dictaduras – historiapolitica.com https://historiapolitica.com El sitio web del Programa Interuniversitario de Historia Política Thu, 30 Apr 2020 14:48:29 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://historiapolitica.com/wp-content/uploads/2014/08/cropped-logo1-32x32.png dictaduras – historiapolitica.com https://historiapolitica.com 32 32 Dossier | Género y cautiverio en las últimas dictaduras militares del Cono Sur. Memorias y marcos sociales de escucha de la violencia sexual en centros clandestinos de detención y cárceles https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-genero-y-cautiverio-en-las-ultimas-dictaduras-militares-del-cono-sur-memorias-y-marcos-sociales-de-escucha-de-la-violencia-sexual-en-centros-clandestinos-de-detencion-y-carceles/ Sat, 30 Mar 2019 15:44:47 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3884 ISSN sección Dossier 2618-415x

Dossier. Género y cautiverio en las últimas dictaduras militares del Cono Sur. Memorias y marcos sociales de escucha de la violencia sexual en centros clandestinos de detención y cárceles


Victoria Alvarez (IIEGE/UBA)

 

En los últimos años, de la mano del crecimiento del movimiento feminista y de mujeres y de importantes cambios en la legislación internacional, podemos advertir en el Cono Sur un lento proceso de visibilización de la violencia sexual a la que fueron sometidas las mujeres (y también algunos varones) en centros clandestinos de detención y cárceles durante las últimas dictaduras que asolaron la región.

El desarrollo de la investigación, el inicio del juzgamiento y la visibilización de la violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado se inscriben en otras circulaciones discursivas que configuran el horizonte de expectativas actual y que son fundamentales para entender los cambios. Entre otras, se destacan las nuevas teorizaciones sobre cuestiones de género y preocupaciones como los feminicidios, el acoso y la trata de personas para la explotación sexual y la discusión sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo. En los últimos años, se han ido instalando debates y desarrollado políticas públicas con enfoque de género, contribuyendo a que temas durante muchos años relegados tomen estado público. En definitiva, el movimiento de mujeres y el feminismo crecieron y sus ideas se hicieron más conocidas y asumidas por más personas.

Por otra parte, los debates que se dieron a nivel internacional fueron también de suma importancia y proporcionaron herramientas para el tratamiento jurídico y la visibilización de la problemática en Argentina y en otros países del Cono Sur. En la década de los ‘90 comenzaron a plantearse discusiones jurídicas en torno a la violencia sexual en tanto violación específica de derechos humanos en el contexto de prácticas sistemáticas de violencia. En aquellos años, en los conflictos armados desatados en la ex Yugoslavia y en Ruanda, la violencia sexual contra las mujeres había sido una práctica muy generalizada, cobrando entonces la problemática una fuerte notoriedad internacional. Estas nuevas concepciones y desarrollos fueron estimulados por los movimientos feministas. En este caso fue de vital importancia la crítica que hicieron al concepto tradicional, abstracto y universalista de “derechos humanos”. Y cuando las experiencias sociales de las mujeres y de otros grupos subordinados ingresan en el debate público, todas las categorías asumidas como “neutras” son interpeladas por nuevas dimensiones hasta ese momento ocultas, mostrando espesores y disonancias en conceptos que se suponían universales.

En este contexto nacional e internacional algunas mujeres víctimas de violencia sexual en centros clandestinos de detención y cárceles comenzaron a poder narrar sus historias, enfatizando este aspecto antes relegado. Esta visibilización se manifiesta en el plano de la justicia y, al mismo tiempo, empezamos a encontrar producciones académicas, literarias y audiovisuales sobre la temática. Entre ellas, en Argentina, debemos destacar los libros Y nadie quería saber. Relatos sobre violencia contra las mujeres en el terrorismo de Estado (Bacci et al, 2012)[i] y Género y poder. Violencias de género en contextos de represión política y conflictos armados (Sonderéguer et al, 2012)[ii]. También debemos mencionar la realización de dos documentales: Lesa Humanidad (Luis Ponce, 2011) y Campo de batalla. Cuerpo de mujer (Fernando Álvarez, 2013). Por último, la publicación del libro Putas y guerrilleras (Lewin y Wornat, 2014)[iii].

Debemos destacar también una serie de artículos que, desde el feminismo, se proponen abordar estas temáticas. De ellos, cabe detenerse primeramente en dos que analizan la experiencia de las mujeres detenidas desaparecidas desde una perspectiva de género y dan cuenta de una sensibilidad muy aguda para pensar el tema. En primer lugar, resulta de gran relevancia el artículo “Entre lo público y lo privado: los testimonios sobre la violencia contra las mujeres en el terrorismo de Estado” de Claudia Bacci, María Capurro Robles, Alejandra Oberti y Susana Skura. A partir del relevamiento de entrevistas realizadas por el archivo audiovisual de Memoria Abierta (en el que ellas participan), las investigadoras analizan los testimonios de las sobrevivientes, muchos de los cuales hacen referencia a las distintas formas de violencia sexual que ellas o sus compañeras padecieron durante sus secuestros. Al mismo tiempo, reflexionan sobre las dificultades que muchas sobrevivientes tuvieron para dar cuenta de las experiencias vividas como mujeres durante su cautiverio: el silencio como dificultad para narrar determinados hechos y, en gran medida, la falta de disposición a escuchar por parte del entorno social, se reiteran en varios de los testimonios que las autoras recorren. Por último, señalan que la responsabilidad institucional y social de escuchar estos relatos y hacer lugar a los testimonios de quienes sufrieron no debiera ocluir una comprensión más integral y compleja de la experiencia que las sobrevivientes atravesaron. En tal sentido, señalan las autoras, resulta imprescindible comprender el proceso personal y social que atravesaron para llegar al presente pudiendo dar cuenta de su experiencia.

En la misma línea de este trabajo, cabe destacar el artículo “Terror, testimonio, y transmisión: Voces de mujeres sobrevivientes de centros clandestinos de detención en Argentina (1976-1983)” de Bárbara Sutton, en el que, a partir del minucioso análisis de 41 testimonios orales obrantes en Memoria Abierta, se propone reflexionar sobre el balance que las sobrevivientes realizan de su experiencia de cautiverio, sobre sus testimonios y, fundamentalmente, sobre el mensaje que ellas quieren transmitir con éstos. En tal sentido, Sutton destaca especialmente la agencia que pudieron desarrollar durante sus secuestros y que siguen desarrollando al testimoniar, estableciendo vínculos entre pasado, presente y futuro a través de sus voces. Como señala, escuchar sus testimonios no es sólo una cuestión de justicia de género, sino que también “implica la posibilidad de nutrir el presente y el futuro” (Sutton, 2015: 12) con aportes de mujeres portadoras de memorias de supervivencia y de resistencia, herramientas fundamentales para imaginar y construir sociedades con plena vigencia de los derechos humanos.

Si ampliamos la mirada al resto de los países del Cono Sur, encontramos que casi al mismo tiempo se dio un proceso similar de visibilización de estas memorias, siendo posible localizar interesantes trabajos de investigadoras que reflexionan sobre el cautiverio en centros clandestinos de detención o prisiones políticas desde una perspectiva de género. Y, fundamentalmente, sobre los cambios en los marcos sociales de escucha que se fueron dando en la región y que habilitaron estos procesos de visibilización, problematización y -en algunos casos- juzgamiento.

En tal sentido, vale la pena retomar el artículo “Violencias sexuales en las dictaduras de América Latina: ¿Quién quiere saber?” en el que la investigadora brasileña Mariana Joffily analiza las formas que asumió la memoria sobre la violencia política a lo largo del tiempo y los cambios en las concepciones de los organismos internacionales y de la justicia de los países latinoamericanos en relación a estas formas de violencia. En este sentido, la autora señala que –como mencionábamos más arriba- recién se pudieron constituir espacios de escucha para estas formas particulares de las violencias dictatoriales luego de una serie de conquistas sociales y jurídicas por la igualdad de género. Por ende, argumenta que, aunque el camino recorrido es apreciable, aún queda mucho por avanzar para dar visibilidad a las violencias cometidas, fundamentalmente contra las mujeres.

En esta misma línea cabe destacar el trabajo “¿El Nunca Más tiene género? Un análisis comparativo de las comisiones de la verdad en Chile y Argentina” de la feminista estadounidense Hillary Hiner. Preocupada por la histórica exclusión de los derechos de las mujeres de los derechos humanos, Hiner centra la mirada particularmente en las comisiones de la verdad porque considera que las mismas jugaron un rol importante en la fijación de discursos “legítimos” sobre el pasado y, al mismo tiempo, porque sostiene que “éstas moldean nuestras posibilidades del presente y el futuro” (Hiner, 2015: 254). Así, da cuenta de la forma en la que los informes chileno y argentino produjeron una memoria de características universalistas (y, por ende, androcéntrica) de las víctimas de las violaciones de los derechos humanos, marginalizando y silenciando las experiencias de las mujeres sobrevivientes, específicamente en cuanto la violencia sexual por ellas padecida. Analizando los contextos histórico-políticos de producción de estas “memorias emblemáticas” (en términos de Joffily[iv]), indaga en las causas y en las consecuencias de dicha exclusión.

De los intentos primarios de suspender las memorias subjetivizadas en aras de encontrar testimonios universales que dieran cuenta de las atrocidades sufridas por todos (y fundamentalmente por los desaparecidos, en masculino) en las últimas dictaduras, se fue llegando a un momento de recuperación de las memorias personales. Partiendo de la idea de que estamos frente a una nueva etapa donde las memorias de las mujeres sobrevivientes (específicamente las que fueron víctimas de distintas formas de violencia sexual) comienzan a encontrar un escenario más propicio para su difusión, las historiadoras uruguayas Jimena Alonso y Carla Larrobla, en su artículo “Memorias femeninas en el Uruguay pos-dictadura” realizan un recorrido analítico de las memorias femeninas del terrorismo de Estado en Uruguay, visibilizando las transformaciones en las condiciones de habla y escucha que han tenido dichas memorias. Asimismo, reflexionan sobre las características que tienen los testimonios de mujeres sobrevivientes: según señalan, en éstos no solamente se presentan las trayectorias militantes, sino también importantes aspectos de la vida cotidiana, los afectos, la maternidad, entre otras cuestiones; elementos ausentes en los discursos masculinos. Así, para Alonso y Larrobla (2014: 7) estas memorias “abren distintas puertas de entrada al pasado y permiten romper con una memoria dominada por los trayectos político-militantes”.

