Pablo Vila, publicado en 1986 en la revista Punto de Vista. Allí, se hace explícito el debate –o más bien la polémica en tanto género discursivo– establecida con una serie de afirmaciones que hiciera Emilio de Ipola en la misma revista y que Vila  se ocupa de refutar a lo largo del texto. A saber: el peronismo hirió de muerte al tango, en tanto programa político que transmitió una sensibilidad festiva que obstaculizó la identificación de los sectores populares con el género musical. Varios son los argumentos que despliega Vila en el debate, aunque nos centraremos en unos pocos. Con una frescura analítica y teórica que sorprende (más aún si tenemos en consideración la fecha de publicación), Vila propone no mirar tanto ese clima festivo del peronismo al que remite De Ipola, sino pensar en otras dimensiones asociadas a la presencia del folclore, consecuencia a su vez de la presencia de la población migrante en Buenos Aires. Ello conlleva, como gesto metodológico, dejar de enfatizar nostálgicamente en la pérdida y, por el contrario, mirar el fenómeno emergente. Esto supone, también, asumir otra postura analítica innovadora: el público ya no es un actor pasivo sino un consumidor con agencia, con una escucha activa. Esta escucha activa lo conduce a plantear otro de los argumentos innovadores tomando al foclore y a su vinculación con los grupos migrantes: el gusto se crea en escenas, en letras, en escuchas, en artefactos. Emerge una preocupación por dar cuenta –superando el debate en torno a los consumos– de que la música cumple una función mucho más amplia que la de mero consumo. Más bien, la música da cuenta de los diversos usos y, en consecuencia, de necesidades sociales específicas en momentos históricos particulares.

Continúa el texto de Ricardo Pasolini, “La ópera y el circo en el Buenos Aires de fin de siglo. Consumos teatrales y lenguajes sociales”, presente en el Tomo 2 de Historia de la vida privada en Argentina. El artículo, publicado en 1999, producto de una tesis de maestría, constituye en el campo de la historiografía local el primer trabajo que se ocupó de problematizar en profundidad los usos de los dos géneros de mayor presencia en el circuito artístico porteño: la ópera y el circo. Si bien ambos espectáculos eran, para 1870, géneros consolidados y diferenciados, lo asombroso del texto de Pasolini es el detalle con el quereconstruye los antecedentes históricos de la lírica y de la cultura teatral en Buenos Aires. Por eso, además de la lucidez con la que plantea su problema, destaca la erudición con la que despliega otras dimensiones que componen el objeto de estudio: los públicos (la “gran masa” y los “verdaderos aficionados”/“público a la moda” y “el público popular”), los críticos, la programación de los teatros, la prensa, los empresarios, las compañías, tenores y prima donna, los espacios teatrales. Así, la minuciosa reconstrucción de ambos mundos del arte le permite a Pasolini mostrar que la ópera y el circo funcionaron como espacios en los cuales los grupos sociales configuraron –y salvaguardaron– identidades y, derivado de ello, disputaron poder en el campo simbólico. Por consiguiente, ambos espectáculos se erigieron en consumos capaces de agudizar la distancia social y trazar los límites de unas identidades sociales que se pretendían estables. En este sentido, el gusto y la afición constituyen vectores para la configuración, transformación y estabilización de los grupos sociales. De esto se deriva otra premisa: los grupos sociales no están predefenidos, sino que se forman –en este caso– en el consumo cultural y, en ese mismo sentido, la música funciona como recurso expresivo de configuración y de diferenciación.

 “The Apolitical Politics of Classical Music: The Mozarteum Argentino under the Dictatorship of 1976–1983”, artículo publicado en 2021 por Esteban Buch, historiador francoargentino y uno de los referentes en el campo, retoma la vinculación entre música, política y dictadura para problematizar la construcción –y las implicancias– de la idea de la música, y específicamente de la música clásica, como un arte apolítico. La detallada reconstrucción del funcionamiento del Mozarteum, de los intereses y acciones desplegadas por su histórica directora Jeannette Arata de Erize, de la programación musical y la documentación relativa a la dinámica de sus actividades, así como la presencia pública de varios de sus integrantes revela que la idea de una “política apolítica” era una dimensión discursiva que, antes que remitir a la realidad, refería a una doble tradición. Por un lado, a la construcción discusiva de la propia dictadura, de una economía liberal que prescindía –o al menos eso se esperaba- de la intervención de la política. Por otro, a la configuraciónde la música como arte apolítico, en tanto única forma de garantizar la idea decimonónica del valor universal de lo bello, creencia vinculada a su vez con el supuesto de la autonomía del arte.