Poner en diálogo estos cuatro procesos dictatoriales y sus posteriores momentos de la memoria entraña una serie de desafíos y dificultades, entre los que se destaca fundamentalmente las divergencias cronológicas. Sin embargo, con sus diferencias y especificidades, estos procesos compartieron un marco general y presentan varios elementos significativos en común en lo que se refiere al tema que aquí abordamos. En primer lugar, vemos que en todos ellos se llevaron a cabo distintas formas de violencia sexual fundamentalmente contra las mujeres detenidas o secuestradas. En segundo lugar, se revela que durante muchos años hubo una fuerte ceguera respecto del género y la sexualidad que dificultó la conformación de marcos sociales de escucha para los testimonios específicos relativos a la violencia sexual.

A fin de cuentas, poner en diálogo estos trabajos permite rescatar la complejidad de un proceso que excede los límites nacionales y, al mismo tiempo, nos permite reflexionar sobre cómo las preocupaciones del presente han permitido volver la mirada sobre el pasado y reparar en problemáticas que antes habían permanecido invisibles.

 

Textos seleccionados para el dossier

Alonso, Jimena y Larrobla, Carla (2014). Memorias femeninas en el Uruguay pos-dictadura.  Aletheia, Revista de la Maestría de Historia y Memoria, 5 (9), pp. 1-14. En: http://www.aletheia.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numero-9/dossier-de-genero/memorias-femeninas-en-el-uruguay-pos-dictadura

Bacci, Claudia, Capurro Robles, María, Oberti, Alejandra y Skura, Susana (2014). Entre lo público y lo privado: los testimonios sobre la violencia contra las mujeres en el terrorismo de Estado. Clapsidra, Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria, 1, pp. 122-139. Recuperado de: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/clepsidra/article/view/BACCI

Hiner, Hillary (2016). ¿El Nunca Más tiene género? Un análisis comparativo de las comisiones de la verdad en Chile y Argentina. Estudos de Sociología, 20 (39), pp. 253-270. Recuperado de: https://periodicos.fclar.unesp.br/estudos/article/view/7551

Joffily, Mariana (2016). Violencias sexuales en las dictaduras de América Latina: ¿Quién quiere saber?. Revista internacional de Derechos Humanos, 24, pp. 1-14. Recuperado de: http://sur.conectas.org/es/quien-quiere-saber/

Sutton, Bárbara (2015). Terror, testimonio, y transmisión: sobrevivientes de centros clandestinos de detención en Argentina (1976-1983). Revista Mora, Buenos Aires, 21 (1), pp. 5-23. Recuperado de: http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/mora/article/view/2396

 

[i] Bacci, C., Capurro Robles, M., Oberti, A., Skura, S. (2012). Y nadie quería saber. Relatos sobre violencia contra las mujeres en el terrorismo de Estado en Argentina. Buenos Aires: Memoria Abierta.

[ii] Sondereguer, M. (2012). Género y poder. Violencias de género en contextos de represión política y conflictos armados. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

[iii] Lewin, M. y Wornat, O. (2014). Putas y guerrilleras. Buenos Aires: Planeta.

[iv] Joffily, M. (2010). Memória, gênero e repressão política no Cone Sul (1984-1991).  Revista Tempo e argumento, 2 (1), pp. 111-135.

 

 

 

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Dossier. Dictaduras, trabajadores/as y sindicatos en América del Sur durante la Guerra Fría https://historiapolitica.com/dossiers/dossier-dictaduras-trabajadores-as-y-sindicatos-en-america-del-sur-durante-la-guerra-fria/ Fri, 11 May 2018 18:14:39 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3756 Dossier. Dictaduras, trabajadores/as y sindicatos en América del Sur durante la Guerra Fría

 

Victoria Basualdo (Área de Economía y Tecnología de FLACSO-CONICET)

 

Introducción

Este dossier presenta un conjunto de artículos académicos escritos entre 2016 y 2018 que son reflejo y muestra de una expansión del campo de estudios sobre dictaduras, trabajadores/as y sindicatos en cinco países de América del Sur durante el período conocido como “Guerra Fría” (fines de la década del 40 a finales de la década del 80). La lectura de estos trabajos resulta interesante para poder disponer de un panorama de algunas de las cuestiones bajo análisis y discusión en este campo de estudios, justamente porque tienen focos, perspectivas y vías de entrada distintos. Tres de los trabajos presentados aquí, los correspondientes a los casos de Argentina, Brasil y Uruguay, abordaron tanto a la clase trabajadora como al movimiento sindical, al tiempo que los centrados en Chile y Paraguay tienen como foco el movimiento sindical. Existen diferencias también de ejes de abordaje. Mientras que la mayoría de estos trabajos tiene un foco central puesto en diversos aspectos del proceso histórico, otros tienen una perspectiva historiográfica, al tiempo que algunos otros combinan ambas. La producción historiográfica en la que se insertan presenta también variaciones: mientras los trabajos sobre Argentina y Brasil recuperan una historiografía abundante, rica y con mucho desarrollo, y esto es también así aunque en menor medida en el caso de Chile, en los casos de Paraguay y Uruguay los textos presentados aquí constituyen aportes fundamentales a un campo de estudios que tiene aún un muy escaso desarrollo.

El trabajo de Basualdo y Jasinski sobre el caso argentino en el período 1974-1983 trabaja en tres direcciones. En primer lugar, analiza algunos rasgos del proceso de organización y lucha de la clase trabajadora a comienzos de la década del 70 y su papel en el proceso de movilización política y sindical, prestando especial atención al impacto de las políticas económicas y laborales de la dictadura iniciada en 1976 en el campo laboral. En segundo término, analizan las políticas represivas ejercidas sobre los trabajadores en tres sub-períodos principales: 1974-1976; 1976-1979 y 1979-1983, enfatizando que a la hora de comprender la represión a los trabajadores resulta necesario tener en cuenta no sólo el accionar de las Fuerzas Armadas, sino también el de dirigencias empresariales que compartieron la responsabilidad del proceso represivo en distintas formas. En este punto, el artículo retoma y sintetiza algunos de los hallazgos de una investigación realizada por un equipo de investigadores del AEyT de FLACSO, el PVJ la SDH y el CELS en Argentina sobre “Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad” que sistematizó y analizó 25 casos de grandes empresas en todo el país que tuvieron implicación directa en la represión a sus trabajadores. En tercer lugar, y a partir de un conjunto de documentos militares, se aborda el proyecto de “normalización” del movimiento sindical, que buscó refundar las formas de organización y representación sindical no sólo a partir de la política represiva y la brutal reconfiguración de los derechos laborales, sino también a partir de la reformulación de los modos de organización sindical y la búsqueda de formas de canalización y control para aplacar el descontento obrero y minimizar los conflictos.

El trabajo de Corrêa y Fontes, eminentemente historiográfico, propone una lectura y un ordenamiento de un amplio, rico y diverso corpus de producción sobre la dictadura en Brasil, entre 1964 y 1985. El texto destaca la escasa presencia, o incluso la “invisibilidad” de los trabajadores y sus organizaciones representativas de clase en el conjunto de los análisis predominantes sobre dictadura. Aún cuando reconoce el impacto de algunos procesos recientes como el de la Comisión Nacional de la Verdad en términos de una complejización de la agenda de investigación, considera que hasta la actualidad resulta difícil integrar diversas dimensiones al análisis de la dictadura para lograr una perspectiva más compleja e integral. Dentro de la historiografía sobre el trabajo y los sindicatos, los autores marcan una tendencia a considerar que en la primera mitad del período dictatorial habría predominado una situación de inmovilidad y falta de reacción, destacando las huelgas de los últimos años de los 70 como el punto de inflexión que marcó el surgimiento de un “nuevo sindicalismo”, movimiento al que sí se le puede reconocer “agencia” y “autonomía.” Llaman a una reconsideración de esta periodización tan tajante para abrir preguntas más amplias sobre los y las trabajadores/as en el período, destacando además que los estudios más recientes realizados sobre trabajo, trabajadores y sindicalismo realizaron aportes significativos abriendo campos antes muy poco explorados. Por ejemplo, el de los análisis de las formas de organización en los lugares de trabajo y en las comunidades obreras, distintos aspectos de las dinámicas represivas en espacios rurales y urbanos, así como un foco en sectores poco analizados como los trabajadores rurales, o en temas clave como las relaciones internacionales del sindicalismo, entre otros, destacando la existencia de asignaturas pendientes importantes como los análisis de género.

El artículo de Rodrigo Araya Gómez tiene por objetivo analizar la trayectoria de las organizaciones a las que considera más representativas del movimiento sindical chileno opositor durante la dictadura militar en dicho país (1973-1990), prestando especial atención al periodo posterior a la aprobación del Plan Laboral (1979), debido a la concepción de que este conjunto de normas significó un cambio sustancial en las relaciones laborales que obligó al movimiento sindical a adaptarse al nuevo marco normativo, en medio de profundas transformaciones del aparato productivo introducido a partir de la aplicación a ultranza del modelo económico neoliberal. Analiza en primer lugar las estrategias de supervivencia frente al golpe, las políticas y, respecto al movimiento sindical en los primeros años de la dictadura, las respuestas sindicales ante el Plan Laboral, el proceso de conformación de una nueva CUT y un proceso de rearticulación del movimiento sindical en los tiempos finales de la dictadura y la transición a la democracia.

El trabajo de Ignacio González Bozzolasco propone ahondar en el análisis de algunos de los actores sociales emergentes y de sus transformaciones en la dictadura encabezada por Alfredo Stroessner entre 1954 y 1989. Como, también, en el estudio de las relaciones entre ellos y el Estado, abordando específicamente el movimiento obrero representado por las organizaciones sindicales del Paraguay durante el stronismo, con la intención de ofrecer una periodización y caracterización. Uno de los principales aportes del trabajo es la división de la dictadura en tres grandes etapas en lo que se refiere a su impacto y políticas predominantes sobre el movimiento sindical. La primera es identificada como la etapa represiva, durante la cual el sindicalismo fue limitado y contenido a través del uso de todos los recursos disponibles por parte del aparato estatal, la cual se extendió desde 1954 a 1958. La segunda etapa es presentada como de cooptación, en la que los vestigios del sindicalismo sobreviviente a la gran represión rearticuló su relación con el gobierno, el Partido Colorado y los aparatos estatales desde un papel de clara subordinación (1958- 1985). Por último, se detiene en la etapa de la resistencia, coincidente con la fase final del stronismo, durante la cual el modelo de cooptación impulsado y consolidado por el régimen comenzó a agrietarse claramente, conjuntamente con el aparato político que lo impulsó y lo sostuvo (1985-1989).

El texto de Rodolfo Porrini aborda las expresiones y respuestas de los trabajadores durante la dictadura uruguaya (1973-85), las formas de resistencia sindical-política organizadas y comportamientos sociales a los que presenta como en un amplio arco que iba “desde la oposición neta al consenso y la aceptación del régimen”. A partir de un breve análisis de los cambios económicos y sociales propone una periodización, desde las crisis del Uruguay en los años sesenta e inicios de los setenta hasta un momento de cambio de modelo político-social. El núcleo central del trabajo analiza el rol del sindicalismo y los trabajadores entre 1973 y 1980, comenzando por el golpe y la huelga general de los trabajadores y la CNT hasta lo que considera la etapa más crítica, el segundo quinquenio de los 70. Enfatiza la importancia de analizar los comportamientos de lo que considera una sociedad “controlada y fragmentada”, examinando las líneas de “consenso, apoyo al régimen, resistencia pasiva.” Finalmente, aborda la reorganización social y sindical, proponiendo una mirada a las luchas populares desde 1983 hasta el final de la dictadura en 1985.

Poner en diálogo estos cinco procesos dictatoriales entraña una serie de desafíos y dificultades, entre los que se destaca su marco cronológico. La dictadura del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” en Argentina se extendió entre 1976 y 1983 (a la que cabría poner en vinculación con procesos dictatoriales previos como los desarrollados entre 1955-58 y 1966-1973 al menos); la dictadura chilena estuvo en el poder entre 1973 y 1990; la dictadura uruguaya, según la cronología más aceptada, se extendió entre 1973 y 1985; al tiempo que la brasileña tuvo lugar entre 1964 y 1985 (con debates sobre si debería extenderse el período hasta 1988) y, la paraguaya, desde 1954 hasta 1989. Con las excepciones de las dictaduras de Augusto Pinochet en Chile y de Alfredo Stroessner en Paraguay, las restantes tres tuvieron sub-etapas internas en las que se produjeron cambios en la máxima dirigencia de las dictaduras.

Sin embargo, con sus grandes diferencias y especificidades, estos procesos comparten el marco de la denominada Guerra Fría y presentan varios elementos significativos en común en lo que se refiere al tema bajo análisis. En primer lugar, se verifica una dificultad en la incorporación de estas dimensiones históricas vinculadas con la clase trabajadora y el movimiento sindical en las narrativas predominantemente centradas en fuerzas armadas y organizaciones políticas y político-militares. En segundo lugar,  en las producciones que sí abordan a estos sujetos, se confirma que las dictaduras tenían una preocupación muy significativa por el papel de los trabajadores/as y sindicatos, y desarrollaron sobre ellos políticas de distinto orden: por un lado de orden fuertemente represivo, tendientes a lograr un disciplinamiento y un control del conflicto, y por otro, políticas de reconfiguración tanto de las relaciones laborales, como del funcionamiento, dinámica y alcances del movimiento sindical. En tercer lugar, los trabajos evidencian la necesidad de miradas cada vez más complejas, abiertas y no lineales sobre las formas de reacción, organización y respuesta tanto de la clase trabajadora como del movimiento sindical, considerando a ambos sujetos como compuestos por diversas corrientes y atravesados por debates y diferencias. En este punto se ve un movimiento tendiente a evitar las caracterizaciones o bien de “inmovilidad”, o bien de “resistencia” en todos los planos, para apuntar a reconstruir un amplio arco de posiciones no sólo en diálogo con etapas dictatoriales, intensidad represiva, transformaciones económicas, políticas empresariales y también políticas sindicales, sino también con divisorias y debates dentro de la propia clase trabajadora. En todos estos casos se pone de manifiesto la necesidad de ampliar los marcos analíticos para incluir en forma más cabal dimensiones como las de género, etnicidad y los procesos de migración; así como un mayor diálogo entre abordajes productivos y con centro en los establecimientos laborales, con miradas territoriales y enfocadas en dinámicas reproductivas, lógicas familiares y condiciones de vida.

Finalmente, estos trabajos son también exponentes de búsquedas y procesos de trabajo en torno a la expansión del abanico de archivos, fuentes, metodologías y aproximaciones que fue posible en un contexto del crecimiento y expansión de la investigación científica y tecnológica en varios de estos países. La creciente inversión en ciencia y tecnología en varios de los casos nacionales también hizo posible un proceso de creciente confluencia y conexión entre equipos e investigadores que con un esfuerzo significativo permitió, no sólo complejizar cada una de las miradas nacionales, sino también avanzar hacia una mirada regional que permita recuperar algunas de las dinámicas transnacionales de estos procesos. A este proceso en marcha pretende contribuir el presente dossier, al mostrar algunos exponentes de este amplio proceso que alientan a seguir cruzando miradas disciplinares, sumando archivos y ampliando marcos analíticos, cuestiones centrales para comprender procesos complejos.

 


Textos seleccionados para el dossier

Victoria Basualdo y Alejandro Jasinski (2016). La represión a los trabajadores y el movimiento sindical, 1974-1983. En Gabriela Águila, Santiago Garaño y Pablo Scatizza (coordinadores), Represión estatal y violencia paraestatal en la historia reciente argentina. Nuevos abordajes a 40 años del golpe de Estado (pp.237-268). La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata. Disponible en: http://www.libros.fahce. unlp.edu.ar/index.php/libros/ catalog/book/63

Larissa Rosa Corrêa y Paulo Roberto Ribeiro Fontes (2016). “As falas de Jerônimo”: Trabalhadores, sindicatos e a historiografia da ditadura militar brasileira. Anos 90 – Revista do Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal do Rio Grande do Sul, v. 23, n. 43, pp. 129-151. Recuperado de: http://seer.ufrgs.br/index. php/anos90/article/view/60849

Araya Gómez, Rodrigo (2017). “Ha llegado la hora de decir basta”. El movimiento sindical y la lucha por la democracia en Chile, 1973-1990. Izquierdas, 37, pp. 191-211. Recuperado de https://dialnet. unirioja.es/descarga/articulo/ 6203550.pdf

González Bozzolasco, Ignacio (2014). Represión, cooptación y resistencia. El movimiento sindical paraguayo (1954-1989). En Rocco Carbone y Lorena Soler (Org.), Stronismo asediado: 2014-1954, v. 1 (pp. 65-106). Asunción: Germinal – Centro de Estudios y Educación Popular, Arandura Editorial. Recuperado de http:// conteudo.pucrs.br/wp-content/ uploads/sites/30/2016/03/ Represion-cooptacion-y- resistencia-2013.pdf

Rodolfo Porrini (2018). Trabajadores y sindicatos uruguayos durante la dictadura (1973-1985). Consensos y resistencias. En Alejandra Esteves, Jean Sales, Larissa Rosa Corrêa y Paulo Fontes, Mundos do Trabalho e Ditaduras no Cone Sul (1964-1990). Brasil: Multifoco.

 

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Dossier. Surgimiento de la lucha armada en América Latina, 1960-1970 https://historiapolitica.com/dossiers/lucha-armada-al/ Sun, 25 Oct 2015 23:44:56 +0000 http://historiapolitica.com/?post_type=dossiers&p=3157 Surgimiento de la lucha armada en América Latina, 1960-1970.

 

Inés Nercesian (UBA-CONICET) y Julieta Grassetti (UBA)

 

El 22 de septiembre de este 2015 se dieron a conocer los detalles del acuerdo entre el actual presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Timoleón Jiménez, y se anunció que en marzo de 2016 deberá estar firmado el Acuerdo Final del Proceso de Paz. Se trata de un evento histórico que termina de cerrar una historia larga de conflictos en Colombia cuyos orígenes se remontan hacia el año 1948 con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. ¿Por qué elegimos introducir este Dossier de este modo? Porque entendemos que pensar el surgimiento de la lucha armada durante los años sesenta y setenta es, también, pensar nuestro presente.