El artículo seleccionado de Esteban Buch se enlaza con un conjunto de trabajos previos del autor que bucean en torno a la compleja relación entre poder y cultura en regímenes autoritarios al tiempo que despliegan el debate en torno a la función del arte en la sociedad y su autonomía respecto del poder político. Así, tanto en The Bomarzo affair… como Música, política, dictadura… la narrativa sobre un caso –un incidente, un affair– repone la importancia y la profundidad del acontecimiento que permite, a su vez, recrear la complejidad de los mundos culturales (o más bien la polémica sobre la censura, la condena o lo que hoy llamaríamos “la cultura de la cancelación”). La significación política de las obras y del sonido, el gusto por la música y el interés de las elites económicas y políticas que sustentan los regímenes por el arte, la importancia de las instituciones privadas de música –tal como el Mozarteumn– y del Teatro Colón en tanto islas del poder, donde la estética prima sobre la ideología, son algunas de las dimensiones que recorren los trabajos de Buch. Complementariamente a estas preocupaciones, hay una constante que emerge como característica de sus producciones: la frescura de una prosa que, entre la narrativa propia de la crónica y la escritura académica, muestra la importancia de indagar en lo no dicho, lo no hecho, lo no escuchado.

La siguiente parte del dossier recupera tres trabajos de historiadoras locales (incluyendo a quien escribe) que dialogan con –y hasta de alguna manera se han inspirado en–, los tres trabajos previamente reseñados. Los tres artículos reponen en sus análisis un factor clave para comprender la importancia de la música como objeto de estudio: el rol desplegado por el Estado en la censura o condena, impulso o protección de ciertos géneros, espacios y prácticas. Asimismo, estos trabajos muestran la importancia de los estudios culturales en la construcción del objeto o, más concretamente, en la posibilidad de incorporar a la música como una dimensión constitutiva de la cultura y, por ende, pasible de ser historizada.

Los debates y argumentos desarrollados en torno a la censura de las óperas de Wagner representadas en Buenos Aires durante 1914-1920 es el objeto de Josefina Irurzun en “Ópera y censura en la formación de imaginarios planetarios. Vicisitudes de la obra wagneriana en Buenos Ares durante la Gran Guerra”. Las polémicas sobre la legitimidad o la condena a la ejecución de las obras wagnerianas, no solo permite adentrarse en la complejidad de las consecuencias de la Gran Guerra –incluso en un país por demás alejado del conflicto– sino en las tramas de poder entre el arte (afición/gusto a la ópera) y la política (la censura). Para abordar esta dificultosa relación, Irurzun descompone en múltiples dimensiones la escena y la importancia de la figura de Wagner en el circuito. En primer lugar, los debates situaron a Buenos Aires como parte de un trama de interconexión global o de formación de imaginarios planetarios vinculados a la ópera, la guerra y lo censurable. Al mismo tiempo, con la censura de Wagner, en tanto referente de los aliados, se inauguró otro debate en torno a quiénes eran los responsables de prohibir ciertos espectáculos en teatros de naturaleza pública. Lo que se debatía, en conclusión, era quien o quienes tenían la legitimidad de establecer la peligrosidad de una obra artística y de tomar una decisión al respecto que, aunque no era inapelable por el resto de aficionados, constituía una norma que debía ser respetada.