El surgimiento de la lucha armada en América Latina ha sido largamente estudiado, abordado desde las más diversas perspectivas. A medida que los proliferaron los trabajos, aparecieron con mayor frecuencia enfoques novedosos: las historias de las organizaciones, las trayectorias de los militantes, la relación de las organizaciones revolucionarias con los movimientos sociales, las relaciones trasnacionales entre los grupos armados. En este extendido conjunto de trabajos hubo análisis condenatorios sobre la vía armada y otros que consiguieron estudiar el fenómeno, lejos de aquellos juicios. Con todo, la pregunta por América Latina es, todavía hoy, parte de la agenda pendiente. Este dossier se compone de siete textos que, reunidos, intentan trazar parte del mapa latinoamericano, dando cuenta de las condiciones sociohistóricas del surgimiento de las guerrillas en los años sesenta y setenta. El número reúne miradas sobre los procesos que acontecieron en el Cono Sur y Centroamérica, e incluye el tan controvertido caso de Colombia. Reconstruir el mapa latinoamericano no es una decisión caprichosa. Parte de la convicción de que América Latina puede ser pensada como una unidad aún en su diversidad.
El recorrido por las distintas experiencias nacionales nos muestra un dato irrefutable: la Revolución Cubana de 1959 permitió pensar la viabilidad de la opción armada a lo largo y ancho de América Latina y fue un parteaguas para buena parte de la izquierda. Sin embargo, mirado con atención, prácticamente todas las experiencias revolucionarias surgieron en un contexto ya crítico que se había iniciado en la coyuntura de los años cincuenta, donde ocurrieron cambios económicos y políticos –en algunos casos con golpes de Estado o dictaduras– pero también hubo redefiniciones en el campo de la llamada izquierda tradicional, especialmente los Partidos Comunistas y Socialistas. Así, Cuba fue ponderada en ese contexto de cambios.

Las organizaciones revolucionarias se nutrieron de un complejo repertorio de experiencias políticas. Al proceso cubano debe sumarse también, la Revolución China y las experiencias de descolonización de Asia y África, que ofrecieron una amplia y diversa amalgama de opciones revolucionarias. En este complejo universo de ideas, hubo al menos cuatro debates que ordenaron el campo de la izquierda: el carácter de la revolución : revolución por etapas o revolución socialista; las formas de llegar al poder: partido marxista leninista o guerrilla; las formas de lucha revolucionaria: la guerra popular prolongada, el foquismo o la guerrilla con un desarrollo de la lucha de masas; el escenario de la revolución: la primacía del campo sobre la ciudad o a la inversa (Nercesian, 2013).Varios años después, en 1979, la vitoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua generó nuevas expectativas para la izquierda latinoamericana, en un contexto difícil, especialmente en el Cono Sur, donde las dictaduras militares venían azotando.

El Dossier se abre con el texto de Jean Sales, donde analiza el surgimiento de una de las organizaciones más relevantes de Brasil, la Ação Libertadora Nacional (ALN), como parte de la resistencia contra la dictadura (1964-1985). Estudia con énfasis la influencia de la experiencia Cubana sobre la organización y el proceso formación y desarrollo del grupo. El trabajo de Igor Goicovic analiza el surgimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile. Estudia la incidencia que tuvo la organización en el devenir histórico político del país, poniendo el acento en el modo en cómo la organización contribuyó con la instalación y desarrollo de las formas de lucha armada. El artículo analiza tres momentos de la trayectoria del MIR: 1965-1973, el desarrollo de la lucha popular; 1973-1978, de la lucha contra el aniquilamiento a la Operación Retorno y1978-1988, de la Estrategia de Guerra Popular Prolongada a la dispersión orgánica.

El artículo de Eduardo Rey Tristán analiza el surgimiento y desarrollo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) en Uruguay. El autor estudia la relación de la izquierda revolucionaria poniendo acento en el eje de la democracia desde una perspectiva latinoamericana. Analiza el período de los años sesenta y setenta, y extiende el análisis al momento de reorganización política, luego de dictadura militar, donde el grupo se integró a la competencia democrático-electoral. El texto de Carlos Medina Gallego reconstruye el surgimiento y desarrollo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) en Colombia. Se trata de una selección de capítulos de un libro que analiza el proceso de formación y desarrollo de la organización durante el período 1958-2006. En este Dossier elegimos los primeros capítulos dedicados al surgimiento y los primeros años de accionar de las FARC-EP, durante el período 1964-1974.

El texto de Salvador Martí I Puig es, como en el caso de Colombia, una selección de capítulos de un libro dedicado a estudiar el proceso de formación y desarrollo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua. En la selección elegida para este Dossier, se estudia el momento preliminar que antecedió al FSLN: la constitución de la “Juventud Patriótica” en 1959 y del “Movimiento Nueva Nicaragua” como antecedente para la conformación, en 1961, del Frente de Liberación Nacional. El autor analiza el surgimiento del FSLN describiendo los principales pilares del largo régimen somocista y sus primeros quiebres a comienzos de los años 1970. Da cuenta del desarrollo del FSLN como foco guerrillero y presenta las distintas tendencias dentro del FSLN, que fueron claves para comprender el proceso de toma de poder e institucionalización de la revolución.

El artículo de Alberto Martín Álvarez estudia la constitución y desarrollo de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL) en El Salvador, una de las organizaciones más importantes, que a lo largo de la década de los ochenta, se convirtió en el grupo más grande e influyente de entre las cinco que integraron el FMLN. Estudiar uno de los sectores que dio origen al FMLN resulta crucial para comprender el conflicto salvadoreño y la Guerra Civil (1980-1992). Para concluir con el Dossier, el artículo de José Domingo Carrillo reconstruye los orígenes de las guerrillas en Guatemala y distingue tres momentos: desde su levantamiento en el año de 1960, hasta su derrota en el de 1967; los años que van desde 1968 hasta 1972, hasta su derrota en los años 1981-1983y por último la conformación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), en el año de 1982, hasta 1996 año en que se firman los acuerdos de paz.

Bibliografía:

Nercesian, Inés (2013): La política en armas y las armas de la política. Brasil, Chile y Uruguay (1950-1970) , Buenos Aires, CLACSO. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/coediciones/20130814033931/Nercesian.pdf

 

Textos que integran el dossier

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Dossier. Chile contemporáneo. https://historiapolitica.com/dossiers/chile-contemporaneo/ https://historiapolitica.com/dossiers/chile-contemporaneo/#respond Tue, 21 Aug 2012 17:03:01 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=1431 Chile contemporáneo
Verónica Valdivia Ortiz de Zárate

 

En enero de 1999, once historiadores chilenos firmamos un Manifiesto, el cual respondía a la “Carta a los chilenos” que el general Augusto Pinochet, detenido en Londres por crímenes contra la humanidad, envió al país, así como a los fascículos de historia de Chile, escritos por el historiador Gonzalo Vial Correa y publicados en el diario La Segunda . Tanto Pinochet como Vial ofrecían una versión acerca de la historia reciente chilena, dirigida a justificar las graves violaciones a los derechos humanos ocurrida durante la dictadura militar. En dicho Manifiesto de historiadores se afirmaba: “De un tiempo a esta parte hemos percibido un recrudecimiento notorio de la tendencia de algunos sectores de la sociedad nacional a manipular y acomodar la verdad pública sobre el último medio siglo de la historia de Chile, a objeto de justificar determinados hechos, magnificar ciertos resultados y acallar otros; casi siempre con el afán de legitimar algo que difícilmente es legitimable y tornar verdadero u objetivo lo que no lo es o es solo la autoimagen de algunos grupos” {{1}}.

[[1]] Sergio Grez y Gabriel Salazar (Compiladores) Manifiesto de Historiadores, Santiago, Lom, 1999, p.7. Entre los 11 historiadores originales y que participan en este Dossier estaban María Angélica Illanes, Mario Garcés, Julio Pinto, Verónica Valdivia y Jorge Rojas; a éstos se sumaron muchos más, tanto nacionales como extranjeros. [[1]]

El Manifiesto ponía en el tapete, entre otras, dos cuestiones importantes para la historiografía chilena de la segunda mitad del siglo XX: por una parte, que el pasado reciente seguía siendo tema de debate, en torno al cual no existía ni existe consenso en el país; en segundo lugar, que ese pasado reciente aún era una deuda de los historiadores.
A pesar de que la dictadura fue derrotada en las urnas en el Plebiscito sucesorio realizado en octubre de 1988, que decidiría la permanencia o no en el poder por ocho años más del general Augusto Pinochet, éste obtuvo un 43% de los votos y logró consolidar el proyecto dictatorial a través de su continuación en la post dictadura, toda vez que la transición fue pactada entre los dirigentes del bloque que encabezó la oposición, la Concertación de Partidos por la Democracia, y personeros del régimen militar. Esa transacción fue posible, porque la dictadura nunca sufrió una derrota total y las fuerzas armadas pudieron retirarse a los cuarteles, convencidas dehaber dejado una “misión cumplida”.
Este retiro “victorioso” ha permitido la defensa por parte de sus seguidores políticos e intelectuales de una “historia oficial” de los últimos cincuenta años, desconocedora de los procesos sociales ocurridos y de la naturaleza terrorista de la dictadura. En junio de este año, la actual Directora de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), Magdalena Krebs, envió una carta al diario El Mercurio en la cual criticaba la decisión del Museo de la Memoria, creado por la ex Presidenta Michelle Bachelet, de circunscribir “su misión solo a la violación de derechos humanos, sin proporcionar al visitante los antecedentes que las generaron…sería una gran contribución que el museo explicara los hechos anteriores al golpe”. {{2}}. Aunque con posterioridad la Directora hubo de limitar sus afirmaciones, considerando el revuelo producido, tal es la posición de una gran mayoría de la derecha chilena respecto de la dictadura cívico-militar, ofreciendo una versión que califica los atropellos a los derechos humanos de “excesos”, los justifica en función de su pasado inmediato y enfatiza la “obra” del régimen, entendida como modernización económica y construcción de un sistema político estable. Desde ese punto de vista, la historia de la democracia chilena de los años noventa y siguientes, es decir, los años de la Concertación, serían, en sus aspectos económicos, fruto del régimen. Casi como corolario de esa tesis, a fines de los años noventa se comenzó a hablar, mundialmente, del “modelo chileno”, es decir, un país que había mantenido el neoliberalismo impuesto por la dictadura y crecía exitosamente en términos económicos, eliminando pobreza; a la vez que podía exhibir estabilidad política, habiendo neutralizado los peligros golpistas de las fuerzas armadas. Así, el Chile actual seríapositivamente deudor de la dictadura, encarnada en la figura del general Pinochet, de sus “éxitos” económicos, sociales y políticos.
[[2]] El Mercurio , 23 de junio de 2012. [[2]]

Frente a esa “historia” se levantaba la realidad de violencia, arbitrariedades, pérdida de derechos, pobreza extrema e indignidad que inundó a la sociedad chilena desde 1973. Ella había sido levantada por las organizaciones de derechos humanos, ONGs, orgánicas sociales, religiosas y políticas. La lucha por la memoria en Chile, se concentró, por muchos años, en la violación de los derechos humanos y el imperativo de justicia en el marco de una transición pactada y una ensoberbecida clase política que se jactaba del “Chile modelo”.
¿Cuál era el papel jugado por los historiadores en esa batalla?
Chile, según se afirma, es un país de historiadores; un país donde historia y política han estado estrechamente unidas, desde los “padres fundadores” de la historiografía chilena en el siglo XIX, testigos o protagonistas de aquellos acontecimientos que historiaban. {{3}}. Nacida de sus propias elites, la historiografía liberal decimonónica –desde una historia política positivista y descriptiva- y la nacionalista conservadora de principios de siglo XX estructuraron una visión de Chile como su propia gesta, legitimadora de sus opciones políticas, económicas y sociales. Ambas Escuelas, por lo tanto, centraron su atención en el período colonial, las luchas de la Independencia, la construcción del Estado Nacional, con sus inclusiones y exclusiones. A pesar de sus opuestas inspiraciones políticas, los historiadores liberales y nacionalistas-conservadores solo reconocieron historicidad a sus clases dirigentes.