El texto “¿Treinta años sin ópera? Políticas culturales y programas musicales durante el primer peronismo en Bahía Blanca, Argentina (1946-1947)” de Noelia Caubet restablece la escena operística de Bahía Blanca a propósito de abordar la temporada lírica que brindó en dicha ciudad la compañía del Teatro Argentino de La Plata durante 1947. Específicamente, nos interesa destacar cómo el análisis de este fenómeno le permite a Caubet indagar en la expansión de ciertos principios rectores del gobierno peronista hacia una ciudad que, si bien era de las más importantes de la provincia, buscaba convertirse en una faro irradiador de modernidad hacia el sur del territorio. Así, además de impulsar esta ambición, el desarrollo de la temporada lírica, a su vez caracterizada por obras italianas, procuraba la inclusión de los sectores populares de los espacios que estuvieron tradicionalmente asociados a la alta cultura. Por tanto, la civilización del gusto popular conllevó no solo la reducción del precio de las entradas (y la flexibilidad en la compra del abono), sino la vinculación del mundo de la música clásica con los medios radiales así como la promoción de las funciones líricas en prensa periódica ligada a la cultura popular.

Por último, el texto de mi autoría, es una síntesis de mi tesis de maestría, investigación en la que me aboqué a reconstruir aquello que denominé como “cultura musical” en el Buenos Aires de principio de siglo XIX. Aunque luego avancé en el marco temporal, el análisis del período rivadaviano me permitió desarrollar una serie de consideraciones o hipótesis en torno a las transformaciones del gusto así como la presencia de ciertos idearios estéticos que se convertirían en idearios rectores de una forma de escuchar música. En suma, el gusto por la lírica italiana y particularmente por la ópera buffa rossiniana, le posibilitó a la élite política y a las elites culturales desvincularse de la afición por la música española en tanto sinónimo de atraso y barbarie. La ópera, por el contrario, era una herramienta que habilitaba la modernización cultural al tiempo que alentaba un tipo de civilidad y de sociabilidad propia de aquellos que ahora eran ciudadanos y destinatarios de un programa reformista y modernizador. Una vez concluida la “feliz experiencia”, algunos de los tópicos propuestos e impulsados por el grupo rivadaviano seguirían presentes en la crítica musical del siglo XIX e incluso del siglo XX. La división entre buen gusto y mal gusto, la concepción de la música lírica –y luego de la música clásica/instrumental- como un medio capaz de traccionar la modernización cultural y la escucha musical considerada un acto de introspección y parámetro de civilidad, son algunos ejemplos.

Realizado este breve recorrido, cabe una serie de consideraciones sobre los trabajos presentados que, a su vez, caracterizan al campo actual. En primer lugar, todos ellos ofrecen claves novedosas y, en cierto sentido, más densas, para pensar los –muchas veces zigzagueantes– procesos de co-producción de la cultura de masas, la alta cultura, la cultura oficial. Asimismo, esta complejidad restaura las operaciones políticas sobre el mundo de la cultura (las ambiciones de modernización cultural, los actos de censura, las estrategias de distinción entre los grupos sociales, etc.) así como las categorías y experiencias que, tomadas o elaboradas en el campo de la cultura y de la música, permitieron la inteligibilización de disputas políticas propias de cada época. Por último, destacar que en los últimos años se comenzó a indagar en torno a las escalas locales para captar la heterogeneidad de ciertos procesos que, casi siempre, se han pensado desde el centro. Este giro de escala vizibiliza circulaciones entre lo global y lo local, así como proyectos políticos descentralizados y experiencias culturales que discuten y complejizan una historia que por años estuvo centrada en el circuito porteño.

Textos selecionados para el dossier

Buch, Esteban (2021). The Apolitical Politics of Classical Music: The Mozarteum Argentino under the Dictatorship of 1976–1983. Latin American Research Review 56(2), pp. 484-499.

Caubet, María Noelia (2023). ¿Treinta años sin ópera? Políticas culturales y programas musicales durante el primer peronismo en Bahía Blanca, Argentina (1946-1947). Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, 54, pp. 199-216.

Guillamon, Guillermina (2017). Gusto y buen gusto en la cultura musical porteña (1820-1828). Prismas. Revista De Historia Intelectual, 21(1), pp. 33-51.

Irurzun, Maria Josefina (2023). Ópera y censura en la formación de imaginarios planetarios. Vicisitudes de la obra wagneriana en Buenos Ares durante la Gran Guerra. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 23 (1), pp. 1-12.

Pasolini, Ricardo (1999). La ópera y el circo en el Buenos Aires de fin de siglo. Consumos teatrales y lenguajes sociales. En Fernando Devoto, y Marta Madero (comps.), Historia de la vida privada en Argentina. Tomo 2 (pp. 222- 268). Buenos Aires: Taurus.

Vila, Pablo (1986). Peronismo y foclore: ¿Un réquiem para el tango? Punto de Vista, 36, pp. 46-48.

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Dossier. Antipopulismos en América Latina desde una perspectiva histórica https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-antipopulismos-en-america-latina-desde-una-perspectiva-historica/ Wed, 05 Jun 2024 15:03:33 +0000 https://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=4678 ISSN sección Dossier 2618-415x

Soledad Stoessel (UNLP-CONICET-Universidad Central del Ecuador) y Olga Bracco (UNLP/ FLACSO-Ecuador)

Ríos de tinta han corrido para dar cuenta de uno de los fenómenos políticos, sociales y culturales más gravitantes en América Latina denominado populismo: cualquiera sea el significado que se le atribuya, aparece como un referente ineludible para personas curiosas y estudiosas de la política latinoamericana. Repelido tanto por las distintas vertientes de la izquierda, como por las derechas oligárquicas, la historia latinoamericana nos muestra que el populismo y lo nacional-popular ha sido un fenómeno clave en la configuración del campo político, las identidades socio-políticas e incluso la matriz estatal de buena parte de las naciones de la región. Si nos detenemos en las distintas tradiciones de pensamiento, desde el liberalismo se lo ha entendido como una deformación y desviación de la democracia, mientras que desde el marxismo se lo ha leído como un muro de contención a la lucha de clases que reposiciona el principio de dominación en el Estado. En cambio, desde la tradición republicana se lo entiende como un proceso político que constituye la comunidad política en una clave incluyente y emancipadora. 

De cualquier forma, el populismo gravita en el centro del debate académico, histórico y político en América Latina desde al menos seis décadas, con idas y venidas. Como categoría histórica, se lo entiende como un proceso que ha fluctuado a lo largo del siglo XX y XXI entre distintas olas. Así, habría populismos clásicos, de la primera ola (como el peronismo, varguismo, cardenismo y velasquismo), de una segunda ola ya ubicado en la historia reciente de la década del noventa del siglo pasado y una tercera ola, actual, de principios de siglo XXI que tendría varias reminiscencias en los populismos clásicos. Ahora bien, como categoría analítica ha sido empleado para dar cuenta de distintas dimensiones del orden social. 

Sin ánimos de simplificar, dos aspectos aparecen claves en su abordaje: 1) el populismo como lógica de política, (una forma) de instituir el orden social, los sujetos y las identidades; y 2) el populismo como proceso histórico-político. Como lógica, el populismo vendría a ser la racionalidad que se activa en tiempos de un orden social en crisis (crisis de representación política, acumulación de conflictos y demandas insatisfechas por el sistema, déficit de legitimidad de las elites y oligarquías, crisis de legitimidad y social que produce cambios en la estructura de clases, etc.). Esta racionalidad se encarna en un discurso polarizador que confronta al pueblo con las oligarquías, a “los de abajo” con “los de arriba”. Este discurso, a su vez, se aboca a reconfigurar las identidades sociales a partir de la tensión entre inclusión y exclusión como modo de reparación del daño social del pueblo. El segundo aspecto comprende al populismo como un proceso político que no solo configura el orden social, sino que lo gestiona (el populismo traducido política e institucionalmente). Esta dimensión necesariamente implica la construcción y gestión estatal: se ha hablado de gobiernos o regímenes “nacional-populares”, donde el Estado opera como superficie de inscripción y tramitación de las demandas sociales, incluso aquellas que no provienen del campo popular. Por lo general, respecto a los populismos real e históricamente existentes, no se puede prescindir de un liderazgo que sea capaz de hacer converger, representar y dar sentido a las demandas populares, así como tramitarlas en una clave colectiva. El líder incluso puede ser el nombre, el significante dice Laclau, que describe y denota un proyecto político (peronismo, chavismo, correísmo) y la investidura afectiva de éste en relación al pueblo. 