[[3]] Julio Pinto Vallejos y María Luna Argudín (Compiladores) Cien años de propuestas y combates. La historiografía chilena en el siglo XX , México UNAM- Azcapotzalco, 2006. Ver capítulo introductorio de Julio Pinto.[[3]]

Desde mediados del siglo XX, no obstante, con una ya bullente sociedad de masas, una mayor democratización político-social y nuevos actores, surgieron otras dosEscuelas historiográficas, decididas a desafiar la hegemonía que hasta entonces habían tenido las anteriores. Una de esas corrientes provenía de la izquierda marxista y otra estaba influida por la Escuela francesa de los Annales, las cuales cuestionaron la historia del “acontecimiento” para interesarse en “el pueblo”, la economía y las relaciones sociales. La primera fue liderada por los historiadores Julio César Jobet y Hernán Ramírez Necochea, quienes destacaron la idea de proceso y, en el caso del segundo, la historia del movimiento obrero, en el siglo XIX, especialmente de los obreros salitreros, en el norte del país. En otras palabras, los nuevos sujetos de la historia eran los proletarios, sus luchas, sus derrotas, sus tragedias y sus orgánicas. Chile no era solo la historia de sus clases dirigentes. Los “estructuralistas”, asociados a los Annales, pusieron su atención en las estructuras, los actores colectivos, las mentalidades, la propiedad agraria, el trabajo indígena colonial, el inquilinaje, entre otros. El historiador Álvaro Jara fue uno de sus líderes más destacados, posando su mirada sobre la conquista española.
Esta historiografía estaba en pleno desarrollo al momento del golpe de Estado y constituía la vanguardia de los historiadores. No obstante, su mirada estaba, aparentemente, lejos de la historia reciente, pues aunque “sus combates” historiográficos estaban absolutamente compenetrados con su actualidad y la lucha política del momento en Chile, sus períodos históricos remitían a la Conquista, la Colonia y el siglo XIX.
El golpe militar de septiembre de 1973 cortó este camino recorrido en Chile, pues sus principales exponentes salieron al exilio a Europa y quienes permanecieron en el país, vieron coartadas sus posibilidades de investigación y escritura, bajo la represión dictatorial. El “apagón cultural” del que se habló a fines de los años setenta y que se atribuyó al golpe de Estado, se nutría, en parte, del repliegue de la historiografía. No obstante, la alianza cívico-militar triunfadora levantó su visión del pasado, elaborada por la renacida Escuela nacionalista-conservadora, liderada por el historiador Gonzalo Vial, quien dio patente histórica a la tesis de la “decadencia” chilena del siglo XX, producto de la crisis de sus elites y el ascenso de las capas medias y el pueblo, proceso que había derivado en la Unidad Popular y el “pronunciamiento militar” de 1973. Su historia de Chile, que no recogía muchos de los avances historiográficos existentes, comenzaba con la Guerra Civil de 1891 y alcanzó a cubrir los años treinta del siglo XX.
La historiografía de izquierda resurgió a comienzos de los años ochenta, tanto en Chile como en el exilio, especialmente en el Reino Unido. Quienes permanecieron en el país, centraron su trabajo en la historia social, trabajadores mineros, sindicatos, grupos juveniles o pobladores, siendo María Angélica Illanes, una de sus íconos. La “Nueva Historia Social”, reunió, así, a los historiadores que vivían y trabajaban en Chile con los del exilio. Esta Escuela, cuya principal figura era el historiador en el exilio Gabriel Salazar, {{4}} a pesar de reconocer su deuda con el marxismo y la Escuela de Jobet y Ramírez, redefinió la historia social y el pueblo, rescatando al conjunto de los sectores populares, antes ignorados: mujeres, campesinos, indígenas, peones, artesanos, entre otros, haciendo una historiografía “desde abajo” y poniendo énfasis en la historicidad de los sujetos. Historiadores como Julio Pinto, Mario Garcés, Sergio Grez, Eduardo Devés, entre otros, conformaron el relevo generacional de la anterior escuela. La nueva historiografía social implicó un retroceso cronológico a períodos anteriores al siglo XX, pues debía revisarse la etapa de “formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX”, como afirmaba el historiador Gabriel Salazar. La opción por el siglo XIX, por otra parte, se nutría precisamente del debate político y de la lucha por la memoria en el Chile de fines de los ochenta, esto es, rebatir la tesis derechista de que el colapso político de 1973 se relacionaba estrictamente con los años anteriores al golpe de Estado, a los procesos de transformación estructural iniciados a mediados de los años sesenta, bajo el gobierno de la Democracia Cristiana, especialmente la reforma agraria, el protagonismo alcanzado por los jóvenes, la radicalización de sectores de la izquierda y, de modo particular, la experiencia de la Unidad Popular. En concreto, desde el punto de vista de los partidarios del régimen militar, para “entender” lo ocurrido durante la dictadura había que focalizarse en esos ocho años: 1965-1973, tal como reclamaba cuarenta años después del golpe la Directora de la DIBAM en junio de 2012, a quien hemos citado antes. La “Nueva historia social” retrotraía el origen de los conflictos y el análisis histórico a etapas muy anteriores, a procesos de larga duración, pero estrechamente ligado a la actualidad del momento.
[[4]] Su libro Labradores, peones y proletarios , Santiago, Sur, 1985, constituyó un hito historiográfico. [[4]]

En otras palabras, a pesar de que el sentido de esta historiografía estaba profundamente enlazado con el proyecto popular truncado en 1973 y la dictadura posterior, sus temáticas remitían al siglo XIX, de donde floreció un valioso y nutrido conocimiento. La “Nueva historia social” embrujó a las nuevas generaciones de la transición.
En ese contexto, no le fue fácil a la historia reciente y, particularmente, a la historia política hacerse un espacio. Algunos historiadores sociales abordaron el siglo XX, como María Angélica Illanes, quien estudió la salud y la educación, asociada al Estado, durante el siglo XX, o Jorge Rojas que abordó el mundo sindical en los años veinte y el trabajo infantil. El equipo que había incursionado en educación popular, encabezado por Mario Garcés,por su parte, comenzó a recopilar testimonios e historias de vida, siendo pioneros en la historia oral en el país.
La historia política estaba profundamente desacreditada y era asociada al positivismo más decimonónico y ajeno a los cataclísmicos procesos sociales que habían afectado al país en las últimas décadas, a pesar de que desde los años ochenta un grupo de jóvenes historiadores de la Universidad Católica había comenzado a escribir la historia del siglo XX y a rebatir las tesis de Vial, revalorizando el papel de las clases medias en la democratización ocurrida. {{5}}. No sería sino con el impacto de la renovación de líneas temáticas, de metodologías y perspectivas de análisis en el mundo que emergería una “Nueva Historia Política”, de la mano de una nueva generación. Las antiguas miradas positivistas fueron reemplazadas por otras en diálogo con la sociología, la ciencia política, la antropología o la semiótica. Los años noventa fueron testigos de su nacimiento.

[[5]] Sofía Correa, Cristián Gazmuri, Sol Serrano, Nicolás Cruz, Mariana Aylwin, Carlos Bascuñán, entre otros. [[5]]

Reflexionando acerca del autoritarismo en Chile, el historiador Alfredo Jocelyn-Holt, una de las figuras más destacadas de los nuevos historiadores políticos, sin embargo, volvió a los temas ejes del siglo XIX, la Independencia y el período autoritario identificado con Diego Portales (década de 1830), reponiendo el protagonismo de las elites en la historia nacional y revalorizando el género ensayístico de la escuela nacionalista conservadora, desvalorizando la historia más factual. Así, aunque Jocelyn-Holt debatía sobre un autoritarismo de larga data y actual en el Chile post dictatorial, su historiografía inicial se alejaba de la historia reciente. {{6}}.
[[6]] Alfredo Jocelyn-Holt La Independencia de Chile. Modernización, tradición y mito , Madfre, 1992; El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, Planeta, 1997. Con posterioridad, Jocelyn-Holt escribió sobre el período reciente de la historia del país, El Chile perplejo, Planeta, 1998; en la actualidad está abocado a una Historia general de Chile, que aún se encuentra en la etapa colonial. [[6]]
Entendiendo que la historia reciente{{7}} alude a un pasado-presente, inconcluso, abierto, “coetáneo” a quien escribe, cercano, un pasado que no acaba de irse, la historiografía de Chile de fines de los noventa era aún deudora de ese tiempo, difícilmente delimitable, que constituía su historia pasada-presente, los años aún en debate político. Aunque es claro que lo cronológico no determina la historia reciente, ella ha sido asociada, en el caso de Chile, al período abierto con las transformaciones estructurales, esto es, la década de los sesenta, la Unidad Popular, la dictadura y los años de los gobiernos de la Concertación, una actualidad con raíces en el pasado. Aunque el Manifiesto de Historiadores , al que aludíamos al comienzo, demandaba entender el presente desde una perspectiva histórica de más larga data, lo cierto es que el apresamiento de Pinochet en Londres en 1998 trajo a la superficie un debate acallado por los consensos, por un discurso que hacía hincapié en el futuro y en la urgencia de cerrar la transición; un debate que miraba al pasado inmediato, campo hasta entonces cubierto preferentemente por cientistas sociales.
[[7]] Este tipo de historias ha recibido distintas denominaciones: historia del tiempo presente, historia inmediata, historia vivida. Véase Marina Franco y Florencia Levín (Compiladoras) Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción,, Paidós, 2007; Julio Aróstegui La historia vivida. Sobre la historia del presente,, Alianza, 2004; Margarita López M., Carlos Figueroa y Beatriz Rajland Temas y procesos de la historia reciente en América Latina, , Arcis/Clacso, 2010. [[7]]

El siglo XX fue asumido, en gran medida, por jóvenes historiadoras/res en los años noventa, tales como Sofía Correa, Verónica Valdivia, Mario Garcés, Luis Corvalán, Juan Carlos Gómez, Jorge Rojas, y en una segunda generación en los 2000 porSebastián Leiva, Rolando Álvarez, Cristina Moyano, Azun Candina, Karen Donoso y decenas de estudiantes de pre y post grado interesados en la historia de las últimas décadas. Mezclando tendencias historiográficas y enfoques, estas/os hacedores de historia política, social y cultural se han dado a la tarea de revisar la historia de los partidos políticos, de izquierdas y derechas,la izquierda radical, los años de la “revolución chilena”, esos años que María Angélica Illanes denominó de “Temblores, cataclismo y revisionismo”; {{8}} la dictadura, los nuevos actores sociales del siglo XXI. Y, aunque en un comienzo los estudios pusieron más atención en las profundas rupturas ocurridas, {{9}} hoy se han comenzado a examinar los años de gobierno de la Concertación, pudiendo observarse líneas de continuidad entre el período dictatorial, la década del noventa y los inicios del nuevo milenio.
[[8]] María Angélica Illanes La batalla de la memoria. Ensayos históricos de nuestro siglo, 1900-2000 , Planeta/Ariel, 2002. [[8]]
[[9]] Anne Perotin-Dumon (Compiladora) Historizar el pasado vivo en América Latina , Editorial Universidad Alberto Hurtado, 2007. [[9]]

Perdida la batalla de los conservadores para radicar lo historiográfico en el pasado lejano, la historia reciente ha logrado abrirse su espacio y legitimarse como objeto de estudio.
El dossier que a continuación se presenta constituye una pequeña muestra de las nuevas miradas y enfoques historiográficos chilenos de la historia reciente, el cual por supuesto, no da cuenta de todo el abanico existente. Sin concentrarse exclusivamente en el trauma de las últimas décadas, los artículos que aquí se consignanabordan temas, actores y enfoques descuidados hasta hace unos años, pero todos cruzados, de alguna manera, por la dictadura, la profunda transformación de Chile y la herencia dejada a la recobrada democracia chilena.
Los dos primeros capítulos del dossier dan cuenta de los años de esperanza y de trauma de la historia reciente chilena, poco historiados para comienzos del nuevo siglo. “Hacer la revolución” , de autoría del historiador Julio Pinto, analiza el debate dentro de la izquierda marxista –el Partido Comunista, Partido Socialista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR- del período 1960-1973, acerca de la idea de revolución y cómo llevarla a cabo, momento en que esa izquierda caminaba y llegaba al poder. A diferencia de otras experiencias, en el caso de Chile los fines perseguidos por los revolucionarios estaban bastante claros, todos aspiraban a la construcción del socialismo, el que, si bien no era entendido exactamente de la misma forma y hubo mucha discusión en torno a las vías, tenía múltiples puntos de convergencia: una sociedad socialista, antiimperialista, humanista, igualitaria, que debía derrotar al capitalismo. La revolución chilena era programática.
En “Memorias de La Legua o los recuerdos a flor de piel: de experiencias, emociones y fragmentos” , Mario Garcés y Sebastián Leiva experimentan con la historia oral y la memoria, recreando el impacto de los allanamientos a una de las poblaciones más golpeadas por la represión dictatorial, La Legua, en el sector sur de la capital, en el período inmediatamente posterior al golpe cívico-militar, a través de los testimonios de sus pobladores. Ambos historiadores se propusieron inquirir acerca de la “memoria de los legüinos” respecto de la dictadura, en este caso de las víctimas, dando cuenta de su preservación contra el olvido y la escasez, casi inexistencia, de documentación escrita.
Los dos artículos que siguen ofrecen una mirada desde una naciente historia político- cultural en Chile a los años sesenta, la Unidad Popular y la dictadura pinochetista.
El trabajo pionero del historiador Jorge Rojas, “Lucha política y conciliación de clases en una revista de historietas. El caso de Mampato , 1968-978” ,se introduce en un tipo de historiografía casi inexplorada en el país: el mundo de la historieta en sus años de esplendor. Jorge Rojas, historiador social, se ha desplazado a una mixtura entre historia política y cultural, abordando, en el artículo de este dossier, el período 1968-1978 a través de la historieta Mampato, publicada por la editorial Lord Cochrane, vinculada al Grupo Edwards, dueño del diario El Mercurio.Como explica su autor, el artículo analiza esa historieta, indagando en la forma en que durante los gobiernos de Eduardo Frei Montalva, democratacristiano, la Unidad Popular y la dictadura, buscaron proyectar valores políticos a un público infanto-juvenil.
También desde una mirada político-cultural, la historiadora Karen Donoso en su artículo “Discursos y políticas culturales de la dictadura cívico-militar chilena, 1973-1988” , analiza las políticas y las prácticas culturales de la dictadura pinochetista, sin remitirse exclusivamente al denominado “apagón cultural”, sino a los intentos dictatoriales por combatir el decaimiento de las actividades artísticas con posterioridad al golpe, su definición de cultura y las políticas culturales puestas en vigencia. Desde ese punto de vista, la autora busca dar cuenta no solo de la faceta represiva y censora del régimen, sino también del tipo de políticas culturales que se intentaron. Donoso se introduce en los debates al interior del régimen entre las distintas apuestas en pugna y las dificultades para articular un proyecto cultural.
Los dos artículos que siguen se insertan en la historia social, de amplia trayectoria en Chile, como hemos explicado. Una de sus figuras más descollantes, la historiadora María Angélica Illanes, nos ofrece en “La república de la gratitud. Pérdidade democracia y ‘chorreo’ capitalista en Chile actual” una reflexión acerca de la relación entre el Estado y el pueblo, a partir de las tradiciones políticas y las políticas sociales en el Chile de los noventa. Desde su punto de vista, los gobiernos de la Concertación, las políticas sociales y el trabajo social han descansado en una re-elaboración de una antigua tradición filantrópica, la cual inhibe una tradición moderna democrática, de “promoción participativa”. Según nos propone, el Chile de la Concertación sufrió una pérdida de democracia, mientras la configuración de un régimen político fundado en un “nacionalismo neo-filantrópico”, ha consolidado el neoliberalismo actual. La autora grafica este proceso en el caso de una comuna rural del sur de Chile, San José de la Mariquina.
A continuación,el artículo de la historiadora Azun Candina, “La clase mediacomo ideal social. El caso de Chile contemporáneo” inquiere acerca de un actor prácticamente no estudiado en términos historiográficos en Chile: las capas medias. La autora analiza el surgimiento de ellas como grupo social específico y como un ideal social para la población chilena durante el siglo XX. De acuerdo a su óptica, el concepto de clase media integra significados culturales múltiples y complejos, considerando sus connotaciones progresistas y democráticas y, al mismo tiempo, es identificada como un sector poco confiable políticamente y muy influido por los patrones de consumo de las clases altas. Sus apreciaciones acerca del esfuerzo, la desigualdad social en el nuevo milenio y las amplias movilizaciones sociales que han encabezado en el último año en Chile serían reflejo de ese ideal al que han aspirado históricamente.
Los dos últimos artículos cubren desde la historia política la primera década del período de la Concertación, a través de un par de estudios acerca del proceso de municipalización llevado a cabo por la dictadura y mantenido por la Concertación, el cual ha tenido una enorme influencia en la despolitización de la sociedad chilena en la recobrada democracia.
El historiador Rolando Álvarez en “La reforma municipal en la transición: ¿unintento de democratización en la medida de lo posible?” evalúa los intentos de reforma municipal presentados por la Concertación para democratizar esas instituciones, las negociaciones con la derecha, especialmente los bloqueos de la Unión Demócrata Independiente, UDI, la derecha pinochetista más dura, y sus resultados. El artículo cuestiona la tesis de la “conspiración entreguista” de la Concertación, poniendo atención en los aspectos estructurales y coyunturales que hicieron posible a la derecha asegurar la continuidad del modelo municipal ideado por la dictadura, sentando un precedente político para que la lógica de los cambios “en la medida de lo posible” se fuera naturalizando.
Por último, el artículo de mi autoría “La alcaldía de Joaquín Lavín y el‘lavinismo’ político en el Chile de los noventa” , analiza la trayectoria de este militante UDI, quien desde su cargo de alcalde de un municipio de sectores acomodados de la capital se convirtió en el líder de la derecha de los años noventa, inaugurando un nuevo estilo político, el “cosismo”. Desde nuestro punto de vista, el posicionamiento de Lavín y su estilo fue una estrategia deliberada de la derecha destinada a modificar las formas y los contenidos de la política chilena y provocar el triunfo definitivo del diseño institucional de la dictadura. La mantención del neoliberalismo por parte de la Concertación y la ausencia de una contraofensiva ideológica, facilitaron el éxito de Lavín y de cierto “lavinismo” político.
Los artículos que forman este dossier están inspirados en el Chile actual y en los múltiples y complejos problemas heredados de la dictadura. Mientras los movimientos sociales que conmueven al país en estos momentos se proponen desafiar por primera vez el proyecto heredado de la dictadura, las/los historiadoras/es de la historia reciente están acompañando ese proceso.