Ahora bien, el presente dossier no trata sobre el populismo, sino sobre el antipopulismo. Así como la historia latinoamericana no se la puede comprender sin los populismos y la apelación a lo “nacional-popular”, tampoco se la podría y debería entender sin los antipopulismos y la promesa histórica de las oligarquías latinoamericanas de refundar las naciones de espalda al pueblo entendido como plebe. Desde el momento en que nació el populismo como fenómeno, también lo hizo el antipopulismo. 

Así, también podemos considerar al antipopulismo como una lógica política (una forma de instituir el orden social y las identidades sociales) y un proceso histórico-político que se configuran en contraposición, por la negativa, al populismo. Esto es, se instituyen sobre la base de la descalificación, rechazo y repulsión extrema de elementos propios de los populismos (liderazgos, matriz estatal, inclusión e incorporación social, identidades políticas plebeyas, sujetos populares). El prefijo anti no denota “contra”. En el antipopulismo no encontramos el intento de superar la negatividad. Es pura reactividad. Tal como lo propone Ernesto Semán, el rechazo se coloca como el artefacto fundante y que le da fuelle a los procesos que pretenden colocarse en las antípodas del populismo. Asimismo, el antipopulismo no solo es presente -proceso e identidad reactiva- sino que es futuro en tanto considera al populismo el obstáculo, el legado, la instancia a superar para llevar adelante un proyecto refundacional desde arriba, alejado de la plebe.  

Este dossier incorpora un conjunto de textos que fueron seleccionados porque directa o indirectamente abordan el antipopulismo, ya sea como proceso, como identidad o como proyecto político a lo largo de la historia latinoamericana. La escasez de trabajos desde la lectura del antipopulismo advierte sobre la necesidad de profundizar en la investigación de este fenómeno que hoy en día, en la segunda década del siglo XXI, reaparece con más fuerza, como proceso “realmente existente” y que es la forma que ha asumido la derecha radical y extrema en nuestros países. No se comprenden las victorias electorales de Macri y Milei en Argentina, ni el bolsonarismo en Brasil, ni el giro conservador que perpetró el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, ni la radicalización de una derecha pinochetista en Chile, y mucho menos el bloqueo constante a la posibilidad de un gobierno nacional-popular en México, sin la alusión al antipopulismo. Las derechas oligárquicas asumieron uno de los polos de diversas dicotomías que estructuraron los debates políticos en la configuración de las sociedades latinoamericanas: pueblo vs elites; autoritarismo vs. democracia, anarquía vs. institucionalidad, barbarie vs. civilización. El antipopulismo siempre se presentó como la cara redentora de la democracia liberal frente al avance de la “bestia populista” en América Latina. 

Los primeros dos textos del dossier proponen un debate teórico en torno al populismo y antipopulismo apoyándose en una perspectiva histórica. El texto de César Morales Oyarvide (2023) problematiza la relación entre el fenómeno político del anti-populismo y la democracia a través de un análisis crítico de los principales elementos que comparten los discursos anti-populistas contemporáneos, los cuales comparten una visión liberal. Define el anti-populismo como un estilo de construcción política que se opone radicalmente al populismo, encuadrándolo en términos peyorativos como una amenaza a la democracia y buscando desacreditar como autoritarios o irresponsables tanto a los líderes populistas como a sus seguidores. Esto lo hace desde una perspectiva histórica con énfasis en el caso de México. Así, la reacción del antipopulismo sería planteada como una solución a los problemas generados por el populismo.Por su parte, el texto de Eduardo Enríquez Arévalo enfatiza en el campo antipopulista como uno heterogéneo, capaz de incluir a sectores de derecha, liberales y de izquierda, aunque allí los sectores de derecha y liberales tendrán un predominio sobre los de izquierda. En América Latina el antipopulismo, pese a que tiende a presentarse como defensa de la democracia liberal, ha apoyado o allanado el camino a golpes de Estado contra gobiernos percibidos como “populistas” en base a discursos económicos clasistas, racistas y neoliberales que han sido históricamente prominentes. 

Los cinco textos que siguen abordan desde una perspectiva histórica los casos de Argentina, Brasil y México para dar cuenta de la conformación del antipopulismo. En el caso de los dos países conosureños, el antipopulismo desde los años cuarenta del siglo XX fue el antiperonismo y el antivarguismo. Luego, en el siglo XXI asumirán una identidad anti-kirchnerista (por reacción a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández) y anti-petista (por reacción al Partido de los Trabajadores, PT).  

El texto de Ernesto Bohoslavsky analiza desde una perspectiva no esencialista, las similitudes y diferencias de algunas experiencias e ideas políticas del campo opositor a Juan Domingo Perón (entre 1943 y 1955) y a Getúlio Vargas (en la salida del Estado Novo, entre 1943 y 1945, y cuando fue presidente, entre 1951 y 1954), al tiempo que identifica conexiones entre los actores opositores en relación a la formación de redes, intercambios e inspiraciones en el plano transnacional. El autor complementa el enfoque de la historia comparada con el de la historia conectada, dando cuenta de cómo lo transnacional cumple un papel fundamental para echar luz sobre los fenómenos políticos locales. Boholasvky sostiene que la potencia de la agenda política y económica populista ha marginado historiográficamente a las ideas y las prácticas políticas de los grupos opositores, vistas principalmente como meras reacciones frente al único motor histórico relevante. El autor indaga en estos grupos, como la efímera Unión Democrática (UD) en Argentina y a la poderosa União Democrática Nacional de Brasil (UDN) entre los actores partidarios. Pero, asimismo, implica reconocerles protagonismo político a otros actores no partidarios, como las cámaras empresariales, periódicos y grupos empresariales periodísticos. El campo opositor al varguismo y al peronismo estaban poblados por múltiples actores, con diversas prácticas, estrategias e identificaciones, lo cual estuvo sometido a un proceso de permanente transformación en el que intervinieron varios factores, entre los cuales no puede dejarse de mencionar la fuerza de la propia identidad populista, su estilo de movilización política y su retórica, pero también los rasgos de aquellos otros partidos y grupos opositores con los que competían. Por su parte, el capítulo que seleccionamos del libro de Ernesto Semán “Breve historia del antipopulismo en Argentina”, aborda una etapa en la historia argentina caracterizada por el surgimiento de una serie de antipopulismos irreconciables entre sí, pero que se apoyaban todos en una reacción y rechazo visceral al peronismo entendido como un problema nacional. El antipopulismo en la Argentina entre 1950 y 1980 cobra la forma de la des-peronización del país: erradicar al peronismo como movimiento político, borrar su memoria histórica, deshacer su legado para, recién ahí, reorganizar al país sobre nuevas bases. El capítulo aborda la etapa abierta desde el golpe de Estado a Perón en 1955 con la llamada Revolución Libertadora la cual, vía proscripción de Perón y del peronismo y otras formas de violencia, se propuso la tarea refundacional de encauzar a las masas del desvío de una forma “engañosa y defectuosa” de incorporación de las masas trabajadoras a la vida política. A partir del hecho peronista y sus legados surgen diversas variantes del antipopulismo de izquierda y de derecha. A su vez, más claramente después de 1976 con la dictadura militar, comenzó la construcción del individuo neoliberal, individualista y descolectivizado, como el ideal de ciudadanía y de una nueva subjetividad. El texto de Julio Aibar, sin la necesidad de nombrar al antipopulismo, realiza una reconstrucción histórica de la configuración neoliberal en México desde los años ochenta y su aplastante eficacia al volver imposible la promesa de una comunidad política incluyente. Para el autor, el neoliberalismo en tanto narrativa y experiencia tiene una expresión económica, política y cultural, que califica negativamente de “populista” a cualquier concepción integral de la sociedad. Este discurso de las élites hace sentido con extrema facilidad porque hay en México narrativas arraigadas que lo hacen verosímil. Coloca a su oponente en un marco autoritario que en nombre de la colectividad y lo nacional, negaría al individuo, al ciudadano y a las libertades individuales. Por su parte, el Estado es caracterizado como un actor paternalista que neutraliza la potencia de los actores económicos Toda esa cadena de valoraciones negativas se van a condensar en la palabra “populismo”. Partidariamente, esto se ha traducido en México desde sectores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como detractores de izquierda, en sentidos que construyen una sinonimia entre nacionalismo, Estado, autoritarismo y corporativismo.