Textos

 

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https://historiapolitica.com/dossiers/chile-contemporaneo/feed/ 0
Dossier: Peronismo y dictaduras. Lecturas desde Córdoba. https://historiapolitica.com/dossiers/peronismoydictadura/ https://historiapolitica.com/dossiers/peronismoydictadura/#respond Fri, 10 Feb 2012 14:16:57 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=1282 Peronismo y dictaduras. Lecturas desde Córdoba.
Coordinado por Martha Philp (CEA- UNC)

Los siete trabajos que integran este dossier fueron publicados en un volumen coordinado por César Tcach, titulado Córdoba bicentenaria: claves de su historia contemporánea , editado por el CEA y la editorial de la UNC en el año 2010. Como plantea el coordinador del texto: “el libro no se suma al coro de voces festivas que saturan el Bicentenario de la Revolución de Mayo. No añade más tinta al panegírico ni constituye un elogio de nuestra propia historia. Pensar Córdoba en el bicentenario es más bien una ocasión propicia para acercarnos al modo en que su identidad fue construida, formulada y reformulada por los distintos actores políticos y sociales. En otras palabras, supone afrontar los mitos y realidades que configuraron su identidad y la redefinieron a lo largo del siglo XX” (Tcach, César, 2010: 7).
Los textos proponen interpretaciones de la historia de Córdoba a lo largo del siglo XX, escenario del accionar de los distintos gobiernos peronistas y las dictaduras que comenzaron en 1966 y 1976, desde una clave de lectura centrada en la historia política concebida como historia de las relaciones de poder. Estas miradas de la historia cordobesa aspiran a problematizar una oposición tan instalada: historias locales/regionales e historia nacional y en su lugar proponen leer la historia argentina desde un lugar específico, Córdoba, lo que implica rescatar el aporte de otras fuentes/documentos: escritos, orales, audiovisuales.
El trabajo de César Tcach y Marta Philp, “Estado y Partido Peronista en Córdoba. Una interpretación” se centra en dos de los problemas claves del primer peronismo: la concentración geográfica de la autoridad en el poder central y la concentración funcional de la autoridad en el liderazgo de Perón, aspectos estrechamente relacionados con el tipo de prácticas clientelares que permeabilizaron las relaciones entre el Estado, la sociedad y la organización partidaria.
El texto de Emilse Pons, “El fracaso del proyecto autoritario en Córdoba y la eclosión de la movilización popular (1966-1973)” propone un análisis de la política provincial cordobesa entre 1966-1973 desde la perspectiva de las relaciones entre el gobierno y la oposición. Indaga en torno a la programación y el tendido de una red de medidas autoritarias y represivas en el orden provincial destinadas a eliminar el pluralismo político- ideológico y la movilización social; por otro lado, analiza la reacción de los distintos actores sociales, en especial las organizaciones gremiales, estudiantiles e incipientes agrupaciones políticas radicalizadas.
Leandro Inchauspe en su trabajo “La lógica de la guerra interna en las primeras etapas de la Revolución Argentina (1966-1970)” da cuenta de la etapa de génesis de la conformación de una cultura política caracterizada por el principio de la guerra interna y la negación del adversario, que supondrá el despliegue de estrategias políticas militarizadas y un gran incremento de la violencia política. Sostiene al respecto que las acciones y discursos desplegados desde el poder político cumplieron un papel fundamental en sentar las bases de esta modalidad de construcción política, abriendo la puerta a un proceso no lineal pero constante de incremento de la violencia, que llegará a su clímax con el Terrorismo de Estado de la segunda mitad de los setenta.
Alicia Servetto, en “Tensiones y contradicciones del tercer gobierno peronista en Córdoba (1973-1976)”, analiza como el retorno del peronismo implicó la apertura de un proceso complejo, marcado por aceleración del tiempo político y jaqueado por los conflictos, en muchos casos, como resultado del enfrentamiento intraperonista. La metáfora organicista, Córdoba como “un foco de infección”, utilizada por Perón con atenta y consciente recurrencia, funcionó como marco habilitador para eliminar el disenso, por intermedio de la fuerza, en una de las provincias más movilizadas y politizadas de la argentina setentista.
El trabajo de Marta Philp, “La democracia de los mejores, no de la demagogia”: el orden político durante el “Proceso de Reorganización Nacional”, propone revisar este período de la historia de Córdoba a partir de una mirada centrada en un problema clásico: el de la justificación del poder. Los militares que asumieron el gobierno en marzo de 1976, al tiempo que negaban la política existente hasta el momento de su intervención, utilizaban cada uno de los escenarios y fundamentalmente las conmemoraciones de las fechas patrias y los aniversarios de su llegada al poder para manifestar sus ideas sobre el futuro orden político que debería ser “la democracia de los mejores, no de la demagogia”.
María Clara Iribarne, en su texto “Empresarios en Córdoba y poder militar: Diálogos en la intimidad”, propone -a partir del análisis de los diálogos realizados entre el Gobernador Sigwald y distintos actores que expresaban, desde una posición privilegiada dentro del campo económico de la provincia, la mirada de los sectores dominantes de la sociedad cordobesa- enfocar el estudio en las intervenciones discursivas de estos actores, entendiendo que a través de ellas es posible comprender una parte de la trama de las complicidades de las que el régimen disponía y, más importante aún, la pervivencia de varios tópicos que se mantuvieron luego del desmoronamiento de la dictadura, tras la derrota de la guerra de Malvinas.
Gabriela Closa, en su trabajo “Las transformaciones en el peronismo de Córdoba”, analiza como la derrota electoral que sufrió el peronismo el 30 de octubre de 1983 dio inicio a una profunda crisis que involucró a la dirigencia y a las bases del partido y del movimiento, al tiempo que socavó los pilares sobre los que se habían sustentado durante muchos años la adhesión y la identificación de una parte mayoritaria de la sociedad argentina con esa ideología y práctica política. La autora se centra en dos momentos claves. El primero alude a la conformación de la corriente Renovadora, porque fue la llave que le permitió al peronismo recuperarse políticamente; el segundo se detiene en una de las primeras iniciativas de De la Sota en el gobierno: la aprobación de la ley de Nuevo Estado.

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Dossier. Cinco estudios recientes sobre el comunismo uruguayo https://historiapolitica.com/dossiers/comunismouruguayo/ https://historiapolitica.com/dossiers/comunismouruguayo/#respond Sat, 22 Oct 2011 13:25:54 +0000 http://historiapolitica.com/?page_id=1198 Cinco estudios recientes sobre el comunismo uruguayo
Jaime Yaffé (Universidad de la República-Uruguay)