Para terminar, los últimos dos textos abordan a los antipopulismos contemporáneos en Brasil y Argentina. El artículo de Dolores Rocca Rivarola se centra en el ascenso electoral de Jair Bolsonaro en Brasil en 2019, pero para reflexionar sobre las mutaciones del antipetismo, es decir, la identidad y proyecto que se instala contra el Partido de los Trabajadores en Brasil desde los años ochenta, uno de cuyos líderes ha sido LuizInácio Lula da Silva. La autora distingue tres momentos: A partir de 1989, el antipetismo se caracterizaba por el anticomunismo y el temor a la izquierda; en el segundo momento, que comienza con el triunfo de Lula en 2002, esos elementos se diluyen y lo que articula el antipetismo es la crítica a la corrupción estatal; más tarde, en 2018, con la campaña de Jair Bolsonaro, el antipetismo se recrudece y radicaliza aquellas características de los momentos anteriores. El texto de Paula Biglieri y Gloria Perelló, pese a que no parte de una perspectiva histórica, analiza cómo el odio constituye la base de los antipopulismos, en particular para el antikirchnerismo en la Argentina del siglo XXI. Si en los años cincuenta el odio se coloca como el motor de la inauguración de una etapa violenta y antidemocrática, en el siglo XXI es la raíz del ecosistema antipopulista, tanto por derecha como por izquierda. El texto enfatiza en la Alianza Cambiemos liderada por Macri que gana las elecciones en 2015, llevando hasta las últimas consecuencias la conocida “grieta” (polarización entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo). El texto problematiza al antipopulismo como aquella reproducción subjetiva del “odio al pueblo”, en el que la derecha se convierte en el principal promotor, a través de la difusión discursiva y de la radicalización de sus prácticas políticas (rechazo, discriminación, exclusión de las clases populares).

Creemos que los trabajos reunidos en este dossier permiten pensar los procesos actuales de las sociedades latinoamericanas a partir de la complejidad histórica y confiamos en que, de su lectura y discusión, emergerán nuevos interrogantes y reflexiones.

Textos seleccionados para el Dossier:

Aibar, Julio (2012). Exclusión y Violencia disolvente en México. La reconstrucción populista de la Nación.  Utopía y Praxis Latinoamericana, 17 (58), pp. 53-64. 

Biglieri, Paula y Perelló, Gloria (2020). El anti-populismo en la Argentina del siglo XXI o cuando el odio se vuelve un factor político estructurante. REVCOM. Revista científica de la red de carreras de Comunicación Social, 10, s/p. 

Bohoslavsky, Ernesto (2009). “Antivarguismo y Antiperonismo (1943-1955): similitudes, diferencias y vínculos”. Anuario De La Escuela De Historia, (24), pp. 73–97.

Enríquez Arévalo, Eduardo (2021). “UnderstandingLatin American anti-populism”. Workshop ‘Populism: New perspectives’, 5th PopulismSpecialistGroup (PoliticalScienceAssociation), Virtua. 9, 10 y 11 junio. 

Morales Oyarvide, César (2023). “El lado malo de los chicos buenos.  Notas críticas sobre anti-populismo y democracia”. Korpus, 21 (3), pp. 387-404. 

Rocca Rivarola, Dolores (2020). “Las mutaciones históricas del antipetismo y el fenómeno bolsonaro”, Persen, 19 (14), pp. 245-283

Semán, Ernesto (2021). “Los rostros del antipopulismo: de la Libertadora a 1976”. En Semán, Ernesto. Breve historia del antipopulismo. Los intentos por domesticar a la Argentina plebeya, de 1810 a Macri. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. 

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