En los últimos diez años se ha producido, en particular en el campo de la historiografía, un verdadero estallido en la producción académica uruguaya sobre el “pasado reciente”. Aunque la dictadura cívico-militar que gobernó en Uruguay entre 1973 y 1985 es el fenómeno que capta mayor atención, esa gelatinosa expresión refiere vagamente al extenso período comprendido entre los años sesenta del siglo XX (el año 1959 es la referencia cronológica principal que por razones externas – revolución cubana – e internas – rotación entre los partidos tradicionales en la conducción mayoritaria del gobierno nacional – marca el comienzo de ese pasado) y la actualidad. De tal modo, la “historia reciente” comprende episodios y procesos que habiendo ocurrido hace más de medio siglo ya no son para nada recientes, pero así es, en términos cronológicos como se ha configurado este campo de estudios.
Desde el punto de vista temático, el campo de la historia reciente se ha constituido indudablemente en torno a la dimensión política del extenso período histórico que abarca. En ese sentido, la condicionalidad histórica de esa centralidad de lo político en la configuración del pasado reciente como objeto de estudio aparece bastante clara si se repara en el hecho de que buena parte de los estudios se ubican en algún momento o aspecto en la secuencia crisis/dictadura/transición/restauración que tiene al régimen democrático de gobierno y convivencia como elemento articulador de las conexiones de sentido que atribuyen significados a esa sucesión. Esa referencialidad que tiene lo político, y dentro de ella la preocupación por los avatares de la democracia, que remite a su vez al interés particular en el estudio de los itinerarios institucionales y de ciertos actores (los partidos, la guerrilla, los militares, los sindicatos) y de ciertos temas (la violencia política, la protesta social, la represión estatal, el debate ideológico y programático) no ha excluido, sobre todo últimamente, la presencia de otros actores y aspectos (demográficos, culturales, económicos) de la realidad histórica en la producción sobre el pasado reciente, pero ello ha sucedido sin que pueda dejarse de reconocer aquella centralidad.
En ese marco, un fenómeno que llama la atención en esa producción es la relevancia que ha adquirido el estudio de la más importante entre las organizaciones armadas que protagonizaron la instalación de la violencia política desde la segunda mitad de los años sesenta: el Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Otros actores, tanto o más importantes como los tupamaros en la vida política, social y cultural del Uruguay en los años previos al golpe de Estado de 1973, han quedado disminuidos o directamente invisibilizados en las reconstrucción e interpretaciones de aquella época. Este es sin dudas el caso del Partido Comunista, que indudablemente constituía por entonces la organización política más desarrollada de la izquierda uruguaya, y la que había alcanzado una mayor capacidad de influencia en el ámbito social (especialmente en el movimiento sindical, y en menor medida también en el estudiantil), en el cultural (tanto a nivel universitario como entre los intelectuales y artistas independientes), y en el político institucional. En este último ámbito, con una presencia constante y creciente en la arena electoral y el ámbito parlamentario, que aunque muy minoritaria en el escenario global, le permitió constituirse en el sector más votado dentro del Frente Amplio en el momento de su estreno en 1971, acabaron desplazando, en los años sesenta, al Partido Socialista, convirtiéndose, a pesar de condición marcadamente minoritaria, en la única organización de la izquierda uruguaya con alguna capacidad de influencia real sobre el proceso de gobierno y de formulación de las políticas públicas.
Es difícil explicar este desencuentro entre la realidad histórica y la producción historiográfica sobre ella. De hecho no tenemos una explicación para el caso, pero es posible que los disímiles derroteros de tupamaros y comunistas en el período postdictadura tengan algo que ver en la determinación de los intereses de los historiadores y otros estudiosos del pasado reciente. Por un lado, los tupamaros lograron reconstruir su organización, incorporar militantes de las nuevas generaciones forjadas en la lucha contra la dictadura, reconvertirse exitosamente a la vida política legal y a la competencia electoral, y resignificar su derrota militar como una victoria política, comenzando por la capacidad de sobrevivencia y siguiendo por el éxito de sus apuestas electorales. Como coronación de todo ello, el Uruguay tiene desde marzo de 2010 un presidente tupamaro que encabeza el segundo gobierno de la izquierda en los 180 años de historia como estado independiente. Por el otro lado, los comunistas, luego de la recomposición partidaria y el exitoso desempeño electoral que en 1989, cuando en Europa caían uno tras otro todos los regímenes comunistas, volvió a colocarlos como la primera fuerza dentro del Frente Amplio, ingresaron en una profunda crisis política e ideológica que acabaría en 1992 en una fractura inédita en la historia del PC, al producirse el retiro de la mayoría de la dirección partidaria y el abandono de la militancia por parte de miles de afiliados del que hasta entonces era el aparato político partidario más importante del Uruguay. Muy rápidamente el PC perdió su condición mayoritaria dentro de un Frente Amplio que crecía elección tras elección, al mismo tiempo que veía notablemente disminuida su influencia en la dirección del movimiento sindical y estudiantil, así como en el campo de la cultura y la educación.
Es solo una conjetura a falta de buenas hipótesis, pero es muy probable que itinerarios contemporáneos tan contrastantes hayan condicionado fuertemente los intereses y curiosidades de quienes en los mismos años se volcaron al estudio de la historia reciente, hasta producir la incongruencia antes mencionada. Ciertamente, también se puede proponer otra explicación, fundada ya no en los desarrollos post-dictadura de ambos actores sino en algunas de las formas en que ha sido interpretado el proceso de la crisis que epilogó en el golpe de estado en 1973. En este sentido, la importancia que algunas de las más difundidas interpretaciones del período 1968-1973 atribuyen a la irrupción de la violencia revolucionaria en el desencadenamiento de la situación que culminó en dicho golpe, han conducido a la instalación de un relato predominante en el que los tupamaros y los militares aparecen como protagonistas centrales, mientras que otros actores igualmente relevantes en aquellos sucesos históricos (entre ellos, los comunistas, también el sindicalismo) quedan marginados o subordinados en la reconstrucción del curso principal de los acontecimientos de aquel período.
Esto que resulta tan evidente pronto empezó a ser señalado y cuestionado tanto dentro como fuera del ámbito académico. Probablemente sea por ello que en los últimos dos o tres años han empezado a conocerse los resultados de investigaciones (alguna ciertamente estaba en curso desde hacía varios años) que comienzan a poner los primeros ladrillos para una reconstrucción del lugar y el papel que cupo a los comunistas en la historia reciente del Uruguay, tanto antes, como durante y después de la dictadura. Al menos tres de los cinco trabajos reunidos en este dossier son una muestra que creemos representativa de esta novedad reciente en el campo de la historia reciente del Uruguay. Además está en curso de terminación una investigación conducida por Álvaro Rico en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República sobre la represión contra el PC en dictadura, de la que nos hubiera gustado incluir una muestra de sus resultados. Si bien ello no ha sido posible, esta mención pretende evidenciar que el fenómeno del que, como justificación general del dossier, hemos querido dejar constancia en este párrafo, se encuentra en desarrollo.
El trabajo, aún inédito, de Fernando López (un historiador sin adscripción institucional en el ámbito académico pero que ha producido varios de los pocos trabajos existentes sobre la historia de la izquierda en el siglo XIX y las primeras tres décadas del XX) es el único que no pertenece al campo de la historia reciente, ni es representativo de la novedad antes mencionada ya que responde a una línea de investigación que el autor viene desarrollando desde hace más de veinte años. Ha sido seleccionado precisamente para dar cuenta de la existencia de ese trabajo solitario realizado por fuera de las estructuras académicas, que antecede a las novedades recientes y que se continúa al tiempo que ellas se van desarrollando. En este texto López rastrea los orígenes de lo que denomina “cultura stalinista” en el comunismo uruguayo entre 1921 y 1930. Basándose en el periódico del PC (“Justicia”) como única fuente el autor reconstruye y analiza algunos episodios clave que muestran tanto la adopción de la cultura stalinista como la permeabilidad del PC para hacerlo sin violencia ni grandes conflictos. En ese itinerario, surge muy clara la fuerte incidencia de la Internacional Comunista y otros partidos de la región (en particular el PC argentino) en el partido local.
Gerardo Leibner (uruguayo residente desde hace varias décadas en Israel, Dr. en Historia por la Universidad de Tel Aviv, donde desarrolla su actividad académica), es uno de los historiadores que, quizás por encontrarse relativamente desconectado del contexto político y el ambiente cultural antes descrito, desarrolló a lo largo de la primera mitad de los años 2000 una ambiciosa investigación sobre la historia social y política de los comunistas uruguayos entre 1941 y 1973. La publicación de sus resultados por parte de la editorial Trilce de Montevideo bajo el título Compañeros y camaradas. Una historia política y social de los comunistas del Uruguay, largamente esperada por la comunidad académica local, se demoró hasta el mes de octubre de este año 2011. Por tal motivo es muy poco lo que, a través de ponencias y artículos fragmentarios, había podido conocerse hasta entonces de este trabajo. En el texto que se ha seleccionado para este dossier, tomado de un libro colectivo de homenaje a José Luis Massera – matemático de prestigio internacional al que protagonistas y estudiosos reconocen como el “número dos” del comunismo uruguayo desde mediados del siglo XX – publicado en 2009 por el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, a partir de una aproximación biográfica al itinerario político del personaje en cuestión, se repasan y analizan diversos aspectos de la renovación directriz vivida por el PC en 1955 y sus efectos sobre la línea teórica y la estrategia política del PC desde entonces y hasta 1973. Leibner habla de una verdadera “reconstrucción” del PC uruguayo en este período, al cabo del cual acabará posicionándose como la principal fuerza política, social y cultural de la izquierda uruguaya.
Marisa Silva (quien reúne la doble condición de escritora de novelas y profesora de historia formada en el Instituto de Profesores Artigas de Montevideo y posgraduada en Historia Contemporánea en el Instituto Universitario CLAEH) ha realizado en su tesis de maestría una aproximación al Partido Comunista en el mismo período (1955-1973) desde un enfoque poco frecuente en la historia política uruguaya. Se trata de un abordaje en el que se reconstruye el itinerario del PC en esos años con la mirada puesta en las claves culturales de su identidad política. Los tres capítulos incluidos en este dossier pertenecen al libro publicado por Taurus que en el año 2009 dio a conocer su tesis de maestría. En ellos se abordan sucesivamente tres aspectos (una conmemoración, el acto aniversario anual; un objeto, el carné del afiliado comunista; y un concepto que formaba parte del orgullo de ser y sentirse comunista: la unidad del partido) que expresan componentes configurativos de la cultura y la identidad de “aquellos comunistas” de antes de la dictadura iniciada en 1973.
Por su parte, también ubicándose – aunque desde una perspectiva bastante diferente en cuanto a los actores estudiados, las preguntas, las referencias teóricas y las fuentes consultadas – en la indagación de la amplia zona de superposición entre cultura y política, Vania Markarian (Dra. en Historia Latinoamericana por la Universidad de Columbia, investigadora de la Universidad de la República) ha estudiado cómo ciertos aspectos de la rebelión juvenil de los años sesenta, en particular los referidos al uso de la violencia como un recurso legítimo de expresión de rebeldía y resistencia a la acción represiva del Estado, tuvieron un efecto configurador no sólo de una identidad generacional, sino también de ciertas identidades específicas al interior del movimiento estudiantil. Desde esas preocupaciones, en el artículo seleccionado para integrar este dossier -publicado en el año 2010 por la revista EIAL de la Universidad de Tel Aviv- se analiza el caso específico de los jóvenes comunistas durante las movilizaciones de los estudiantes secundarios y universitarios de Montevideo en el año 1968.
Por último, los politólogos Ana Laura de Giorgi y Adolfo Garcé junto el profesor de historia Federico Lanza han desarrollado durante dos años una investigación sobre la evolución del PC uruguayo desde la restauración democrática de 1985 hasta la actualidad. Aunque no se trata de un trabajo comparativo, uno de los fundamentos explícitos del proyecto radica en el propósito de explicar por qué, a diferencia de lo sucedido con el MLN, el PC, que había emergido de la dictadura como la mayor fuerza política dentro de la izquierda, no logró adaptarse con éxito a las nuevas circunstancias impuestas por la crisis del socialismo real, ingresando por el contrario en una fuerte crisis. El texto que se incluye en este dossier es un anticipo muy parcial de un libro que se anuncia para el año 2012. Se trata de una ponencia presentada en el V Congreso Latinoamericano de Ciencia Política celebrado en Buenos Aires en el año 2010, donde, se reconstruyen las que se reconocen como tres etapas de la trayectoria del PC en el período 1985-2009, y se propone una explicación desde la literatura sobre adaptación partidaria, redimensionando en ella el peso del factor ideológico.

Nota: El autor agradece a sus colegas Gabriel Bucheli y Vania Markarian por los comentarios que formularan a la versión inicial de esta presentación, al tiempo que los exonera de toda responsabilidad por el contenido final de la misma.

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